Intervención del autor (paralamentario de EH Bildu) en el 2º Encuentro nacional e internacional «Larga vida a las Mariposas» por el trato digno y la libertad de las y los prisioneros políticos. Marzo de 2015, Bogotá
Eskerrik asko zuekin egoteko aukera hau emateagatik, bihotz bihotzez. Besarkada handi bat.
Quería darles en mi lengua, el euskera, un fuerte abrazo solidario.
Un fuerte abrazo desde la tierra de origen de Simón Bolivar, el pueblo vasco, Euskal Herria, al pueblo que todavía hoy levanta su bandera de justicia y libertad, al pueblo de Colombia.
Quiero enviar también un saludo fraternal a todos los presos políticos colombianos así como al Colectivo de presas y presos políticos vascos, hermanados en la lucha y en la búsqueda de soluciones a sus respectivos conflictos.
Sigo con atención las circunstancias, las especificidades de su proceso.
Permítanme que exponga brevemente los parámetros en los cuales se produce el proceso de paz y normalización política en mi país y más en concreto la parte referida a los presos y presas políticas, no con la intención de que sea una charla magistral que agote todas las perspectivas, sino desde la voluntad de que pueda servirles de inspiración en sus avances y de escarmiento en piel ajena de los obstáculos y dificultades que entorpecen nuestro camino.
Permitan comenzar con una anécdota: en cierta ocasión, en una charla en Ginebra, en Suiza, un compañero colombiano comenzó su intervención: «para poder entender las razones y las causas del conflicto político y armado colombiano hay que remontarse a los últimos 50 años». Tras lo que hizo una larga exposicion.
Después, un vasco tomó la palabra: «para para entender las razones y las causas del conflicto político y armado vasco hay que remontarse a los últimos 500 años». El público se echó a temblar.
No puedo ahora, pues, referirme a la conquista castellana del Estado soberano de Navarra
No me detendré en los fueros mutilados tras las guerras carlistas a finales del siglo XIX.
Ni la derrota en guerra civil de las posiciones progresistas y de respeto de las nacionalidades históricas.
No expondré el largo silencio franquismo. El silencio de los cementerios, de la muerte, la cárcel, del exilio, del trabajo esclavo, de la proscripción de la identidad, la lengua.
No me detendré en el nacimiento de un movimiento político-cultural en los años 50 que dará lugar a la creación de ETA.
No puedo exponer cómo la dictadura diseño una transición que no rompió con aquel régimen, dando a luz a una pseudo-democracia tutelada por sus poderes fácticos: el ejército (con su rey a la cabeza), la guardia civil, los poderes económicos financieros, la oligarquía, la iglesia y soportada en una arquitectura territorial de descentralización cosmética.
Un Estado en perpetua excepción y de democracia fallida. Un Estado que no ha sabido ni ha querido respetar los derechos más básicos de las naciones a él encadenadas y de sus ciudadanos y ciudadanas. Un Estado que ha empleado la persecución, la represión, la guerra sucia, el terrorismo de estado para evitar que los pueblos, principalmente el catalán y el vasco, puedan ejercer sus derechos de decisión, su derecho inclaudicable de autodeterminación.
Una situación de imposición que en el pueblo vasco ha devenido en una dolorosa espiral de sufrimiento siempre ascendente. En una verdadera tragedia.
Sirva lo dicho para exponer que el conflicto político y su vertiente armada, se inserta en esa secuencia histórica. La fase actual es el último episodio de una trayectoria que ha dejado un saldo de casi 1.500 víctimas mortales por ambas partes. Una larga y sangrienta lucha de desgaste, sin parangón en el contexto europeo, salvo el caso irlandés. Un conflicto que, según datos objetivos han llevado a 35.000 personas a ser detenidas, más de 9.000 torturadas y 10.000 encarceladas en Euskal Herria durante los últimos 50 años.
Tras diferentes intentos de resolución por medio de la negociación y del acuerdo entre ambas partes en conflicto -ETA y el Estado- hemos llegado a una certeza: El Reino de España apuesta por un conflicto perenne de consecuencias conocidas y controlables antes que por un escenario de libre competencia democrática. Un escenario en el cual la fortaleza de cada contendiente venga determinada por la solidez de su oferta a la sociedad.
Entre confrontar fuerzas y confrontar razones el Estado prefiere confrontar fuerzas.
Así, ante la imposibilidad de llegar a acuerdos de manera bilateral, la izquierda independentista inicia un proceso unilateral. Un enfoque único que hace que el proceso vasco sea excepcional. Un enfoque en el que se deslindan los esfuerzos para dar respuesta las causas políticas del conflicto y para responder a sus consecuencias.
