Las próximas elecciones regionales y locales en Colombia (octubre de 2019) tienen una importancia especial para todos los colombianos y para sus expresiones políticas y sociales. Son especiales porque son los primeros comicios para elegir alcaldes y gobernadores que se realizan después de: – La firma de acuerdos de paz con las Farc perfeccionada a […]
Las próximas elecciones regionales y locales en Colombia (octubre de 2019) tienen una importancia especial para todos los colombianos y para sus expresiones políticas y sociales.
Son especiales porque son los primeros comicios para elegir alcaldes y gobernadores que se realizan después de:
– La firma de acuerdos de paz con las Farc perfeccionada a finales de 2016;
– La desmovilización y desarme de esa guerrilla desarrollada entre 2017 y 2018;
– La aprobación de las principales normas que se corresponden con esos acuerdos;
– Una campaña presidencial bastante atípica de 2018, en la que el candidato progresista y de izquierda logró competir de igual a igual con el candidato del establecimiento; y
– Un referendo anti-corrupción que movilizó casi 12 millones de votantes, pero cuyo contenido fue desconocido y saboteado por la clase política tradicional y el gobierno.
Además, esta jornada electoral donde se elegirán -también- concejales municipales y diputados departamentales, se realiza en medio de un ambiente polarizado por varios hechos (entre otros):
a) La crisis institucional del aparato de justicia fruto de los escándalos de corrupción como Odebrecht, Fiscal anti-corrupción extraditado, Cartel de la Toga, Fiscal General desprestigiado y otros;
b) Los ataques a la Justicia Especial de Paz (JEP) desde varios flancos encabezados por el Centro Democrático (Uribe), el Fiscal General con el apoyo de la DEA y CIA, y el presidente Duque.
c) La campaña de Trump por derrocar a Maduro, que Duque ha querido utilizar para ocultar los graves problemas que se acumulan sin control en Colombia, como el crecimiento del desempleo, los incumplimientos a las víctimas y pobladores rurales, la crisis fiscal y presupuestal del Estado, y el crecimiento desbordado de la economía del narcotráfico.
Así mismo, se debe señalar un fenómeno que se presenta en el campo de la política electoral. Mientras los partidos del establecimiento quedaron fracturados después de las elecciones de junio de 2018, la oposición de centro, progresista y de izquierda se viene articulando de una forma inteligente y consistente, como lo demuestra la réplica pública a las objeciones planteadas por Duque a la Ley Estatutaria de la JEP, que con tono técnico-jurídico pero con un alto contenido político encabezó Juanita Goebertus la noche del martes 12 de marzo/2019 (https://goo.gl/g4JLyy ).
De cara a las elecciones locales y regionales es importante resaltar éste último aspecto. Aunque esas elecciones tienen otras lógicas y dinámicas, reflejan de alguna manera las debilidades de los partidos políticos en el ámbito nacional. Así, todos los partidos que se unieron a Duque (obligados por el avance de Gustavo Petro) terminaron -finalmente- enfrentados hacia afuera y agrietados por dentro. El CD, la U, CR, liberales y conservadores, no solo presentan graves fisuras y disidencias, sino que se muestran independientes y hasta enfrentados con el gobierno de Duque (Uribe).
Si los dirigentes departamentales y municipales de Alianza Verde, Polo, Colombia Humana, MAIS, UP y demás movimientos políticos y sociales, logran sintonizarse con el espíritu y práctica de Unidad que se observa entre sus bancadas en Bogotá, y desarrollan estrategias para atraerse a lo más honesto (y con sentido social) de otros partidos y de gentes sin partido, podrán generar verdaderos fenómenos políticos en Colombia que derroten desde las regiones y localidades tanto el autoritarismo guerrerista que impulsa Uribe y Duque como la politiquería corrupta que es la constante de los jefes de los partidos tradicionales (Vargas, Iragorri, Gaviria, Barreras, etc.).
Blog: https://goo.gl/qKYWgc
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