El valor, sin dudas, es una de las categorías más importantes del sistema teórico de Marx en El Capital. En realidad, es mucho más: es el eje central de toda su crítica a la economía política. Su papel en la obra, la forma en que lo expone Marx, las teorías precedentes y que le siguen, […]
El valor, sin dudas, es una de las categorías más importantes del sistema teórico de Marx en El Capital. En realidad, es mucho más: es el eje central de toda su crítica a la economía política. Su papel en la obra, la forma en que lo expone Marx, las teorías precedentes y que le siguen, sumado de sus numerosas interpretaciones posteriores, lo convierten en una especie de leyenda, de cosa oscura para el amplio espectro del marxismo. Ha sido interpretado de diversas maneras, haciendo que entre economistas y filósofos existan todo tipo de teorías del valor. Lo que hace que definirlo correctamente es empezar a entender otra economía política marxiana y fijar una postura ante la gama teórica que lo rodea.
El primer elemento es la concepción en sí de valor. Todos estarían de acuerdo de no es otra cosa que el tiempo de trabajo socialmente necesario (Marx, 2002,48,). Sin embargo, en algunas ediciones de El Capital, como la editada en Cuba (Marx, 7,1962), solo deja la definición en este nivel, obviando una traducción más exacta: »…en cuanto, en la producción de una mercancía, sólo utiliza el tiempo de trabajo promedialmente necesario, o tiempo de trabajo socialmente necesario (Marx, 2002, 48). »La parte de promedialmente necesario, más allá de la omisión de elementos del original, distorsiona entender la categoría.
Ese tiempo »socialmente necesario», es el que la sociedad va a reconocer como racional. El problema es, para el que lea eso, cómo saber cual es este »tiempo». Para ello sirve la idea: »El tiempo de trabajo socialmente necesario es el requerido para producir un valor de uso cualquiera, en las condiciones normales de producción vigentes en una sociedad y con el grado social medio de destreza e intensidad de trabajo. »
Aquí, y obviando (por ahora) lo de »promedialmente necesario», lleva al error ya cometido al descifrar las palabras »grado social medio de destreza». Se suele interpretar esto (el valor), en algunos autores y académicos de la siguiente manera: de los gastos de diferentes productores ordenados bajo criterio de eficiencia, los de las condiciones medias, son los del medio. En términos estadísticos, se ha entendido esto como una mediana, un valor central de un grupo de datos ordenados.
En realidad la »destreza media», son condiciones medias de producción, es decir, las condiciones promedios para producir una mercancía. Estas condiciones no son otras que las que más mercancías producen en una rama. La sociedad va a reconocer como el gasto de trabajo racional, como valor, el »gasto» de trabajo que predomina. No dudamos nunca en pensar que un precio nos parece raro (bajo o alto) con respecto a uno que es el que estamos adaptados. Ese que predomina, que es la referencia de los consumidores, es el que está determinando el valor. Es el que está determinando el »gasto» de trabajo reconocido como racional.
Sin embargo, se está olvidando la parte más importante de la definición, la de »socialmente necesario». Esto nos está diciendo que la parte final en la determinación del valor viene dado por el reconocimiento social, por la aprobación social, por la precepción y decisión de la sociedad. Entonces, ¿quiere decir que los individuos recopilan los gastos de trabajo de cada productor, hayan su frecuencias absoluta y relativa y se lanzan a calcular un promedio o mediana (por otros autores) para determinar el valor? Claro que no, en ningún tiempo histórico de sociedad los individuos se han sentado a pensar semejantes cosas y calculado eso. Entonces, la pregunta sigue siendo: ¿cómo la sociedad determina el valor?
