En su gira presidencial que emprenderá el domingo a Canadá, Michelle Bachelet tendría que invitar a Sebastián Piñera, al director de La Tercera Juan Pablo Larraín, a Luciano Rivas (el dirigente de los dueños de camiones de la IX región) y a Ewald Luchsinger. Allá, en el país del Norte, dónde reside una numerosa colonia […]
En su gira presidencial que emprenderá el domingo a Canadá, Michelle Bachelet tendría que invitar a Sebastián Piñera, al director de La Tercera Juan Pablo Larraín, a Luciano Rivas (el dirigente de los dueños de camiones de la IX región) y a Ewald Luchsinger.
Allá, en el país del Norte, dónde reside una numerosa colonia de chilenos ahora con derecho a voto, los individuos arriba citados (incluida la presidenta) deberían tener la valentía y honestidad de librarse a un ejercicio democrático. Esta actividad consistiría en invitar a los medios canadienses y extranjeros a una conferencia de prensa para explicar sus dichos con respecto a la situación política, social, económica y cultural en la IX región. En otras palabras, dar explicaciones, sin soslayar las históricas, acerca de las condiciones de existencia y demandas del pueblo mapuche.
¿Será mucho pedirle a quienes en un mundo globalizado dan claras muestras de sesgo ideológico e ignorancia al comparar situaciones tan diferentes motivados sólo por fines propagandísticos y de manipulación de las audiencias?
¿Es posible que estos individuos soporten confrontar su percepción con la de otros pueblos y otras democracias y sobre todo con periodistas capaces de hacer distinciones y matices razonables acerca de situaciones diversas aún en el contexto de la «guerra contra el terrorismo» que vive el Occidente?
Arriesgo una hipótesis. Las posiciones de militarizar el territorio para combatir a las comunidades mapuches y sus demandas; de endurecer la legislación antiterrorista con agentes encubiertos y delación compensada sustentadas por estos actores, serían consideradas abiertamente pro fascistas después de conocidas las condiciones de despojo, represión y discriminación en las cuales viven desde la construcción del Estado de Chile el pueblo mapuche y sus comunidades. Y pese a toda la retórica de los programas de devolución de tierras realizados.
El periodismo profesional canadiense no dudaría ni un instante en consultar documentos de las Naciones Unidas y de sus organismos que han condenado al Estado de Chile por la no aplicación de tratados internacionales y discriminación hacia el pueblo mapuche. Este sería considerado como «primera nación» autóctona según la terminología en uso en los medios canadienses y académicos.
Según las concepciones en uso, la mapuche es una nación con lengua y cultura propias que reivindica la autodeterminación como tantos otros pueblos lo han hecho siguiendo la misma tradición occidental de conformación de estados autónomos.
A los que piden mano militar y más represión sólo les quedaría el apoyo de grupúsculos neo-nazis. Estos son los defensores de la supremacía blanca y occidental – en nombre de la civilización Cristiana Occidental- además de apologistas del exterminio de los pueblos autóctonos que habitaban los territorios indoamericanos. Cabe decir que Piñera vive y piensa según la lógica de los paraísos fiscales por un lado y del orden del capital por el otro. Es mucho pedirle entender cuestiones antropológicas, culturales y criminalísticas.
Ni siquiera las extremas derechas nacionalistas justificarían a los políticos criollos. Y por razones obvias. El terrorismo fundamentalista islámico sólo se entiende en el contexto del pasado colonial, de las agresiones extraterritoriales de los estados occidentales contra el mundo árabe y de las múltiples tensiones e intereses de las potencias occidentales en juego.
Recordemos entonces que sucumbiendo a la presión ultraderechista y a los poderosos intereses económicos forestales, el Estado de Chile y el ministerio Público han declarado que invocarían la Ley Antiterrorista «para indagar los siniestros» ocurridos en territorio mapuche.
Por su parte, La Tercera del 30 de mayo -el diario insigne del grupo monopolístico Copesa- publica en su segunda página y bajo el título de «Oposición pide renuncia de intendente» una declaración del candidato presidencial de la ultraderecha neoliberal Sebastián Piñera donde éste reclama la renuncia del Intendente de la IX región. Esta dice: «durante el año 2016 la escalada del terrorismo en la Araucanía ha sido impresionante. Por tanto, el intendente en mi opinión está haciendo un muy mal trabajo, no está cumpliendo su misión, y si además él se siente débil, siendo honesto debería dar un paso al lado (sic) para poner alguien con mayor fortaleza, como lo requiere el combate al terrorismo en La Araucanía».
Viniendo de quién viene, el cinismo de Sebastián Piñera no tiene parangón. El candidato investigado por infringir la ley una y otra vez, y emplazado por mentirle al pueblo de Chile en su primer mandato, debiera dedicarse a preparar su defensa ante la justicia y así evitarle al país el riesgo de vergüenza que implica tener un émulo de Trump en la presidencia.
En vez de eso se aprovecha de la situación y juega al político recio para desviar la atención de sus escándalos financieros y de la corrupción de su entorno familiar.
El mismo día 30 de mayo pasado La Tercera, para estos efectos convertida en un pasquín de propaganda ultraderechista de los intereses de las grandes compañías forestales de los grupos Angelini y Matte, reproduce las declaraciones de Luciano Rivas. Aquí, el dirigente camionero, haciendo prueba de ignorancia supina, utiliza la amalgama de las Farc colombianas para referirse a las luchas del pueblo mapuche. ¡Cómo si el pueblo mapuche y sus luchas hubieran aparecido en los años sesenta y no tuvieran más de cinco siglos!
Edwald Luchsinger, también en La Tercera, va en la misma vena comunicacional y manipuladora de Rivas al comparar la situación en la IX región con «los atentados en Europa» y así criticar las posiciones de Guillier (nada de pusilánimes y bien asertivas esta vez) y de Beatriz Sánchez, acerca de lo aberrante de las posturas «antiterroristas» de los arriba citados.
En ninguna parte, y para equilibrar la información, La Tercera publica un comentario de algún historiador mapuche con el fin de hacerle honor al periodismo y expresar un punto de vista que enriquezca el debate. Así contraviene toda preocupación de información veraz y puesta en contexto. «Contexto» que, según el editorialista de La Tercera, serviría para «relativizar la gravedad de los hechos». Y, que sin argumentar, el diario de Álvaro Saieh los define, conforme a su campaña de desinformación y de amalgama de hechos y situaciones diferentes, de «naturaleza terrorista».
Luchsinger, a quien comprendemos por su dolor, debe saber que aún así, después de la horrenda muerte de sus familiares, tanto en Suiza, Alemania y Austria sus posiciones, fundadas en falacias, sólo tendrían acogida en los minúsculos círculos de las extremas derechas neonazis que atizan la guerra civilizatoria y la militarización del Estado. No por algo ganó ampliamente Macron en Francia en el marco de los debates de la Unión Europea.
En definitiva, en tales circunstancias, es en el interés de los líderes y organizaciones del pueblo mapuche de promover con vigor una campaña internacional para denunciar al Estado de Chile, su legislación antidemocrática y las intentonas pro fascistas de los sectores de la derecha que con la caja de resonancia mediática de El Mercurio, La Tercera y el periodismo obsecuente a los poderes económicos oligárquicos intentan manipular a la opinión pública nacional e internacional.