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Flores, libros, Sant Jordi y la carta del President 2.0

Fuentes: Rebelión

Para las que aman los libros y las rosas y plantan cara a las manipulaciones Me jubilé hace dos años y apenas me entero de lo que sucede en las «interioridades» de la Administración catalana (¡que suelen tener su miga!). Mi compañera en cambio, que también se jubiló, sigue vinculada a sus antiguas compañeras de […]

Para las que aman los libros y las rosas y plantan cara a las manipulaciones

Me jubilé hace dos años y apenas me entero de lo que sucede en las «interioridades» de la Administración catalana (¡que suelen tener su miga!). Mi compañera en cambio, que también se jubiló, sigue vinculada a sus antiguas compañeras de trabajo… y se entera de casi todo. Son ellas las que le han hecho llegar una carta del President Torra dirigida a todos los funcionarios (o a todos los trabajadores, no puedo precisar) de la Administración. 

Mi compañera me la ha reenviado. No sale de su asombro; yo tampoco. Ni del silencio de las formaciones que se dicen de izquierdas. La he traducido y se la comento brevemente. Con cinco puntos; el primero:

Estimado, estimada,

Me complace dirigirte este mensaje con motivo de la Diada de Sant Jordi como presidente de la Generalitat.  

Nunca he entendido este tuteo con personas que, en su gran mayoría, Torra apenas conoce o directamente no conoce. Más allá de ello, la carta la firma, efectivamente, el presidente de la Generalitat. De este modo: «Quim Torra i Pla, President de la Generalitat de Catalunya». Retengamos este dato.

El segundo punto de la carta:

La diada de Sant Jordi es, para mí, la más hermosa y gozosa que celebramos en Cataluña. Su sentido histórico, la leyenda, la literatura y los libros por todas partes, y las rosas que llenan de color las calles, las casas y los corazones de los catalanes. Sant Jordi, el patrón de Cataluña, es un símbolo de fuerza, de determinación, de lucha. No es tan sólo un héroe; son unos ojos que miran una tierra, es la mirada de la historia, de la vida y de la libertad. Sant Jordi es una fiesta de cultura y de amor, un día de reivindicación de la identidad y de una esperanza de futuro en plenitud. Quiero desearte que sea un día de felicidad para ti y para los tuyos.  

Contra gustos no hay disputas y si al President Torra le parece que la diada de Sant Jordi sigue siendo la más hermosa y gozosa que celebramos en Cataluña, será eso para él (y para quienes opinen como él), y, por lo tanto, no vale decir lo mismo respecto a otros días del relato nacional-secesionista como el 11S o el 1-O como a veces afirman. Uno u otro, pero no ambos a la vez como el día (en singular) más hermoso y gozoso.

Lo de los «corazones de los catalanes (incluidas las catalanas supongo) me suena un poco cursi pero en fin… ¡hay formulaciones peores!

En cambio, lo del «patrón de Cataluña» a una le suena fatal y, aunque no ando muy puesta en asuntos de leyendas, ignoro qué sentido histórico puede tener algo que no es historia sino leyenda. La cosa, lo de Sant Jordi, más o menos, va de lo siguiente (cuanto menos es una de las versiones): En un pequeño pueblo (Montblanc, en la Conca de Barberà), apareció un día un malvado dragón que aterrorizaba a los vecinos (lo mismo sucede en muchas otras leyendas asociadas con San Jorge). Los vecinos, para evitar que sus ataques se convirtieran en una masacre, decidieron que harían un sorteo entre la población y le entregarían al dragón una persona cada día (en otras versiones se habla de entrega de animales y de posterior entrega de personas por casi eliminación de los primeros). Al poco salió elegida en el sorteo la hija del rey y, cuando iba a ser devorada por el monstruo (no antes, cuando fueron devorados otros vecinos/as de a pie), un caballero, muy valiente por supuesto, llamado Jordi o Sant Jordi se interpuso entre ambos, combatió al dragón y logró vencerle. De la sangre del dragón muerto salió un rosal, del que el hidalgo eligió la flor más bella y se la entregó a la princesa. El día conmemora la muerte del Sant Jordi, que, según esa leyenda, tuvo lugar en el año 303.

Para Torra, Sant Jordi es «un símbolo de fuerza, de determinación y de lucha». Tal vez… o no. A mí siempre me ha parecido la leyenda un relato muy de hombres heroicos, muy masculino, bastante cursi, de mujeres-princesas desvalidas y más que santífico. Torra añade además, para acabarla de arreglar, que «no es tan sólo un héroe; son unos ojos que miran una tierra, es la mirada de la historia, de la vida y de la libertad». Las interpretaciones son libres pero no veo ojos ni esa mirada de la historia, la vida y la libertad. ¿Qué mirada será esa? ¿La princesa es Cataluña, el dragón es España y Sant Jordi es el pueblo catalán en lucha por su liberación?

Sant Jordi es una fiesta, cada día más mercantilizada por cierto, «de cultura y de amor», y un día que el nacional-secesionismo ha reconvertido en los últimos años en una jornada de reivindicación de la identidad catalanista excluyente, la suya, y de «una esperanza de futuro en plenitud», es decir, de construcción de un nuevo muro-Estado que nos separe del resto de ciudadanas españolas. El amarillo y los lacitos dominan calles y paradas y expulsan de esta fiesta a más de la mitad de la ciudadanía. Una vez más. Es signo de distinción… separatista.

