Nace con modestia, sin ánimo de dar lecciones. Los periodistas del periódico Jornada, nuevo diario en formato papel y digital, cooperativo, de base popular y escrito en catalán, no niega el buen trabajo que realizan muchos redactores de los medios de comunicación convencionales. Pero buena parte de estas cabeceras se hallan en manos de grandes […]
Nace con modestia, sin ánimo de dar lecciones. Los periodistas del periódico Jornada, nuevo diario en formato papel y digital, cooperativo, de base popular y escrito en catalán, no niega el buen trabajo que realizan muchos redactores de los medios de comunicación convencionales. Pero buena parte de estas cabeceras se hallan en manos de grandes empresas. En los últimos años ha florecido una pluralidad de iniciativas económicas, sociales y culturales «alternativas» a los discursos oficiales. ¿Por qué no extender este tipo de proyectos a los medios de comunicación, de manera que puedan visibilizarse todos los días en los quioscos? Es la pregunta que se hizo el grupo promotor en el verano de 2016, y que ha dado alas al periódico Jornada, presentado el 24 de mayo en la Cooperativa Aragó Cinema de Valencia. En otoño dieron el siguiente paso, al comenzar con el estudio de mercado y viabilidad económica. Con el panorama ya más despejado y los pies en tierra firme, el grupo inicial decidió dar un paso al frente con la cooperativa.
Integran la redacción 28 personas (todos ellos con contrato y socios de la cooperativa), lo que incluye a los periodistas, la gerencia económica, el área comercial y la mercadotecnia. Quieren avanzar poco a poco, «de momento ir creciendo más en colaboradores que en estructura», afirma la directora Laia Altarriba, que previamente ha trabajado en los periódicos Ara, Gara y Berria y ha sido directora del Anuari de l’Espai Català de Comunicació. «Necesitamos medios de base popular capaces de llegar a las grandes audiencias», es su declaración de principios. También, como afirmó en una entrevista en Ona Mediterrània: «Queremos un medio de toda la gente inquieta que considera que este mundo es injusto, desigual y se ha de poder cambiar». El periódico saldrá diariamente a los quioscos con excepción de los lunes, con la idea de ajustar los costes y de que los periodistas tengan una jornada de descanso. Está previsto que de martes a viernes cuente con 24 páginas, 32 el sábado y 40 el domingo.
Uno de los retos consiste en disponer de una significativa comunidad de suscriptores, dado el actual declive de la venta de prensa en los quioscos. Entre febrero y abril de 2017, el diario Jornada alcanzó el primer centenar de socios promotores (hoy ya son 150). La viabilidad de la iniciativa depende, según calculan los promotores, de llegar a los 8.000-10.000 suscriptores, que abonen 25 euros mensuales por la suscripción diaria y 12 euros al mes por la correspondiente al fin de semana. Ahora se trata de reunir, hasta el verano, un mínimo de 200.000 euros, que se agregarían a los 100.000 euros ya obtenidos. En los meses de septiembre y octubre está prevista una campaña de suscriptores. «Pero 300.000 euros no resultan suficientes para arrancar», matiza Laia Altarriba. De ahí que no renuncien a las subvenciones de las instituciones públicas (por ejemplo, las ayudas a la prensa en catalán), la contratación de «paquetes» de suscripciones o solicitar un préstamo a la banca ética. Si las previsiones se cumplen, el periódico podría estar en la calle el próximo mes de noviembre.
Una de las claves para el lanzamiento son las campañas informativas, en las que se explica el contenido y objetivos del nuevo medio. Ayer se presentó en Valencia, el 25 de mayo en Barcelona y el día 26 en Palma de Mallorca. La directora explica otra de las ideas centrales: «Que el periódico sea riguroso, esté bien hecho, sin sensacionalismo ni noticias ‘basura’, y que hable de la vida cotidiana de las personas». La nota informativa difundida durante la presentación del periódico hace hincapié en el último aspecto. Señala que las portadas de los grandes diarios dan la palabra y la imagen a líderes políticos, dirigentes empresariales y futbolistas de ensueño, mientras que se niega este relieve a los desahucios, las luchas por los derechos laborales o la acción del labrador que conserva la vida del territorio. Así, el objetivo no serán las peleas entre políticos, las guerras de declaraciones o los grandes números, sin más, de la macroeconomía. «Es mucho más fácil ‘repicar’ una noticia de agencia que desplazarse hasta la cola de un hospital», remata Altarriba.
