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Entrevista a Jesús Giráldez, miembro de la Coordinadora Montaña Tindaya contra el macroproyecto de Chillida

«La clase política quiere convertir la montaña de Tindaya en un parque temático»

Fuentes: Rebelión

Un cubo de 50x50x50 metros -ideado en 1994 por el fallecido escultor Eduardo Chillida- en el interior de la montaña de Tindaya (Fuerteventura), para lo que haría falta perforarla. Es el proyecto impulsado por el Gobierno de Canarias, que continúa en pie pese a que la montaña, de 400 metros de altitud y 186,7 hectáreas […]

Un cubo de 50x50x50 metros -ideado en 1994 por el fallecido escultor Eduardo Chillida- en el interior de la montaña de Tindaya (Fuerteventura), para lo que haría falta perforarla. Es el proyecto impulsado por el Gobierno de Canarias, que continúa en pie pese a que la montaña, de 400 metros de altitud y 186,7 hectáreas de superficie, tenía consideración sacra para los pueblos majos, y actualmente está protegida por sus valores naturales y arqueológicos. Sin que hayan comenzado las obras, la Coordinadora Montaña Tindaya denuncia el «robo por varias vías» de 32 millones de euros de dinero público. «La misma clase política que aprueba las figuras de protección -gracias a la buena labor de los técnicos- es la quiere convertir Tindaya en un negocio turístico», afirma Jesús Giráldez Macía (Las Palmas, 1964), que además de historiador y profesor de Enseñanza Secundaria es activista de la Coordinadora Montaña Tindaya, constituida en 1996, y otros movimientos sociales. Giráldez se ha implicado en la defensa de la montaña desde que empezó a residir en Fuerteventura, hace casi 20 años.

Pero no es la única amenaza ambiental y territorial que planea sobre esta isla de 110.000 habitantes y declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2009. El activista denuncia la especulación urbanística que tuvo lugar entre 2000 y 2010 en Fuerteventura. «Durante esa década, las plazas alojativas (residenciales y turísticas) superaron todo lo construido desde 1405, cuando se ultima la conquista europea; en una década se construyó más que en 600 años», explica. ¿Algún ejemplo actual de macroproyecto «desarrollista»? Según Jesús Giráldez, «el tendido eléctrico de Alta Tensión que está ejecutándose en la isla, y cuyo impacto queda reflejado por la instalación de 230 torres que tienen entre 35 y 50 metros de altura; no existe ningún argumento que lo justifique pero el Gobierno de Canarias, para facilitar los trámites, declaró este nuevo atentado medioambiental de Interés General».

 

-En 2005 publicaste «Tindaya: el poder contra el mito», ensayo reeditado en 2007 y 2009. En 2017 escribiste un artículo con el mismo título en el libro «Tindaya. El monumento ya existe», editado por Zambra, Baladre, Libreando y la Coordinadora Montaña Tindaya. ¿Qué significa el «mito» de Tindaya y por qué lo reivindicas?

En el libro explico brevemente la acepción de mito que reivindico para la Montaña. Cito al colectivo de escritores italianos Wu Ming y a Eduardo Galeano. Me refiero al mito como una metáfora colectiva, especialmente de los pueblos indígenas (como es el caso) que ha permitido que relatos ancestrales lleguen hasta nuestros días. Son referencias cuya reivindicación y actualización (los relatos son modificables) permiten a las comunidades contemporáneas obtener nexos de una historia compartida.

El caso de la Montaña de Tindaya es, desde ese punto de vista, paradigmático. Y paradójico. Los nacionalismos regionales siempre han acudido a los mitos como señas de identidad (aunque a menudo tergiversados y adaptados a su finalidad política). En el caso de Tindaya el partido más empeñado en convertir la montaña en un parque temático es Coalición Canaria (en realidad, algunos de sus líderes), un partido que se autodefine como nacionalista. Conozco pocos casos en el estado español donde una joya paisajística, geológica, etnográfica y cultural que es referencia de un pueblo pueda ser destruida en beneficio del dios turístico por quienes deberían de hacer de ella un ejemplo visible de nuestra historia común.