Diversos líderes internacionales, encabezados por el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, impulsaron la Conferencia de Aiete, en Donostia-San Sebastián en octubre de 2011. En ella se solicitaba a las partes muestras de distensión, así como respeto a los debates políticos que se desarrollen por los agentes políticos y sociales. Inmediatamente ETA respondió comunicando el cese definitivo de la lucha armada. Además, ETA ha emprendido un proceso unilateral y gradual de abandono de la actividad armada que ha seguido con la disolución de las estructuras operativas ofensivas.
Pero por parte del Estado no ha habido una respuesta en positivo, sino en forma de ataques, de obstáculos constantes. Detenciones, provocaciones, negativa a cualquier contacto que agilice el proceso, acoso a los mediadores internacionales…
Sin duda porque el Estado español interpreta que si se resuelven las consecuencias del conflicto político y armado, quedarán más en evidencia cuales fueron sus causas. Si se relega del debate la forma, solo queda el fondo. Y no quiere enfrentar ese debate, porque ahí el estado se siente perdedor. El Estado español (y el francés en otro nivel) interpretan que esto no es un proceso de paz, sino que es cambio de estrategia para romper inercias del pasado y, desde mejores posiciones políticas, desbordar los actuales topes del Estado.
Llevar a buen puerto un proceso de justicia social y justicia nacional.
Ejercer el derecho de autodeterminación y profundizar en un modelo socialista.
Esos son los miedos que atenazan al Estado español y francés.
Y puede que razones no les falten.
Es difícil, sino imposible, encontrar en el mundo un proceso en el que un movimiento insurgente dé pasos verificables a la paz, pasos que son boicoteados por el Gobierno.
Sin embargo, estamos determinados a revertir esa espiral de violencia en la que se encuentran instalados los gobiernos español y francés.
Hoy tenemos la posibilidad histórica de terminar con esa tragedia y avanzar en la paz, la convivencia, la normalización política, entendida esta como la plasmación de un lema sencillo: «todos los derechos, para todas las personas, en toda Euskal Herria».
Normalización política entendida como la posibilidad de defender y ejercitar todos los proyectos políticos sin injerencias ni imposiciones, con el único tope de la decisión y la determinación de los ciudadanos y ciudadanas vascas como techo. Todos los proyectos políticos entre los que despunta uno en su adhesión popular: el proyecto de la soberanía y de la justicia social. El proyecto de la independencia y del socialismo.
Así pues, hemos elegido el terreno de juego más propicio: hemos elegido terminar con la confrontación armada y dar cauce a la confrontación política. Confrontación que nos es más proclive.
Pero sin olvidar antes el necesario cierre de las heridas. Así, paralelamente, debemos enfrentar un proceso integral que no postergue la resolución de las dolorosas consecuencias de años de conflicto:
Primero: estableciendo una metodología para facilitar el desarme seguro y ordenado de ETA.
Segundo: diseñando los pasos a dar para la desmilitarización del territorio vasco, hoy en día el que presenta mayores ratios de policía/militares por habitante de Europa occidental
Tercero: otorgando reconocimiento y reparación de las múltiples víctimas de la confrontación armada, de la vulneración de derechos humanos.
Cuarto: ofreciendo una resolución integral a la situación de las personas presas y huidas.
Centrándonos en esta última cuestión, me voy a referir a tres ámbitos:
– Quiero exponer cual es la naturaleza de ese colectivo de presos y presas, objeto de las medidas de coerción penal, penitenciaria, de la represión del Estado, pero a su vez sujeto de derechos y activo político:
– La solidaridad con ese colectivo desde el ámbito humanitario.
– El acompañamiento político e institucional que ofrecemos a dicho Colectivo.
Hablaba de la naturaleza del Colectivo de Presos y Presas políticas vascas. Un Colectivo hoy en día conformado por 461 hombres y mujeres. Pongamos estos datos en perspectiva, porque somos un pueblo pequeño, 3.000.000 habitantes. Hoy en día tendríamos 0,15 presos políticos por mil habitantes, algo inferior a la tasa que tienen aquí en Colombia (9000 presos x 48 millones= 0,18)
Hace solo tres años se doblaba este número de 461 presos, aproximándose a los 800 componentes.
Lamentablemente, la salida de los presos no se ha derivado de una flexibilización de la legislación, resultante del momento político actual. Esos presos han ido cumpliendo íntegramente sus penas, y con ello, han recuperado su libertad. No sin lucha. No sin presión social. Se puede decir que hemos peleado esas liberaciones una a una.
