Ni imaginarse deslindar el desarrollo de la sociedad a espaldas u ocultando la verdad histórica. No se puede. En el contenido y ejecución del tema sobre las víctimas en La Mesa de La Habana; demuestra ese aspecto lo álgido y sopesado en el patrimonio presente y futuro de la reconciliación de la nación colombiana. Ello […]
Ni imaginarse deslindar el desarrollo de la sociedad a espaldas u ocultando la verdad histórica. No se puede.
En el contenido y ejecución del tema sobre las víctimas en La Mesa de La Habana; demuestra ese aspecto lo álgido y sopesado en el patrimonio presente y futuro de la reconciliación de la nación colombiana. Ello explica el detenimiento y dedicación como los delegados plenipotenciarios han abordado con responsabilidad insalvable el tema de las víctimas del conflicto.
El significativo suceso de la visita de victimas a la Meza de Conversaciones, resulta de hondo calado. Tanto que a la postre no se ha podido dar vuelta a esa página puesto que está en juego el aspecto de la rescisión del daño causado; como por sobre todo, la no repetición de tan luctuoso camino plagado de escenas inhumanas.
Lo de victimas atado a la verdad
Pero correlacionado a ese universo asoma indeleble el valor de la Verdad de lo sucedido. En tanto no se profundice sobre las causales y/o motivos del conflicto interno armado en Colombia, no existirá sosiego, ni consecuencia a superar lo padecido. Lo de victimas está correlacionado con la exposición de la Verdad!. En tal sentido, abordar la realidad de lo histórico verdadero, se impone como inaplazable. La ruta o camino a seguirse lo constituye la conformación de una Comisión de la Verdad Histórica del Conflicto en Colombia. La experiencia asimilada con los resultados valiosos de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas (CHCV), demuestra lo eficaz que resultó el aporte de talentosas inteligencias de investigadores sociales, en lograr plasmar, la cruda realidad de lo histórico del conflicto colombiano. Ese cuerpo de estudios y conclusiones obtuvo la materialización de contar con una posición objetiva y real, sobre el conflicto, libre de pasiones y tergiversaciones; y al hacerlo superó la mendaz y estrecha versión «oficial» que por décadas manejó el establecimiento para mantener enceguecida y bajo la férula de la mentira, a sucesivas generaciones de colombianos y colombianas, sobre un conflicto del cual en forma directa o indirecta todos y todas han sido víctimas.
Entonces, se pasó del mero enunciado al conocimiento veraz del conflicto, históricamente hablando. Pero ello no ha sido suficiente. Es tan agudo lo padecido que no reposa en la regurgitación del pensamiento social, no descorrer el velo histórico de lo sucedido. Incomprensible asimilar el dolor y daño soportados. Mientras subsista el valor de «dolor de patria» se cuenta con el presupuesto esencial para no olvidar, ni callar. A ninguna generación se le puede condenar a otorgarse la pasividad de la sumisión. Eso de «borrón y cuenta nueva» no asimila en el imaginario de la nacionalidad colombiana. Tampoco la venganza y terrorífica ley del talión. Ese es el oscurantismo que busca disiparse con el ejercicio del conocimiento de la Verdad Histórica.
En esto de nuestro conflicto interno, es la experiencia directa la que nos alimenta y alienta. La experiencia indirecta, es decir, la de otros pueblos, sobrevendrán en enseñanza y reconocimiento. Pero como en este momento, no se valida sino lo presente y actuante, la verdadera conclusión y valía del discurrir de nuestro propio conflicto; corresponde asimilarla a todos y todas, desde las entrañas mismas de la razón de ser como nación.
De las diferencias
Resulta esencial distinguir entre el aporte de la CHCV y el prospecto relativo a una Comisión Histórica de La Verdad (CHV). Esta trasciende lo académico-enunciativo para centrarse en la contraposición a la mentira, a lo falso, a lo no real. No anida en la verdad de Perogrullo: aquello demasiado evidente. Va a la verdad o de verdad que es la sinceridad como estadio de seguridad. Es la contraposición a la mentira, lo falso, lo no real. No se trata de ir a lo que fue noticia y esculcar, como al hecho crudo y real. Conseguir que esa noticia que es conforme a la realidad verdadera, cumpla con lo veraz, que es como explicar la intención, o el albedrio y lo moral de la fuente, para llegar a lo verídico del o los hechos reales.
La Comisión buscará el salto cualitativo para la obtención en el trato de lo veraz; que así sea dicho no corresponde por si solo a la verdad, como me propongo explicarlo a continuación.
