La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (en inglés los llaman libertarians) y, obviamente , está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades , unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas […]
La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (en inglés los llaman libertarians) y, obviamente , está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades , unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas.
En el Foro Latinoamericano de la Libertad de la Red Atlas, que tuvo lugar en mayo de 2017 en el lujoso Brick Hotel de Buenos Aires, con presencia del presidente argentino Mauricio Macri y el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa, se debatió cómo derrotar al socialismo en todos los niveles, desde las batallas campales en los campus universitarios hasta la movilización de un país para abrazar la destitución de un gobierno constitucional, como en Brasil.
Cabe destacar que varios líderes ligados a Atlas consiguieron ganar notoriedad últimamente: varios ministros del gobierno conservador argentino, senadores bolivianos y dirigentes del Movimento Brasil Livre (MBL), que ayudaron a derrocar a la presidenta constitucional Dilma Rousseff, según señala Lee Fang en un exhaustivo informe en The Intercept.
La red, que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EEUU – los think tanks asociados a Atlas son financiados por el Departamento de Estado y la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia – NED), brazo crucial del soft power estadounidense y directamente patrocinada por los hermanos Koch, poderosos billonarios ultraconservadores.
La NED y el Departamento de Estado, que cuentan con entidades públicas que funcionan como centros de operación y despliegue de líneas y fondos como la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), Freedom House y la Agencia del Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), son los principales entes actores que reparten directrices y recursos, a cambio de resultados concretos en la guerra asimétrica en la que participan .
Atlas cuenta con 450 fundaciones, ONGs y grupos de reflexión y presión, con un presupuesto operativo de cinco millones de dólares (2016), aportados por sus fundaciones «benéficas, sin fines de lucro» asociadas, que apoyaron, entre otras al MBL y a organizaciones que participaron de la ofensiva en Argentina, como las fundaciones Creer y Crecer y Pensar, un think tank de Atlas que se incorporó al partido (Propuesta Republicana, PRO) creado por Mauricio Macri; a las fuerzas de oposición en Venezuela y al candidato de derecha en las elecciones presidenciales chilenas, Sebastián Piñera.
La red tiene 13 entidades afiliadas en Brasil, 12 en Argentina, once en Chile, ocho en Perú, cinco en México y Costa Rica, cuatro en Uruguay, Venezuela, Bolivia , y Guatemala, dos en República Dominicana, Ecuador y El Salvador, y una en Colombia, Panamá, Bahamas, Jamaica y Honduras.
Los líderes del MBL y los de la Fundação Eléutera – un grupo de «expertos» neoliberales extremadamente influyente en el escenario posgolpe hondureño- recibieron financiamiento de Atlas y forman parte de la nueva generación de actores políticos que pasaron por sus seminarios de entrenamiento en EEUU.
La extrema derecha «moderna» es el movimiento libertario de extrema derecha que hoy navega con pabellón republicano, que basa su accionar en una deliberada estrategia de desinformar a las mayorías para imponer sus políticas plutocráticas y que tiene en la Red Atlas a su principal propulsor en América Latina.
El impulsor de este movimiento es el multimillonario Charles Koch, quien adoptó la tesis de James McGill Buchanan -economista de la Universidad de Chicago y Premio Nobel- para desarmar el Estado progresista, con una estrategia operativa en defensa de la santidad de los derechos de la propiedad privada y para doblegar al modelo de gobierno: para que prospere el capitalismo, sostenía, hace falta ponerle cadenas a la democracia.
Entre las quince organizaciones más importantes financiadas por Koch están Americans for Prosperity, el Cato Institute, la Heritage Foundation, el American Legislative Exchange Council, el Mercatus Center, Americans for Tax Reform, Concerned Veterans of America, el Leadership Institute, Generation Opportunity, el Institute for Justice, el Independent Institute, el Club for Growth, el Donors Trust, Freedom Partners, Judicial Watch… A ellas hay que agregar las más de sesenta organizaciones de la State Policy Network (Red de Políticas de los Estados Unidos).