-La montaña de Tindaya, de 400 metros de altitud, está declarada Monumento Natural, Punto de Interés Geológico, Bien de Interés Cultural (BIC) y posee un notable valor arqueológico (más de 300 grabados podomorfos). ¿Por qué razones Coalición Canaria, el PSOE (que gobiernan en coalición el Cabildo de Fuerteventura) y el PP defienden el macroproyecto de Chillida, cuando Tindaya es el paraje con más figuras de protección de Canarias?

Es otra de las lamentables paradojas. Tindaya es el lugar de Canarias con mayor número de figuras de protección. Y lo es en virtud de sus valores objetivos. A pesar de eso, la misma clase política que le otorga esas protecciones (gracias a la buena labor técnica de los expertos en las diferentes materias) es la que quiere transformarla y convertirla en un negocio que nada tiene que ver con sus valores.

Para que eso ocurra se deben dar varios condicionantes. El primero es, de algún modo, el complejo de inferioridad de las elites canarias. Cuando Chillida plantea el vaciado de la Montaña la clase política insular se pone a sus pies: ¡El artista sublime nos va a poner en el mapa! Consideraron en la obra de un artista vasco de renombre internacional está por encima del espacio sacralizado de un pueblo indígena y de la naturaleza que representa la Montaña. Es un ejemplo claro de papanatismo e ignorancia, algo, por otro lado, consustancial a la clase política de este archipiélago.

Pero en realidad, salvo algunos incautos y románticos, pocas personas de la política insular se creen sus propios argumentos. Lo que mantiene vivo el proyecto de vaciado no es la idea de un artista fallecido, sino esa epidemia tan extendida en el Estado (y que la crisis paralizó en gran medida) de macroproyectos sin sentido utilitario (y mucho menos de beneficio colectivo) pero que implican un gran desembolso de dinero público para el agiotaje privado.

-En 2008 el consejero de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias, Domingo Berriel, reconoció que el dinero público gastado en el monumento ascendía a 25,7 millones de euros, sin que todavía en 2018 se hayan iniciado las obras. ¿Consideras que se han producido supuestas irregularidades y corrupción?

No es ninguna consideración subjetiva, es una realidad palpable y constatable. Desde el reconocimiento en 2008 del robo de 25,7 millones de euros la cifra sigue aumentando. Nuestros cálculos van ya por 32 millones de euros. Es todo un récord mundial que convierte la no-obra de Chillida en la supuesta obra de arte más cara del planeta: sin moverse una piedra y sin iniciarse el proyecto nos han robado por varias vías 30 millones de euros. Mientras tanto en mi centro educativo impartimos clases en barracones; mientras tanto adolecemos de especialistas médicos que hace que todos los días decenas de personas se tengan que trasladar a Gran Canaria para tratamientos médicos básicos inexistentes en Fuerteventura.

-En mayo de 1995 el ejecutivo canario declaró «de interés general» el vaciado y perforación de una parte de la montaña para implantar el cubo de Chillida. ¿Es el interés colectivo lo que se ha estado defendiendo durante más de dos décadas? ¿Quién se beneficia del proyecto de gran escultura?

Obviamente no hay ningún interés colectivo en esa declaración. De hecho no había ni un proyecto: lo que declaran de interés general es la idea de un escultor. El interés colectivo lo están defendiendo los grupos y personas que consideran que el Monumento ya existe y que dejan su tiempo, su dinero y sus esfuerzos en que ese espacio natural y cultural pueda seguir siendo admirado. Los que se han beneficiado directamente del caso de corrupción que acompaña al proyecto desde el inicio tienen nombres y apellidos.

Se benefició a los dueños de las canteras que operaban en Tindaya para la extracción de piedra ornamental. Como la obra era incompatible con las canteras se rescataron por un precio desorbitado: 1200 millones de pesetas por algo que, de acudir a la expropiación no habría pasado de los 10 millones de pesetas.