Lo recaudado y expresado en el campo de la realidad expuesta, bien sea por la tradición, el testimonio, la documentación, etc, conforme a lo mecánico-digamos- del hecho verídico; se solventa que las expresiones de hombres y mujeres veraces pueden contener mentiras. Porque no todo lo verídico es verdad. En cambio, cuando se obtiene la verdad, es que se desprende lo verídico. Por cuanto la verdad no es del ámbito ideal, subjetivo, moral; sino del ámbito real. Así, por ejemplo: lo tenaz es persistente, permanece en la memoria por mucho tiempo. Lo terco, en cambio, es porfiado, obstinado. Comparemos lo feraz y lo fértil. Veamos una tierra apta para producir mucho: es feraz. Pero siendo feraz, puede no ser fértil. Esa tierra que se abona, se beneficia y da productos es la que nuestros campesinos identifican como fértil y en ello no se equivocan y en la que con todo derecho centran sus Zonas de Reserva.
Continuando, veraz es la actitud y el compromiso. También expresa la aptitud y la disposición por la obtención de… Y Verdad, a la llegada con lo real de los hechos, sin lugar a equívocos. Pero con esto no se trata de exponer un ejercicio dialectico de las palabras; puesto que el reto esencial finalista de la Comisión de la Verdad es que lo así expuesto realmente, fue lo verídico y veraz. Para ello la Comisión de la Verdad ha de ir al fondo de lo planteado; superando lo documentado. Es decir, bajo diversos planteamientos llegar al unísono de la verdad, que es univoca, única. Por ejemplo. Al abordar la Comisión el fenómeno del paramilitarismo, por decirlo de alguna manera, se parte de la base cierta y real que fue percibido, como algo padecido y aún hoy vivido, como extraño o muy poco de lo común y causante de pavorosos efectos. Y al así planteado y aceptado se está ante algo verídico. Pero resulta que el paramilitarismo se acepta como aplicación de una estrategia contrainsurgente. Ahí se está no solo en lo verídico, puesto que expresó una actitud o disposición generadora y es de allí de donde se parte para llegar a la verdad- verdadera.
Puesto que la Comisión Histórica del Conflicto nos brindó la realidad de su existencia y aceptación, quedó lo esencialmente complementario para llegar a la verdad de la existencia del paramilitarismo en Colombia. Corresponderá a esa comisión ahondar en su génesis o creación. En su caldo o esencia de cultivo y desarrollo para llegar al fondo del asunto; sin premisas falsas. Retomando el juego, no solo por lo que digan los capos paramilitares, cuya verdad está cuestionada. Pero para llegar al fondo de ese origen mismo, corresponde superar la mentira.
Inclaudicable será la labor de esa Comisión en llegar al fondo y dilucidarlo; es decir, aclarando el comportamiento tanto de acción como de omisión de la institucionalidad colombiana. Puesto que no satisface la simple veracidad de un individuo. La verdad del individuo no es verdad en cuanto compete a este asunto. El trato veraz de un individuo puede encerrar mentiras. Aplica aquí la máxima «No tengo por verídico a todo el que dice la verdad». Es por esto que la Comisión de la Verdad no se constituye en juez; tampoco en instrumento de penalización. Lo fundamental e importante es la obtención de por qué y cómo la institucionalidad, el estado, el «orden» establecido, por acción o por omisión se involucró en el paramilitarismo. También con quienes se acolitó. Por ello corresponde develar, descorrer el velo, levantar el veto. Sin desclasificación de los archivos de inteligencia nacional e internacional sobre el accionar del Estado colombiano en el escenario del conflicto armado interno, no se llegará al meollo de la cuestión: el triunfo de la Verdad!.
Por cuestión de espacio y consideración a los lectores dejo sin abordar- por el momento- lo concerniente a la participación de la comunidad en la necesaria retroalimentación al trabajo de esa Comisión. Todo sobre el entendido que su labor no estará enmarcada en formatos de contenido, sino en la metodología de la participación directa de la población y sobre todo de las regiones afectadas. Son muchas las afugias, cuitas, penas y dolores soportados, como para que se nos remita a que la Verdad es la sustentada conclusión de un grupo de expertos o notables.
Más sobre la verdad
El pasado 13 de mayo de 2015, el informativo Rebelion.org publicó artículo de mi autoría («El comensal que falta») en uno de cuyos apartes denunciaba el acto inhumano de exhibición de parte de un miembro inferior de un soldado mutilado por un explosivo en la vía en el municipio de Convención en Norte de Santander, Colombia.
La organización insurgente Ejército de Liberación Nacional – ELN- en su Boletín Insurrección número 477, publica Comunicado, en que explica el hecho y reitera su no participación en el mismo. DICE EL ELN SOBRE LOS HECHOS EN CONVENCIÓN: Comando Central del ELN. Montañas de Colombia .Mayo 17 de 2015. «Las patrullas frecuentaban una trocha, dónde tenían una rutina de registro y control del área. El minado estaba colocado en esta trocha y no en una escuela». «Luego de la explosión, los militares recogieron al suboficial herido y lo evacuaron del lugar, dejando restos de las extremidades en el suelo. Más tarde, un campesino que pasó por allí, encontró tales restos y en un gesto humanitario los alzó para resguardarlos de los animales. Esto ocurrió en el Barrio 19 de febrero.»
En ejercicio de la réplica periodística considero loable tal aclaración que demuestra el talante de sinceridad y objetividad de la mencionada organización insurgente colombiana.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.