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Ya no basta con decir no. Contra la estrategia del shock de Trump

Fuentes: Attac Quebec

Traducción Susana Merino

La autora de NO LOGO, La doctrina del shock y Todo puede cambiar, igualmente campeona del altermundismo, nos invita hoy con su habitual estilo, esto es, con numerosos ejemplos bien documentados, a comprender sin concesiones cómo hemos llegado hasta aquí, el lugar en el que se ha instalado a Trump como «hombre más poderoso del mundo» ¿Dónde estamos? ¿Cómo podrían empeorar aún las cosas? ¿Cómo se podrían mejorar?

La siguiente síntesis -casi caricaturesca- retoma algunas ideas principales destacadas en su último libro (1).

 

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Pese a los peligros – denunciados cotidianamente- que genera, Trump actúa con total impunidad: el 40% de los estadounidenses lo siguen apoyando y lo prefieren a otras alternativas. Hemos llegado aquí porque estamos en la etapa de las «supermarcas». Trump ha comprendido que en nuestro mundo de imágenes, de redes «sociales» y de consumo desenfrenado el marketing es mucho más importante que el contenido y el trabajo. Así es como se ha convertido gradualmente y desde hace treinta años en el mayor vendedor de su marca TRUMP a los emprendedores inmobiliarios, como constructor de imponentes edificios que fue en sus comienzos. Trump es una marca más que un presidente, su elección es la coronación de la supermarca TRUMP.

Y este fenómeno no es una aberración, sino más bien la conclusión lógica de una sociedad que valora la fusión de los seres humanos con las corporaciones, los «innovadores» que desafían o ignoran las leyes y los normas, los superhéroes Chiefs Executifs Officers (CEOs) (2), el éxito medido en dinero, etc., esta cultura que se ha adueñado de los cerebros de las élites de casi todos los países. La única coherencia de Trump es ser coherente con la marca que ha creado, la del éxito de la riqueza inmoral, la del «winner» que incluso ha conseguido transformar el abyecto gesto de despedir a un empleado, «you are fired», en un show masivo y a este ritmo ¿por qué no la guerra si Trump el «winner» se hace más rico, entre otras cosas haciendo subir el precio del petróleo?

¿Dónde estamos? Clima de desigualdad

El neoliberalismo es más que una ideología; es también una enorme racionalización que justifica la codicia: «Make USA Great again» será GREAT sobre todo para los millonarios. Trump se vende como capaz de cambiar lo bastante el sistema y de salvarnos (como los Gates, los Musk intentaron antes que él) ya que él se ha convertido en un superrico abusando de un sistema que conoce muy bien, cuando ya no hay necesidad realmente de tener superricos ya que los trillones están ya allí – como lo demostró en 2008 – a beneficio de los bancos. Y, sin embargo, está claro que desde el punto de vista de Trump, el ambiente, el clima, la lucha contra la pobreza son cuestiones «out» [fuera de lugar] puesto que ¡solo se apoyará a los «winners» contra los malditos inmigrantes, musulmanes y otros mexicanos de piel oscura que explotan a nuestro hermoso país! No se debe subestimar el poder del odio, que ayuda a cada uno a olvidar el propio sufrimiento atribuyendo su causa al «otro». El miedo es lo que manda cuando ya no se tienen esperanzas (sobre este tema véase el extraordinario documental » Passez-moi Roger Stone » o » Get me Roger Stone «, disponible entre otros en Netflix.)

Las cosas podrían empeorar

La derecha, hacia la que evoluciona la sociedad occidental, cree que se progresa como sociedad organizándola y ordenándola para que proteja la propiedad. Y la forma extrema de lograrlo es culpar a los burocracias y a las minorías, y haciendo soñar con el nacionalismo homogéneo de antaño imaginado como idílico,

Las perspectivas que derivan de ello incluyen:

  1. El control por parte de las corporaciones de las palancas sociales dejando tan solo a las instancias democráticas unos indecentes simulacros de poder como se ha visto en Irak e incluso en EE. UU.

  2. Una cleptocracia (los «winners») que roba el poder para aprovecharse lo más rápidamente posible cuando se producen desastres naturales o provocados: privatizar la salud y la educación, sacar rédito de las cárceles, de los sistemas de seguridad, de las crisis económicas, de las guerras.

  3. La eliminación de las restricciones presupuestarias en política.

  4. La multiplicación de las urgencias para supuestamente asegurar la seguridad contra los terroristas y la proliferación de armas legitimando, entre otras cosas, la tortura porque está probado que funciona.

  5. Aislamiento gradual de los superricos en sus guetos paradisíacos, evitando así vivir con aquellos que deben soportar y limpiar sus desechos.

