«El poder ha aprendido que la mejor defensa es un buen ataque, que hay que hacer la «guerra ideológica preventiva continua» para evitar que la «semilla germine». Ha conseguido imponerse y no va a dejar de esforzarse por mantenerse en dicha hegemonía» (José López) Hemos tenido noticia de una reciente entrevista en Onda Cero al […]
Hemos tenido noticia de una reciente entrevista en Onda Cero al Presidente del BBVA, Francisco González, algunos de cuyos aspectos generales vamos a comentar a continuación. Bien, de entrada, la primera en la frente. Preguntado al respecto, el Presidente del segundo banco del país afirma lo siguiente: «Yo no tengo ideología«. ¡No me lo puedo creer! ¿De verdad que usted no tiene ideología, señor González? ¿De veras? ¿Estará usted de broma, no? Vamos a demostrar que no es cierto, vamos a desenmascarar al Presidente del BBVA, que o bien es más inculto de lo que puede parecer a simple vista (lo cual no creemos), o bien su afirmación forma parte de una estudiada estrategia. Así que, adelante, porque sólo hay que continuar destacando y analizando algunos pasajes de dicha entrevista, para revelar la auténtica ideología de este prepotente personaje.
De entrada, estamos hablando del Presidente del segundo gran banco privado del país en extensión y en volumen de negocio, que cobra 3,7 millones de euros anuales de retribución por su sueldo fijo, más 1,7 millones por bonus que se entregan en acciones (aún así, no es el directivo mejor pagado de nuestro país, hay otros que lo superan). En 2014 percibió un salario total de 5,4 millones de euros, lo que supuso un 5,3% más con respecto al año anterior (no creemos que ningún empleado de su banco cobrara ese porcentaje de subida de sueldo con respecto al año anterior). Bien, después de esto, tenemos que hablar de su profesión, es decir, este señor (de alguna forma tenemos que llamarlo) es banquero. Es decir, pertenece al grupo de las criminales empresas de este país que tienen entre sus prácticas favoritas el deshauciar a las personas cuando no pueden pagar sus hipotecas (la mayoría, por haber perdido su empleo, gracias a una política económica que el Presidente del BBVA apoya), el estafar sistemáticamente a sus clientes, y en definitiva, desarrollar un negocio abusivo y criminal contra la sociedad. Pese a no tener ideología, destacó en la entrevista referida la importancia de tener, después de las próximas Elecciones Generales, un «gobierno estable, serio y transparente«, ya que considera que «si se hacen bien las cosas, en la próxima legislatura podemos tener cuatro años espectaculares«. No sabemos para quiénes pueden ser espectaculares los próximos cuatro años, porque el Presidente del BBVA no lo dijo, pero está claro (si continuamos atendiendo al resto de sus respuestas) que si se refiere a la continuidad de las actuales políticas, serán espectaculares para la gente de su calaña.
Para no tener ideología, sí parece que el Presidente del BBVA tiene muy claro qué significa en política «hacer bien las cosas», que debe consistir básicamente en hacer lo que a su banco (y a él personalmente) le convenga. Bien, parece que ya vamos desenmascarando un poquito la forma de pensar del señor González. Y en completa coherencia con lo anterior, afirmó que «los programas populistas destruyen puestos de trabajo y riqueza para los ciudadanos«, y si unimos a esta afirmación el hecho (por él mismo reconocido) de que el único líder político con el que no se ha reunido es Pablo Iglesias, Secretario General de PODEMOS, pues, como dice la adivinanza, «blanco y en botella». Es decir, para el Presidente del BBVA los programas políticos populistas son los de PODEMOS, que él claramente rechaza, porque afirma que sólo van a crear pobreza y destrucción de puestos de trabajo. Si unimos a esta afirmación el hecho de que, más adelante en la misma entrevista sostuvo que una gran parte de los capitales se irían del país si ganaba esta formación política, y resulta que él dirige una gran empresa que mueve capitales, de nuevo, «blanco y en botella». La conclusión está clara: no es que el Presidente del BBVA nos esté diciendo que no le gustan los programas (que él llama) populistas, sino que lo que nos está diciendo es que, si dichos programas triunfan en las próximas Elecciones, los piensa chantajear, los piensa destruir, piensa impedir que desarrollen sus medidas y su programa de gobierno. Así de claro.
