Para ustedes: por la fraternidad, por nuestro apoyo mutuo, por nuestra unión en nuestra diversidad. Para Andrea Camilleri (1925-2019), in memoriam. Por su Montalbano. Para Johny Clegg (1953-2019), que estuvo donde no era fácil estar. Por su «Asimbonanga» (https://www.youtube.com/watch?v=BGS7SpI7obY&list=RDBGS7SpI7obY&start_radio=1&t=42) Para Leo Szilard (1898-1964), que fue capaz de pensar a contracorriente y en minoría de pocos: […]
Para Andrea Camilleri (1925-2019), in memoriam. Por su Montalbano.
Para Johny Clegg (1953-2019), que estuvo donde no era fácil estar. Por su «Asimbonanga» (https://www.youtube.com/watch?v=BGS7SpI7obY&list=RDBGS7SpI7obY&start_radio=1&t=42)
Para Leo Szilard (1898-1964), que fue capaz de pensar a contracorriente y en minoría de pocos: «Es inmoral competir con los rusos para llegar a la Luna y permitir que nuestros ancianos vivan con casi nada. La Luna no es ciencia y tampoco es pan. Es circo. Los astronautas son gladiadores. Es de lunáticos».
Para Pedro Gómez Segado, Miquel Colás Tamborero, Julia Romero Yáñez, Joaquín Miguel Montes, Juan Ballesteros Román, Julio Meroño Martínez, Joaquín Campeny Pueyo, Manuel Campeny Pueyo, Fernando Villanueva, Manuel Abad Lara, Vicente Abad Lara, José González Catalán, Bernabé García Valero, Jesús Cárceles Tomás, Antonio Beltrán Gómez, Enric Vilella Trepat, Ernesto Sánchez Montes, Andreu Prats Mallarín, Antonio Asensio Forza, Miquel Planas Mateo y Antonio Fernández Valler, in memoriam et ad honorem: jóvenes trabajadoras [de 15 a 23 años] antifascistas de Santa Coloma de Gramenet y Sant Adrà del Besos (Barcelona), miembros de la UJA [Unión Juventudes Antidascistas], detenidos y torturados el 30 de mayo de 1939: seguían diciendo NO cuando el fascismo dominaba, torturaba y mataba en las calles de toda España: cinco penas de muerte (se ejecutó una), ocho penas de reclusión perpetua, dos penas de 20 años, cuatro de 15 y dos de 6.
La historia no es orden. Es desorden: un desorden racional. En el momento mismo de mantener un orden, es decir una estructura, la historia ya está en camino de deshacerlo.
Jean Paul Sartre (1971)
Tengo una vinculación serena con la tierra de la mi padre, que no quiero imponer a nadie. No necesito himnos ni banderas para decir que estoy en lo mío cuando bebo sidra o gana la Real Sociedad. Es una vinculación amable con el paisaje de mis ancestros en el cual me crié.
Fernando Aramburu (2019)
Me preocupa, precisamente, el papel de la izquierda en esta lucha cultural y política ¿Cómo puede ser que Podemos y Comuns hablen de presos políticos? La comparación de los que fueron presos políticos y exiliados en el franquismo me parece una falta de respeto. Y no solo por eso, sino por el propio concepto «preso político». Un preso político es quien le encarcelan o le detienen por sus ideas. Si así fuera, tendrían que estar detenidas miles de personas. Los presos del «Procés» lo son por los actos que han realizado. El cómo se califica lo que has hecho es otra cosa. Nadie le ha pedido a nadie, por ejemplo, que alguien deje de ser independentista.
Anna Estany (2019)
Construir un demos federal significa, por tanto hoy también, un acto de realismo, descolgarse de la ontología y de la metafísica nacional que alimenta el ethnos a costa del demos. Si las fuerzas progresistas tomaran la delantera podrán conectar con zonas muy amplias del país real desplazando su centro de gravitación política más hacia la izquierda. La solución española podría convertirse, además, en una contribución innovadora a la creación de un demos democrático en una Europa con capacidad de gestionar y defender su diversidad. En el mundo competitivo de ahora dominado por visiones particularizadas y unilaterales quizás todo esto recuerde un poco a la guerra de España contra el fascismo, que consiguió aglutinar las esperanzas de humanización para millones de demócratas de todo el mundo.
