‘Dojtaran-e jiyaban-e Engelab’, Las Chicas de la calle de Revolución es el nombre dado a un incipiente amplio movimiento individual de las mujeres iraníes contra la obligatoriedad del velo, iniciado hace un mes, en dicha calle céntrica de Teherán.
Es la primera vez, desde las grandes protestas de los primeros años de la República Islámica (RI) en la década de los ochenta, que la nueva generación de mujeres iraníes, nacida en la teocracia islámica, protesta de forma organizada (vía redes sociales) contra el velo obligatorio, a pesar de severos castigos previstos. Y también es la primera vez que las autoridades rompen el tabú de hablar públicamente de su fracaso en conseguir que las iraníes se sientan encantadas de tapar su cabeza para evitar que los «rayos que se emanan de sus cabellos, provoquen a los hombres», generando caos social.
Desde instalación hace 39 años, la RI ha recurrido a amenazas, castigos y premiso de toda clase, manipulación religiosa, y gastar millones de euros en la propaganda sobre las bondades del velo a través de una quincena de organismos, y lo único que ha conseguido es poner de manifiesto una mentalidad masculina empapada de obsesiones sexuales oprimidas, y el miedo a la liberación de la mujer.
Hoy, si no fuera por el velo, la RI no tendría ninguna diferencia esencial con la monarquía burguesa y absolutista del Sha. Y esto es justamente uno de los motivos por el que se niega a ceder a la exigencia popular de libre elección de vestimenta. La RI ha enlazado su existencia con el velo. Teme que la mujer se escape de su control, y desmonte el modelo de mujer esclava sexual del esposo y madre de sus hijos, que ha desarrollado, y haga desintegrar la familia, la principal pieza que sostiene la economía de mercado y normaliza las relaciones de dominio.
Irán, el país que prohibió el velo
La prenda islámica que cubre la cabeza de las féminas se había vuelto en una reliquia en el Irán de antes del 1978. Desde finales del siglo XIX, las mujeres y los hombres progresistas iraníes exigían la supresión del velo, como el símbolo del dominio del poderoso clérigo oscurantista, enemigo de la modernidad. Bajo la presión de este movimiento, el rey Reza Pahlavi (1924-1944), un anti clérigo férreo, prohibió en 1935 el velo en el espacio público, a la vez que facilitaba la entrada de una parte de mujeres al mercado de trabajo, las universidades y la política. Con su hijo, El Sha (1944-1978), la prohibición se levantó, aunque la propia dinámica de una sociedad ansiosa de avanzar, arrinconó el pañuelo.
Su dictadura, mientras detenía, torturaba y ejecutaba a las mujeres activistas, sobre todo a las marxistas, empezó a realizar bajo el nombre de la Revolución Blanca, una serie de reformas, como otorgarles el derecho al voto en 1964 (aunque fue en 1946, bajo el gobierno comunista de Azerbaiyán, que las mujeres pudieron votar por primera vez), limitar la poliginia, proteger a los derechos de las madres, elevar la edad nupcial a 16 años, y entregar becas para sus estudios. En 1964 Irán tiene su primera mujer ministra, Farrojru Parsa (ejecutada en 1979 por al RI) y en 1976 un ministerio para Asuntos de Mujer, y una segunda y última ministra que ha tenido Irán desde entonces.
Los mecanismos de someter
La revolución antiimperialista y democrática de Irán, sucedida en la frontera de la URSS, había sido abortada por una alianza entre los G4 y la extremaderecha anticomunista chiita. El mismo año de 1978, en otros dos países con frontera con la URSS, Afganistán y Polonia, los fundamentalistas religiosos asaltaban a sus gobiernos socialistas, gracias a la CIA y MI6.
Una vez en el poder, la primera medida legal de los ayatolás es anular la Ley de Familia para destruir los logros de un siglo de lucha feminista: la nueva ley «islámica» considera a la mujer una disminuida psíquica por naturaleza y de por vida, necesitada de tener un tutor, además, varón, para realizar infinitas gestiones; bajan la edad nupcial para las mujeres de 16 como a 9 años, legalizan la pedofilia; otorgan al hombre el derecho de tener 4 esposas e infinitas concubinas y arrebatan a las madres la tutoría y la custodia de sus hijos en caso de divorcio, convirtiéndolas en simples «incubadoras» o madres de alquiler.
Luego, ilegalizan las organizaciones feministas, la libertad de elegir la vestimenta (incluso su color, permitiendo solo el negro, marrón, gris y azul marino), el maquillaje, el uso de perfume, zapatos con tacones, zapatillas deportivas (para no poder echarse a correr ante una persecución policial), estar en el mismo espacio de trabajo con los hombres; entrar sin el velo en los hospitales, escuelas, administraciones públicas, cafeterías, hoteles, etc., privándoles de los mínimos derechos de la ciudadanía. Hasta en la Constitución, incluyen el artículo 115, afirmando que el presidente no puede ser mujer.
Las iraníes sin conseguir un reparto justo de las riquezas del país, o libertades políticas (pues, están prohibidos partidos y sindicatos no islámicos), perdieron hasta las libertades personales, al igual que todas las manifestaciones de alegría y felicidad: cada semana anuncian la detención de cientos de personas en fiestas de cumpleaños, una cena, una celebración de la historia preislámica del Irán. El poder sin control corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente y conduce a la actual situación, con una profunda crisis política, social económica y de legitimidad.
El velo ha sido una cortina de humo para ocultar su incapacidad de resolver los problemas heredados de la era del Sha con recetas del medievo. Decenas de miles de mujeres fueron detienen y torturadas, y cientos de ellas condenadas a muerte, entre ellas Maryam Firuz (1913-2008), líder comunista y dirigente de la Organización Democrática de la Mujer Iraní.
Y el velo significa….
Sobre la marcha las iraníes descubrimos que el velo no es más que un símbolo del estatus subgénero de la mujer, cuya principal misión es anunciar la entrada de las niñas de 7-8 años en el mercado de matrimonio. A partir de esta edad, se les prohíbe cantar, bailar, soltar una carcajada, jugar con los chicos, hacer deporte y entrar en los espacios de ocio, pisoteando los derechos de la infancia de las niñas. Sin duda, uno de los principales motivos del subdesarrollo de los países ‘musulmanes’ es privar la sociedad del talento, de las capacidades y de la felicidad de la mitad de su población.
La religión debe estar separada del poder. El totalitarismo islámico en Irán ya empieza a mostrar signos de agotamiento.
Cuando una sociedad pierde el miedo, sus gobernantes deben empezar a sentir pánico.