Tras la derrota republicana en la guerra civil española miles de refugiados tuvieron que cruzar los Pirineos en «la retirada» para poner a salvo sus vidas. Entre estos se encontraba un grupo de supervivientes de la «carretera de la muerte Málaga-Almería» que tuvieron que huir de Málaga cuando el ejército franquista tomó la ciudad en […]
Tras la derrota republicana en la guerra civil española miles de refugiados tuvieron que cruzar los Pirineos en «la retirada» para poner a salvo sus vidas. Entre estos se encontraba un grupo de supervivientes de la «carretera de la muerte Málaga-Almería» que tuvieron que huir de Málaga cuando el ejército franquista tomó la ciudad en el año 1937. Lo perdieron todo; su patria, sus casas, su patrimonio, su familia, sus raíces. Se convirtieron en seres malditos que llevaban marcada en el rostro la derrota. Un humillante estigma que hasta hoy los persigue. El gobierno francés les dio «bienvenida» confinándolos en campos de internamiento que era el lugar que se merecían los indeseables «rojos comunistas».
Hoy en día van quedando pocos supervivientes de «la carretera de la muerte» que es considerado por los historiadores uno de las más espantosos genocidios de la guerra civil española. Se apaga la luz de los últimos testigos que en ese entonces eran apenas unos niños y que hoy ya son casi centenarios. Esos niños escaparon junto a sus padres y familiares esquivando la implacable persecución a que los sometían los fascistas. No sabían qué pecado habían cometido pero la verdad es que en ese juego ellos eran los malos, y los malos deben sufrir un escarmiento.
Aquellas familias republicanas españolas que se refugiaron en Francia pronto se vieron sorprendidas por el estallido Segunda Guerra Mundial. La maldición los perseguía sin darles tregua. La Alemania Nazi usando todo su poderío bélico invadió Francia que cayó casi sin presentar resistencia. Los «rojos» españoles tuvieron que esconderse y pasar a la clandestinidad pues como enemigos de Franco se les consideraba «peligrosos terroristas». Muchos tuvieron que unirse a las filas de la resistencia; mientras otros cayeron prisioneros a manos de los colaboracionistas de Vichy y la Gestapo. Como castigo los deportaron a los campos de concentración alemanes o fueron devueltos a España donde les esperaba el pelotón de fusilamiento. Por tercera vez las víctimas de la «carretera de la muerte» tenían que escapar del monstruo del fascismo. Muchos de ellos cumplieron heroicas misiones en las filas de la resistencia o en las unidades de guerrilleros españoles ansiosos por cobrarse la venganza y derrotar a Hitler, el padrino de Franco.
Tras la victoria aliada en la Segunda Guerra mundial increíblemente el Caudillo recibió el respaldo de las potencias aliadas. Se iniciaba la guerra Fría y por este motivo se convirtió en una ficha clave para combatir el expansionismo soviético. Los republicanos querían regresar a España y volver a tomar las armas para liberarla del yugo fascista pero fueron traicionados. Ahora tenían que asumir el estatus de exiliados y adaptarse a las leyes de la república francesa. Empezando por fijar residencia, encontrar trabajo y formar una familia. El propio gobierno francés les prohibió intervenir en política además de coartarles el derecho a la libertad de expresión. Seguían siendo «rojos comunistas» elementos muy peligrosos para la seguridad de Francia.
El día 7 de febrero del 2017 se van a cumplir los 80 años del trágico suceso de la «carretera de la muerte Málaga-Almería». Aunque quedan pocos supervivientes, serán los hijos, sus nietos y familiares más cercanos, junto a las asociaciones de memoria histórica o de derechos humanos y la ciudadanía en general quienes les rindan un sentido homenaje.
La realidad es que pasan los años, las víctimas mueren y tan solo quedan sus testimonios orales, escritos o gráficos como un reclamo póstumo para que algún día se haga justicia. Están decepcionados al saber que van a morir sin que se les recompense moral y materialmente tanto sufrimiento. Resignados piensan que quizás en el más allá la justicia divina castigue a los culpables.
Este es el caso de doña Margarita Roldán González que en ese entonces tenía 12 años tuvo que huir de Málaga junto a su familia a raíz de la toma de la ciudad por las tropas franquistas.
La revolución popular perdió la guerra y el fascismo se alzó con la victoria. Hitler perdió la guerra pero Franco la ganó y vio cumplido el sueño del Fuhrer, su padrino. Un caso único pues increíblemente el caudillo, que se había declarado adalid del anticomunismo, se mantuvo en el poder gracias a la Guerra Fría.
Tras la muerte del dictador se respetó su última voluntad testamentaria y los ciudadanos tuvieron que asumir el papel de súbditos y rendirle pleitesía al rey Juan Carlos I por la gracia de Dios (y de Franco) La bandera rojigualda y la Marcha Real que ayer fueron los símbolo de la España una, grande y libre, hoy son los símbolos imperecederos del reino de España.
Los supervivientes de la «carretera de la muerte» han tenido que callar, mascullar en silencio su derrota. La represión franquista en Málaga -como en casi toda España- fue muy dura y desalmada; estaba prohibido hablar de estos temas en voz alta; ni mucho menos denunciarlos o reclamar a la autoridad competente. Ellos hacían parte de esa morralla de rojos traidores y tenían que asumir las consecuencias. Hoy bajo la hégira de esta democracia monárquica -en el la que supuestamente imperan las libertades y el estado de derecho- continúan siendo invisibles y discriminados. Solamente con la aprobación de la ley de Memoria Histórica en el 2007 les ha devuelto el alma al cuerpo. Ahora al menos pueden exigir sus derechos, y hablar alto y fuerte señalando a los culpables. Lo que más duele es que a la fuerza se haya impuesto la impunidad.
Quizá lo más crudo es que el genocidio de la Carretera de la Muerte -como sucedió con otros tantos- se intentó ocultar o borrar por completo de loa memoria. El régimen franquista no quería asumir la responsabilidad de un crimen tan abyecto. Como católicos se negaban a admitir que habían faltado al quinto mandamiento («no matarás»). Un holocausto en el que también estaban involucrados el nazismo y el fascismo italiano en una clara intervención de potencias extranjeras -que pretendían mantener en secreto-. Y lo mismo pasó con los Republica que por vergüenza prefirió pasar página pues negó la ayuda urgente que las milicias populares demandaban. Málaga fue abandonada a su suerte pues era un foco muy importante del anarcosindicalismo. Los comunistas y socialistas, y, especialmente, los consejeros rusos nos deseaban que triunfara la revolución popular en Málaga.