El Estado español no ha movido un solo dedo en política penitenciaria, si no es en sentido contrario. A pesar de una demanda social creciente, a pesar de existir un escenario político propicio para ello el estado ha preferido avanzar hacia atrás.
La involución que ha protagonizado el Estado español se ha producido sobre todo con estrategias de ingeniería jurídica que han conllevado interpretar las leyes de manera más restrictiva. Ha fabricado nuevas acusaciones y abierto sumarios de manera arbitraria. Ha dificultado el acceso a la libertad de presos que tenían derecho a ello. Tuvo que mediar el TEDH en esta estrategia obligando al Estado español a liberar a 68 prisioneros que habían cumplido ya sus penas. Esa es la verdadera faz del Estado español, acusado, acosado por organismos internacionales de derechos humanos para que cumpla su propia legislación. Y la cumpla sin marcar las cartas. Sin trampas.
Hablaba de la naturaleza del Colectivo. Un colectivo plural y diverso. Formado por militantes de la organización armada ETA. Ciertamente. Por personas que colaboraron con ellos. Pero también por lo que ustedes llaman falsos positivos. Personas que, con declaraciones propias o ajenas arrancadas bajo tortura, han sufrido una administración excepcional de justicia, el tribunal especial antiterrorista de la Audiencia Nacional, que más que buscar la verdad o establecer justicia, buscaba imponer un castigo. Un castigo inmediato y ejemplar.
Un tribunal de aplicación del derecho penal del enemigo, que como denunciaron relatores de la ONU extendió de manera arbitraria delitos de terrorismo a la actuación social, política, cultural libre y trasparente. Así, el colectivo de presos y presas, también incluye a personas que no han tenido ninguna vinculación con la acción armada de ETA y que operaban en el ámbito que debía ser protegido por los derechos de opinión, expresión, reunión. Alcaldes y representantes políticos e institucionales; directores de periódicos; activistas de solidaridad con personas presas; sus propios abogados; militantes en favor de la cultura o la lengua vasca; jóvenes rebeldes que actuaron como tales en asambleas de barrio, en locales autogestionados; activistas políticos que diseñaron el cambio de estrategia y que allanaron el terreno para que nos encontremos en la situación actual en la que se pueda hablar de proceso de paz, como es el caso de Arnaldo Otegi y otros más.
A todos ellos, a todas ellas, un caluroso abrazo solidario.
Pero tengo que exponer otra faceta de este colectivo. Si bien el Estado español y gran parte de los partidos políticos interpretan que los presos son objeto, objeto de políticas penitenciarias, objeto de medidas de seguridad, objeto de programas de resocialización, nosotros interpretamos que son sujetos. Son sujetos de derechos. Pero también son sujetos políticos activos, son un agente político que reflexiona, que manifiesta posicionamientos políticos de calado, que se comunica con el mundo exterior más allá de los muros y los barrotes y que traslada a la sociedad sus propuestas. Si bien en unas condiciones deplorables, si bien con todo tipo de dificultades, intervenciones, manipulaciones, el Colectivo tiene su propia interlocución con la sociedad. Con su sociedad. Interlocución que debe ser en ambas direcciones y por la cual debemos apostar, debemos reforzar, debemos afianzar, para que ese diálogo acompañe a su liberación.
En segundo lugar, hablaba de la solidaridad en términos humanitarios con este colectivo. Una solidaridad que enfrenta las circunstancias de encarcelamiento y sus condiciones de vida. Circunstancias que chocan con la vigencia y salvaguarda más básica de derechos de las personas presas:
– Este colectivo es sometido a la política de dispersión. Es decir, están diseminados en todas las cárceles de los estados español y francés para, además de dificultar sus reflexiones y debates internos, mantenerles en una situación de constante desarraigo y presión. Una política sistemática que vulnera el derecho del preso a la vida familiar, a la comunicación con su familia, amistades, con su pueblo.
Una política que afecta también a sus familiares, que deben recorren cientos y miles de kilómetros para realizar una visita, siempre corta, en condiciones degradantes y siempre intervenida.
16 familiares han muerto en los últimos 25 años derivados de esta política de separación, aislamiento y dispersión.
– Concretamente hoy en día solo 4 presos en las cuatro cárceles vascas. Dos de ellos derivado además del grave estado de salud en el que se encuentran. No son los únicos. Otros presos con enfermedades graves e incurables se encuentran a cientos de kilómetros, ajenos a una asistencia oportuna, ajenos a una detección precoz de sus dolencias, ajenos a un tratamiento en muchos casos no ya para revertir la enfermedad, sino simplemente paliativo de los dolores y sufrimientos que padecen.
