Hegemonía y comunicación El Zeitgeist de cada época viene determinado por los distintos consensos existentes, esto es, la aceptación mayoritaria de una idea o grupo de ideas. El estudio de la hegemonía como el conjunto de esos consensos aparece de forma relevante en Lenin y, más a fondo, en Gramsci, quienes entienden necesario su análisis […]
Hegemonía y comunicación
El Zeitgeist de cada época viene determinado por los distintos consensos existentes, esto es, la aceptación mayoritaria de una idea o grupo de ideas. El estudio de la hegemonía como el conjunto de esos consensos aparece de forma relevante en Lenin y, más a fondo, en Gramsci, quienes entienden necesario su análisis para la lucha ideológica y la adopción de líneas tácticas concretas para transformar la realidad. En Sociofobia, el profesor de sociología de la Complutense, César Rendueles, describe con finura el que considera el gran consenso ideológico de nuestro tiempo. Tras un diagnóstico global de a dónde nos ha traído este sistema, de sus profundísimas contradicciones y describir algunos panoramas apocalípticos, Rendueles entra en detalle en la expresión sintomática de este consenso social y propone un escenario para pensar la superación del capitalismo.
Este nuevo consenso, con distintas formas de expresión, se presenta como una especie de panacea universal aplicable a todo problema social o de convivencia. El consenso en torno al fetichismo digital se traduciría en la capacidad de las tecnologías de la comunicación para inducir dinámicas sociales positivas. Nuestras formas de comunicación no son las mismas a partir de determinados avances tecnológicos. Los dispositivos electrónicos que median en nuestra forma de sociabilidad, el acceso a Internet y, más concretamente, el uso de herramientas como Facebook o Twitter condicionan nuestras relaciones con el medio: nuestra forma de organización social.
Los avances tecnológicos tendrían una relación dialéctica con las estructuras sociales, esto es, planteado en otro punto de la Historia, «en las sociedades de cazadores-recolectores el esclavismo no desempeña un papel relevante. La razón no es la bondad de corazón de las sociedades preneolíticas, sino que en un contexto de bajo desarrollo tecnológico no se producen excedentes significativos».
Rendueles lanza una advertencia en torno al ciberfetichismo: la realidad social generada por Internet es una realidad disminuida y no aumentada. En este sentido, el movimiento 15M tuvo lugar no gracias sino a pesar de las redes sociales. Esto es así al entender que, a partir de la analogía entre las redes y nuestro sistema social, nos percibimos como una suerte de «racimos de preferencias, ocasionales pero intensas, a la deriva por los circuitos reticulares de la globalización postmoderna. Somos fragmentos de identidad personal que colisionan con otros en las redes sociales digitales y analógicas. El precio a pagar es la destrucción de cualquier proyecto que requiera una noción fuerte de compromiso […] Internet genera una ilusión de intersubjetividad que, sin embargo, no llega a comprometernos con normas, personas y valores».
¿Es pues Internet una herramienta que alimenta la falta de compromiso ya existente en nuestro modelo social? Por suerte, en algunos de los núcleos sectoriales derivados del 15M, véase por ejemplo la PAH, se observa la consolidación de un profundo compromiso con el colectivo, con unas ideas y valores concretos. En algunos casos, esto último ha sido así gracias a la convocatoria y el debate surgido previamente en las redes. Bien es cierto que las izquierdas en las redes encuentran importantes dificultades para hacer avanzar sus ideas y sus análisis. Esto, en cualquier caso, no parece tan distinto de lo que ocurre off-line: la hegemonía informativa (visto por ejemplo a partir de cuáles son las noticias más compartidas para dar cuenta de un suceso), sigue estando en manos de los medios burgueses.
Aún más allá, la relevancia e incluso centralidad de las tecnologías de la comunicación en la configuración de nuevas propuestas transformadoras en Occidente queda patente en el propio ADN de diversos movimientos, organizaciones o partidos, como por ejemplo Anonymous, el Proyecto Venus, la Red Ciudadana Partido X, el Partido Pirata o Podemos.
Lenin decía que el socialismo eran los soviets más la electricidad. Grosso modo, la idea es encontrar la sinergia entre el compromiso político con las ideas y el aprovechamiento del potencial no neutral de las tecnologías de la comunicación. Una izquierda convencida que no sepa sacar partido a estas herramientas no atenderá a consensos sociales importantes que la harían ver caduca y anticuada. Por otro lado, las propuestas centradas en la supuesta capacidad que tienen las tecnologías per se dejan de lado la posibilidad de una construcción más sólida del contrato entre individuo y colectivo.
¿Cómo trabajamos desde las izquierdas la centralidad del consenso cibernético en la política de nuestros días evitando tanto el vernos atrapados en el fetichismo hegemónico como su, también presente en algunos sectores, banalización?
Aligi Molina (@elindignado) es militante de En lluita / En lucha
Artículo publicado en la revista anticapitalista La hiedra ( @RevistaLaHiedra )
http://lahiedra.info/cesar-