La Amicale des Republicains Espagnols de Midi Pyrénées, la Amicale des Anciens Guerrilleros Espagnols en France realizan todos los años el día los 6 de junio un acto de homenaje a los republicanos españoles que combatieron en las filas de la resistencia francesa en la Segunda Guerra mundial. Algunos de los cuales fueron detenidos por la Gestapo y los servicios secretos del régimen de Vichy y deportados a los campos de exterminio en Alemania.
En el pueblo de Prayols cerca de Foix (ciudad liberada por la Tercera Brigada de los guerrilleros españoles al mando del comandante Robert el 19 de agosto de 1944) existe un monumento a su memoria de los Guerrilleros Españoles ante el que se le iba a rendir un sentido homenaje con motivo del 70 aniversario de la derrota del nazismo. La ceremonia participaron autoridades civiles y militares de la república francesa y representantes de la Generalitat de Catalunya.
Los veteranos de las Amicales del sur de Francia aprovechan estas conmemoraciones para matar la saudade o la nostalgia. La mayoría de los asistentes son familiares de los republicanos que participaron guerra (civil) de España y después engrosaron las filas de la resistencia en la Segunda Guerra Mundial.
Al concluir la ceremonia había convocada en la sala de reuniones del ayuntamiento un almuerzo de fraternidad (la mayoría son personas mayores pues parece que a los jóvenes poco les interesa estos temas) en el que suelen degustar la clásica paella, tortillas, chorizo, jamón, vino o sangría. Y a los postres los camaradas interpretan a coro las canciones más famosas de la Guerra Civil como «¡Ay, Carmela!» «a las barricadas», «anda jaleo», «el puente de los franceses» o «si me quieres escribir. Es la mejor manera de levantar la moral y compartir unos instantes júbilo en una época tan falta de compromiso revolucionario. Al menos durante la dictadura franquista había un gran entusiasmo por derribar el régimen y los republicanos españoles exiliados en Francia convocaban grandes manifestaciones antifranquistas.
Fue allí precisamente donde encontré al matrimonio de François y Annie Galy y al señor Antonio Martín, todos originarios de Málaga. El señor Antonio Martí me explicó compungido que era un hijo de la «carretera de la muerte» y que llegó a Francia cruzando los Pirineos a los tres años de edad junto al grueso de su familia. Antes de cruzar la frontera por Puigcerdá una bomba lanzada desde un avión fascista mató a su madre que se encontraba embarazada. Y ya uno se puede imaginar el desconsuelo y el abatimiento de esta familia que jamás logró conciliar la paz en su espíritu. Mientras tomaba largas copas de vino sollozaba desconsolado. Y no es para menos. Antes de acabar la reunión de fraternidad la señora Annie Galy me confesó que ella también era hija de una superviviente de la «carretera de la muerte Málaga-Almería». Este fue un sangriento episodio acaecido en 1937 cuando la población civil de Málaga aterrorizada ante el avance de las tropas fascistas al mando de Queipo del Llano huyeron despavoridas rumbo a Almería.
La señora Annie me dijo que su madre a pesar de ser ya mayor tenía una prodigiosa memoria y era capaz de narrar todos los detalles de la «desbandá». Yo le contesté que no sabía de qué se trataba esa «carretera de la muerte», que desconocía por completo la historia (a pesar de ser hijo de familia malagueña que emigró a Colombia) Esto es algo que me impactó fuertemente; primero por mi ignorancia sobre el tema y segundo porque ningún familiar mío me lo haya contado. Así que le pedí a la señora que, por favor, que me pusieran en contacto con su madre a ver si de repente podría entrevistarla. Es lamentable que apenas se conozca en España este monstruoso crimen que incluso en la misma ciudad de Málaga muchos lo ignoran.
El señor Martín seguía tomando largos tragos de vino mientras me narraba pasajes de la tragedia de la «carretera de la muerte» que le había relatado su padre. Él no se acordaba de nada pues era tan solo un bebé de apenas 8 meses que llevaba su madre envuelto en una manta para defenderlo de la lluvia de fuego y metralla. Pero en sus ojos de niño de dos años y medio lleva grabada la espantosa muerte de su madre embrazada en un bombardeo fascista. Un demoledor trauma que ha destrozado su existencia.
Muchas de las víctimas han decidido callar, intentar olvidar los trágicos hechos pues el dolor les apuñala el corazón. Además de perder sus seres queridos, les robaron sus propiedades y expoliaron su patrimonio. Es decir les destrozaron por completo su existencia. Condenados al destierro intentaron rehacer sus vidas primero en Barcelona y después Francia -país al que tuvieron que huir tras la ofensiva de ejército nacional sobre Cataluña-
Don Antonio prefiere no hablar más, está amargado y toma otro largo trago de vino tal vez para anestesiar sus cuitas. -Voy a cumplir 80 años y yo ya no creo en nada, ni en nadie. Nos han derrotado y este es nuestro castigo- me dice en voz baja. Bueno, yo lo respeto y no insisto más con mis preguntas. Entonces Monsieur François Galy se levanta de la mesa y me entrega una tarjeta con el teléfono de la señora Margarita Roldán González, «la niña de la carretera de la muerte» que reside en Blagnac cerca de Toulouse. -Llámala que ella te contará muchas cosas. Y acto seguido se despide de mí con un fuerte apretón de manos.
Después de varios días me comuniqué con Doña Margarita por teléfono y amablemente me dio una cita en su casa para que charláramos sobre la «carretera de la muerte»
Blagnac es una ciudad situada a pocos kilómetros de Toulouse donde se encuentran las instalaciones de Airbus. A la hora convenida me presenté en la residencia de doña Margarita situada en la calle Allée de Layrac, Este es un pequeño condominio en el que residen muchos trabajadores de Airbus. Toqué la puerta de su casa y me abrió una señora mayor, bajita y de cabello rubio que aparentaba tener unos 80 años. Yo le pregunté si era Margarita Roldan y ella me respondió afirmativamente. -Hemos sufrido mucho pero estamos vivos. Otros miles no pueden decir lo mismo.
-Tenía entonces 12 años y ahora tengo 92. Entramos en su casa y me hace sentar en su sala. Entonces sin más preámbulos comienzo el interrogatorio de turno; en principio cargado de preguntas superficiales para ir rompiendo el hielo. De antemano sabemos que tendrá que revivir unos recuerdos bastante desagradables y turbadores.
