Parece que el Régimen está en horas bajas. Esta crisis, que apunta al carácter cotidiano y estructural de la corrupción en España, podría ser utilizada por la cosa Procés, si no fuera un itinerario propagandístico. Los sistemas propagandísticos desaparecen como ninjas. Lo hacen modalidad carrito-del-helao, de golpe, sin tiempo y sin medios –de, snif, comunicación– […]
Parece que el Régimen está en horas bajas. Esta crisis, que apunta al carácter cotidiano y estructural de la corrupción en España, podría ser utilizada por la cosa Procés, si no fuera un itinerario propagandístico.
Los sistemas propagandísticos desaparecen como ninjas. Lo hacen modalidad carrito-del-helao, de golpe, sin tiempo y sin medios –de, snif, comunicación– para contarlo. Por lo que, en ausencia de su descripción certera, nunca hay garantías de que no se vuelvan a reproducir. El 11M de 2004, por ejemplo, desapareció, en menos de una semana, el sistema de propaganda ultranacionalista del Aznarato. En quince días de mayo, en 2011, desapareció, zas, toda la banda sonora propagandística de la Transi. Esa mañana a primera hora, y a través de Fiscalía, el Régimen del 78, desprovisto de su gran seña de identidad, la propaganda, parece irse al garete. O, al menos, ir tirando a pelo, sin ese recurso dulce y vital desde finales de los 70, que evita la percepción de la trampa y la brutalidad. Hola, amiguitos. Eso es Procesando el Procés, una serie sexy y dinámica que explica el final del III acto del Procés/el Rosario de la Aurora. La cosa tiene el interés de ver cómo se va al traste un sistema propagandístico, esa cosa más española que las lentejas.
Parece ser, en fin, que el Régimen está en horas bajas. Podría estar más chungo incluso, si no fuera porque Fiscalía siempre está en happy hour. Esta crisis, que apunta al carácter cotidiano y estructural de la corrupción en España, podría ser utilizada por la cosa Procés, si la cosa Procés fuera un itinerario político, y no propagandístico. Pero la cosa Procés no puede aprovecharse de la crisis de Régimen española. Por dos razones. A) nunca lo ha hecho, por lo que parece que nunca lo hará. Y, más importante, B), la cosa Procés está integrada por partidos que son la crisis de Régimen. En las últimas semanas, verbigracia, ha quedado probado por Fiscalía que Mas era el conseguidor de favores a empresarios filantrópicos –caso Pretoria–, que CDC cobraba comisiones del 4% por la venta de obra pública –caso Palau–, que es verosímil que CDC continuara sus políticas de expolio ya iniciada la cruzada del Procés –caso 3%– y que el expolio estructura tarifado de CDC repercutió en la fortuna personal de ese sujeto político llamado Family Pujol –Caso Pujol–.
Imposibilitado de participar en la crisis de Régimen con otra actitud que no sea disimular, el Procés anda abandonado a sí mismo. Es decir, abandonado. La buena noticia es que ha recibido algún cable en la pedrea informativa internacional. En plena campaña electoral francesa, un candidato, Fillon, ha mostrado su incomprensión ante el hecho de que el Estado no contemple la posibilidad de un referéndum para la cosa catalana. En UK, se ha creado también una comisión parlamentaria para el caso catalán. Algo llamativo, incluso espectacular, pero que viene a, tal vez, dibujar, los futuribles de la cosa Procés como banda sonora y conflicto verbal que adornará los roces, entre España y UK, por lo de Gibraltar, casus belli que, a su vez, adornará la política española y la cosa Brexit. Es decir, objetos diferentes a los señalados.
Se podría valorar todo esto, no obstante, como un éxito de la diplomacia catalana. Pero es posible que no lo sea, que sean anécdotas de la geopolítica. Pero, en todo caso, el pack fracasos ha sido más llamativo. La Fundación Carter, que en su día recibió al Presi Puigdemont en lo que fue un gol informativo, ha declarado ese gol anulado. La fundación ha pasado, vía carta, de meter mano en el asunto catalán, remitiéndose, para el caso, al posicionamiento oficial de los USA al respecto. Posicionamiento oficial: esto es un problema interno, y bla bla bla. Lo que en su día el Govern vendió como un éxito de su política internacional, pues no lo es tanto. Es incluso posible que sea un indicio de su improvisación, pues hay datos que dibujan que el encuentro Puigdemont-Carter no fue tanto un encuentro entre estadistas, sino algo más cutre. Una visita facilitada por un pagano o, incluso, una visita aprovechando el pago de un cursillo de los que imparte la fundación. Con un par.