Se benefició a un conglomerado político – empresarial al que se le concedió 2000 millones de pesetas para iniciar el proyecto que nunca se ejecutó.

Se ha beneficiado a Estudios Guadiana, empresa de los Fernández Ordóñez, amigos íntimos del escultor, que sin ningún concurso público se hicieron con un millón y medio de euros para realizar los sondeos geológicos. Es decir, se encargaron los sondeos (a dedo) a la empresa que va a hacer el monumento. El resultado, claro está, es que según ellos la obra se puede hacer. Algo cuestionado por geólogos y vulcanólogos (y por la propia lógica): ¿Cómo se puede hacer un cubo de 50 metros de lado en el interior de una Montaña sin ningún tipo de artificio que sujete sus techos y sus paredes?

-En los tres primeros meses de 2018, la Consejería de Turismo ha promocionado la «marca» Islas Canarias en más de 20 ferias turísticas españolas e internacionales. A las islas llegaron 15,9 millones de turistas en 2017, un 6,5% más que el año anterior. Las plazas de alojamiento hotelero en Fuerteventura han aumentado un 174% entre 2002 y 2017. ¿Encaja en este modelo la iniciativa del fallecido artista vasco?

Fuerteventura, en el 2017, fue la isla del mundo que recibió mayor número de turistas en relación al número de residentes. En el año 2016 recibimos 3’2 millones de turistas. Nos toca a 32 turistas por persona. Cada récord turístico es celebrado sin ninguna clase de pudor por la clase política. Como en otros casos y lugares no existe ningún reflejo en el bienestar colectivo: sueldos de miseria en el sector, degradación del paisaje y de los recursos naturales y una tasa de paro superior al 20%.

Desde la lógica del poder la obra de Chillida es totalmente compatible con este modelo de turismo de masas aunque en su laberíntico discurso vendan el proyecto como un ejemplo de turismo cultural. Para el poder insular, Tindaya, que es un espacio arqueológico único en el mundo, no es cultura. Es un ejemplo práctico de que la ignorancia activa las neuronas de la clase política.

-Hace un mes la Coordinadora Montaña Tindaya denunció pintadas (una bandera de España) sobre los grabados rupestres de la montaña de Jaifa, en Puerto Rosario. También se han denunciado agresiones contra el patrimonio en la Montaña de Tindaya, el yacimiento de los Soles de Tejate y la estación de grabados podomorfos de Los Risquetes, en el municipio de La Oliva. ¿Son frecuentes estos ataques? ¿Quién es el responsable?

Estos ejemplos no son, como bien sabemos, exclusivos de Fuerteventura. Lo son de toda Canarias y otros lugares. En marzo de este año el yacimiento prehistórico de Sa Naveta des Tudons en Menorca fue objeto de actos vandálicos. Es complicado mantener protección continua sobre todos los yacimientos arqueológicos y siempre están a expensas de que cualquier desaprensivo los dañe.

Pero, en el caso de Fuerteventura, la falta de protección, de información y de iniciativas educacionales es terrible. El Cabildo (Gobierno insular) es el que tiene las competencias en materia de patrimonio histórico. En el caso majorero (gentilicio de Fuerteventura), la desidia institucional es su mayor característica. Son las propias instituciones (ayuntamientos y Cabildo) las que en algunas de las circunstancias señaladas han permitido obras en espacios arqueológicos protegidos.

En la carta arqueológica insular están catalogados más de 800 yacimientos de la cultura del pueblo maho. La gran mayoría están absolutamente desprotegidos, sin excavar ni estudiar. En la isla hay 28 ermitas e iglesias catalogadas como Bienes de Interés Cultural (BICs). En cambio sólo seis yacimientos arqueológicos han sido catalogados como tales, que es el primer paso para que su protección sea efectiva.