Por lo tanto dejo mi papel de entrevistador y asumo el de psicoanalista porque es necesario hacer una regresión en el tiempo y desenterrar de su inconsciente esos recuerdos que permanecen congelados en su memoria.
Doña Margarita en ese tiempo era una niña que vivía junto a sus padres y hermanos en el camino de Churriana. Perteneciente a una familia de clase media ya que su padre contaba con un trabajo estable administrando las propiedades de unos ingleses en la Costa del Sol. Ella estudió en un colegio privado de monjas donde, como es de suponer, recibió una educación muy religiosa que hacia especial énfasis en materias tales como coser y rezar (Ese era el papel reservado a las mujeres) Se podría decir que era una privilegiada teniendo en cuenta la situación pobreza y marginalidad que afectaba a la inmensa mayoría de la sociedad malagueña. Y es que estamos hablando de una época de gran convulsión social en España donde se producía continuos choques entre las diferentes facciones políticas. Una violenta pugna entre los partidos de izquierdas (socialistas, comunistas) la derecha del CEDA, (falangistas, los monárquicos) y los anarquistas.
Margarita Roldán a pesar de ser todavía una niña ya era consciente de las fatigas y estrecheces que afectaban a la clase obrera y trabajadora. Málaga vivía un proceso prerrevolucionario pues el pueblo estaba decidido a superar las viejas lacras medievales y emanciparse de los poderes facticos (la iglesia católica, los militares, los banqueros y la burguesía). La clase obrera ni al campesinado reclamaba mayor compromiso al gobierno de la II República para derrumbar las estructuras de una sociedad feudal que se eternizaba. El lumpen proletariado y anarcosindicalista pretendía destronar la democracia burguesa representada por el centralismo madrileño. De ahí que una de sus reivindicaciones fuera la autodeterminación y la independencia andaluza.
En las elecciones generales del 1936 el FP (Frente Popular) a raíz de los pactos forjados por los partidos progresistas obtiene el 60% de los votos y mayoría absoluta, la derecha del CEDA no logró su objetivo de frenar a las fuerzas de izquierda y tuvo que conformarse con 88 escaños. Una victoria que daba alas a las facciones más radicales del socialismo y el comunismo que propugnaban la dictadura del proletariado, la colectivización de la economía y a la abolición de la propiedad privada. Es decir, acrecentar la lucha de clases al mejor estilo de los bolcheviques.
En España corría el rumor de que los militares más reaccionarios preparaban un golpe de estado. Esto no era ninguna noticia nueva pues desde hacía meses que se estaba esperando. Además hubieron muchos amagos de sublevación militar -como el caso de la Sanjurjada en 1932 (las continuas asonadas estaban a la orden del día) Los generales Mola (el director), Sanjurjo, Yagüe, Franco y Cabanellas descaradamente conspiraban sin mayores objeciones contra el legítimo gobierno de la república. Buena parte de la derecha, los burgueses, los aristócratas, los empresarios, banqueros e industriales, y el clero que apoyaban no solo moral, sino materialmente la cruzada redentora. Porque había que salvar a España del caos y la anarquía en que estaba sumida. Los golpistas eran conscientes que si querían tener éxito debían aplicar los métodos más crueles y sanguinarios.
Métodos genocidas que el ejército español había aplicado en las colonias de Cuba, Puerto Rico, Filipinas o el protectorado español de Marruecos para combatir a la insurgencia.
Había llegado la hora de cortarle la cabeza a esa hidra del marxismo que amenazaba devorar a la santa madre España.
El 18 de julio del 36 los traidores iniciaron el levantamiento en las guarniciones militares del protectorado español de Marruecos. Acto seguido las masas populares en todos los pueblos y ciudades de España se lanzaron a las calles en defensa de la República y de la legalidad democrática. Al grito de ¡Armas para el pueblo! y ¡Poder popular! fueron tomando las posiciones de vanguardia para hacer frente a la sublevación militar
Málaga no fue la excepción pues al romperse el orden constitucional los obreros y trabajadores comenzaron a organizar las milicias populares. A nadie tomó por sorpresa el golpe y una clara prueba de ello es que las JSU ya se habían concentrado con días de antelación en sus locales listos para entrar en combate. El 18 de julio y días posteriores se desató la histeria colectiva en la ciudad. Los milicianos eufóricos disparaban las armas al aire anunciando el comienzo de la revolución proletaria. Hombres mujeres, jóvenes y hasta niños se ofrecían como voluntarios para empuñar las armas o ejercer funciones de intendencia. La lucha de clases al rojo vivo, la colectivización y le pronto advenimiento de la dictadura del proletariado. Doña Margarita recuerda perfectamente como Málaga se movilizaba dispuesta a derramar hasta la última gota de sangre en defensa de la revolución.
El levantamiento en Málaga fracasó porque los altos mandos del ejército, la Guardia Civil o Guardias de Asalto se mantuvieron a la espera de cómo se desarrollaban los acontecimientos y no reaccionaron a tiempo. Entonces los obreros, los proletarios, los trabajadores tomaron los cuarteles y se hicieron con las armas El populacho enfurecido atacó las casas de la oligarquía, asaltaron sus propiedades, las industrias y empresas ansiosos por cobrarse la venganza contra la casta explotadora.
Cada uno de los partidos políticos los socialistas, comunista, los sindicalista CNT- FAI (que firmarían un pacto con la UGT) las juventudes socialistas, la Unión Republicana se por liderar la insurrección. Tenían que superar las viejas rencillas que los separaban, tenían que unirse en esos momentos tan críticos. Para proteger la revolución se organizó el Comité de Salud Pública y los Tribunales Populares. Se instituye por ley la colectivización y la abolición de la propiedad privada, las teorías del socialismo utópicas del anarquismo libertario. Hombres y mujeres trabajadoras codo con codo, sin el prejuicio patriarcal. Reivindicar el papel de la mujer y sus derechos. Con las armas en la mano en la defensa del poder popular. Aunque muchas de esas armas eran obsoletas y hasta inservibles todo lo suplía su gran entusiasmo y la más alta moral. Desde luego que estaban dispuestos a combatir en primera línea de fuego.
Porque había que agudizar las contradicciones, acelerar el fragor de la lucha de clases e intimidar a los señores feudales; los oligarcas, aristócratas, al clero y los terratenientes que pretendían perpetuar sus privilegios. El lumpen proletariado ocupaba el escalón más bajo de la sociedad sometidos a la más vil servidumbre. Un proceso de emancipación al que la República se había negado a secundar. Como es el caso de la tímida Reforma Agraria.