Ahora se sabe que el referéndum está paralizado, aparte de su paralización congénita, porque los cargos técnicos que deben de organizarlo, reclaman a las autoridades electas que les pasen la orden por escrito
Hay, no obstante, mas datos para valorar que existe una autopercepción de fracaso, o de fin de capítulo, por parte de los chicos y chicas Procés. La Vanguardia –diario últimamente proclive a los chivatazos de sectores no indepes de CDC– informa al respecto de una reunión secreta –al Processisme le gustan más las reuniones secretas que a un tonto una tiza–, en la que se tenía que abordar una suerte de fin ordenado de la cosa Procés. La sinopsis de la reunión ilustra, en parte, el colapso de un ciclo propagandístico. Es decir, los chicos y chicas, que se habían reunido para cerrar la barraca, no se atreven a verbalizar en voz alta el objeto de la cita. Es más, la cita se radicaliza, ante el hecho de que ninguno de los reunidos quiera dar el primer paso para acabar con el bucle propagandístico pues, según precisamente las construcciones gaseosas propagandísticas, eso le convertiría en traidor. El resultado fue, por consiguiente, una reunión en la que se superpusieron consignas y adhesiones inquebrantables para la consecución de un referéndum. Si bien, y esto ya es divertido, el referéndum improbable lo es cada día más, Entre otras cosas, por falta de tiempo. Como en su día pasó con conceptos como decisión y ganas, parece ser que tampoco hay tiempo, de aquí a septiembre para organizar un referéndum fiable y tabulado.
A pesar de esa reunión parapsicológica, las leyes de la física se fueron aplicando posteriormente sobre la cosa referéndum. El referéndum es, recuerden, un encargo de Puigdemont a Junqueras. Es, vamos, un marrón que Puigdemont delegó a Junqueras y que Junqueras fue y aceptó. Por lo que, tácitamente, el pack CDC parece pasar muy mucho de la cosa, en aras de que ERC acabe protagonizando el fracaso de su no realización. Las contradicciones internas, en todo caso, empiezan a ser cómicas. Y, lo que es peor en un sistema propagandístico, constatables. En ese sentido, CDC ha admitido públicamente discrepancias internas al respecto. Discrepancias que, en una sociedad con un periodismo más fiable, ya hubieran acabado con esta fase e, incluso, con el Govern. Verbigracia: hace meses, el director general de los Mossos declaró que, en caso de requerimiento, los Mossos obedecerían a la autoridad central. Es decir, que no hay posibilidades de referéndum. Fin del debate. Ahora se sabe que el referéndum está paralizado, aparte de su paralización congénita, porque los cargos técnicos que deben de organizarlo –es decir, practicar gasto en la adquisición de urnas y papeletas; es decir, exponerse a penas de prisión– reclaman a las autoridades electas que les pasen la orden por escrito. Vamos, que se expongan a penas de prisión también. No se ha emitido, por cierto, ninguna orden por escrito. Se diría, esta mañana a primera hora, que nunca se hará.
La ausencia de movimiento en el tema referéndum parece ser que se soluciona con los filones de la política y el periodismo –es decir, la cultura– españoles. La A) declaración y la B) ceremonia. Sobre la declaración, dos perlas. Una portavoz de ERC ha declarado –lo declarado, en la política española y en las aduanas, poco tiene que ver con lo que uno transporta en su interior– que el referéndum va a toda leche, y que no habrá ninguna detención ni problema policial en su celebración porque será organizado por, tachán–tachán, parados , ese sector social que se reinventa a sí mismo tanto cada día que, por lo visto, no deben de estar sometidos al Código Penal. Ignoro por qué la ideóloga de ERC dijo parados y no monos amaestrados, que hubiera sido más verosímil. Tal vez se lo reserva para el mes que viene. Otra declaración chachi. EL mismo día en el que se creaba el nuevo partido de Els Comuns, el líder municipal de ERC en Barcelona reclamaba a la alcadesa de Barcelona que pusiera las urnas, cediéndole la presión propagandística y omitiendo que, por aceptación del encargo envenenado de Puigdemont, quien debe de poner las urnas es precisamente ERC.