Armando Fernández Steinko (2019)
Mientras el dinosaurio y el procesismo (su ideología y su praxis) sigan allí cuando despertemos;
Mientras Cataluña siga siendo pensada y sentida como una entidad sacralizada e intocable ubicada en terrenos celestiales montserratinos;
Mientras el «amor a la Patria», el «jo estimo molt al meu país» y el «todo lo hice por el país» sigan siendo usados (aquí y allá) para justificar cualquier aniquilación normativa, cualquier estafa, cualquier latrocinio, cualquier mentira, cualquier engaño, cualquier acumulación de poder, cualquier apropiación de lo común;
Mientras el grito «la calle es nuestra» (es decir, suya, de parte y de manera excluyente) no sea considerado un auténtico insulto antidemocrático lanzado a la cara de millones de ciudadanos;
Mientas no destaquemos la paradoja de decir «no hemos hecho nada» y añadir «pero volveríamos a hacerlo»;
Mientras no nos preguntamos de qué Cataluña (o de qué España) hablan y qué Cataluña (o España) tienen en mente, aquellos que día y noche hablan y hablan de Cataluña (o de España) y de más Cataluña (o de más España);
Mientras sigamos escandalizados (con razón) por las propuestas y presencia política de VOX y estemos muy lejos de pensar lo mismo cuando hablamos del gobierno del presidente demediado, hispanofóbico y supremacista Quim Torra;
Mientras un amplio sector de la izquierda siga usando el mismo lenguaje (Estado español, Madrid, derecho a decidir) y cultivando la misma cosmovisión (presos políticos, exilio, opresión nacional) que el nacional secesionismo, amén de coincidir -sin apenas distinguirse- con sus críticas y acciones;
Mientras que no veamos, como señalan Coll y Vilarrubias, que plurilingüismo y bilingüismo son dos caras de una misma propuesta para acercar «las lenguas a la ciudadanía sin delimitarlas a los territorios» (https://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/quien-teme-plurilingueismo_261915_102.html);
Mientras no seamos conscientes que no sólo no se sienten derrotados sino que continúan en las de siempre (Josep M. Terricabras: ‘En lloc de fer manifestacions de colors, potser que en fem d’eficaces’ [En lugar de hacer manifestaciones de colores, mejor hace rlas eficaces] Què és una manifestació eficaç? [¿Qué es una manifestación eficaz?] – Doncs enviar 50.000 persones a l’aeroport, 50.000 a la televisió, 50.000 a la Jonquera i 50.000 a la delegació del govern. I quedar-s’hi.» [Pues enviar 50.000 personas al aeropuerto, 50.000 a la televisión (sic), 50.000 a la Junquera [frontera con Francia] y 50.000 a la delegación de gobierno. Y permanecer allí]» https://www.vilaweb.cat/noticies/entrevista-josep-maria-terricabras-sentencia/);
Mientras se consideren «normales», «razonables» o «críticas» declaraciones como las del escritor Jordi Cabré (o las de Dante Fachín o de la CUP) -ganador del Premi Sant Jordi de literatura en 2018, sobrino del ex alcalde Trias-: «iré al pregón a silbarla [a Manuela Carmena] muy y muy fuerte. ¡Qué asco!» https://politica.e-noticies.es/boicot-indepe-a-carmena-125228.html;
Mientras no sintamos verdadera vergüenza por las visitas de líderes de la «nueva izquierda alternativa catalana» a Puigdemont (apoyado por la extrema derecha nacionalista flamenca), amén de otras ayudas, ideas y sugerencias;
Mientras nos parezca normal, e incluso vindicables, que Pablo Iglesias y Jaume Asens vayan a la cárcel (con fotografías y televisiones) a visitar (políticamente) a Oriol Junqueras;
Mientras sigamos olvidando que algunos intelectuales orgánicos del nacional-secesionismo han hablado de muertos y víctimas necesarias como el que habla del azul del cielo o del siguiente del 27;
Mientras no recordemos el «todo fluye» y sigamos haciendo nuestros, sin modificación alguna, principios y alternativas ahistóricamente considerados, válidos tal vez en otras situaciones y circunstancias históricas;
Mientras no seamos capaces de aceptar -porque suene a «españolismo» o a «fascismo»- que nadie del ámbito que ellos llaman -con clara y sesgada intención política- unionista ha planteado, por ejemplo, la desaparición del catalán, mientras que en su campo, si rascamos un poco, son mayoría -ex Consellera de Cultura, los críticos el catañol de Rosalia, firmantes del manifiesto Koyré- los que estarían por la desaparición del castellano y de las «presencias españolas» (Eduardo Mendoza, Javier Pérez Andújar, Juan Marsé, Goytisolos) en la cultura catalana que ellos entiende siempre unidimensionalmente (sólo en catalán);