Se sospechaba que las unidades de África sublevadas como la Legión y los Regulares podrían desembarcar en cualquier momento en Algeciras (ciudad controlada por los fascistas al mando del Coronel Coco Rodríguez). Como así sucedió cuando la flota franquista rompió el bloqueo impuesto por los republicanos en las aguas del estrecho de Gibraltar. Ahora Málaga estaba en el punto de mira por su posición estratégica en el Mediterráneo occidental.
Los golpistas contaban con la inestimable ayuda de Hitler y Mussolini. Con los Fokker de la Luftwaffen se realiza el puente aéreo (el primero de la historia) para trasportar desde el protectorado de Marruecos a la península unos cuantos a miles de soldados. Las tropas nacionales desembarcan en Sevilla y se ponen a disposición del General Queipo del Llano que asume el mando del Ejército del Sur. Se da entonces comienzo a la «nueva reconquista» igual a la epopeya de don Pelayo en Covadonga -forjador de la «nación española»- A finales del año 36 los rebeldes avanzan imparables tomando infinidad de pueblos de la provincia de Sevilla y Córdoba y se acercan peligrosamente a Málaga. Ciudad en la que se va a desarrollar uno de los capítulos más dramáticos y más sangrientos de la guerra.
Al romperse el frente de la provincia de Sevilla y de Córdoba la población civil compuesta en su gran mayoría por campesinos, peones y jornaleros que huyen despavoridos con dirección a Málaga. Son miles y miles de desplazados que buscan asilo en una ciudad que no tiene capacidad suficiente para enfrentar tamaña tragedia humanitaria. Faltan refugios, medicinas y centros hospitalarios.
El hambre azota Málaga, se multiplican las restricciones; no hay electricidad, ni gasolina, ni víveres. «Málaga la roja» estaba rodeada por tierra mar y aire.
El general Queipo del Llano -jefe de del ejército del Sur- desde los micrófonos de Radio Sevilla pronunciaba incendiarios discursos cuyo fin no era otro que aterrorizar a los pueblos y ciudades que se negaban a someterse: «Españoles, el ejército con su movimiento arrollador y victorioso ha de acabar en breve con el anarquismo, el marxismo y todas esas doctrinas criminales asentadas en los engañados campesinos de Andalucía. Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable. Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río ¡id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros. ¡Sí, canalla Roja de Málaga! Esperen a que llegue allí dentro de diez días. Me sentaré en un café de calle Larios, bebiendo cerveza, y por cada sorbo mío, caeréis diez. Habría que poner un cartel con la inscripción de «aquí existió Mérida» Sabed que no voy a dejar con vida un solo habitante.
Eugenio Entreambasaguas de Unión Republicana era el alcalde de Málaga. Tenía fama de ser un hombre honesto y justo e incluso ayudó a muchas familias derechistas a evadirse. Se le atribuye la célebre frase: «Dejad que entren los fascistas que la revolución los absorberá». Tras la toma de Málaga por los nacionales valientemente se mantuvo en su despacho pensando que por ocupar tan alto cargo sería respetado. Pero de inmediato fue detenido y enviado a prisión. Al cabo de un par de meses se le sometió a un juicio sumarísimo y condenado a muerte por decisión del fiscal Carlos Arias Navarro-mejor conocido como el «carnicero de Málaga»
Doña Margarita recuerda perfectamente las alocuciones radiofónicas de Queipo del Llano pues su padre tenía una radio y la familia entera toda las tardes se sentaba en la sala a escuchar las noticias. En la cabeza se le han quedado grabadas las palabras de aquel siniestro general que prometía un horrible escarnio al pueblo de Málaga. ¡Canalla de roja de Málaga, id preparando las mortajas! ¡Rendíos y entregad! las armas. Esas palabras los ponían a temblar de espanto. Sobre todo, cuando nombraba a su tío Miguel de Haro que participaba en los comités de resistencia.
Las noticias no podían ser más preocupantes pues los frentes republicanos en las provincias de Córdoba y Sevilla se derrumbaban ante el implacable avance de los sublevados.
Málaga en ese entonces tendría unos 190.000 habitantes- a los que había que sumar 50.000 refugiados de los pueblos aledaños y de otras provincias andaluzas. Las milicias populares compuestas por unos 30.000 efectivos al mando del coronel Villalba se aprestaban a enfrentar al ejército nacional construyendo bunkers, trincheras y barricadas. Todos los partidos políticos a pesar de sus diferencias tenían que unirse codo con codo en la defensa de la ciudad que iba a ser sometida a un cerco implacable.
A su favor contaban con la abrupta geografía malagueña que les ofrecía una ventaja adicional. Pero carecían de armamento en condiciones; les faltaban ametralladoras, fusiles modernos, morteros o artillería pesada, ni defensa antiaérea y menos una aviación que neutralice los bombardeos de las escuadrillas de aviones enemigos. Y como si fuera poco carecían de reservas de municiones.
Málaga llevaba meses bombardeada por la aviación franquista con el propósito de debilitar la resistencia y desmoralizarlos. Los cuarteles, polvorines y depósitos de combustible eran los principales objetivos a batir. Doña Margarita narra cuando al escuchar las campanadas de las iglesias toda la familia buscaba protección en los refugios antiaéreos improvisados en el sótano del edificio donde residían. Cuando terminaba el raid de castigo ella salía a comprobar lo que había pasado y se encontraba con un panorama dantesco: casas y edificios demolidos donde los socorristas intentaban sacar a los sobrevivientes y retirar a los muertos, Esta carnicería contra la población civil desata el odio y la venganza y comienza la persecución a los más destacados miembros de la alta sociedad y los señoritos de la derecha. Quienes caen en manos de los milicianos son conducidos de inmediato al paredón de fusilamiento.
En los montes de Málaga se despliegan más de 15.000 legionarios del Corpo Truppe Voluntarie o Camisas Negras -enviados expresamente por el duce Mussolini- al mando del general Mario Roatta- Traen unidades mecanizadas, tanques, vehículos ligeros, lanzallamas y artillería pesada. Procedente de Fuengirola se aproximan las seis columnas del coronel Borbón, Duque de Sevilla, con 10.000 Regulares del ejercito de Marruecos y 500 jinetes de la caballería de Tetuán, tiradores de Sidi Ifni (gleba musulmana obligada a enrolarse en las filas de los colonialistas españoles), los legionarios del Tercio, tropas de élite fascista apoyados por la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria Italiana (67-100 aviones) en una operación coordinada por Franco, Mario Roatta y Queipo del Llano.
