¿Qué mejor prueba que la política institucional chilena ha sido capturada por el poder de las grandes empresas y familias dueñas de Chile que las subvenciones estipuladas en el Decreto Ley 701 a los mismos que durante 10 años se coludieron para -en situación de monopolio- aumentar los precios del papel confort con la única […]
¿Qué mejor prueba que la política institucional chilena ha sido capturada por el poder de las grandes empresas y familias dueñas de Chile que las subvenciones estipuladas en el Decreto Ley 701 a los mismos que durante 10 años se coludieron para -en situación de monopolio- aumentar los precios del papel confort con la única finalidad de aumentar sus astronómicas ganancias en el mercado?
No se trata de caer en la trampa de hacer el «ranking» del poder empresarial en la que cae Carlos Peña (el columnista mercurial vedette) cuando sostiene que el grupo Matte es más poderoso que el clan Luksic porque controla el CEP (y produce ideología). Ni cabe rebatirle con argumentos que Andrónico Luksic tiene llegada directa a La Moneda, es propietario de bancos (los de Chile) que especulan (CAVAL-Dávalos-Compagnon), del canal 13 de TV y que ha dado muestras elocuentes de su poder económico e influencia política al oponerse a los fallos de la Justicia.
De lo que se trata es de constatar el inmenso poder acumulado que le ha dado impunidad a una clase social propietaria de la riqueza (que ha sido creada socialmente en condiciones de explotación del trabajo asalariado), que controla medios como (La Tercera de otro empresario Alvaro Saieh), que dispone de organizaciones corporativas (CPC, SOFOFA) para imponer sus ideas y sus políticas a través de sus ministros que velan por sus intereses como el neoliberal Rodrigo Valdés. Son afinidades electivas como ésta que hay que poner en relieve.
Se trata de hilar más fino para dar cuenta de lo que es un sistema de dominación heredado primero y consolidado después.
De lo que se trata entonces es de la captura de la política «representativa» y de las sacrosantas leyes de la «libre» competencia en el mercado por el capital empresarial. Postulados que no funcionan, ni en el sistema político chileno ni en el modelo de los «Chicago boys» según los profesa la misma ideología liberal.
Puesto que si esto ocurrió fue porque los parlamentarios del Duopolio (Nueva Mayoría y los otros de la ex Alianza) año tras año, y por una década, aprobaron sin chistar la Ley Presupuestaria donde estaban incluidas partidas de recursos a las empresas forestales del orden de los 326 millones anuales mientras que los estudiantes debían endeudarse para estudiar, los ciudadanos costear su salud y los trabajadores públicos vivir con bajos salarios.
¿No es la tarea de aquellos parlamentarios que hoy rasgan vestiduras contra los abusos empresariales de fiscalizar, es decir, vigilar en nombre del bien público y el «interés general» según reza su rol «constitucional?
Es evidente que los «honorables» representantes no hacen su trabajo. Y si esto es así se explica porque eso que llaman el «ethos neoliberal», incrustado en sus mentes y corazones, les impide reconocer este tipo de abusos y denunciarlos a tiempo. De manera más académica y elegante, se podría hablar de selectividad política de sesgo neoliberal. Una ideología que les distorsiona la realidad.
Otro elemento de sospecha más acerca del grado de corrupción de la casta política. Eso que el pensamiento, tanto liberal como neoliberal, al que adhieren las empresas, propietarios e intelectuales orgánicos (como los del CEP del mismo Eliodoro Matte, cerebro y cómplice de la colusión entre CMPC Tissue S.A. y SCA Chile), denominan «Estado subsidiario» aquí no funciona.
Estamos ante una situación en que el Estado de Chile no ha sido neutral ya que ha subvencionado directamente empresas forestales (depredadoras medioambientales y generadoras de violencia estructural con las comunidades del pueblo mapuche) que han demostrado que el interés privado de los mercados prima por sobre el interés público de la trasparencia.
Si la prensa mundial se ha referido al tema entre sorna y seriedad es porque en estos meses dos mitos se han derrumbado estrepitosamente revelando el carácter antisocial del capitalismo en su fase neoliberal.
Clan Matte: Un escándalo internacional como el de Volkswagen
Si el caso chileno del aumento de precios «del papel de retrete» -como lo llama El País– de la CMPC de los aristocráticos Matte muestra las fallas y los excesos del modelo neoliberal chileno y las falencias de su Estado, el caso de la multinacional alemana Volkswagen revela hasta dónde son capaces de llegar las empresas en el actual orden capitalista.
El que Volkswagen, uno de los iconos del capitalismo alemán en cuanto a «eficiencia productiva», reconozca que ha hecho trampas de extrema gravedad invita a reflexionar. La empresa alemana instaló en sus autos un programa informático prohibido para trucar las emisiones de gases contaminantes de sus vehículos y evitar la legislación. Es algo de una mayor dimensión puesto que ya no se trata de un simple fallo de diseño o fabricación en sus piezas sino que constituyó una acción consciente para eludir las normas técnicas dictadas para tratar de reducir el impacto ambiental y la contaminación.
Es realmente un diseño criminal con la participación de sus ingenieros y la complicidad de sus gerentes y directivos con el objetivo de disminuir costos, aumentar ganancias y posicionarse en el mercado «verde».
El economista catalán Albert Reciu Andreu explica (*): «La ideología económica dominante (el neoliberalismo) supone que la mera competencia en el mercado conduce a las empresas a aplicarse en hacer el bien a la sociedad. Su interés egoísta -obtener beneficios- se convertiría en bien público porque la empresa que lo haga mal será castigada por el mercado: los clientes dejarán de comprarle». Y agrega: ‘Se supone también que los precios reflejan de forma nítida la eficiencia de las empresas y por tanto éstos son el mejor indicador del buen hacer de las mismas».
Esto es en teoría. Es el discurso apologético del capitalismo que leemos en impresos empresariales como Estrategia y Capital y en los suplementos de «economía» y «negocios» de El Mercurio y La Tercera. La práctica es otra cosa. La hemos visto ahora en la colusión del papel confort en la Empresa de Eliodoro Matte con SCA Chile y en la multinacional del automóvil Volkswagen y nos muestran que los discursos empresariales no se condicen con la escandalosa realidad del capitalismo neoliberal.
(*) http://www.mientrastanto.org/boletin-139/notas/capitalismo-excelente-dos-historias-alemanas-volkswagen-y-el-reino-de-espana
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