El Center for International Private Enterprise (CIPE) es una fundación afiliada con la NED, creada por el gobierno de EEUU para llevar adelante las metas de la política exterior de Washington, que financia a organizaciones políticas en el mundo en desarrollo. Fue instalada por la Fundación Cámara de Comercio de EEUU, la organización de cabildeo más grande del país. El 96% de sus fondos provienen del Departamento de Estado y de la USAID.
CIPE jugó un rol primordial en el financiamiento de la red de Atlas y fue la fuerza principal en el fortalecimiento del la red. Desde 1991, el argentino-estadounidense Alejandro Chaufen, apologista de la sangrienta dictadura argentina, dirige la Red Atlas.
En Brasil
En Brasil, ONGs y think tanks trabajaron juntos para atacar las políticas distributivas del Partido de los Trabajadores, manipularon un gran escándalo de corrupción, crearon centros académicos y entrenaron activistas para el combate permanente en los medios y a través de las redes sociales para direccionar la mayor parte de la revuelta contra Dilma Rousseff, exigiendo su derrocamiento y el fin de las políticas de bienestar social.
Los medios internacionales comparan a la revuelta brasileña con el movimiento estadounidense Tea Party debido al aporte tácito de los conglomerados industriales locales y una nueva red de actores mediáticos de extrema derecha y tendencias conspiratorias. Helio Beltrão, un ejecutivo de un fondo de inversiones de alto riesgo que ahora dirige el Instituto Mises (recibió el nombre del filósofo ultraconservador Ludwig von Mises), dice que con el apoyo de Atlas, ahora existen en Brasil cerca de 30 instituciones «sin fines de lucro» actuando y colaborando entre sí, como los Estudantes pela Liberdade y el MBL.
Entre ellas se pueden destacar:
-El Centro Interdisciplinar de Etica y Economía Personalista de R í i o de Janeiro es un think tank religioso de Atlas que desarrolla argumentos teológicos para políticas que benficien a los empresarios y los negocios. El centro reproduce el modelo del Acton Institute estadounidense financiado por la Secretaria de Educación Betsy DeVos. Su directorio editorial incluye a Chafuen y al abogado Ives Gandra da Silva Martins, quien preparó el oficio para el juicio político a Dilma Rousseff, y los argumentos para impedir el de su sucesor, el golpista Michel Temer.
-El instituto Millenium es un think tank jurídico en Río de Janeiro, que promueve actividades para favorecer soluciones de libre mercado en Brasil. El grupo, fundado en 2006, recibe financiamiento de varias grandes corporaciones con sede en el país: Bank of America, Merryll Lynch, Grupo RBS, Gerdau, y de Am-Cham Brazil, el grupo de empresas estadounidenses en el país. Millenium fue particularmente activa en la promoción de manifestaciones callejeras contra la presidenta Dilma Rousseff.
-El instituto Liberal fue fundado en 1983 en Río de Janeiro por Donald Stewart Jr., magnate de la construcción y activista libertario, que hizo buena parte de su fortuna por contratos amañados por la USAID en Brasil durante la dictadura militar. El Instituto estaba entre los primeros socios de la Red Atlas en Latinoamérica. Fue financiado parcialmente por la NED y la CIPE.
«Es como un equipo de fútbol: la defensa es la academia, y los políticos son los atacantes». En el mediocampo estarían los que se desempeñan en la cultura, encargados del manejo mediático y de la desinformación y manipulación de la opinión pública.
El grupo patrocina a bloggeros y comentaristas incendiarios, entre ellos a Rodrigo Constantino, conocido como el Breibart de Brasil. (Breitbart News Network es un portal de ultraderecha- abiertamente pro-libertad y pro-Israel», puesto en marcha por Andrew Breitbart durante una visita a Tel Aviv en 2007.)