La gente se estremece de espanto pues corre el rumor de que están a punto de entrar a la ciudad los Regulares Marroquíes que tienen fama de carniceros y violadores ¡ya vienen las bestias! ¡Ya vienen los moros! saben que los pasarán a cuchillo tal y como lo dijo Queipo del Llano por la radio. «¡Voy a hacer un cocido de patatas con todos los del Perchel!
La población civil presa del pánico se lanza al caótico éxodo (lo bautizaron como «desbandadá» o «espantá» como si se tratara de una manada de potros desbocados) El Coronel Villalba, jefe militar de Málaga, lanza la orden de evacuar la ciudad. Con sus unidades se dirige a Nerja para consolidar las posiciones y preparar un «arrollador contrataque». En su apresurada huida deja una maleta en su oficina en la que se encuentra escondida la mano incorrupta de Santa Teresa -que le han entregado las religiosas de las Carmelitas Descalzas de Ronda para que la ponga a buen recaudo. Reliquia que recuperan los soldados del Coronel Borbón, duque de Sevilla, que se la ofrecen de presente a Franco. El Caudillo adopta la como un fetiche protector que lo acompañará hasta su lecho de muerte (cuando el anciano dictador estaba agonizando en el hospital de la Paz pidió que se la trajeran a ver si se obraba un milagro). El poder sobrenatural y milagroso de la mano de la santa iba a guiar al Caudillo en la sabia conducción de la patria.
Desde el Ministerio de la Guerra en Madrid ordenan a Villalba que regrese a su puesto en Málaga. Pero se niega aduciendo que todo esfuerzo es inútil pues la plaza ya ha sido tomada. Málaga se derrumba entre estertores de espanto.
Las cañoneras Cánovas del Castillo y Canalejas entran al puerto y finiquitan la conquista de la ciudad. Los fascistas desembarcan entran a bayoneta calada a cobrarse el botín de guerra. No hay apenas resistencia, solo un puñado de valientes permanecen en las trincheras a pecho descubierto y casi sin munición. Tenían que defender con sus vidas los derechos conquistados por la clase obrera y trabajadora. De esta forma se escribe la última página de la utopía revolucionaria de «Málaga la roja».
Ya están marchando los fascistas con sus banderas y estandartes por el paseo de la Alameda y la calle Larios, Las tropas italianas o camisas negras se abren paso dando vivas a Mussolini y a Franco. El duque de Sevilla a la grupa de su brioso corcel encabeza los batallones de falangistas y Regulares.
Los barrios populares no tardaron en desocuparse y en medio del caos intentan llevarse sus pertenencias; las cosas de mayor valor se las echan a los hombros o a lomos de caballos, mulas o burros; los más pudientes en carros y camiones o coches que se apresuran a salir de la ciudad para emprender el camino con dirección a Almería.
La caída de Málaga fue fruto de una traición pues se les denegó auxilio a sus defensores que exhaustos agotaron hasta la última bala, El gobierno central no les envío las armas, las municiones o las tropas de refuerzo que solicitaban con desesperación
Mezclados con los civiles marchan también los milicianos desertores y todos los que temen ser represaliados como políticos, sindicalistas, o simpatizantes del FP. Dos batallones comunistas y otro de anarquistas cubren la retirada. Llegan noticias de que los nacionales han ocupado Vélez y bloquean el paso a Almería. Se teme una sangrienta celada. La marabunta se abre camino; hileras e hileras de seres ensombrecidos en cuyos rostros desencajados reflejan la desesperación y angustia, una masa humana indefensa, pegados los unos a los otros como corderos que llevan al matadero, Pasan también camiones atestados de gente, coches, y bestias de carga o carretas. Los novios de la muerte les pisan los talones. Caminaban de noche para no ser localizados por los barcos y los aviones y duermen por el día escondidos entre los riscos y peñascos para atenuar las inclemencias climatológicas. Presas del hambre se alimentaban de caña de azúcar o higos chumbos y para calmar la sed tuvieron hasta que beberse el agua del mar.
Se calculan que entre 100.000 a 150.000 personas -según diversas fuentes- escaparon de Málaga (Aunque lo cierto es que el éxodo comenzó con semanas de anticipación) No solo se cuentan los residentes de la capital y sus alrededores, sino también los desplazados de otros pueblos de la propia provincia de Málaga, de Sevilla o de Córdoba.
Astutamente el régimen franquista intentó culpabilizar al ejército republicano del holocausto aduciendo que «los bandidos rojos se mezclaron con la población civil utilizándola de escudos humanos». Lo mismo sucedió en el bombardeo de Guernica cuando los franquistas acusaron a los gudaris vascos de haber quemado la ciudad «la tea incendiaria es la de los que trataron de quemar vivos a los defensores del Alcázar de Toledo»
Doña Margarita revive con claridad ese momento en que su madre le dice que tienen que partir.-ocultándole al extrema gravedad de la situación- Entonces se pone unos zapatitos de charol y el vestido dominguero y sale apresurada junto a los 15 miembros de su familia; padre, madre, hermana, abuela, tíos y primos. Ellos pensaban que todo este maremágnum pronto se calmaría así que su padre se las arregló para permanecer un par de días en un hotel en las afueras de Málaga. Era impensable que ellos abandonaran su casa con todas sus pertenencias. Se fueron con lo puesto sin imaginar siquiera que iban a pasar 80 años de ausencia. Vídeo: https://youtu.be/xaLdDUjXpkY
Legionarios del Tercio, los novios de la muerte sedientos de sangre allanaban las casas y lo edificios en busca de la «canalla roja», los Regulares yihadistas (Franco les prometió el paraíso) con sus cuchillos afilados se preparaban a degollar a esos ateos y apóstatas que ofendían a Jesucristo (su amado profeta) ¡que vienen los moros! La gente gritaba y corrían como almas que lleva el diablo. Las palabras de Queipo de Llano (el pionero del terrorismo mediático) retumbaban en su cerebro: «Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los rojos lo que es ser hombres. De paso, también a las mujeres de los rojos, que ahora por fin han conocido hombres de verdad y no castrados milicianos»
El 7 de febrero de 1937 los Nacionales emiten un parte de guerra extraordinario: «siendo las 7 horas 30 minutos nuestras tropas atraviesan el Guadalmedina. El enemigo derrotado huye en desbandada en dirección a Motril perseguidos por nuestros valientes soldados»
Una masa humana indefensa que marchan apretujados los unos contra los otros para darse protección; pálidos, resignados y con la cabeza gacha barruntan la derrota. Solo se escucha como arrastran los pies levantando el polvo de los caminos al compás de un mantra fúnebre que estremece el alma.
