Salvador López Arnal es profesor-tutor de Matemáticas en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona, España) y profesor de Economía e Informática de Ciclos Formativos en el Instituto de enseñanza media Puig Castellar. Colabora en las revistas El Viejo Topo y Pa peles de relaciones ecosociales y cambio […]
Salvador López Arnal es profesor-tutor de Matemáticas en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona, España) y profesor de Economía e Informática de Ciclos Formativos en el Instituto de enseñanza media Puig Castellar. Colabora en las revistas El Viejo Topo y Pa peles de relaciones ecosociales y cambio global, en el diario electrónico Rebelión y es autor de diversos ensayos sobre la obra de Manuel Sacristán, del que también ha sido editor: La destrucción de una esperanza (Akal, 2010); Entre clásicos (La Oveja Roja, 2012), La observación de Goethe (La Linterna Sorda, 2015) y Siete historias lógicas y un cuento breve (Ediciones Bellaterra, 2017).
AE. Por ciertos aspectos (rigor teórico, anti-dogmatismo, innovaciones temáticas) la obra de Sacristán parecería tener ciertos aspectos comunes con (y precursores del ) marxismo analítico anglosajón de autores como Cohen, Brenner o Roemer: ¿podría darnos una opinión al respecto?
SLA. Aquí me temo que me ha cogido. No tengo un conocimiento extenso y detallado, y mis escasas lecturas son de hace bastantes años, de lo que se ha llamado «marxismo analítico». Hay, por tanto, mucho de conjetural en lo que voy a señalarle. No me tome ni usted ni los posibles lectores al pie de la letra.
Por razones de tiempo y edad, Sacristán no pudo leer a una gran parte de los autores que ha citado. Sé, eso sí, que en el momento en que falleció, finales de agosto de 1985, hace más de 30 años, estaba estudiando el Making sense of Marx de Elster. Creo, aventuro, que la defensa de Cohen de la teoría de la historia en Marx tuvo que interesarle (no digo que estuviera de acuerdo en todo). Y sé también, eso sí, que no citó nunca, salvo error por mi parte, a alguno de estos autores. Para cubrirme un poco: nunca o muy pocas veces.
Mi opinión, otra conjetura: sin distanciarse o negar las habilidades analíticas de este grupo de pensadores, con diferencias entre ellos por otra parte, tal vez Sacristán pudo pensar en algún momento que, en ocasiones, sus reflexiones analíticas eran innecesariamente sofisticadas; que la perspectiva histórica, la historia del movimiento y del marxismo y sus luchas, no estaba muy presente en algunas de estas aproximaciones (recuerdo de nuevo la fecha de su fallecimiento, las cosas cambiaron en algunos casos en esa tendencia), y que las temáticas e instrumentos, no digo siempre, acaso estaban afectados por modas académicas del momento que parecieron o soñaron con descubrir teorías y teoremas centrales sobre una supuesta racionalidad humana generalizable.
Eso no quita que Sacristán, a su forma, también practicara un marxismo muy afín al estilo y claridad de algunos autores analíticos, sin menospreciar, por supuesto, instrumentos formales de comprensión y exposición (de los que no abusó nunca, cuanto menos en esta segunda faceta, especialmente en sus textos de intervención). En un sentido no estricto de la expresión «marxismo analítico», opino que tanto «Karl Marx como sociólogo de la ciencia» como «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia», dos de sus mejores escritos, permiten ser etiquetados con la etiqueta que estamos usando. Si me apura, no creo que generalice con muchos riesgos, lo mismo podría afirmarse de la mayor parte de sus textos marxianos y no marxianos. Por ejemplo: el prólogo que escribió para la edición española del gran clásico de Harich, ¿Comunismo sin crecimiento? –está recogido en Intervenciones políticas, el volumen III de sus Panfletos y Materiales- sería otro ejemplo destacable, por no hablar de la entrevista que se publicó en una revista antifranquista, Cuadernos para el Diálogo, en 1969, sobre la invasión de Praga por las tropas del Pacto de Varsovia. Aparte de manifestar su total oposición a la destrucción de lo que fue una esperanza comunista, en sus respuestas, comentarios y enmiendas al entrevistador da muestras de un fino análisis de inspiración marxista. Por cierto, ya que hablamos de esta invasión acaso sea de interés de los lectores, creo que usted ya la conoce, una carta que escribió cinco días después de la invasión, el 25 de agosto de 1968. Es esta:
Xavier [Foch]:Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.