Constantino polariza la política brasileña con una retórica ultrasectaria. Propenso a permanentes teorías conspirativas, preside el Instituto Liberal y popularizó una narrativa según la cual los defensores del PT serían una «izquierda caviar», ricos hipócritas que abrazan el socialismo para sentirse moralmente superiores, pero que en la realidad desprecian a las clases trabajadoras que afirman representar.
La «breitbartización» del discurso es apenas una de las muchas formas sutiles por las cuales Atlas Network ha influido en el debate político.
Fernando Schüler, académico y columnista asociado a Millenium -otro think tank de Atlas en Brasil- se encarga de atacar a los 17 mil sindicatos del país y señala que «con la tecnología, las personas podrían participar directamente, organizando por WhatsApp, Facebook y YouTube una especie de manifestación pública de bajo costo» (es lo que entiende como participación popular). Para Schüler, el modelo actual – una constelación de think tanks en Washington sustentada por abultadas donaciones- sería el único camino para Brasil.
Atlas, precisamente, se dedica en parte a eso: ofrece becas y subvenciones para nuevos grupos de reflexión y laboratorios de ideas, imparte cursos sobre gestión política y relaciones públicas, patrocina eventos de trabajo en red en todo el mundo y, en los últimos años, ha dedicado recursos especiales para inducir a los libertarios de ultraderecha a influir en la opinión pública a través de los redes sociales y videos en línea.
En Argentina
La Fundación Pensar era una rama de la Red Atlas en Argentina que se convirtió en el PRO, el partido político que llevó a la presidencia en 2015 a Mauricio Macri. Dirigentes de Pensar y de la Fundación Libertad -otra rama de la Red-, ocupan hoy cargos clave en la administración argentina. Pero hay una serie de fundaciones, dirigida por altos funcionarios de la administración Macri, que drenan dineros públicos hacia ellas, aumentando los fondos provenientes de la Red Atlas y la NED.
Según investigaciones periodísticas, a esa red se deben sumar las fundaciones SUMA (dirigida por el vicepresidenta Gabriela Muchetti), Seguridad y Justicia (del secretario de Seguridad Eugenio Burzaco), Crecer y Crecer (del alcalde Néstor Grindetti), Formar (del ministro de Educación Guillermo Dietrich), Pericles (del asesor jurídico presidencial Rodríguez Simón), por ejemplo.
La Procuraduría de la Criminalidad Económica y Lavado de Activos denunció en 2014 al ministro de Cultura Hernán Lombardi por el desvío de fondos públicos hacia Pensar. Asimismo se denunció ante la justicia el «diezmo» que la dirigente macrista Gladys Rodríguez solicitaba a quienes accedían a empleos públicos en la Provincia de Buenos Aires, para engrosar los fondos de la misma fundación.
El Centro de Apertura y Desarrollo de América latina (CADAL, entre los 60 think tanks más influyentes de la región según el Global Think Tank Index Report) es asociado a la Network of Democracy Research Institutes, NDRI, y puso en marcha el Instituto Vaclav Pavel y Análisis Latino, que dirige el periodista Fernando Laborda (premio a los Jóvenes Líderes 2006 de la Red Atlas), todo con fondos proporcionados por la NED, vía la Red Atlas y por los dineros drenados desde el Estado argentino.
En Honduras
La Fundación Eléutera, en San Pedro Sula, Honduras, fue fundada luego del golpe contra el presidente constitucional Manuel Zelaya en 2009. El líder de la fundación, Guillermo Peña Panting, quien trabajaba en la John Locke Foundation, think tank de Atlas basada en el estado de Carolina del Norte, ha ofrecido numerosos seminarios de la organización.
El actual gobierno de Honduras ha solicitado el apoyo político de Eléutera, incluyendo el establecimiento de las primeras Zonas Especiales de Desarrollo (ZEDE), un proyecto controversial para que dirigentes empresarios puedan manejar determinadas zonas sin atender los sistemas legales y políticos del Estado.
