El Partido Socialista decidió invertir los dineros que el Estado le devolvió por concepto de bienes requisados durante la dictadura. Lo hizo en el mismo modelo de acumulación del capital que ésta creó a sangre y fuego. Fue a partir del 2005, que para administrar esos cuantiosos fondos, los supuestos herederos de Salvador Allende tuvieron […]
El Partido Socialista decidió invertir los dineros que el Estado le devolvió por concepto de bienes requisados durante la dictadura. Lo hizo en el mismo modelo de acumulación del capital que ésta creó a sangre y fuego. Fue a partir del 2005, que para administrar esos cuantiosos fondos, los supuestos herederos de Salvador Allende tuvieron la brillante idea de maximizar su rentabilidad en el capitalismo neoliberal chileno.
Ésta fue una «hábil» medida que redundó en ganancias para el partido, para el aparato financiero bursátil, para las empresas de la minería como SQM de propiedad de Julio Ponce Lerou y, también, para la política de la ultraderecha piñerista que hoy tiene un aliado objetivo y subjetivo más en la defensa de los pilares del capitalismo neoliberal.
Recordemos que hubo una época en que los empresarios no podían militar en el Partido Socialista. Tiempos del idealismo dirán hoy los pragmáticos dirigentes del Comité Central del PS. Ahora sabemos con hechos (aunque lo presumíamos) que éste fue voluntariamente a entregarse a los brazos del capital empresarial.
¿Puede soslayarse el hecho que al hacerlo, el PS se puso en una situación ética insostenible y peor que la derecha puesto que ésta que nunca ha negado que su razón de ser es estar al servicio de la oligarquía capitalista, del modelo y de la globalización neoliberal?
En efecto, el PS no sólo se deja penetrar (financiar a sus senadores como Rossi por ej.) por el capital sino que se puso de motu proprio al servicio de su proyecto. Sin pensar siquiera en las consecuencias políticas e ideológicas de tal acto. Lo que demuestra cuán impregnados están sus dirigentes de lo que Chistian Laval y Pierre Dardot en su libro «La Nueva Razón del Mundo» llaman la «subjetividad neoliberal». Obra ya clásica sobre el tema que un académico como Gonzalo Martner debe haber leído.
Para eso, para rentabilizar, la dirección del PS, y sin decírselo claramente a la militancia, creó un «Comité Patrimonio» a cuya cabeza se encontraban notables del partido como el empresario-militante Óscar Guillermo Garretón, quien fue nombrado por el mismo Camilo Escalona el 2003. Otros tecnócratas de estirpe como Jorge Jorratt lo sucedieron en el cargo de colocador del capital financiero del PS.
Según informaciones de elmostrador.cl, fue Alberto Arenas, el ex ministro de Hacienda de Bachelet quien sucedió al anterior en la función de encargado del Comité Patrimonio. Recordemos que Arenas se hizo famoso por cocinar con el senador DC Andrés Zaldívar Larraín y el ex ministro de Hacienda de Piñera, Felipe Larraín (otro más), la reforma tributaria que pese al bombo con la que fue hecha es insuficiente para satisfacer las necesidades de un Estado que quiere desarrollar lo social.
Como se puede ver, todo ensambla de acuerdo a la lógica de hierro del neoliberalismo. Así como en política, Jaime Guzmán obligó a los concertacionistas-NM a jugar en la misma cancha rayada constitucional, en el plano de la economía, la cúpula dirigente del PS se sometió gustosa a las leyes del mercado de capitales hasta invertir en el crecimiento de la empresa, que siendo otrora del Estado, fue privatizada por Pinochet para entregársela al esposo de su hija.
Gonzalo Martner, ex alto dirigente del PS y de su ala izquierda se pregunta que tiene de malo «maximizar el rendimiento» de estos fondos partidarios. Quiere argumentos de crítica «razonados» a la postura de ganar plata apostando a los mecanismos capitalistas neoliberales.
Martner, no puede entender, porque no quiere, que hay una contradicción vital entre el programa de un partido que pregona la socialización de los medios de producción y el hecho de que éste apueste al funcionamiento de los mercados capitalistas y al crecimiento de un modelo empresarial cuyas ganancias se basan en salarios paupérrimos de los trabajadores y en el robo de la vida digna de los pensionados.
Pues hay que ser bien cínico para no ver que de manera general se legitima lo que se quiere cambiar puesto que se es partícipe y refuerza el sistema neoliberal chileno. Y no sólo aquello, sino que se le oculta a la militancia y al pueblo los procedimientos de financiamiento de un partido que se reivindica «de los trabajadores» (las veces que Osvaldo Andrade lo habrá repetido).
Si el PS hubiera renunciado al Socialismo y a ser un partido de los trabajadores, no habría problema alguno que apueste al crecimiento del modelo. Pero vivir mintiendo a su propia militancia y al resto de la izquierda y los movimientos sociales acerca de la naturaleza de sus vínculos con la oligarquía propietaria no se justifica razonablemente. Es posible si se tiene una consciencia escindida. Así y todo, si el PS fuera un partido consecuente … se hubiera sabido.
¿No será este el momento en que militantes honestos como Fernando Atria renuncien a militar en un partido que practica exactamente lo contrario de lo que dice combatir?
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