     

Esto se podría mejorar

Si se quiere, en cambio, el progreso de la sociedad organizándola y ordenándola en función de la puesta en valor de los seres humanos (y de su entorno), es posible; es más complicado que en función del dinero, pero constituye la única esperanza de supervivencia de los valores más progresistas o humanistas a los que aspiran la mayoría de los ciudadanos en su vida.

Existen muchas razones para querer debilitar las corporaciones transnacionales y disminuir la influencia del capital sobre las organizaciones. Pero para ello es necesario superar el síndrome demasiado presente en la izquierda de «mi crisis es más importante que la tuya«. Será necesario lograr canalizar el descontento popular hacia lo que nos une en vez de hacia nuestras diferencias …y evidentemente en vez de contra los inmigrantes, los negros, los musulmanes, etc.

Es necesario resistir, mantener la presión cuando ganamos y, sobre todo, osar imaginar la utopía que queremos. A comienzos de la década de 2000 Argentina dijo no con éxito a las pretensiones de los banqueros estadounidenses, lo que demuestra que se puede hacer, aunque luego se retroceda. Lo mismo sucedió en España en 2004. En 2008 las resistencias fueron insuficientes y sobre todo faltas de coordinación durante el crash financiero en el que los banco estuvieron de rodillas. No hubo ninguna coalición progresista que mantuviera la presión sobre Obama dejado en manos de los «sabios de Goldman Sachs».

Osemos imaginar lo que queremos. Cuando osamos, otras personas se nos unen. Un ejemplo: Standing Rock en Dakota del Norte en donde los sioux lograron resistir durante años a un oleoducto con el objeto de proteger sus reservas de agua. Una reserva de agua para 17 millones de personas, de modo que ¡unos aliados tan poco previsibles como los veteranos del ejército estadounidense fueron a apoyar a los sioux con sus armas y su maneras «diferentes»! Osemos, pues imaginar que es posible una sociedad que no trate a las personas y a la tierra como si fueran cantidades insignificantes, reemplazables y desechables.

Contamos con medios para salvarnos nosotros mismos. ¡Existen los medios financieros! ¡Lo demuestra el rescate de los bancos en el 2008!

Vías de acción

No se trata solo de decir no y resistir, no solo de cuestionar la impunidad de los ultrarricos. No solo de cuestionar las historias que llevaron ineluctablemente al triunfo de Trump.

Sobre todo hay que proteger el espacio para soñar y planificar un mundo mejor. Esto implica «matar al Trump que hay en uno mismo», por ejemplo, al que se contenta con aprender por medio de los resúmenes que le muestra la tele o con los tweets, que ve competencia en todas partes en vez de colaboración, que espera tácitamente que un jefe millonario nos salve, que cree que la sociedad no tiene suficiente dinero…

Como progresistas, podemos elegir fundamentalmente entre:

  • Tratar de reformar y de confiar en los partidos políticos de centro de los que esperamos hagan los «movimientos» correctos, aunque eso incluya obligatoriamente la austeridad y una buena dosis de fe en los mercados que finalmente favorecerán el bienestar de todos a través del consumo, etc. Salvo que este escenario no le ofrezca lo bastante a la gente para motivarla a reemplazar al capitalismo.

  • Decir un gran SÍ quienes no temen las palabras redistribución de la riqueza, solidaridad, reparación de los daños, menor consumo, decrecimiento, universidades gratuitas, duplicación del salario mínimo, 100% de energías renovables, el absurdo de la seguridad pretendida por las guerras, etc. Por lo tanto, en esencia, ¡APUNTAR ALTO!

     

    De ahí el «Leap Manifesto» elaborado en Canadá y apoyado por Oxfam, Greenpeace, muchos sindicatos, Black Lives Matter, etc., con la ayuda de Naomi Klein. Este libro concluye con este manifiesto al que ella espera la mayor adhesión. ¡Una utopía que ayuda a la demanda popular!

     

Notas:

(1) Dire non, ne suffit plus. Contre la stratégie du choc de Trump , Lux Éditeur, Collection Futur proche, 2017 [Traducido al castellano por Ignacio Villaro y Ana Pedrero, Decir no no basta, Barcelona Paidós, 2017]. NB: por retomar mi prejuicio explícito: sigo considerando que La doctrina de shock es el mejor libro de economía política escrito en el siglo XXI. La tesis subyacente es «cómo el capitalismo provoca según sus necesidades los desastres y se beneficia de ellos (desastres que son desestabilizantes porque la mayoría no los comprende) para imponer soluciones favorables a las corporaciones».

(2) Presidente director general.  

Fuente : https://www.quebec.attac.org/spip.php?page=bulletin-html&id_rubrique=101&&&&&&utm_source=emailcampaign239&utm_medium=phpList&utm_content=HTMLemail&utm_ca

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.