Tras la aprobación de la candidatura de Izquierda Unida para la Comunidad de Madrid, quisiera explicar las razones que me han llevado a aceptar la oferta de participar en ella. La gente que me conoce sabe bien de dónde vengo. Llevo 43 años de militancia sindical, social y política. Durante los últimos 18 años me […]
Tras la aprobación de la candidatura de Izquierda Unida para la Comunidad de Madrid, quisiera explicar las razones que me han llevado a aceptar la oferta de participar en ella.
La gente que me conoce sabe bien de dónde vengo. Llevo 43 años de militancia sindical, social y política. Durante los últimos 18 años me he dedicado a tiempo pleno a la enseñanza por las mañanas en el instituto y al activismo social por las tardes (Marea Verde, Mareas Ciudadanas, 15-M…). Nunca he tenido un cargo público. He rechazado ofertas de dedicarme a la actividad política por no dejar la educación.
Creo que la vida son ciclos. Quizá el más intenso que viví, y ya tan remoto, fue el de la etapa antifranquista, con el resultado de tres procesos en el Tribunal de Orden Público y una condena a dos años de cárcel. Por cierto, entonces conocí a Manuela Carmena, que me atendió como abogada antes de comparecer ante el juez Mateu, y me pareció un ángel tras pasar tres días en la DGS en manos de la Brigada Político Social y un fin de semana en las Salesas. Otro ciclo fue el del sindicalismo en CCOO en tiempos de ofensiva por los derechos laborales, que poco tienen que ver con la actual situación. El tercero, y más gozoso, el de la escuela. Quizá llegaba la hora de abrir otro, breve, de responsabilidad política representativa. Y aunque he recibido ofertas que agradezco de buenos compañeros y amigos de Podemos, sólo podía hacerlo con IU y es un honor para mí.
Doy el paso de comprometerme a ir en la lista electoral por cuatro razones principales:
- Atendiendo a la petición de Luis García Montero, persona a la que aprecio y admiro por su compromiso, calidad humana e intelectual. Valoro el esfuerzo que a él mismo le supone intentar que IU tenga una representación digna y la capacidad de hacer política de izquierda. Y porque, como bien dice, en última instancia «podremos asumir con honor nuestras derrotas para no darnos por perdidos».
- Porque creo que es un momento histórico decisivo que no se puede desaprovechar y en el que toda la izquierda puede y debe ganar. Pero es algo que no es nada fácil, a tenor de las encuestas que apuntan, en el caso de Madrid, a que el PP en coalición con Ciudadanos podría seguir gobernando.
- Porque creo que IU es una izquierda necesaria, con programa, organización y experiencia tanto para la oposición como para la gestión de gobierno y para la transformación social; la única que a nivel del Estado ha aguantado en solitario sucesivas travesías del desierto en combate contra el neoliberalismo; la de Julio Anguita o Marcelino Camacho, por poner dos ejemplos concretos, y de muchos miles de militantes comprometidos con la emancipación de los trabajadores. Pero IU atraviesa una situación tan complicada que pone en riesgo su propia viabilidad y, así las cosas, si no se forma parte de las fuerzas de cambio y de las soluciones, puedes convertirte en parte del problema o del paisaje, que dirían Les Luthiers.
- Por coherencia entre lo que opino y lo que hay que hacer. Llevo varios años movilizándome contra los recortes, participando en la elaboración de alternativas (Marea Verde, Foro de Sevilla, proyecto editorial Qué hacemos…), defendiendo la unidad de la izquierda, planteando que el objetivo es derrotar al PP y quitarle del poder, escribiendo en Cuarto Poder, en Escuela y otros medios. Por ello, lo razonable es dar este paso para poner en correspondencia discurso y práctica y para no tener que arrepentirme por no haber hecho lo suficiente por el cambio político.
La necesidad de implicarme de otra manera es la que me lleva a un compromiso que tiene un coste personal y profesional, que para mí puede ser la renuncia a dar clases en mi instituto de Vallecas de resultar elegido.
Soy de IU y siempre he mantenido mi compromiso aunque no haya participado en la organización de Madrid desde hace muchos años. También he saludado la aparición de Podemos y la ilusión que canaliza y he salido a defenderles cuando arreciaban los ataques contra ellos. Me hubiera gustado ir en una lista unitaria de toda la izquierda como vengo defendiendo desde hace años y que en IU no se hubieran producido la ruptura de personas representativas, cuando los problemas internos estaban en fase de superación, y estoy seguro que seguirán aportando para el cambio político. Por desgracia, la unidad no ha sido posible, porque Podemos decidió en Vista Alegre acudir en solitario a las elecciones autonómicas. Seguiré creyendo en la unidad porque unidos se gana o se pierde menos, divididos se pierde casi siempre. La lección de Andalucía habla por sí sola: Podemos junto a IU tendrían seis escaños más. Y la seguiré defendiendo aunque a veces sea recibida con el desdén de quien se cree más o con fórmulas que no respetan la identidad e impiden estar cómodos a todos los que se deben unir.
En política no se puede bajar la guardia ni desperdiciar las ocasiones porque la experiencia histórica nos demuestra que todo puede ser empeorable. Así ha sucedido con el gobierno de Rajoy tras la etapa del PSOE. En ningún sitio está escrito que el cambio político esté asegurado en 2015 y que se cumplan los anhelos de la ciudadanía. Existe un riesgo cierto de que, bajo la fórmula PP-Ciudadanos o, en segunda opción, la gran coalición PP-PSOE, se sigan aplicando las mismas políticas contrarias a la mayoría social. Todavía hay una parte importante de este país que, metafóricamente, se quita la gorra cuando pasa el patrón, es decir, vota contra sus intereses.
Mi compromiso es para servir a los trabajadores y a la ciudadanía, y aportar lo que pueda en favor del cambio político. Defenderé una política de alianzas desde IU que permita realizarlo, especialmente con Podemos, los movimientos sociales y el sindicalismo de clase. Apoyaré que las elecciones generales abran el camino a un gobierno de la izquierda que revierta los recortes, rescate a las personas e inicie un proceso constituyente. Lo más importante no somos los nombres y las personas concretas, sino los qué hacer y las formas para conseguir los objetivos. No basta con decir, para consolarnos, que el cambio es un nuevo parlamento más plural. Hay que recordar una obviedad: las cosas solo cambian cuando realmente cambian. Y para ello los votos tienen que ser suficientes y hay que seguir haciendo política a diario y con apoyo popular.
Nosotros no tememos a nuestro pasado, aprendemos de él y lo reivindicamos orgullosos. Frente a la fascinación de lo aparentemente nuevo hay reivindicar las raíces, la memoria, los principios. No debemos olvidar una historia de lucha y de compromiso con la clase trabajadora y con este pueblo. Como dice Juan Ramón Capella, el «sacrificio de tantas y tantas personas es merecedor del respeto de quienes nada o muy poco aportaron entonces«. Pero no es bueno anclarse en el pasado, lo realmente moderno es lo revolucionario. Hay que ser capaces de construir la izquierda con vistas al mar del siglo XXI que necesitamos para la emancipación social.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/laespumaylamarea/2015/04/08/razones-para-un-compromiso/933