El Baleares y el Canarias disparan sus baterías a discreción apuntando hacia la costa del Mediterráneo por donde transita un hormiguero de «marxistas asesinos y armados» Caen los proyectiles entre la multitud dejando cuerpos despedazados de hombres mujeres y niños, pues la muerte no hace distinciones. Los obuses golpean la ladera de la montaña y desprenden enormes peñascos que aplastan a los inocentes. Doña Margarita se tapa los oídos para no escuchar sus gemidos y lamentos. Esas dantescas escenas no se las puede quitar de la cabeza. Sobre todo, el olor de la a sangre que es penetrante y provoca nauseas. Luego las nubes de moscas amortajaran los cadáveres para que los ampare la luz perpetua. Y la muchedumbre sale corriendo despavorida en busca de un sitio donde guarecerse y esquivar las bombas. En la caravana vienen también viejos que se apoyan en bastones, ciegos con sus lazarillos, paralíticos en silla de ruedas, niños tiernos y bebes en el regazo de sus madres. Es demasiado sufrimiento el que padecen y lo peor es que nadie les presta ayuda. En el cielo no solo los persiguen los aviones sino también los cuervos, bandadas de cuervos ansiosos por darles el beso de la muerte una vez que caigan de bruces al suelo. ¿Dónde están los refuerzos que prometió enviar el gobierno republicano? ¿y las armas? ¿y las unidades de refresco? Fusilados contra ese paredón en que se han convertido los montes de Málaga y del que no pueden escapar por lo agreste de la geografía. ¡Ya vienen los moros bajando por Granada! Un soldado desenfunda su cuchillo y se degüella antes de caer en manos de las hienas fascistas. Algunas personas no pueden resistir la carnicería y prefieren regresar a Málaga donde son detenidos, encarcelados y, en la mayoría de los casos, fusilados bajo la acusación de «auxilio a la rebelión».
La oficialidad y la marinería del Canarias se entretienen practicando el «tiro al rojo» y cada vez que dan en el blanco celebran sus hazañas. De repente se escucha un silbido seco y un obús que impacta estruendosamente muy cerca de donde se encuentra la familia de Margarita Roldán dejando varios muertos y heridos desparramados por el suelo. Un trozo de metralla le ha quitado la cabeza a una niña que llevaba su madre en hombros. Una escena provoca escalofríos cuando ella la narra con toda su crudeza. La mujer chillando se niega a soltar el cuerpecito decapitado de su hijita que se sumerge en un charco de sangre. ¿Cómo es posible aguantar tanta ignominia? Son recuerdos muy traumáticos y doña Margarita balbucea y se queda en silencio como si estuviera viendo a esa hermosa niña allí martirizada en la sala de su casa. Todo es tan real que se echa las manos a la cabeza y entre sollozos grita: ¡que injusticia!
Las víctimas y sus familiares resignados no paran de darse golpes en el pecho, o cabezazos contra el muro de las lamentaciones. Los embarga la impotencia al comprobar que todos esos crímenes han quedado completamente impunes. Algo que nos deja estupefactos. No es Guernica la ciudad mártir vasca, es la «carretera de la muerte» que representa 10 o 20 Guernicas y a la que su hijo predilecto Picasso nunca le dedicó ni un mísero garabato.
La contrarrevolución ha triunfado y se inicia una brutal represión contra los milicianos y los simpatizantes de izquierda. A la menor sospecha son detenidos. Las delaciones Los fascistas tomaron 10.000 prisioneros muchos de los cuales serán condenados al cadalso por los tribunales especiales.
Doña Margarita no puede creer que hayan pasado ya 80 años, 80 años desde que la expulsaron para siempre junto a toda su familia de la tierra que la vio nacer. Se dice fácil pero son décadas y décadas de desarraigo. Primero como refugiada en Barcelona, luego como exiliada en Francia y ahora como ciudadana francesa. Porque se vio obligada a echar raíces en tierra extraña; se casó con otro refugiado republicano y formó un hogar. A la fuerza asumió su destino en un intento por integrase en la sociedad de acogida. Pero ella a pesar de los 80 años de extrañamiento sigue siendo andaluza hasta la médula. Tan solo hay que escuchar su marcado acento malagueño. ¿ustedes querían regresar a Málaga? -Le pregunto- Imposible. Su casa fue destruida por los bombardeos y si su familia hubiera vuelto seguramente que los habrían represaliado. Al menos se salvaron de soportar cuarenta años de férrea dictadura franquista. -Un verdadero viacrucis que al menos se quitaron de encima. Poco le importa la actualidad española realidad española hasta el punto que ignora que el alcalde de Málaga es Francisco de la Torre, perteneciente al PP y que ocupó el cargo de presidente de la Diputación Provincial de Málaga durante el último período franquista, Por lo tanto también es cómplice de la masacre de la «Carretera de la Muerte» pues juró los principios fundamentales del Movimiento. Jamás este individuo ha expresado en público una condena por tan execrable crimen. Tampoco doña Margarita sabe que muchos sevillanos consideran a Queipo del Llano un héroe (el caudillo le impuso la Gran Cruz laureada de San Fernando en el pecho) y que está enterrado en una capilla en el santuario de la Virgen de la Macarena en Sevilla. (Virgen que lleva una cinta con su nombre) Al escuchar estas revelaciones inclina la cabeza y se tapa la cara con las manos -¡lo que hay que ver! si este sinvergüenza no es más que un vil asesino, ¡un vil asesino…!
La señora Margarita hace gestos como imitando con sus manos el vuelo de los aviones que vienen volando entre las nubes preparados a lanzarse en picado cual feroces águilas metálicas. ¿Cuántos han caído? Ni se sabe ¿quién los va a contar? si no son más que la canalla roja que merecen ser aplastada como chinches. Quién va a echar de menos a esos ignorantes «catetos» (como los llaman despectivamente los señoritos) miserables obreros y campesinos que no vale ni una perra gorda. Nada de nada, sus cuerpos quedan allí tendidos en la carretera hasta que vengan los buitres, los perros o las ratas a darse el festín en ese macabro banquete. Una carnicería en la que se mezclan los trozos de animales y de seres humanos. ¿Tal vez un alma caritativa se atreva a enterrarlos en una fosa común o tirarlos al mar para borrar las huellas de tanta infamia?
