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Un magnífico texto de Armando Fernández Steinko: con claridad, temperanza y racionalidad… y desde una perspectiva federal y de izquierdas

Fuentes: Rebelión

No merece pasar desapercibido entre centenares de notas, informaciones y reflexiones. Mi compañera está entusiasmada. No para de decir: ¡por fin, por fin, por fin! ¡Alguien, sea quien sea ese alguien, nos ha escuchado! ¡ No estamos solas! ¡ Gracias! Añade: además, es un texto nada masculino a pesar de haber sido escrito por Armando […]

No merece pasar desapercibido entre centenares de notas, informaciones y reflexiones. Mi compañera está entusiasmada. No para de decir: ¡por fin, por fin, por fin! ¡Alguien, sea quien sea ese alguien, nos ha escuchado! ¡ No estamos solas! ¡ Gracias! Añade: además, es un texto nada masculino a pesar de haber sido escrito por Armando Fernández Steinko [AFS]:» ¡Basta ya!: La izquierda dice NO al procés » (1). Está fechado el miércoles 20 de septiembre. Pero sigue valiendo a día de hoy a pesar de la velocidad lumínima de los acontecimientos políticos en .Cat.

Un resumen comentado de sus tesis, argumentos y propuestas.

La izquierda nacionalista, pero también una parte de la izquierda del conjunto de España, son sus palabras iniciales, «se ha sumando a la hoja de ruta diseñada por el independentismo catalán. Esto incluye la aceptación de una serie de premisas ideológicas, políticas y culturales». AFS, muy generosamente, considera que muchas (¿no son todas?) de esas premisas «están completamente alejadas de los valores y de los objetivos de justicia, solidaridad y multiculturalidad por los que hemos venido luchando durante muchos años». Una duda del término «multiculturalidad» pero no es ahora el punto. La lejanía es aquí lo decisivo.

No es, en todo caso, una mera cuestión ideológica. Si no conseguimos aislar al independentismo, comenta con razón, «la agenda nacional va a deglutir en poco tiempo la agenda antineoliberal en toda España y las fuerzas conservadoras van a recuperar la hegemonía al norte y al sur del Ebro», una hegemonía, además, con fuertes aristas patriarcales. En eso estamos, sobre todo, aquí, en .Cat. Y no sólo eso: es altamente probable «que esta dinámica contagie a otras regiones de Europa sustituyendo las políticas territoriales de índole solidario, que la izquierda está intentando poner en marcha en toda Europa para arrinconar al neoliberalismo, por otras basadas en la exacerbación y la competencia nacional y territorial». Efectivamente, el nacionalismo identitario e insolidario se contagia con velocidad del sonido o incluso de la luz. Veremos que pasa en las elecciones alemanas. No es casual, desde luego que no, la ostentación de camisetas esteladas por los diputados -¡todos hombrecitos si la imagen y mi memoria no me fallan- de la Liga del Norte en el Parlamento italiano estos días pasados.

Siempre hemos estado y seguiremos estando, prosigue AFS, «a favor del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas» (el énfasis es mío para manifestar mi acuerdo [2]), y siempre «hemos apoyando los procesos de descolonización que le pongan fin al sometimiento de una nación por otra». Apoyamos «un orden en el que los conflictos sean solucionados siguiendo el principio de justicia y de solidaridad con las partes más débiles, y apostamos por una sociedad en la que las culturas y las identidades coexistan de forma armoniosa y no excluyente». Somos conscientes, añade, de la importancia que tienen las identidades colectivas, diversas, plurales, no homogéneas, «para cualquier proyecto y que su construcción es una tarea política que ha sido descuidada dejándoles a los nacionalistas de uno y de otro signo el campo libre para hacerlo a su gusto». La apreciación permite matices en el punto del descuido en algunos casos. Pero consideramos un grave error, señala con toda razón, «anteponer los posicionamientos identitarios» al análisis racional y desde una perspectiva de clase de la realidad. La historia europea del siglo XX, nos recuerda, «está llena de ejemplos y la izquierda no puede ignorarlos bajo ningún concepto». ¿De acuerdo? ¿Los estamos ignorando?

Por si hubiera dudas: «sentimos un profundo desacuerdo con el procés porque Cataluña no tiene nada que ver con una nación colonizada u oprimida». Se trata de una de las nacionalidades más desarrolladas y ricas de España, «tiene un elevado nivel de autogobierno» y, recuerda AFS oportunamente frente a vicitimismos revisionistas que en .Cat que son muchos y antiguos, que «otros territorios y culturas sufrieron, al menos, las misas arbitrariedades durante la dictadura de Franco», una dictadura que, como es sabido, contó con el apoyo y colaboración de sectores de la burguesía catalana.

Señala AFS por otra parte que el discurso supremacista de algunos protagonistas del procés «está muy próximo, más allá de su barniz progresista, al discurso de sectores de la derecha europea en relación con los países del sur de Europa de los que desean desvincularse para poder cancelar toda forma de solidaridad territorial». No es casualidad, no lo es en absoluto, que la finalidad procesista (¡no progresista!) sea convertir a Cataluña «en la Finlandia del Mediterráneo», en una Dinamarca o en una Alemania en pequeño (las comparaciones han sido varias; no se ha citado a Israel aunque las relaciones se han cuidado todo lo posible y algo más).