Mientras una sesgada historia-ficción de Cataluña (y de los Países Catalanes), nunca revisable, jamás modificada, siga pesando como una losa descomunal en las mentes y almas de generaciones y generaciones de ciudadanos;
Mientras un sector no menor de la intelectualidad de izquierdas siga dorando la píldora, quitando importancia a lo importante, o buscando equilibrios con el nacional-secesionismo y practicando lo que algunos llaman la «ambigüedad calculada»;
Mientras no seamos capaces de entender y asumir (y extraer consecuencias) el sentido profundo de aquellas terribles (¡fueron terribles!) jornadas del 6, 7 y 8 de septiembre de 2017 (los llamados «días de la vergüenza»);
Mientras nos sigamos creyendo, porque «es bueno creer y confiar y hay que mirar el futuro con optimismo», que algunos (que dicen ser muchos y con verdad de la buena) han renunciado finalmente a vías unilaterales de separación y destrucción del demos común;
Mientras las izquierdas no seamos capaces de autocriticarnos (sin apenas exclusiones) por nuestras dudas, inacciones, «comprensiones», «coincidencias» y vacilaciones en aquellos días de septiembre y octubre… y en tantos otros días de tantos otros meses y años;
Mientras sigamos olvidando (porque queremos olvidar) que el nacional-secesionismo destrozó el Reglamento del Parlament de Cataluña, el Estatut, la Constitución y el Derecho Internacional, y que intentaron la construcción de un nuevo demos etnicista compuesto de forma excluyente por los «verdaderos catalanes», y sigamos pensando que esos días de vergüenza y exclusión fueron una simple, festiva e ingenua perfomance secesionista, algo nada serio, un Happening flowers;
Mientras no recordemos que la Comisión de Venecia establece en su código de buenas prácticas que cualquier referéndum ha de estar previsto constitucionalmente y que, como mínimo desde un año antes de realizarlo, se debe contar con una ley que lo regule, y mientras olvidemos, como ha señalado también la Comisión que cuando los referéndums afectan a las estructuras constitucionales básicas se demandan mayorías amplias (no simples) de votantes sobre el censo y de votos afirmativos dado que se trata de decisiones de importancia cualitativa (histórica para algunos);
Mientras nos sigamos haciendo «un lío» y queramos «seguir liando» con la ley de claridad canadiense (Xavier Arbós Marín: https://elpais.com/elpais/2019/07/08/opinion/1562581709_647086.html);
Mientras olvidemos una de las reglas centrales del «método sociológico» (Durkheim), aquella que nos aconseja no fijarnos en las aparentes intenciones y representaciones de individuos y grupos sociales sino en las situaciones, las relaciones y los hechos sociales;
Mientras nos sigamos confundiendo con las siglas y realidades de las formaciones políticas y no veamos que ERC no tiene nada de izquierda, que la CUP no tienen nada de unidad popular y que Junts+Cat es cualquier cosa menos «junts» y «per Catalunya»;
Mientras no seamos capaces de entender, denunciar y ponernos en el lugar de los ciudadanos y ciudadanas que viven (ocultados por su no nacionalismo .Cat) en ciudades y pueblos fuertemente nacionalistas;
Mientras sigamos pensando la Cataluña de julio de 2019 en términos de «opresión nacional», de «robo fiscal» y de «persecución lingüística», como si estuviéramos hablando (por ejemplo) de la situación de Budapest en 1848, bajo el Imperio austro-húngaro, tras el fracaso del movimiento revolucionario;
Mientras no recordemos las palabras de Merleau-Ponty -«Solo tenemos derecho a defender los valores de libertad y conciencia si al hacerlo estamos seguros de que no servimos a los intereses de un imperialismo y no participamos en sus mistificaciones»-, sustituyendo en nuestro caso «intereses del imperialismo» por intereses de las clases hegemónicas y dominantes de .Cat.;
Mientras no tomemos consciencia de la necesidad de nuevas preguntas y nuevas miradas, y de la necesidad de un examen riguroso y «sin piedad política» (que es piedad es el fondo) de nuestras posiciones, reflexiones y acciones;
Mientras sigamos olvidando la certeza crítica de E.P. Thompson (Miseria de la teoría, 1978) contra los argumentos y preguntas circulares: «si las cuestiones son planteadas de esta manera y si se interroga el material que ya ha sido programado en sus respuestas y al que sólo se permite contestar estas preguntas y no otras, entonces podemos estar seguros de que ofrecerá al interrogador, obedientemente lo que éste le pida»;
Mientras no estemos dispuestos a cuestionar lo que hemos dado como punto de partida, enunciado axiomático verdadero o principio indiscutible (por ejemplo: el derecho de autodeterminación aplicado a Cataluña), y sigamos creyendo en la «racionalidad republicana» y en la «legitimidad» de algunas propuestas del nacionalismo catalán;