Sea como fuere, este es el preámbulo de la carta. El texto gira y, más abiertamente y sin mala poesía, la política del país que excluye toma el puesto de mando. Sigo copiando:

Aprovecho también este mensaje, que tan sólo se interrumpió el año pasado con el nefasto 155, para agradecerte el trabajo que haces. Nada de lo que se impulsa desde el Gobierno tendría sentido ni sería posible realizarlo sin tu trabajo, que es fundamental para sacar adelante el país. Estos primeros meses a la presidencia de la Generalitat he podido comprobar la calidad y el compromiso de los servidores públicos. Todo el país debe sentirse orgulloso de vuestro trabajo, pero sobre todo os tenéis sentir así vosotros mismos. Ha pasado momentos muy difíciles estos últimos tiempos y hay que destacar el valor de haber aguantado el timón de la nave cuando era más difícil.  

Aparte de la clara referencia partidista al 155, Torra gira la historia, la lee de nuevo en términos de «opresión de España sobre Cataluña», hace la pelota para quedar bien y jalear los oídos de los suyos, los convencidos, y se olvida, porque quiere olvidarse, de los desmanes que los gobiernos de Mas, Puigdemont y el suyo propio han realizado contra los propios trabajadores de la Administración y contra multitud de conquistas sociales. Desde reducción de pagas hasta congelación de sueldos pasando por la no contratación de nuevos trabajadores. Lo de las «retallades» para entendernos, lo de los despropósitos de Boi Ruiz y Andreu Mas Colell. Como seguramente recordamos una de las Administraciones españolas que menor porcentaje del PIB dedica a la enseñanza pública y más dineros regala a la concertada (incluida la de élite y opusdeista, una auténtica vergüenza) es Cataluña; también es una de las comunidades (acaso la primera) donde son más costosas las matrículas en las universitarias públicas. Ya se imaginan la excusa: «la culpa la tiene Madrid que nos roba a los catalanes 16 mil millones anuales y mucho más, incluida nuestra dignidad». Quina cara que tenen, quin rostre!

La carta sigue:

No hace falta recordar que vivimos tiempos complicados en la política catalana. Que este Sant Jordi no tendremos entre nosotros al Presidente Puigdemont y los consejeros de su Gobierno que están con él en el exilio o que están en prisión. Los tendremos muy presentes en una jornada de fiesta y sentido de comunidad.  

Aparte de que Torra se olvida de algunas personas huidas que no han sido consejeras, el llamamiento a la agitación política es más que evidente («los tendremos muy presentes…»), todas lo sufriremos mañana de nuevo, y es clara la contradicción de que el President de la Generalitat hable del President Puigdemont. ¿Una institución con dos presidentes? ¿Uno real, el del poder alejado en plaza amiga y otro vicario?

El último punto de la carta presidencial:

Cataluña es una nación magnífica con un potencial enorme. Tenemos retos y dificultades que debemos saber encarar. Es necesario que nadie se quede atrás en el camino de progreso y plenitud que queremos. Que todo el mundo pueda realizar su proyecto de vida en las mejores condiciones posibles. Este debe ser nuestro compromiso.  

Lo de nación magnífica recuerda el falsario sacar pecho nacional de cualquier nacionalista -Casado, Rivera o Abascal dirían o han dicho ya también que España es una nación magnífica (creo que así lo expresó Rajoy en su momento)- pero lo de que es «necesario que nadie se queda atrás en el camino de progreso y plenitud que queremos», «que todo el mundo pueda realizar su proyecto de vida en las mejores condiciones posible» suena a burla, a desconsideración de millones de ciudadanas y ciudadanos (sobre todo ciudadanas) que lo están pasando como lo están pasado. Mal, muy mal: paro, bajos sueldos, accidentes laborales, desconsideración de su trabajo y sus preocupaciones. Está claro que Torra habla para los suyos y esas dificultades económico-sociales y culturales no son acuciantes entre los suyos.

¡Buen Día del Libro!, nos desea Torra. Yo también les deseo un buen día del libro y de las rosas, sin estrelladas, sin permanente agitación nacional-separatista, sin amarillos excluyentes que dominan calles y plazas, sin falsedades interesadas, y con fraternidad, con mucha fraternidad y en unión con todas las compañeras de cualquier territorio. Sin ninguna exclusión… y con principios laicos básicos. No como el President Torra, versión 2.0 del cargo, que acompañará la mañana del martes a las autoridades eclesiásticas catalanas (¡el nacional-catolicismo .Cat causa furor en estos momentos!) mientras bendigan las paradas de libros en el Pati dels Tarongers (Patio de los Naranjos) del Palau de la Generalitat (una institución pública, de todos) para celebrar misa católica con esas mismas autoridades poco después. ¿Pero no decían que aquí, en .Cat, estaba muy clara la separación Estado-Iglesia? ¿No dicen una y mil veces que España era un país muy casposo y tradicional? ¿No decían que .Cat representaba la más pura modernidad europea? ¿Es esta su modernidad?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.