El Coronel Borbón, duque de Sevilla, expresó exultante: «hemos venido en nombre de España a salvar esta ciudad del yugo rojo por la gloria de Dios y del Caudillo»
Las Almas en pena huyen despavoridos y lo único que piensan es en acortar lo más rápidamente posible los 219 kilómetros los que los separan de Almería (una de las pocas ciudades andaluzas que se mantienen fieles a la república) Es una carrera de fondo en la que los más débiles son eliminados. Los viejos, los enfermos son los primeros en doblar las rodillas y caer rendidos, un bebe intenta calmar su hambre mamando leche del seno de una madre muerta. Es el apocalipsis: de entre la multitud surge una mujer enloquecida que se tira desde un acantilado para ahogarse en el mar, un hombre dispara su pistola y mata a su familia para luego pegarse un tiro en la sien.
La larga hilera de fugitivos se extiende por kilómetros y kilómetros, parece más bien una procesión espectros. Como decía doña Margarita ¿Dónde está Dios, ese Dios todopoderoso al que tanto le rezaba en el colegio de las monjitas?
Nadie tiene piedad de ellos, nadie oye sus suplicas. Levantan los brazos al cielo implorando clemencia y la única respuesta son más bombardeos y ametrallamientos. Tan solo son unos pobres campesinos, jornaleros, obreros, proletarios ¿quién va a reclamar por ellos? ¿Cuántos han muerto? ¿3000, 5000, 8000?
La orden emitida por el bando fascista era bien clara: «Aniquilar sin concesiones todas las personas que se encontraban en el territorio»
La Andalucía rural también sufrió un desgarrador genocidio. Los fascistas eliminaron la mala hierba del campo, es decir, aquellos campesinos y jornaleros que reclamaban «tierra y libertad». Facciosos anarquistas, socialistas, comunistas que pretendían expropiar la tierra a los terratenientes. De esta forma se aniquiló la revolución campesina vinculada al comunal y la colectivización de la economía
A la altura de Nerja son detenidos aproximadamente 10.000 fugados por las Camisas Negras italianas que de inmediato les obligan a regresar a Málaga. A partir de ese instante la carretera queda cortada.
Hasta hace poco años en el cementerio de San Rafael los familiares de los represaliados no atrevían ni a colocar una cruz sobre la fosa común donde se encontraban enterrados los restos de sus seres queridos. Todavía tiene miedo que venga la Guardia Civil a tomarles declaración. El terror se ha inoculado en su sangre y les han colocado un bozal para que permanezcan callados. Les toca rezar al difunto encerrados en sus casas, encenderle velitas a la foto amarillenta de su padre, de su madre, del abuelo o del hijo y rezar un responso por su alma. Rezar en silencio, claro, vaya a ser que alguien se entere de que en la familia hay uno de esos rojos de la antiespaña.
Los aviones alemanes e italianos van y vienen en constantes oleadas decididos a cumplir la sentencia bíblica. Y lanzan su lluvia de fuego inmisericorde como la que destruyó las ciudades malditas de Sodoma y Gomorra. No hay duda que han ofendido a Dios padre todopoderoso y deben pagar su tributo en Sangre. El olor putrefacto que emana de los cadáveres mutilados y las vísceras en descomposición es insoportable. Es el olor de la muerte que perfuma la carretera de la muerte. La procesión es incesante, un interminable gentío en el que hay hasta ciegos, paralíticos en silla de ruedas, huérfanos, viudas, niños que berrean o perros que ladran.
Las caravanas cruzan por Torre del Mar, Vélez-Málaga, Nerja, Almuñécar, Motril, Adra, llevan cinco o seis días de viaje, una semana para los más lentos, todos allí empujados por esa ola gigantesca de seres humanos, de animales, burros, mulas, caballos, cabras, carretas, coches que transitan por esa carretera de gravilla que muele la suela de los zapatos, de las alpargatas, de las sandalias de esparto. Muchos llegan a su destino descalzos, con los pies hinchados cubiertos de llagas y ampollas. Los más viejos ya no aguantan más las fatigas agonizan abrazados a sus deudos.
El llanto de los niños no cesa, ¡mamá! ¡papá! Los alaridos de las madres que pierden sus hijos: ¡Ay Juanito! ¡Ay Joselito! ¡Ay Pepita! No hay caso, y, muy a su pesar, deben continuar la marcha pues las tropas fascistas les pisan los talones. Y todo el mundo se aprietan fuertemente las manos para sentir el calor de sus seres queridos que es lo única luz que los guía.
Carlos Arias Navarro FE de las JONS, primer marqués de Arias Navarro y grande de España, espía infiltrado en sitio de Málaga, fiscal militar franquista que se encargó de los juicios sumarísimos y de firmar las condenas a muerte. El último Presidente de Gobierno. Se ha demostrado fehacientemente que entre los años 1937 y 1957 el número de víctimas de la represión franquista sobrepasó los 17.000. Muchos de los cuales sufrieron torturas y enviados al paredón de fusilamiento. La prueba palpable de este demencial holocausto es la fosa común existente en el cementerio de San Rafael donde están enterradas 4.571 víctimas. Esta es una de las mayores fosas comunes de toda Europa occidental.
Antes de que se construyera en el cementerio de San Rafael el memorial en forma de pirámide en honor a las víctimas de la represión franquista, sus deudos con sigilo dejaban pequeñas cruces con sus nombres señalando el lugar donde estaban enterrados. Con mucho sigilo quiere decir que todavía tienen miedo a que los identifiquen como parientes de un «rojo «despreciable.
Pero no podemos quedarnos en lo superficial y lo anecdótico, así que debemos aplicar las técnicas del psicoanálisis para realizar una regresión y obtener una confesión lo más cercana a la realidad. Aunque parezca mentira a pesar de haber pasado tantos años mucha gente prefiere permanecer en silencio. No quieren hablar por si acaso les puede pasar algo a ellos o a sus familiares.
Como es el caso de la propia hermana menor de Margarita Roldan, también superviviente de la «carretera de la muerte», que desde hace décadas se encuentra en tratamiento psiquiátrico. Sin saber muy bien el por qué se echa a llorar, se encierra en sí misma, no quiere que le hablen de España, ni de Málaga. La «carretera de la muerte» la mató en vida. ¡80 años de tortura psíquica! ¿Cuántos otros están en las mismas circunstancias? Muchas víctimas perdieron la cabeza, sufrieron un tremendo shock y están traumatizadas, les los problemas mentales; depresión, intentos de suicidio, angustia existencial o pérdida de la estima.