Mientras no seamos capaces de ver la insolidaridad y egoísmo que hay detrás de las finalidades del movimiento secesionista, y no seamos capaces de ver (por falta de volunta) el carácter de clase del movimiento nacionalista .Cat;
Mientras la izquierda use el término «Estado o España plurinacional» a tontas y a locas, como si hablara sin precisión de un espacio vectorial de 23 dimensiones, y piense que con eso ya está todo solucionado;
Mientras la posición confederal no sea vista como una forma encubierta de deslizarse hacia la ruptura y separación, y el término federalismo no se precise y sirva para un cosido y un fregado, o para aparentar escenarios alternativos imprecisos, sin apenas cultura federalista real de hermanamiento;
Mientras que la izquierda no defienda, sin vergüenza y sin esconderse, el paso adelante que significó y significa el Estado de las autonomías;
Mientras sigamos idealizando la lucha de los nacionalismos durante el antifranquismo y no seamos capaces de hacer un balance real de lo que significó nuestra alianza con esas fuerzas;
Mientras no contemplemos la mal llamada «inmersión lingüística» de la LEC como lo que es: un intento de adoctrinamiento y construcción nacional excluyente que no respeta los derechos de los niños y de sus familias, sin que tenga nada que ver con la finalidad (deseable a todas luces) de una sociedad verdaderamente bilingüe;
Mientras no nos parezca escandaloso que una maestra (Font de l’Alba, Terrassa), que seguirá en el mismo colegio público el próximo curso y seguirá dando clases con el lazo amarillo y las clases de castellano las seguirá dando en catalán, mientras esa maestra, decía, eche de clase a una niña por pintar la bicolor, la deje sola en el pasillo y rompa en público su trabajo (más tal vez algunas cosas más) y que esas acciones (reconocidas) sean consideradas falta leve y que Educación tenga el rostro de afirmar que «no hay motivación ideológica en la docente»;
Mientras Jordi Pujol, el ex molt honorable, siga siendo tratado con una deferencia que no usamos cuando hablamos de Rodrigo Rato, Bárcenas, Matas, Urdangarin o Zaplana;
Mientras no tomemos (y ellos tomen) conciencia de que el nacional-secesionismo perdió las elecciones el 27 de septiembre de 2015 y que todo lo que vino después no tienen ninguna justificación ni legal ni legítima cuenten la milonga que quieran contar, hasta el punto de que no es difícil adjetivar muchos de sus comportamientos de no democráticos, y mientras no nos suene a «estafa descomunal» -quin rostre, quina cara!- las referencias, las usuales referencias nacionalistas a que «por encima de la ley» se deben a la «voluntat del poble»;
Mientras no veamos la desfachatez política de la consigna «un sol poble», siendo ellos, precisamente ellos, los que más han ayudado a destruir ese único pueblo, al tiempo que han generado dos comunidades escindidas y enfrentadas;
Mientras no seamos conscientes que en todo lo sucedido estos años la figura política más perversa no fue, ni de lejos, Mariano Rajoy, y que contra él no todo valía;
Mientras las (nuevas y viejas) banderas étnico-nacionales de exclusión sigan ondeando a la entrada de pueblos con el apoyo de millones de ciudadanos y sin la neta oposición de las fuerzas republicanas de izquierda;
Mientras sigamos pensando (y reduciendo a) España a un país de reaccionarios y neofascistas (o hagamos como si no pasara nada, que debemos ser comprensivos con «otros puntos de vista») y nos olvidemos de las alternativas y proyectos que han surgido y surgen de las luchas populares y renunciemos a la herencia político-cultural de la II República;
Mientras no hagamos nuestros, como hicimos durante el antifranquismo, a García Lorca, Antonio Machado, María Zambrano, Luis Cernuda, María Teresa León, Miguel Hernández o Juan Ramón Jiménez (o mil nombres más);
Mientras no seamos conscientes que la intensidad de los sentimientos, usualmente idolatrada, puede elevarse hasta alcanzar la exaltación de la Patria y la entronización del patriotismo, y mientras no entendamos que el nacionalismo es una sacralización de la Patria (Aramburu);
Mientras no nos escandalicemos y sorprendamos ante informaciones como ésta: «En nuestro entorno político, Twitter ha suspendido o desactivado recientemente cuentas falsas, destinadas a condicionar el debate público en Cataluña: fomentando el voto el 1 de octubre, desprestigiando a Ada Colau, o promocionando a Alfred Bosch, consejero de Exteriores de la Generalitat, quien, por cierto, tiene igualmente atribuida la competencia de potenciar la transparencia y el buen gobierno, también en las redes (según las informaciones de Twitter las 131 cuentas detectadas estarían vinculadas a Esquerra Republicana de Catalunya)»;