En Venezuela
Atlas ha jugado un papel en Venezuela. Los registros obtenidos a través de la Ley de Libertad de Información, así como los cables del Departamento de Estado revelados por Chelsea Manning, revelan el sofisticado esfuerzo de los políticos estadounidenses para usar los think tanks de Atlas en una larga campaña para desestabilizar el gobierno venezolano. Ya en 1998, Cedice Libertad, el buque insignia de Atlas en Caracas, recibió apoyo financiero regular del Centro para la Empresa Privada Internacional. Los fondos que la NED destina para Cedice se justifican para ayudar a abogar por «un cambio en el gobierno».
Cedice Libertad, en Caracas, provee apoyo a dirigentes de la oposición conservadora, incluyendo a María Corina Machado. El director de Cedice firmó el Decreto Carmona, que instauraba la breve dictadura tras el golpe cívico-militar contra Hugo Chávez en 2002. Es un think tank de Atlas que ha recibido, también, financiamiento del gobierno de EEUU, a través de la NED.
Un cable de 2006 estableció una estrategia del embajador estadounidense William Brownfield para financiar organizaciones sin fines de lucro políticamente activas en Venezuela para el fortalecimiento de las instituciones democráticas; la penetración de la base política de Hugo Chávez; la división del chavismo y, sobre todo, la protección de los negocios vitales a nivel internacional.
Hay otras ONGs y fundaciones que trabajan en el entramado de Atlas, como Provea (financiado además por Open Society Foundation del multimillonario George Soros, la Fundación Ford y la embajada británica), la Asociación Civil Poder Ciudadano (enrutada en el socavamiento de las fuerzas militares y los aparatos de inteligencia y seguridad venezolanos), y el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, que trabaja en temas de derechos humanos y ciudadanización del conflicto interno, cofinanciado por la NED.
A ello se suma Espacio Público, que coordinó directamente la distribución del fondos y proyectos del Departamento de Estado al «periodismo independiente» (portales antichavistas en realidad) entre 2008 y 2010, que pone énfasis en la defensa de la libre expresión, y Foro Penal Venezolano, financiado por Freedom House, para la defensa jurídica de los acusados por sabotaje, terrorismo durante las vandálicas campañas de «resistencia civil» de la oposición venezolana en 2014 y 2017.
La reunión de Buenos Aires
Lee narra en The Intercept que un joven líder de Cadal, un grupo de expertos argentinos, presentó una idea para clasificar a cada provincia argentina usando lo que él llamó un «índice de libertad económica», que usaría el nivel de impuestos y regulación como el principal criterio para generar rumores para avanzar con reformas del libre mercado, basado en estrategias similares a las de EEUU, incluido el Índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation, que mide los países sobre la base de políticas fiscales y barreras regulatorias a la formación de empresas.
Los think tanks de la red están asociados con institutos «independientes» formados para desarrollar soluciones no convencionales. Pero el modelo de Atlas se centra menos en el desarrollo de nuevas propuestas de políticas y más en el establecimiento de organizaciones políticas con credibilidad de instituciones académicas, convirtiéndolas en un órgano eficaz para ganar corazones y mentes.
Las ideas de libre mercado, como recortar impuestos a los ricos; reducir el sector público y ponerlo bajo el control de operadores privados; las normas comerciales liberalizadas y las restricciones a los sindicatos, siempre han luchado con un problema de percepción. Renovar el ultraliberalismo económico como una ideología de interés público ha requerido estrategias elaboradas para la persuasión masiva.
En la reunión, los «empresarios» del grupo en el Perú, República Dominicana y Honduras compitieron en Buenos Aires en un formato similar al de Shark Tank, un reality show de EEUU donde las empresas start-up lanzan a un panel de inversionistas ricos y despiadados. Sin embargo, en vez de buscar inversiones de un panel de capitalistas de riesgo, los líderes de estos laboratorios lanzaron ideas de mercadeo de políticas.