Muy ilustrativo para alguien «sin ideología», como el Presidente del BBVA. A todo esto, tuvo el descaro y la inmensa contradicción de afirmar que no se atrevía a opinar del programa electoral de PODEMOS «porque no lo conozco«, y no descartó una posible reunión con Pablo Iglesias, a quien dice que, llegada la ocasión, «le explicaría cómo se crean puestos de trabajo«, aunque más bien lo que podría enseñarle es cómo se destruyen, que es lo que vienen haciendo los grandes empresarios desde la última Reforma Laboral del PP, que apoyaron bastante. Pero lo mejor con respecto a este tema fue cuando sentenció que «no se pueden prometer tonterías que luego no se pueden cumplir«. Creo que es la sentencia definitiva, que demuestra el verdadero calado del personaje. Bajo el más absoluto desprecio, tilda de «tonterías» un conjunto de medidas y propuestas que han sido elaboradas no sólo por auténticos expertos en Ciencia Política, politólogos de reconocida experiencia internacional como Juan Carlos Monedero, o Carlos Fernández Liria, sino también por un conjunto de personas procedentes de todos los ámbitos de la sociedad civil, como lo demuestra la procedencia profesional de una gran mayoría de candidatos de PODEMOS a estas últimas Elecciones Autonómicas y Municipales. Este absoluto desprecio a las propuestas de la formación de Pablo Iglesias retrata perfectamente el perfil humano de quien lo sostiene, aún sin conocerlas.
Pero claro, con total lógica y coherencia, cuando el Presidente del BBVA es preguntado por el líder de CIUDADANOS, Albert Rivera, el discurso cambia completamente, mostrando para él su aprecio personal, «porque siempre ha creído en la unidad de España y tiene más experiencia de lo que la gente cree«. Obsérvese hasta qué punto se le ve el plumero al Presidente del BBVA, y se demuestra claramente lo que desde la izquierda transformadora siempre hemos sostenido, y que no es otra cosa que el hecho de que la formación política de Albert Rivera ha sido auspiciada, empujada y aupada por la gran banca, los grandes empresarios y el IBEX-35, como un recambio al sistema actual, haciendo ver que algo cambia en las formas, para que nada cambie en el fondo. Bien, pues con todo este arsenal de opiniones «sin ideología», parece que ya estamos en condiciones de concluir y exponer la auténtica ideología de este personaje, que se basa en el más cruel, salvaje e inhumano capitalismo como sistema económico, y por ende y extensión, en el fascismo social y neoliberal en el que éste se basa. Lo que no puede reconocernos el Presidente del BBVA, porque eso sería demasiado descarado, y hay que mantener las formas, es que es él (y su empresa) los que representan el verdadero poder en nuestra sociedad, y que es él (y el resto de banqueros y grandes empresarios como él) los que ordenan a los políticos qué clase de política hay que hacer. Es falso que no tenga ideología, la tiene y bien desarrollada.
Después de todo, tuvo tamaña hipocresía y desfachatez de concluir la entrevista afirmando que «los empresarios hagan su trabajo, y los políticos hagan el suyo«, en un alarde de puro cinismo. Pero claro, es fácil poseer esa prepotencia, es fácil pensar así desde la elevada y privilegiada tarima desde la que el Presidente del BBVA observa el mundo cada día, por lo cual, para que entendiera a los que no profesamos su indecente y perversa «ideología», debería pasar por la experiencia de que nacionalizaran su banco, y tuviera que jubilarse (ya debe corrresponderle por edad) con una pensión, digamos, de 600 euros, que es la pensión media de los jubilados griegos, ésos a los que él se permitió criticar también durante su entrevista en Onda Cero. Una vez en esta situación, deberían quedarse en paro sus hijos, tras lo cual deberían ser deshauciados, para que se vieran obligados a convivir con él. Obsérvese que no le estoy deseando al Presidente del BBVA nada que no le esté ocurriendo ya a cientos de miles de ciudadanos en este país. Además, desgraciadamente, debería tener sus ahorros de toda su vida de banquero invertido en participaciones preferentes, por lo cual, cuando intentara retirarlos, se debería encontrar con la terrible situación de haber sido estafado. Entonces, a lo mejor, bajo esta situación personal y familiar, a tan años luz de distancia de la que ahora disfruta, el Presidente del BBVA cambiara de «ideología».
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