Quizá el propio Marx dio origen a confusiones al definir al trabajo como sustancia del valor, y decir que este se mide en tiempo, en tiempo de trabajo. El primer error está al darle, una connotación física a este, al convertirlo en una unidad cuantificable. Consecuentemente con esta definición, el valor parece contener sustancia, un trabajo que se cuantifica en tiempo. Pero el propio Marx desmiente esto: «En contradicción directa con la objetividad sensorialmente grosera del cuerpo de las mercancías, ni un solo átomo de sustancia natural forma parte de su objetividad en cuanto valores.» Por tanto no es trabajo como unidad cuantificable de lo que se habla. Con esto, el valor pierde todo sentido como magnitud física (tiempo, masa, energía) siendo toda aritmética que opera con horas no más que una abstracción, un error de interpretación. Quedando solo, que es puramente social: »…en la expresión del valor del lienzo, simboliza una propiedad supranatural de ambas cosas: su valor, algo que es puramente social» (Marx, 2002,70).
En la idea del valor cuestionada, se construye una definición desde los gastos físicos de trabajo. Esto responde a entenderlo como determinado en la producción, en las condiciones de producción medidas en tiempo. Pudiera pensarse como si fuera una teoría de costos de producción (sociales) que utiliza como unidad de medida el tiempo. La causa pudiera estar en el propio subtítulo del tomo I, El proceso de producción del capital, que pone una etiqueta de análisis centrado en la producción, y se pudiera entender producción en un sentido muy estricto a la hora de explicar la mercancía. Nada más alejado de la realidad, Marx empieza estudiando la mercancía en la circulación y desde aquí, define el valor. Cuando lo hace, la producción es solo un referente teórico, una cosa solo mencionada como algo escondido en la mercancía, como la relación social que está detrás de la cosificación (mercancía). Las condiciones en sí que se da la producción en que se crea una mercancía (la que contiene el valor), la estructura técnico-productiva de una rama no se analiza para nada, por tanto, las condiciones específicas de producción (entendida como la estructura técnica interna) de una mercancía carecen de sentido al entender el valor. Solo importarían, para entender las condiciones especificas en las que intervino su productor y para determinar la corporeidad de los productos de este.
Los productos del trabajo, al ser diferentes, van a tener diferente reconocimiento y esto hace que se reconozcan de manera diferenciada los trabajos que las originaron. Al entenderse solo como abstracción, como trabajo en general, se entiende que al cambiar cantidades de productos, se cambian también en esencia cantidades de trabajo, teniendo sentido el entendimiento del trabajo en »cantidad». Esas cantidades abstractas de trabajo, solo cobran sentido en su medición, en su aparente cuantificación para ser medidas. Esa medida solo puede ser el tiempo, el tiempo de trabajo. Pero solo es una referencia, porque como ya se vio, no es ese tiempo unidad física, sino que Marx al definir cantidades diferentes, implicaba una medición para entender cantidad, solo se puede entender como tiempo. Dicho de otra forma, reconocer el trabajo de alguien, es reconocerle el tiempo que estuvo trabajando.
Esta es la construcción desde lo superficial a lo esencial que hace Marx. El llegar al concepto de tiempo de trabajo, es solo una necesidad metodológica, al hablar de cantidades diferentes de trabajo, se necesita medida de cuantificación. Y sobre todo nada más lógico que decir que reconocer la cantidad de trabajo, es reconocer el tiempo de trabajo.
Hasta aquí, queda demostrado como el propio Marx no hace uso de esas definiciones que cuantifican el valor, sin embargo al desaparecer esa idea, su determinación parece ser una quimera o algo imaginario. Pero en su obra, da una explicación coherente y objetiva.
Antes de pasar a determinar cómo se determina el valor, hay entender su contenido. Al referirse a él de Marx plantea: » Su objetividad en cuanto valores, por tanto, es de naturaleza puramente social» (Marx, 2002,58). Si la naturaleza de su sustancia es social, dice que su origen está en el contexto social. Esta es la clave para entenderlo. Es la sociedad la que dice qué valor tiene una mercancía. Hay que aclarar que el valor es una categoría históricamente condicionada, y esto lo despoja de todo contenido subjetivista, y que solo debe entenderse como el trabajo reconocido.