El procés busca generar un choque de identidades «similar al «choque de civilizaciones» que rechazamos pues ambos abordan los problemas complejos manipulando los instintos primarios de las clases más desfavorecidas». Rechaza AFS la tergiversación de la historia, «así como la utilización de autores como Marx, Engels, Lenin o Trotski para legitimar un proyecto antisolidario destinado a dividir a las clases populares españolas». Podemos sumar a la lista a Nin, Maurín e incluso a Rosa Luxemburg. Pero sobre todo, remarca AFS, «rechazamos la retórica del «derecho a decidir» basado en una visión formal y sesgada de la participación», dado que no reconoce el resultado de las urnas, está hablando del 27S, «no asegura la presencia igualitaria de todas las opiniones en los medios de comunicación de masas», obliga, además, a muchas personas «a optar artificialmente por una de sus dos identidades, excluye de dicho derecho a los no residentes de Cataluña a pesar de que sus vidas se verían seriamente afectadas por el resultado de la consulta y porque sus impulsores no tienen pedigrí el democrático suficiente».

Por si no quedara claro: «el golpe de estado institucional del 6 de septiembre es un ejemplo que debería hacer pensar a toda persona de buena voluntad». Golpe institucional: una expresión que, lamentablemente, casi ningún dirigente de izquierdas se ha atrevido a usar. O no han dicho nada o se han expresado en otros términos. Por ejemplo, procedimientos inadecuados o expresión similar.

Le parece a AFS un acto de gran irresponsabilidad banalizar, coquetear «con la destrucción del estado español en pleno neoliberalismo e identificar el período constitucional de 1978 con el régimen franquista». Como ciudadano implicado durante muchos años en la lucha por la democracia y la justicia social, «nos sentimos profundamente ofendidos cuando se vincula nuestra oposición al independentismo con la derecha española y al «españolismo» como si España se redujera al régimen de 1939 y como su las izquierdas independentistas no estuvieran subordinando la cuestión social a la cuestión nacional». En el clavo, en la diana, esa es, esa ha sido, la suciedad ideológica permanente del secesionismo. La hemos sufrido especialmente aquí. Nosotras dos somos un ejemplo. Nos han dicho que pensamos y escribimos como El Mundo.

Al hacerlo, prosigue, ignoran el verdadero significado que la palabra «España» ha tenido durante décadas «para los antifascistas de todo el mundo, esquivan el significado de la Segunda República para todos los demócratas españoles, le quitan a los no catalanes el derecho a una identidad incluyente y tergiversan la historia para poder limpiarla de realidades incómodas». El asunto, a veces no ha sido percibido así, es esencial: digan lo que digan en el teatro político falsario, el movimiento secesionista .Cat es profundamente antiespañol (sin matices, incluyendo todo lo que tenga que ver con España). Se nota incluso en el cambio de nombres o en la negación del carácter de nación de España, incluso cuando dan el tiempo en TV3. Siempre llueve, cuando llueve, en el «Estado español». Para los secesionistas Cataluña es una nación (sin naciones en su composición). España, en cambio, en un Estado… fallido cuando menos en Cataluña, en su Cataluña.

Los que queremos para nuestro país de países, sostiene AFS, es un régimen republicano basado en la solidaridad, el multilingüismo y la justicia social que trabaje «por un orden mundial justo y pacífico, en el que todos los países y regiones tengan una oportunidad para su desarrollo, no podemos asistir callados a este despropósito». No podemos, no debemos, no es admisible, «seguir subordinando nuestro proyecto al guión independentista y poner en peligro todo por lo que hemos venido luchando». Añade. «¡basta ya, el procés no es la hoja de ruta de la izquierda!». No lo es, nunca lo ha sido… a pesar de las colaboraciones, puntuales y no puntuales, de sectores de la izquierda de esa hoja ruta de secesión.

Este es un llamamiento, finaliza AFS, «a todas las personas que abracen la causa de la justicia, la solidaridad y la multiculturalidad para que revisen su relación con el nacionalismo en todas sus variantes y muestren públicamente su oposición a la hoja de ruta independentista que lo ensalza y alimenta». Muestren públicamente es un punto esencial. ¡A la calle que ya es hora de pasearnos a cuerpo, como quería Celaya! ¡Sin escondernos!

También, añade, es un llamamiento «para que participen de la construcción de una nueva identidad federal y compartida inspirada en las grandes tradiciones democráticas y republicanas; un llamamiento a que no se dejen engañar por la retórica democrática de los protagonistas del procés» y antepongan la racionalidad temperada a los sentimientos desbocados y abonados interesadamente (que no anulan sentimientos sosegados) en estos momentos de tensión. Si no lo hacemos, concluye, nos arriesgamos a vernos arrastrados por una dinámica en la que los argumentos nacionales e identitarios, es decir, nacionalistas, excluyentes y con identidades unilaterales (no complejas, las reales: yo me siento mujer, por ejemplo, antes que barcelonesa-catalana), «habrán conseguido colonizar el discurso político durante generaciones en detrimento de los valores de justicia y de solidaridad, los únicos que pueden aportar soluciones estables a los problemas que vive el mundo, Europa y nuestro país de países». Durante generaciones no es ninguna exageración.

Mi compañera me pide que añada y una lo hace con gusto: gracias, compañero Armando, gracias por ejemplo, gracias porque nos dices que la tradición republicana democrática española, incluido la catalana, es digna, rebelde e internacionalista.

Por cierto, ¿dónde está Santiago Maldonado? ¡Solidaridad con la comunidad mapuche de la Patagonia! (3).

Notas

1) https://asteinko.blogspot.com.es/

2) El president Puigdemont, que dice estar por la autodeterminación de todos los pueblos, sin excepción, votó en contra de unas iniciativas parlamentarias a favor de la autodeterminación del Sáhara y el Kurdistán en 2014 (si mi memoria no me falla).

3) Los argentinos residentes en .Cat, catalanes de adopción, algunos de ellos, muchos entre los bien ubicados, secesionistas, ¿están también por el derecho de autodeterminación del pueblo mapuche? ¿Tiene este pueblo el grado de autonomía política que tenemos las ciudadanas que vivimos en Cataluña en 2017, no en 1975?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.