Algunos antecedentes
Pero el modelo Atlas que se está extendiendo en América Latina se basa en un método perfeccionado por decenios de lucha en Estados Unidos y el Reino Unido. Antony Fisher, empresario británico y fundador de la Atlas Network, quería «cubrir el mundo con los think tanks del mercado libre», basado en las tesis del economista austríaco Friedrich Hayek.
Y encontró apoyo en otro ideólogo del mercado libre, el estadounidense Leonard Read, entretenido en duras batallas contra la mano de obra organizada, desde la Fundación para la Educación Económica, en Nueva York, que patrocina y promueve las ideas de libre mercado. Allí, el economista libertario F.A. Harper, asesoró a Fisher sobre los métodos para crear su propia ONG en el Reino Unido, el Instituto de Asuntos Económicos (IEA).
La IEA ayudó a popularizar las ideas de economistas afiliados a las ideas de Hayek, conectando a periodistas con académicos de libre mercado y difundiendo críticas de forma regular a través de columnas de opinión, entrevistas de radio y conferencias. Grandes empresas, desde Barclays a British Petroleum, le proporcionaron el grueso de los fondos.
La Red Atlas proclama orgullosamente que la IEA «sentó las bases para lo que más tarde se convirtió en la Revolución Thatcher de los años 80». Thatcher escribió que la AIE creó «el clima de opinión que hizo posible nuestra victoria». Paralelamente, Hayek estableció un grupo de economistas de libre mercado llamado Mont Pelerin Society. Uno de sus miembros, Ed Feulner, ayudó a fundar el conservador Heritage Foundation de Washington, mientras Ed Crane fundó el Cato Institute, el más destacado grupo de reflexión ultraliberal de Estados Unidos.
En 1981 , Fisher, establecido en San Francisco, se dispuso a desarrollar la Fundación de Investigación Económica Atlas a instancias de Hayek, cortejando a donantes corporativos para ayudar a establecer una serie de grupos de reflexión más pequeños, pero con un proyecto global: establecer cabezas de playa libertarios de ultraderecha en todos los países del mundo. Con cartas de Hayek, Thatcher y Friedman, comenzó a recaudar fondos de grandes conglomerados empresarios – Pfizer, Procter & Gamble, y Shell- y megadonantes republicanos como Richard Mllon Scaife. El éxito de la AIE dependía de la percepción de que era una institución académica e imparcial.
El plan de negocio de un argentino-estadounidense
Un joven argentino de una familia antiperonista, Alejandro Chafuen llegó a las oficinas de Atlas en San Francisco, después de estudiar en el Grove City College, una escuela cristiana profundamente conservadora en Pennsylvania, Chafuen regresó a la Argentina, cuando los militares tenían el poder -tras el golpe cívico-militar genocida de 1976-, aunque para él «el ejército había actuado por necesidad para evitar una toma comunista del país».
En 1980, a los 26 años, Chafuen fue invitado a convertirse en el miembro más joven de la Sociedad Mont Pelerin. Viajó a Stanford, se puso en contacto directo con Read, Hayek y otros libertarios de extrema derecha importantes. Fisher anunció que había hecho un pago a Chafuen, y esperaba contratar al joven economista a tiempo completo para desarrollar grupos de reflexión Atlas en América Latina. Al año siguiente, Chafuen organizó la primera cumbre Atlas de los grupos de reflexión latinoamericanos en Jamaica.
En otros países latinoamericanos también, el liberalismo de ultraderecha estaba encontrando una audiencia receptiva entre los gobiernos militares. En Chile, después de que los militares barrieron al gobierno constitucional de Salvador Allende, los economistas de la Sociedad Mont Pelerin rápidamente prepararon el escenario para reformas libertarias generalizadas, incluyendo la privatización de la industria y del sistema de pensiones del país.