Mientras no sintamos profunda vergüenza ante reflexiones y observaciones como la siguiente de Rafael Ribó, el eterno Síndic de Greuges, ¡el ex secretario general del PSUC!, ¡el ex presidente de IC!: «El nombre [Iniciativa per Catalunya] de la nueva formación nació en una lluvia de ideas. Queríamos bautizarlo con un término que representara innovación, radicalidad, que reflejara nuestra vocación de impulsar un nuevo espacio político, aprender de las experiencias de las nuevas formaciones progresistas de otras culturas democráticas que no arrastraban 40 años de dictadura»;
Mientras no seamos capaces de asumir que puestos a hablar de «regímenes políticos» lo que ha imperado en Cataluña en estos últimos cuarenta años es un verdadero «régimen político excluyente, cesarista y etnicista» que ha ocultado toneladas de corrupción y latrocinio, régimen que ha contado en muchos momentos con el visto bueno de algunas fuerzas de izquierda;
Mientras no tomemos nota de la insultante hispanofobia y supremacismo que acompaña a la ideología nacional-secesionista, y no situemos la catalanofobia y la hispanofobia al mismo nivel de crítica y denuncia;
Mientras no vislumbremos la inmensa derrota ciudadana y popular que significaría la construcción de un nuevo-muro Estado, amén de sus terribles consecuencias;
Mientras no veamos el verdadero significado de la participación de dirigentes de izquierda como Ada Colau (papeleta en mano, mostrando su abstención) en la jornada nacionalista sectaria del 1-O;
Mientras no hayamos asumido que parte de la violencia policial (que nadie justifica) de la jornada fue exagerada en los medios nacionalustas (TV3 en lugar destacado), impulsada por ellos mismos en algunos casos (lejos de ser unos angelitos), amén de sus mentiras orquestada (dedos de las manos machacados);
Mientras la izquierda (Izquierda Unida o el PCE por ejemplo) siga hablando en términos autodeterministas como si fuera un postulado incuestionable del Antiguo o Nuevo testamento, un principio leninista para la eternidad o una verdad revelada, y sea incapaz de repensar lo que merece y exige ser repensado;
Mientras no nos acerquemos, conozcamos, hablemos y organicemos más, y plantemos cara cuando haya que plantar cara;
Mientras no intentemos convencer con calma y pedagogía a ciudadanos nacionalistas de buena fe que siguen inmersos en el relato y las «historias» nacional-secesionistas;
Mientras no tomemos consciencia de todo lo anterior y de mil cosas más,
nada o casi nada habrá cambiado, una gran parte de la ciudadanía catalana de izquierdas se sentirá huérfana y traicionada y la izquierda seguirá navegando sin rumbo hacia ninguna parte, ligera de sugerencias populares, al servicio de causas que no son las suyas y condenándose, ¡una vez más!, a alejarse siglos-luz de las demandas populares y a la inoperancia política.
Parte de lo dicho en estas líneas se encuentra resumido en esta reflexión del traductor de la Metafísica de Aristóteles al catalán Miguel Candel:
Escuchemos a Joaquín [Miras] y su idea (obvia para todo el mundo menos para la mayoría de los políticos) de que los edificios se construyen de abajo arriba: tenemos un roto (o un descosido) social profundo; para volver a coserlo (aislando de paso a los que siguen descosiendo) hay que hacer de tripas corazón y reconstruir paulatinamente la convivencia de la única manera posible: conviviendo. Es decir, manteniendo las relaciones personales con los que apostaron por la ruptura (es decir, que rompieron, objetivamente, con nosotros), y ampliándolas, a ser posible, hacia el campo de los rupturistas con personas de fuera de nuestro inmediato círculo. Para eso hay que buscar los puntos en común, que de entrada serán, con toda seguridad, asuntos ajenos a la política: aficiones lúdico-estéticas, deportivas, científicas, filosóficas, etc. A una mala, se hace como los ingleses y se habla del tiempo (que, por cierto, está siendo bastante hot and disgusting indeed…). Lo cual no es incompatible con el firme apoyo a la idea de que los responsables principales del roto han de pagar por ello. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
Buenas vacaciones y gracias por su paciencia. ¡No nos resignemos! ¡No confundamos ni nos dejemos confundir!
¿Seguimos en septiembre o a finales de agosto?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.