La novedad es que la CUP parece estar estudiando su retirada de la política autonómica y su vuelta a la política municipal, lo que podría venir acompañado de alguna gamberrada contra sus exaliados
Sobre B), las ceremonias. Se han organizado dos. Poco lucidas. Con lo que fueron. Una consistió en un acto con todos los exPresis del Parlament vivos, para solidarizarse con Forcadell. Y, otra, un acto chachi-unitario, en el que los partidos processistes reafirmaban su voluntad de celebrar un referéndum sí o sí. Este acto tiene mucha guasa. Se la explico. Para darle empaque y sentido se pactó un documento, una suerte de declaración pro-referéndum. Pero lo que es de traca es que los conflictos vinieron, precisamente, para que esa declaración no aportara ninguna decisión real o jurídica, de manera que permaneciera en el mundo de la poesía, y no de los hechos reales y, en tanto que ello, penalizables por el TC y Fiscalía. Coló.
El sentido del acto fue cubrir de épica los días anteriores, en los que quedó visualizado que no sólo no hay muchas ganas de referéndum, sino que los partidos del pack, carentes de ganas, están a la greña. Concepto greña, dos puntos, por una parte, el Presi Puigdemont ya ha visualizado que está solo en el asunto. Por otra parte, CDC ha evidenciado que está en otra casilla. Por ejemplo, ha anunciado que, en el futuro inmediato, romperá la disciplina de voto con ERC, para intentar recordar al electorado –que votará autonómicas más pronto que tarde– que existe. El grupo CDC en el Congreso, por cierto, también ha verbalizado oficialmente que, a partir de ahora –y hasta, se supone, las elecciones esas–, pasará un tanto del Procés y se dedicará a otros negociados más factibles. Pero sin duda, el acto solemne de firma de documento que no aporta nada políticamente se debía a otro suceso. Un culebrón. Se lo explico. Siéntense y aparten a los niños.
Un líder del PdeCat –es decir, la antigua CDC–, en un cenorrio con cuadritos y afiliados, venia a dar por muerto el Procés, por lo que planteaba, con todas las letras, que, para las próximas elecciones, sería bueno disponer de un candidato autonomista, poco significado en el Procés. Las declaraciones, absolutamente verosímiles, pero inverosímiles para el consumidor de Procés, eran una grabación registrada de manera ilegal –o espontánea–, durante el cenorrio político aludido. Pero lo divertido es que, todo apunta a ello, las grabó un/a miembro/a de ERC. Una de las desventajas de ser un país pequeño es que cuando un líder se pone autonomista en un restaurante, es muy posible que, como fue el caso, en la mesa de al lado estén cenando cuadros de ERC provistos de teléfono móvil, como fue el caso. Encendida como un mechero, CDC anunció que denunciaría a ERC por ese hecho ante los tribunales. Españoles. Finalmente, todo este desorden propagandístico volvió a su cauce, precario, y CDC no se chivó al profe.
Vamos, que después de la primera y sonora gran crisis político-propagandística en el seno del Govern, que llevó, a quien quisiera observarla, a otra constatación de que el referéndum es para el Govern un tramo propagandístico, como todo en el Procés, se cerraron filas, no muy apretadas, en torno, al referéndum. El Govern, así, se da dos meses de plazo para negociar el referéndum con Madrid. Algo, por otra parte, imposible. Pero al parecer da igual. El referéndum es una pieza propagandística, que tiene su función. La ANC, abiertamente gubernamental, ha iniciado su campaña por el Sí en ese referéndum que se tiene que negociar con un Gobierno del Estado que pasa tres pueblos, y sobre el que se ha rechazado ejercer ninguna medida de presión o coacción. Esa campaña, ampliada en medios públicos y concertados, viene a suplir políticas gubernamentales catalanas al respecto.