En toda la región, bajo la vigilancia de los militares que habían tomado el poder, las políticas económicas ultraliberales comenzaron a arraigarse.
Chafuen señaló una vez en una conferencia que los donantes no pueden aparecer para pagar por las encuestas públicas porque éstas perderían credibilidad. «Pfizer no patrocinaría encuestas sobre temas de salud ni Exxon pagaría por encuestas sobre temas ambientales», pero los think tanks libertarios de ultraderecha, como los de la red Atlas, no sólo podían presentar la misma encuesta con más credibilidad, sino hacerlo de manera que obtuvieran cobertura en los medios». Y los donantes también ven esto, añadió.
En 1991, tres años después de la muerte de Fisher, Chafuen tomó el timón de Atlas. Philip Morris contribuyó con donaciones regulares a Atlas, incluyendo una contribución de miles de dólares al grupo en 1994, la cual fue revelada años más tarde en litigios internacionales y por periodistas chilenos, que descubrieron que los grupos de reflexión respaldados por el Atlas habían trabajado para hacer lobby discretamente contra las regulaciones del tabaco sin revelar su financiamiento de las compañías tabacaleras.
Gigantes corporativos, como ExxonMobil y MasterCard, se sumaron a los donantes de Atlas, que se «prestigió» con figuras destacadas entre los libertarios ultraderechistas, como las fundaciones asociadas con el inversor John Templeton y los millonarios hermanos Charles y David Koch. Así comenzaron a florecer numerosas fundaciones y ONGs conservadoras.
Chafuen fue miembro fundador de Donors Trust, un fondo reservado que ha repartido más de 400 millones de dólares a organizaciones libertarios ultraderechistas, incluidos miembros de la Red Atlas. Es, a la vez, fideicomisario de la Fundación Chase de Virginia. Más allá de los donantes empresariales, otro manantial de dinero vino del gobierno estadounidense. La NED, que tenía dificultades para establecer organizaciones sin fines de lucro amigas, halló su solución en la «independiente» Red Atlas.
Durante una conferencia con Chafuen, Gerardo Bongiovanni -presidente de la Fundación Libertad, un grupo de reflexión de Atlas en Rosario , Argentina-, señaló que entre 1985 y 1987 la NED transfirió un millón de dólares como capital inicial del Centro para la Empresa Privada Internacional. Atlas logró convertir el dinero de los contribuyentes estadounidenses a través de la NED y del Centro de la Empresa Privada Internacional en una importante fuente de financiación para su creciente red. Entre los beneficiarios del efectivo de este Centro se encuentra la venezolana Cedice Libertad, recuerda Lee.
Chafuen se iluminó cuando llegó Donald Trump a la presidencia. La administración de Trump está repleta de ex alumnos de grupos relacionados con Atlas y amigos de la red. Sebastian Gorka, el asesor islamofóbico de contraterrorismo de Trump, dirigió un grupo de reflexión respaldado por Atlas en Hungría. El vicepresidente Mike Pence asistió a un evento de Atlas. La secretaria de Educación Betsy DeVos y Chafuen estuvieron muy cerca liderando el Acton Institute, un grupo de reflexión de Michigan que desarrollaba argumentos religiosos a favor de las políticas de los libertarios de ultraderecha, que ahora mantiene una filial en Brasil, el Centro Interdisciplinario de Ética y Economía Personalista.
Pero la figura principal del entramado es hoy Judy Shelton, economista y miembro principal de la Red Atlas, quien se hizo cargo de la NED, tras ser consejera de la campaña de Trump. Chafuen indicó que el camino está trazado: más grupos de reflexión, más esfuerzos para derrocar gobiernos izquierdistas y más devotos y alumnos de Atlas elevados a los más altos niveles de gobierno en todo el mundo.
Aram Aharonian y Álvaro Verzi Rangel son codirectores del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Con apoyo del equipo de investigación de CLAE.
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