Cuando se da un proceso de intercambio, quiere decir que hubo una conmensurabilidad, un proceso de equiparar los objetos de este. Ese algo que los hacía conmensurables, venía desde los tiempos de Aristóteles, y renaciendo con Petty, siendo la relación social objeto de búsqueda de la economía política, y eso es el valor. Es decir, es solo esa relación social que encontró la economía política que está detrás del producto (del trabajo) y que está equiparando las mercancías. Este valor, como relación social, encierra una cantidad de poder social. El poder de un producto sobre el trabajo ajeno (sobre el producto ajeno), capaz de relacionar a su portador, a través del producto de su trabajo con otros productores con el producto del trabajo de estos últimos, es el valor. En pocas palabras, el poder que atribuye la sociedad de intercambiabilidad de un producto sobre otros.
Para entenderlo, solo debe mirarse un intercambio de dos mercancías. Al realizarse este, el valor de la primera mercancía se expresa en la segunda, su valor es la segunda (entendido de forma muy elemental). Al comprar algo, se obtiene resultado de otro trabajo. El valor es, que de otra mercancía (que es producto de otro trabajo) se pueda obtener normalmente esta por lo que mercancía se porta. Relación que se figura en un cuanto específico. Ahí está la esencia del valor, en decir que todo el poder que tiene (su magnitud) está, en lo que es capaz de aceptar normalmente la sociedad por él, que se expresa en cantidad de otra mercancía y esto que acepta la sociedad sale del trabajo. El valor de una mercancía, se puede concluir, es cuánto es reconocida esta por la sociedad. Ese reconociendo está dado por todas por las que puede ser cambiada y su cantidad. Esto es, cuánto trabajo cosificado se puede obtener, es decir, cuanto resultado de trabajo (cosas útiles) se puede obtener por el resultado del que se ofrece. Esta idea es expresada por Marx: »Las mercancías, pues, en absoluto se enfrentan entre sí como mercancías, sino solamente como productos o valores de uso» (Marx, 2002,105). Al cambiar, la sociedad confiere y acepta un poder de cambio en los resultados del trabajo, llamarle a esto precio es correcto pero es dejar el análisis a medias, en la cosificación de las relaciones, debe profundizarse descosificar las relaciones y llegar a entenderlo como trabajo materializado.
Pareciera este proceso de reconocimiento social algo caótico. Puede compararse con una negociación, un acuerdo casual: »La proporción cuantitativa de su intercambio es, en un principio, completamente fortuita» (Marx, 2002, 107). El reconocimiento social del trabajo no se hace de forma directa. Al ser los productos del trabajo los que cosifican al trabajo, son ellos los que lo representan en el cambio. Así el reconocimiento social del trabajo, deja de ser del trabajo en sí para ser el de su producto. Según sea reconocido este, será reconocido su trabajo, es decir, para buscar el reconocimiento social del trabajo, se debe mirar qué papel juega en la sociedad su producto.
La repetición y constancia del las proporciones del cambio fija la expresión del valor, y destruye toda la mística: »La costumbre las fija como magnitudes de valor». (Marx, 2002,108). Sin embargo, justo aquí está el punto de partida del movimiento social, su lucha de clases. El uso de la costumbre, no es pacífico y termina en períodos de lucha por imponer condiciones, por imponer un tipo de reconocimiento del trabajo de un grupo de productores sobre otros, marcando el inicio y la aparición de formas que responde a la lucha de clases.
El valor no es más que el reconocimiento del poder social de la actividad (del hombre en sí mismo) que se determina dentro de la misma lucha desencadenada en la sociedad. Siendo la expresión del valor, tan solo la proporción, el precio (hoy) sostenido en el tiempo. Marx solo intentaba romper con las concepciones fetichistas contemporáneas, no redefinir como se determinaba socialmente este, sino solo descosificar esas relaciones.
Comprender esto sería un primer paso para comenzar a armar un marxismo sin mitos, sin esas bases de manuales e interpretaciones salidas de tareas orientadas por partidos políticos. Sería comenzar un marxismo propio. En estas, la interpretación de categorías tan importantes como cuota media de ganancia, precio de producción, la renta de la tierra adquiría otra significación muy distinta a la que poseen hasta ahora. Se dejarían de establecer esas teorías que plantean que si tal precio es incorrecto porque no se ajusta al valor. Ciertamente, este es un tema que requiere mucho más desarrollo, pero iniciar su debate serio y continuar sobre esta construcción teórica es tarea que no pocos debemos asumir.
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