– Mañana pondrán en libertad a Pablo Gorostiga. Alcalde de mi localidad. Sale con 72 años de edad, siendo que la legislación española prevé la excarcelación de los presos a partir de los 70 años de edad. Legislación española que, en su afán de venganza, ni tan siquiera el estado español cumple.
– Precisamente las familias de los presos políticos vascas encuadrados en el colectivo Etxerat son quienes lideran esa denuncia de las condiciones de vida en prisión, condiciones que debemos considerar una verdadera tortura blanca, científica, sin huella… pero de consecuencias demoledoras.
Son sus familiares, sus madres y padres, hijas e hijas, mujeres y , quienes, desde el conocimiento en sus propias carnes de lo que esta supone, quienes realizan propuestas para traer a los presos a Euskal Herria, para su excarcelación, para que se respeten sus condiciones de vida más básicas, su derecho de comunicación con el exterior, su derecho a cursar estudios, su derecho a la salud…
En tercer lugar, quiero referirme al acompañamiento social, político e institucional que se hace a dicho Colectivo. Un acompañamento que se realiza por organismos tales como Sare («red» en euskera) que desde la activación social demanda una solución al colectivo de personas presas y exiliadas. Una solución desde la interpretación de que no puede hablarse realmente de un proceso de paz, convivencia y normalización con las cárceles llenas. Con el mantenimiento de esas políticas de excepción. Con la negativa a enfrentar un proceso de repatriación y de liberación.
También la coalición que represento, EHBildu, realizamos esa labor de acompañamiento política e institucional. A pesar de que la solicitud de otra política penitenciaria más flexible y más humana está profundamente arraigada en la sociedad vasca la actitud del Estado es la de la obstaculización y la denegación de cualquier paso en positivo. No podemos esperar a nadie.
Por eso nuestra estrategia se podría enunciar como integral pero gradualista. Una posición que tienen dos caras de una misma moneda: por un lado haremos lo posible por impedir que nuevas acusaciones, la fabricación arbitraria de nuevos sumarios políticos lleven a más gente a prisión por motivos políticos. Y por otro, trabajamos para arrancar uno uno todos y cada uno de los presos de prisión.
Trabajando en el ámbito jurídico sus sumarios, agotando si es preciso la vía judicial española para llevar esas denuncias ante organismos internacionales.
Reclamando la libertad de aquellos por razones de edad, de enfermedad o humanitarias. Reclamando la revocación de los requisitos excepcionales que se les impone ara el acceso a la libertad.
Elaborando un programa integral de excarcelación flexible en un plazo de tiempo prudencial.
Propugnando una legislación transicional específica. Una legislación que, si debe ser excepcional, sea para coadyuvar a la paz y la convivencia, no como la actual que busca obstaculizarlas.
Ese es el compromiso del movimiento de solidaridad con los presos políticos vascos. Ese es el compromiso de EHBildu. Ese es el compromiso en el cual queremos implicar a las instituciones. Como hemos dicho en repetidas veces, exploraremos todos los caminos para la liberación de las personas presas. Por tierra mar y aire. Profundizaremos en la activación social. Avanzaremos por los vericuetos legales. Buscaremos el más amplio apoyo político institucional. Daremos y solicitaremos solidaridad internacional, como hoy venimos a hacer aquí.
Solidaridad en ambas direcciones.
No son meras palabras.
La semana pasada aprobamos una resolución en el Parlamento vasco a instancia de nuestra coalición en la que se felicitaba a los actores presentes en la Habana por este proceso calificándolo de «esperanzador.». Además de saludar el esfuerzo y los avances realizados el Parlamento vasco insta a concluir con éxito el proceso de paz animando a las distintas partes a buscar mecanismos de alto el fuego bilateral y de humanización y resolución del conflicto con verificación internacional. Para terminar, hacemos un llamamiento también a los gobiernos vasco y español a seguir apoyando el proceso de paz en Colombia y a mantener aquellas iniciativas que contribuyan al éxito de las negociaciones y a la culminación de la paz.
Iniciativas que lamentablemente no tienen para el proceso vasco.
Estaremos en ese impulso. Empujaremos, por supuesto, para que la mirada internacional esté puesta también en la situación de los presos políticos colombianos y en su pronta excarcelación.
Porque hechos son amores. Y solo con hechos avanzaremos.
Porque lo mejor para ustedes es lo mejor para nosotros.
Desde la solidaridad, la ternura de los pueblos: «Larga vida a las mariposas».