El núcleo inicial de la plantilla -formado por seis personas- ha recabado apoyos entre movimientos sociales, cooperativas, grupos de consumo y otros sectores que apuesten por el diario, y pretendan tenerlo como referente informativo. Pero tomando en consideración que el periódico no aspira a convertirse en el portavoz de ninguna tendencia concreta de la izquierda, ni practicar exclusiones en el ámbito de la lengua y la cultura («cada periodista escribirá en el catalán estándar de su territorio», afirman). ¿Por qué lanzar un medio generalista, dirigido al público de Cataluña, el País Valenciano y Baleares en papel, cuando hay especialistas que auguran la desaparición del formato? «El papel continúa ‘marcando’ agenda y relato», señala Laia Altarriba, «y puede servir para la apertura de debates». Por ejemplo, sobre la Unión Europea y el euro, cuando en muchas ocasiones los medios asocian, sin más, las críticas al «statu quo» europeo con la extrema derecha. «El papel también puede ayudar a salir de los círculos de gente más concienciada, y llegar a otras personas», agrega la directora. Tal vez por ello se plantean como importantes puntos de difusión las bibliotecas y bares, los lugares donde actualmente más se leen los periódicos.
Los principios de actuación tendrán que materializarse en cada número. De martes a viernes el periódico Jornada se centrará en noticias e informaciones concretas, algunos «temas del día» y la idea motriz del diario: la vida cotidiana de las clases populares. En las ediciones del fin de semana se otorgará un mayor relieve a los contextos y el porqué de los hechos, se incluirán suplementos (cultura, economía y feminismos, entre otros) y entrevistas a fondo. Las secciones previstas son las mismas que en cualquier medio generalista, salvo Deportes, de la que se prescindirá para que las limitaciones de personal y recursos no conduzcan a los lugares comunes. Además las noticias de Política y de Sociedad figurarán en una sección denominada Actualidad. «Más que por la política institucional y las notas de prensa oficiales, se apostará por la crónica, la información sobre los compromisos incumplidos por los responsables públicos y los problemas de la gente común», resume Laia Altarriba.
El 24 de mayo se puso en marcha la página Web del diario: www.diarijornada.coop Cuando el rotativo se distribuya en la calle, no lo hará con un diseño «rompedor», agresivo y de impacto. Y la distribución se irá extendiendo paso a paso en los territorios de lengua catalana, hasta consolidarse. En un principio, el periódico contará con una redacción en Barcelona, otra en Valencia y una tercera, de menores dimensiones, en Palma de Mallorca. Según Altarriba, «no hay que incurrir en el centralismo de las capitales, Barcelona y Valencia, ni permitir que nos ‘coma’ la actualidad de las grandes ciudades». Además, en un futuro podrían publicarse diferentes portadas e incluso ediciones específicas, según las necesidades informativas de cada territorio. Respecto a los contenidos, en las páginas de Jornada no se incluirán los habituales (en los medios convencionales) editoriales sin firma, ni la cooperativa de trabajadores piensa en un periódico pesimista y que sólo transmita informaciones negativas. Otra cuestión central -además de la tirada prevista, que se sitúa en 15.000 ejemplares- es la de la financiación mediante ingresos publicitarios, y para ello se trabaja actualmente en un código ético.
La iniciativa ha sido saludada por veteranos periodistas como Martxelo Otamendi, hoy director del diario Berria y durante dos décadas del periódico Egunkaria, cerrado por orden judicial en 2003. «Producir medios de comunicación es la manera más efectiva de reivindicar la libertad de expresión», afirma Otamendi. «Bienvenidos a este apasionante y ruinoso negocio de la comunicación, que tiene mucho más de lo primero que de lo segundo», agrega. El periodista publica un artículo titulado «Un nuevo color en la paleta», en una revista de reflexión lanzada por los periodistas de Jornada. El boletín de 34 páginas contiene una veintena de colaboraciones sobre la comunicación actual y la libertad de expresión por parte de periodistas, escritores y activistas. En el cuadernillo recopilatorio colaboran, entre otros, Pascual Serrano, Rafael Poch, Isabel Clara Simó y Guillem Martínez.
Los autores de algunos de los textos han participado en la presentación del rotativo celebrada en la Cooperativa Aragó Cinema. Por ejemplo el documentalista y fotógrafo David Segarra, autor del libro «Viure, Morir i nàixer a Gaza», quien ha defendido un periodismo «hecho por periodistas, no por banqueros, y que siga la tradición de Benedetti, Galeano, García Márquez, Montserrat Roig, Vicent Andrés Estellés y Joan Fuster, cuya obra también se fraguó en los periódicos». También la investigadora y gestora cultural Mónica Parreño, quien ha lamentado la situación del periodismo hoy: «Se empieza la carrera con el entusiasmo de, en un futuro, vigilar al poder, y se termina como becario mal pagado». «El periodismo ha de salir de la caverna de Platón», afirma la exprofesional de Ràdio 9, Amàlia Garrigós, quien ha criticado el cierre de medios públicos de comunicación en el País Valenciano durante las últimas dos décadas.
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