Hoy ya sabemos que 28 consejeros de Caja Madrid, ahora Bankia, del PP, otros 15 del PSOE, 4 de IU y 10 de sindicalistas, CCOO y UGT, tenían tarjetas de crédito de libre uso. Tarjetas que no declaraban a Hacienda, tarjetas de las que se podía disponer casi sin límite, tarjetas que añadir a salarios […]
Hoy ya sabemos que 28 consejeros de Caja Madrid, ahora Bankia, del PP, otros 15 del PSOE, 4 de IU y 10 de sindicalistas, CCOO y UGT, tenían tarjetas de crédito de libre uso. Tarjetas que no declaraban a Hacienda, tarjetas de las que se podía disponer casi sin límite, tarjetas que añadir a salarios y gastos de representación.
Moral Santín ex miembro de IU y ex vicepresidente de la Caja gastó, en un par de lustros, 446 mil euros. Vergüenza. Vergüenza porque callaron y trincaron.
Ni uno solo denunció el robo, vía posesión de tarjeta, cuando se lo propusieron. Poco les importó, mientras sacaban dinero a espuertas, cercenar la confianza de las miles de personas trabajadoras que se juegan, cada día su salario, carrera profesional y empleo por hacer respetar los derechos o por pedir el voto.
Estas tarjetas muestran mejor que muchos ejemplos el régimen de corrupción en el que vivimos. El gran capital imponía su burbuja de ladrillo y el dogal de la deuda a las familias.
Luego llegaron los desahucios, el desempleo, el déficit público y los recortes. Pero qué importa pensaron ellos. Habían pillado de qué se trataba. Eran «listos», comían de las migajas que caían de la mesa del rico.
Había que doblegar a toda la sociedad a la voluntad de los grandes bancos y las 100 familias que los controlan. A cambio de un unte que apesta usaron su posición y el prestigio en sus organizaciones para ponerlo todo al servicio de esa política.
Las cajas no eran capital estrictamente privado, pero sí un instrumento fundamental de todo ese andamiaje. En otras palabras, los supuestos espacios ganados por las organizaciones sociales y políticas para garantizar salud democrática, control social sobre el poder del dinero y esfuerzo en defensa de lo público, se transformaron en una cloaca de corrupción infame.
Que devuelvan el dinero, que paguen por lo que han hecho. Defendemos a los sindicatos y las organizaciones de izquierda pero a los que han pillado hay que expulsarles de los sindicatos y de las organizaciones.
Esta segunda restauración borbónica, este régimen de banqueros y oligarcas parásitos, ya en abierta crisis, se alimenta de lo mismo que la primera: corrupción de las élites, trato de favor para algunos y mano dura a los trabajadores.
Es la hora de limpiar, de cambiar, de abrir el camino a procesos republicanos y constituyentes. Es la hora de la libertad y de la regeneración democrática.
Fuente: http://laaurora.netpor.org/noticia/679/86-tarjetas-de-vergenza.html