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Sobre La noción de ciencia en Manual Sacristán, de José Sarrión

Un buen libro para la reflexión y la felicidad

Fuentes: Rebelión

Texto de la presentación del libro de José Sarrión Andaluz en la fiesta del PCE, Madrid, 30 de septiembre de 2017

0. Este es un libro de filosofía y ustedes, se ve a simple vista, son muy filósofos y, probablemente, muy gramscianos. Así pues, pienso en Gramsci, pienso también en su amigo Piero Sraffa y en su influencia en Wittgenstein. Me detengo en este último.

1. Les recuerdo la proposición con la que finaliza el Tractatus, la 7ª. Dice así: «De lo que no se puede hablar, lo mejor es el silencio». Algunos traductores más directos -y acaso un poco más brutos- dicen: «lo mejor es callarse». Sin más. Pero no hagan caso.

2. Yo voy a romper el silencio, como diría aquella poeta polaca Wisława Szymborska tan leída por Francisco Fernández Buey (luego, si les parece, les digo un poema de ella), no me callo (¿se acuerdan de aquel grito borbónico-imperial?) y paso a hablarles de todo aquello de lo que tal vez no se pueda pero que, en todo caso, se debe hablar.

Así que prosigo el Tractatus. Me adentro en la octava proposición.

8. Conviene leer buenos libros si queremos «vivir bien».

8.1. Si no existen condiciones socio-culturales para que se lean por una gran parte de la ciudadanía (el trabajo real anula vidas reales), es justo, y de poliética obligación, luchar para que existan esas condiciones. Para todos, para todas.

8.2. Los buenos libros son parte del buen vivir porque nos hacen mejores. A todos.

8.2.1. ¿Qué es ser mejor? Ser amable, comprender, estudiar, soñar, plantar, aprender, comprender, escribir, ser justo y combatir las injusticias. Y estar entre ustedes por supuesto.

8.2.1.1. También: hacer nuestro el aforismo clásico preferido por Marx: nada humano (incluyendo otras especies vivientes) nos debería ser ajeno.

9. El libro que hoy presentamos, La noción de ciencia en Manuel Sacristán, es un buen libro.

9.1. Porque de entrada nos hace mejores. Más cultos, más sensibles, más conscientes. Más sacristanianos si me permiten usar un término (que no deberíamos usar).

9.2. ¿Hay más? Hay más. Daré siete razones complementarias, como las proposiciones del Tractatus. Sin callarme.

10.1. La primera. Porque está muy bien escrito, porque piensa en el lector/a puesto en el tema y, también, en el no tan puesto (que somos la mayoría).

10.1.1. Piensa desde abajo y en los de abajo.

10.1.1.1. Los de abajo: en general, los olvidados, los no considerados, los que solo cuentan en las cuentas como materia, como «gastos de personal», «gastos de mano de obra».

10.2. La segunda razón: Porque está bañado, para bien por supuesto, de la claridad y distinción cartesianas. Se puede estar o no de acuerdo con tal o cual tesis, interpretación o desarrollo del autor, del doctor José Sarrión, pero la argumentación y la conjetura defendida es clara y singular. Siempre, sin excepciones.

10.2.1. Como creo que dijo una vez un filósofo que sigo admirando y amando, Michael Dummett, la oscuridad no es en general profundidad sino tinieblas, cosa muy distinta.

10.2.1.1. No hay aquí ni tinieblas ni oscuridad. Sí, en cambio, profundidad.

10.3. La tercera razón. José Sarrión conoce bien, muy bien la historia que cuenta y lo demuestra.

10.3.1. Me rectifico: porque conoce, comprende y siente lo que cuenta, lo que nos cuenta..

10.3.2. Lo normal dirán ustedes. Pues no: lo normal no es tan normal, pura contradicción dialéctica dicen algunos; un oxímoron sin decir tan alto y tan profundo.