Los historiadores en base a los testimonios de los supervivientes y a los documentos encontrados en los archivos cifraban entre 100.000 y 150.000 personas las que escaparon de Málaga. Pero ahora según nuevas investigaciones llevadas a cabo por Andrés Fernández y Maribel Brenes (descritas en su libro «Éxodo Málaga a Almería») su número podría elevarse a más de 300.000.
Uno de los pocos que se acercaron a socorrer las víctimas del holocausto fue el médico canadiense Norman Bethune que a bordo de una camioneta de la Cruz Roja llegó a prestarles los primeros auxilios. Según cuenta este doctor el sufrimiento de los heridos era tan atroz que las raciones de morfina se agotaron. También sucedió lo mismo con las bolsas de sangre para hacer las trasfusiones. En un vano intento por salvar a los heridos que presentaban terribles traumatismos improvisó un quirófano en el que iba cortando con un serrucho los miembros desgarrados por la metralla. El Dr. Bethune fue un fiel testigo del genocidio que narra a la perfección en su libro titulado: «el crimen de la carretera de Málaga a Almería». En las que se incluyen fotografías de su ayudante Hazen Sise.
La caravana cuando se acercaba a algún pueblo se encontraba con las puertas de las casas cerradas de par en par. Nadie quería verlos, ni hablarles, ni mucho menos ofrecerles siquiera un plato de comida. Aterrorizados preferían mantenerse al margen antes de que los acusaran de simpatizar con los comunistas. Algo que indudablemente podría costarles la vida.
La ciudad de Almería, que en esa época tendría unos 55.000 habitantes, en unos cuantos días casi que triplicó su población Los refugiados agotados por la extenuante marcha buscaban la plazas, los parques o cualquier rincón para descansar.
La muchedumbre reclamaba a los vecinos que tuvieran piedad y les dieran algo de comer. La gente les tiraba mendrugos de pan, les daban cantaros de agua o mantas para cobijarse del frío. Llegaban harapientos, con los pies molidos y la moral por los suelos. Al cabo de unos días hacinados en unas improvisadas barracas por la falta de limpieza empezaron a atacarlos las plagas de piojos, chinches y garrapatas. Algo que los torturaba más que los propios bombardeos. Pero allí no acababa su viaje puesto que la situación en Almería era igualmente muy tensa a causa de los bombardeos de la aviación nazi. Así que no tuvieron más remedio que dirigirse hacía Levante y Cataluña en busca de un lugar de asilo donde paliar su miseria.
Balbino Santos Oliveira, obispo de Málaga, pronunció un emocionante tedeum solemne de agradecimiento al glorioso ejército nacional por haber liberado Málaga del «ateísmo dictatorial » Se hicieron presentes en la catedral las autoridades civiles y militares que de rodillas comulgaron demostrando así su inmenso amor por Dios. El obispo con un hisopo asperjó con agua bendita la tierra mancillada por la «canalla roja».
Es necesario señalar públicamente a los culpables, dar los nombres y apellidos de los que cometieron este horripilante genocidio Porque estamos hablando de la mayor matanza de la Guerra Civil y no puede banalizarse o convertirse en una mera anécdota de las tertulias. No podemos ser tolerantes con este crimen de lesa humanidad pues aunque los responsables estén todos muertos, sus cómplices y descendientes aún viven y gozan de todos los privilegios.
Vamos a ser imparciales y pensar que el Rey Juan Carlos -que juró los principios fundamentales del movimiento- desconocía por completo el prontuario criminal del franquismo. Porque de lo contrario también se convertiría en cómplice.
Durante la dictadura franquista era prohibido hablar de ciertos temas referentes a la Guerra Civil. La única versión oficial pertenecía al bando vencedor.
Lo demás eran calumnias inventadas por los «rojos» para desacreditar al glorioso Movimiento Nacional. A tal grado llegó la tensión que la cúpula militar amenazó con boicotear el proceso de transición democrática. «Recordad que si hay mártires son los nuestros; los de Paracuellos o los del Cuartel de la Montaña»
Lo cierto es que poco le importa al pueblo malagueño lo ocurrido en la «carretera de la muerte» Se ha aplicado la filosofía de: «Hay que dejar que sanen las heridas para que no nos envenene el rencor». Se ha impuesto por ley la amnesia colectiva. En las últimas elecciones municipales la ciudadanía votó mayoritariamente por la derecha del PP. Es decir, los herederos del franquismo: familias acaudaladas, empresarios, banqueros e industriales que en muchos casos gozan de los bienes y el patrimonio expoliado a las víctimas de la «carretera de la muerte».
Doña Margarita me hace un gesto con la mano para dar por finalizada la entrevista. Ya está bien de desenterrar el pasado y ahora prefiere regresar al presente: Monsieur, c’est suffisant. Je suis très fatigué.
El Rey Felipe VI, Capitán General de los ejércitos, no se cansa de repetir en sus discursos que condena los actos de terrorismo y que defiende la paz y la justicia. Cumplidamente todos los viernes santos la Legión saca el Cristo de la Buena Muerte en andas aplaudidos por miles de personas que se congregan en la Semana Santa malagueña. Los novios de la muerte soberbios marcan el paso mientras en las fosas comunes los cadáveres se retuercen de rabia. La estatua del marqués de Larios -que tras la proclamación de II Republica acabó en el fondo de las aguas del puerto- preside una de las plazas más emblemáticas de la ciudad como símbolo del infinito poder de la aristocracia y la oligarquía.
En el año 2008 el juez Garzón imputó -vía Audiencia Nacional- a 35 altos cargos del franquismo, que se rebelaron contra el orden constitucional, por crímenes contra la humanidad, exterminio sistemático y desaparición forzada cometidos en la Guerra Civil. Garzón fue acusado de prevaricación (dictar una resolución a sabiendas que es contraria a derecho) y juzgado por el Tribunal Supremo. El fiscal del reino de España calificó un disparate abrir una causa general contra el franquismo cuando los hechos están prescritos y perdonados por la Ley de Amnistía de 1977. Como epílogo el poder judicial suspende a Garzón por investigar los crímenes del franquismo.
«Nosotros considerábamos que la pieza capital de esta política de reconciliación nacional tenía que ser la amnistía ¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?» –Marcelino Camacho, Partido Comunista de España. Ponente de la Ley de Amnistía 1977.
La ley de Amnistía es contraria al derecho internacional.
El crimen de la «carretera de la muerte» aún no ha prescrito.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.