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Las ruindades humanas de Obama y Trump ante el deceso de Fidel

Fuentes: Rebelión

Hoy hay un luto universal por el fallecimiento de Fidel, porque lo que habló e hizo por la humanidad nadie lo dijo ni lo hizo como él, ni nadie se rebeló contra los males e injusticias del mundo, como él lo hizo en la época contemporánea. Hay que reconocer que existe, tal parece, una enorme […]

Hoy hay un luto universal por el fallecimiento de Fidel, porque lo que habló e hizo por la humanidad nadie lo dijo ni lo hizo como él, ni nadie se rebeló contra los males e injusticias del mundo, como él lo hizo en la época contemporánea.

Hay que reconocer que existe, tal parece, una enorme diferencia entre Obama y Trump, entre lo que ha dicho y hecho el primero, y lo que ha dicho, y tal vez diga y haga en el futuro, el segundo.

En cuanto a Obama, tras el deceso de Fidel, emitió un comunicado expresando sus condolencias al pueblo cubano y extendiendo «una mano de amistad».

Llama la atención que en su segundo párrafo, Obama introduzca unas ideas ofensivas para el pueblo de Cuba, y todo ello gratuitamente y para congraciarse con los enemigos del pueblo cubano, porque él debe saber que el líder máximo de la Revolución Cubana, no es cualquier cosa para la familia cubana de Fidel, que es todo el pueblo, y también para el gobierno cubano que incluye a su presidente Raúl y a todos los órganos colegiados. Las ideas expresadas al respecto constituyen una infamia, que descalifican todas las otras ideas que incluye en su mensaje.

En su tercer párrafo Obama, después de pronunciarse con lo que parecen ser sus convicciones íntimas con la supuesta sapiencia del elegido imperial, el docto presidente, que no es un ignorante como Trump, señala: «La historia recordará y juzgará el enorme impacto que tuvo esta singular figura en la gente y el mundo a su alrededor.» Así que Obama elude cualquier comentario actual sobre el adversario caído a causa de la muerte natural, y no por los más de seiscientos atentados contra su vida y muchos de ellos fraguados por distintos gobernantes anteriores desde esas mismas oficinas que hoy ocupa su gobierno y la Cía. Elude así, ¿no es una forma de cobardía?, pronunciarse hoy en forma más consecuente o más equilibrada sobre quien es el más grande y universal estadista que hubo de descollar en los siglos XX y XXI, por lo que dijo e hizo por toda la humanidad, y que es reconocido por líderes de todos los países del pasado y del presente, aunque les pese a quienes hicieron todo lo posible para asesinarle y, además, hacerle la vida imposible al pueblo cubano mediante agresiones miles y el bloqueo genocida más largo de la historia. Pero algo más importante es el hecho de que ello es reconocido por la inmensa mayoría de los habitantes de las naciones del mundo.

En esta hora abría que recordarle al presidente Obama que, aunque sea con unas simples palabras ofensivas contra quien representa lo mejor del pueblo cubano, y en una fecha tan luctuosa, así no se envía un mensaje de condolencia ni se extiende «una mano amistosa al pueblo cubano».

A pesar del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, llama la atención que en el comunicado no se mencione al gobierno de Cuba. ¿No es eso un reflejo de la ceguera diplomática y un agravio por omisión?

En cuanto a Trump, con sus calificativos groseros y mentirosos sobre la figura de Fidel, cabe recordarle que, además de ignorante, es un soberbio y prepotente que quizás ocupándose de sus millonarios negocios, jamás se preocupara de los asuntos terrenales de la política nacional e internacional. Otros presidentes trogloditas han tenido que enfrentar Cuba y Fidel en el pasado.

A partir de enero, Trump puede hacer lo que quiera. Si asume, al fin, su papel de cawboy o de mandamás de empresario-presidente, y se decide a implantar la vieja política de enfrentamiento, fracasada como ha reconocido Obama, ya puede pedir el último, detrás de Bush, en la larga cola de presidentes fracasados que quisieron vencer por la fuerza a los cubanos.

Porque aquí está el mismo pueblo que inspiró y alentó a Fidel con sus voces: «Para lo que sea, Fidel, para lo que sea». Y así como alzó sus voces airadas cuando Reagan amenazaba a Cuba, a pesar de que Fidel alertara a las autoridades de seguridad de EEUU sobre posible atentado contra ese presidente que luego fuera confirmado, el pueblo asumió la defensa del país con la estrategia militar de la guerra de todo el pueblo y alzó la voz y defendió la filosofía de «Yo soy la revolución». Y cuando W. Bush, amenazara, hablando en español, que «la hora está llegando», refiriéndose a Cuba durante su estrategia de guerras infinitas, aquí el pueblo, con Fidel al frente, le desafió con las ideas de Antonio Maceo: «Quien intente apoderarse de Cuba, recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la contienda». Por eso hay que susurrar a los oídos del señor Trump, que hoy los cubanos corean su convicción como un pueblo entero que desafía su futuro, con la consigna «Yo soy Fidel». Y este grito y esta idea es «para lo que sea, Fidel, para lo que sea».

En cuanto a los gusanos de Miami, a los cientos de asesinos que hoy son ricos o políticos y rufianes de toda laya que se pasean por sus calles resentidos y emponzoñados, que representan una minoría entre los cubano-estadounidenses, y celebran la muerte de Fidel, hay que decirles que ello refleja la baja catadura moral de los enemigos acérrimos de Cuba, la Revolución y Fidel.

¡Qué distinta ha sido la enseñanza de Fidel y el comportamiento de los cubanos ante la muerte de sus enemigos, fueran presidentes, jefes o militantes de la mafia anticubana! En Cuba no hubo fiesta ni alusión denigrante contra ninguno cuando murieron los presidentes estadounidenses que tanto daño causaron a la nación cubana. Tampoco hubo fiesta cuando murió un terrorista como Orlando Bosh, responsable del derribo en pleno vuelo del avión de Cubana de Aviación en el que murieron 73 personas, y acogido en EE.UU como un ciudadano ilustre, igual que dio cobija paradisíaca a Posada Carriles, el otro autor del acto criminal, y de otros muchos.

Por todas estas razones -pudieran exponerse muchas otras- los cubanos de aquí o de allá, y vivan en cualquier país, -el verdadero pueblo cubano- rinden un tributo agradecido y generoso a quien amaron y aman, porque Fidel también los amó. Y los extranjeros, pertenecientes a todos los países del mundo, son lo mismo que cubanos separados de nuestras fronteras, que han compartido ideales, sentimientos y sueños con Fidel.

Hoy hay un luto universal por el fallecimiento de Fidel, porque lo que habló e hizo por la humanidad nadie lo dijo ni lo hizo como él, ni nadie se rebeló contra los males e injusticias del mundo, como él lo hizo en la época contemporánea, en defensa siempre de la supervivencia de la humanidad amenazada.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.