10.3.3. De hecho la historia que cuenta es para el doctor Sarrión más, mucho más que un asunto académico útil para obtener un título académico

10.3.3.1. Aunque también es, por supuesto y sin contradicción, un asunto académico.

10.4. La cuarta. Porque el autor pone el foco en uno de los puntos centrales -no es el único- de la filosofía y el legado del traductor de El Capital (y de unas 28 mil páginas más).

10.4.1. Sacristán nunca fue un cientificista cegado -no todo saber se reduce a ciencia ni debe aspirar a serlo- pero sí fue un firme partidario de los conocimientos científicos sólidos, cuyo estatus epistemológico, como saben, es la modestia gnoseológica: ser conocimiento contrastado con veracidad, criticable siempre y revisable cuando sea necesario. No hay eternidad ni dogma en la buena ciencia.

10.4.1.1. Tampoco actitud servil.

10.5. La quinta razón. Porque el profesor Sarrión anuncia posibles e interesantes desarrollos complementarios.

10.5.1. Por ejemplo: las relaciones de Sacristán con el movimiento obrero.

10.5.1.1. Da el autor algunos apuntes sobre el tema en la introducción. Convendría, es una sugerencia (aunque sé de las mil tareas permanentes de José Sarrión) que esos apuntes se convirtieran en desarrollos más detallados.

10.5.1.1.1. En un nuevo libro por ejemplo.

10.6. La sexta consideración. El diputado Sarrión ve bien, muy bien, las relaciones entre ciencia y política (en la obra y en el hacer de Sacristán): no reduce la primera (ciencia) a la segunda (a veces hemos tenido tentaciones de hacerlo: no cito nombres por educación) ni, por supuesto, la segunda (la política) a la primera.

10.6.1. La política es una cosa muy, muy seria, pero es absurdo y muy peligroso reducirla a conocimientos tecnocientifícos o a recetas algorítmicas de expertos.

10.6.1.1.1 No es eso, no debe ser eso. No lo es en la aproximación del autor ni del filósofo estudido.

10.6.2. En cuanto a la ciencia, como diría un filósofo también muy admirado por Sarrión que escribió un Marx sin ismos, recordemos lo básico: ciencia con consciencia y consciencia con ciencia (y con pasión razonada).

10.7. La séptima razón: Porque presenta, con mimo, con cuidado, con ligereza, como fácil lo que, por supuesto, no es nada fácil. Aunque nada difícil e interesante nos debería ser ajeno.

10.7.1. Como buen filósofo gramsciano, el profesor Sarrión tiene una enorme facilidad para explicarse y para que los demás consigamos entender. «Zapatos nuevos, comprender, música nueva» escribió Brecht en «Satisfacciones». Comprender, comprender, comprender,, esa ha sido la Santísima Trinidad laica que ha guiado al autor. Comprender y hacer que comprendamos.

10.7.1.1. JS, piensa y escribe desde abajo, como les decía, pero no sin rigor ni sin cuidado. Si lo hiciera de otro modo, descuidaría a quienes deben ser cuidados y tratados adecuadamente..

Fuera del cómputo: 10.8, la complementaria, la propina, la última: Porque enseña a todos, les decía, y también a mí por supuesto y en asuntos y temáticas para los que, en principio, estoy más preparado. Llevo muchos años en ello. Pero, insisto, el libro del doctor Sarrión me ha aclarado muchas dudas y disuelto muchos interrogantes.

Me faltaba el poema que les he prometido:

Cuando pronuncio la palabra Futuro,

la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,

lo destruyo.

 Cuando pronuncio la palabra Nada,

creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

Son «Las tres palabras más extrañas». Hay más.

Cuando yo pronuncio las palabras José, Sarrión, Andaluz, pienso en un buen filósofo, en un amigo, en un camarada entregado, en un compañero del alma, en una gran persona, pienso en sus padres y en su hermana, pienso en Eli, en todos ustedes y en un buen hombre, en un buen ser humano, en sentido brechtiano y machadiano. «Soy, es quiero decir, en el buen sentido de la palabra, bueno».

Notas:

1) José Sarrión Andaluz, La noción de ciencia en Manuel Sacristán, Madrid, Dykinson, 2017.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.