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No apta para mayores, personas con dificultades, padres-madres con niños pequeños, mujeres embarazadas incluida la alcaldesa Ada Colau

Sobre la línea 1, «Plaza Urquinaona» de Barcelona

Fuentes: Rebelión

Hablo de Barcelona, de una línea de metro, de un transporte público por supuesto. Hablo de una ciudad que corre el riesgo de parecerse cada vez más a un parque temático con profundos agujeros de injusticia, ineficacia y descuido de atención a personas que lo necesitan. La línea 1 del metro, que insisto es público […]

Hablo de Barcelona, de una línea de metro, de un transporte público por supuesto. Hablo de una ciudad que corre el riesgo de parecerse cada vez más a un parque temático con profundos agujeros de injusticia, ineficacia y descuido de atención a personas que lo necesitan.

La línea 1 del metro, que insisto es público (y somos claras defensoras del transporte público las que hace más de 50 años lo usamos diariamente: ¡cuántas paradas habremos recorrido!), es la más antigua de Barcelona. Mi padre trabajó en la construcción de una de las paradas. Atraviesa Barcelona por el centro, siguiendo Gran Vía, hacia La Sagrera y Sant Andreu, y une dos ciudades obreras: Santa Coloma de Gramenet y L’Hospitalet de Llobregat. En total, unos 2 millones de viajeros potenciales o más. No puedo precisar los kilómetros.

En general, salvo error por mi parte, en todas o en casi todas las paradas de esta línea hay escaleras mecánicas para salir (no siempre para bajar; de hecho, no las hay en la mayoría de los casos) y, en algunas paradas,no en muchas, ascensores. La parada de «Santa Coloma», muy transitada, recoge todo ello: escaleras mecánicas para salir desde el andén, ascensores desde el vestíbulo. No hay escaleras de bajada pero sí ascensor en los dos andenes de la parada.

Pero no ocurre lo mismo, este es uno de los problemas, en todas las estaciones. La excepción más destacada, acaso la única, la parada de Plaza Urquinaona de esa línea, la 1, no hablo de la L4. Salvo error por mi parte, deben usarla diariamente unas 40.000 personas como mínimo, más de un millón en un mes, unos 12 millones de viajeros anuales.

En esta parada no hay ni una sola salida con escaleras mecánicas. Tan sólo en un caso cuando llegas al vestíbulo, salida Palau, después de subir no menos de 60 escaleras. Sé por comentarios de vecinas y familiares y por experiencia propia lo que ocurre: la situación, acaso desde siempre, impide que personas mayores (mi suegra, la madre de mi compañera, por ejemplo), mujeres embarazadas (incluida nuestra alcaldesa de una Barcelona que está lejos de ser en comú), padres o madres con niños y con carritos u otras situaciones que pueden imaginarse, puedan usarla. Se bajan antes o después, no en la parada Urquinaona. Sólo las heroínas de cierta edad se atreven a ello.

Tampoco pueden usarla -o la usan con dificultad- las personas lesionadas o con algún problema traumatológico. Es mi caso. Tengo una vértebra aplastada, la osteoporosis no perdona, y sudo tinta -por decirlo estúpidamente- para llegar desde el andén hasta la superficie. Me esperan un montón de escaleras (incluidas las últimas, desde el vestíbulo a la salida). Tinta y, añado, sudor y sufrimiento y algo-mucho de indignación .

Lo paradójico del caso es que cuando hablas con trabajadoras de la estación, también trabajadores, todo el mundo (casi todo el mundo para ser más exacta) te da la razón. No puede ser, tiene razón, hay mucha gente que dice lo mismo, hemos reclamado, no nos hacen caso, tienen otras prioridades, etc. Cuando llegas a otras instancias de TMB «más importantes», tres cuartos de lo mismo: tienen razón, comunicaré lo que me dice a mis superiores, haremos lo que podamos. Humo, el humo de siempre.

¿Es imposible una solución? Todo lo contrario. Una provisional -dos salidas con escaleras que confluyen luego en una- sería posible en muy poco tiempo y con muy poca inversión. ¿Por qué no entonces? ¿No importa esta estación? ¿Hay otras necesidades más urgentes? ¿Cuáles por ejemplo?

Puro reformismo pensarán. Puro reformismo del reformismo. Pero si no llegamos ni a eso, a cosas básicas para una ciudadanía que no está -en este caso- en perfectas condiciones de revista, ¿dónde llegaremos entonces? Aquí no hay poderes fácticos, tozudez del gobierno de España ni un gasto imposible. Un cálculo: reduciendo durante 5 años un 20% el sueldazo de la mayoría de los directivos de la empresa nos llegaría para financiar una demanda justa y razonable de la ciudadanía.

¿A qué esperamos? ¿A qué esperan? ¿Qué debemos hacer más? ¿Por qué no prueban la experiencia de la parada Urquinaona, durante unos dos meses, todos las regidores (y regidores) de Barcelona, que son además bastante jóvenes en general? ¿No se fían de lo que contamos? ¿Es tan difíicil ponerse en nuestra piel, en nuestras circunstancias y en la de tantas otras personas?

PS. La plaza en cuestión fue creada e n 1857, después de la demolición de los baluartes de San Pedro y de Junqueras. Su primer nombre fue «plaza Nueva de Junquera s». Fue ll amada más tarde, en honor de un obispo de la ciudad, José María Urquinaona y Bidot (Cádiz 1813 – Barcelona 1883). No he logrado saber qué nombre tuvo durante la II República española.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.