Ah, sobre el referéndum. Les explico lo que sé. No hay posibilidades de celebrarlo, una vez no se ha conseguido –es importante señalar que por inoperancia o falta de voluntad; o por ambas cosmovisiones– la complicidad internacional, y una vez descartada la desobediencia –se ha descartado, aunque digan, cada día, lo contrario–. La pregunta es si se convocará. Y tampoco está claro. Creo que sólo hay dos posibilidades de convocarlo –importante: ninguna ellas implica la posibilidad de realizarlo–. Una sería un decreto presidencial. El Presi, que al no volverse a presentar a elecciones, le trae al pairo la inhabilitación, puede realizar algún acto en esa dirección. El decreto debería de ser votado en el Parlament. Pero es poco probable que el Parlament lo vote y se exponga con ello a un marrón. Por esta vía, el Presi Puigdemont salvaría la vergüenza torera. Poco mas. La otra posibilidad es utilizar la Llei de Referèmdums del Tripartit. El TC la recurrió, por lo que quedó sin aplicación durante 5 meses, que han caducado hace 1000 años. Ignoro qué itinerario se debería seguir para convocar un referéndum por esa vía, que sería inmediatamente recurrido por un TC que nadie quiere desobedecer explícitamente. Además, parece que los chicos de CDC, que en su dia se pelaron esa ley avanzada, para colar una, sic, Llei de Consultes de estar por casa, son poco proclives a reivindicar ese legado legislativo. Pero, en todo caso, si lo hicieran, se volvería a salvar la vergüenza torera. Si se convocara el referéndum –insisto, no está claro que lleguen a hacerlo; esta mañana a primera hora, pinta que no–, colarían ahí la Llei de Transitorietat, y algo parecido –pero completamente diferente, es decir, sin efectividad ni verosimilitud– a una declaración indepe. Nada ilegal, pero que pudiera ser presentado en la inmediata campaña electoral como la pera. No está, insisto, nada claro al respecto, salvo la férrea voluntad, diría, de no liarla. Quizás ese sea el sentido de las declaraciones de Junqueras, que ha afirmado que, en caso de que el Gobierno niegue el referéndum –no es el caso, es lo que hay, por otra parte–, el Parlament declararía la DUI –Declaració Unilateral de Independència–. Una frase espectacular, que ha colado en los medios públicos y concertados, y le ha dado al Procés vida donde no la había. Pero se lo traduzco. La frase es una construcción propagandística que alude a que, en caso de que el Gobierno niegue un referéndum que no estaba en el programa electoral de Junts pel Sí, y que el Govern adoptó el año pasado para no tener que declarar una DUI, declararían una DUI. Vamos, no significa nada. Como casi todo.
Para liar más una predicción de futuro certera, tampoco está claro el papel de la CUP que, parece ser, se lo está pensando. La CUP, sin cuya participación en todo esto nunca se hubiera elaborado un sistema propagandístico tan dilatado, anunció que sólo apoyaría al Govern hasta septiembre, momento en el que, si no hay referéndum a la vista –como parece que es el caso–, se piraría. El Govern no caería, por cierto. Simplemente, carecería de fuerza. Lo que no es tan malo en el Sur y en una autonomía. La novedad es que la CUP parece estar estudiando su retirada de la política autonómica y su vuelta a la política municipal, lo que podría venir acompañado de alguna gamberrada contra sus exaliados. Lo que tendría su qué.
Creo que los fenómenos de los últimos días, que les acabo de explicar, avalan que el Procés está KO. Hasta su nueva formulación. Que no tardará. El Procés es, en fin, la nueva forma del autonomismo, diría. Por ahora, en lo que es un síntoma de su crisis propagandística, va dando formas propagandísticas ya visitadas. Mas ha iniciado, así, una gira europea en la que, ante un público catalán, en el mejor de los casos, y ante cámaras de medios locales, explica a Europa el Procés. Es decir, se crea la sensación de que se explica algo. Una anécdota que explica que el Gobierno del Estado no lo ha hecho bien, por lo que podría haber habido partido, en el caso de haber habido equipo: en su primer acto europeo, el periodista que moderaba el acto –un periodista de Libération-– explicó que, por participar en el acto, había recibido presiones del Gobierno de Rajoy.
Por otra parte, Lluís Llach ha protagonizado una polémica. Cristian Segura, periodista de El País, que se dedica a ir a actos internos de la ANC –importante: ya sólo van pensionistas; no se puede construir un Estado sustentado en la tercera edad, pues ese Estado, glups, ya existe– disfrazado de lagarterana, ha reproducido declaraciones de este cantante con voz de párroco, en las que, en plena sesión de televenta, describía el –sumamente hipotético– Estado Catalán en ciernes como, glups indeep, un Estado autoritario. Me temo que esos ramalazos son lo que quedará de esta crisis intelectual del catalanismo y del independentismo que es el Procés.
Hasta la próxima.
Fuente: http://ctxt.es/es/20170426/Politica/12421/Guillem-Martinez-proces-crisis-Junqueras-Puigdemont.htm