-Fuerteventura cuenta con parques temáticos como Oasis Park, en la que es posible interactuar con leones marinos por 45 euros o disfrutar de un «camel Safari» por 12 euros; otro gran parque, el Acua Water Park de Corralejo (La Oliva), anuncia «25.000 m2 de diversión sin límite». ¿Se proyecta algo similar con el «sueño» de Chillida en Tindaya?

Es eso exactamente lo que se quiere hacer con Tindaya. El proyecto inicial no solo incluye el vaciado que, recordemos, es un cubo de 50 metros de lado con dos tragaluces en la cima. Al cubo se accedería por una embocadura de 10 metros cuadrados situada en la mitad de una ladera. Además de la obra en sí, el proyecto incorpora un jardín botánico, unos enormes aparcamientos para las guaguas turísticas, tiendas diversas y un museo de obras de Chillida. Es la única manera de que, en el caso improbable de que se pudiese hacer la obra, el resultado no fuese ruinoso. Este disparate no casa ni tan siquiera con la idea del escultor que, según declaró, pretendía que las personas que entraran en el interior del cubo se sintieran insignificantes en relación a la magnificencia de la naturaleza. Sin entrar ahora a cuestionar tal filosofía artística, es improbable que nadie pueda sentir nada de eso cuando, para hacer rentable la obra, se formen colas de turistas y se llene de multitudes el interior.

-Tras décadas de lucha y recursos judiciales -por la delimitación del Bien de Interés Cultural (BIC) o la Declaración de Impacto Ambiental-, ¿en qué punto se encuentra hoy la movilización popular? ¿Cree la opinión pública que, como dice la Asociación de Empresarios Turísticos de Fuerteventura, los cubos serán «un atractivo arquitectónico-cultural a nivel mundial»?

Los empresarios turísticos de esta isla son los principales beneficiados de las políticas públicas del sector, de ahí que defiendan todo lo que les venga del ámbito del poder político. Es el empresariado más beneficiado de las ventajas fiscales del Régimen económico especial que tienen las islas. Es poco conocido pero, por ejemplo, el empresariado tiene un instrumento especial (llamado Reserva de Inversiones de Canarias, RIC) según el cual pueden de dejar de tributar a la hacienda pública hasta el 90% de los beneficios anuales siempre y cuando lo dirijan (en el plano teórico) en la creación de empleo. Por poder, pueden hasta invertir esos beneficios en la compra de deuda pública.

Otro ejemplo son los Patronatos de Turismo, órganos dependientes de los Cabildos. En esencia son organismos públicos que le hacen la propaganda internacional al sector. Es lo que tiene el capitalismo periférico: con dinero público se financian las campañas para atraer turistas para el sector privado insular. Con estas prerrogativas, ¿hay alguien que dude que este empresariado no va a apoyar un parque temático privado?

-¿Y los intereses de las clases populares?

Al otro lado está un sector cada vez más amplio de la sociedad majorera. Cuando el Gobierno de Canarias declara de Interés General la obra lanza una enorme campaña mediática para vender el proyecto. Se trajeron (con todos los gastos pagados) a reporteros de los principales periódicos españoles y algunos internacionales para vender las virtudes del proyecto; se paseó una maqueta que costó una fortuna por ARCO, FITUR y varias ferias internacionales; embaucaron al cineasta Carlos Suárez para que realizara un cortometraje de alabanza a la obra; por llegar llegaron hasta lograr el apoyo de la Casa Real.

Con tal despliegue de medios es normal que una parte significativa de la sociedad majorera viese con buenos ojos el proyecto. Pero estamos haciendo referencia a 1997. Veinte años después las opiniones han revertido, de tal modo que las encuestas revelan que la mayoría de la población de la isla y del archipiélago está a favor de que Tindaya siga siendo lo que es y que, además, se estudie y promocione.

-¿Por qué se ha producido este cambio en la percepción ciudadana?

En primer lugar está el dinero. No han sido capaces de justificar el robo que nos han perpetrado. Eso hizo que cambiaran de estrategia y salieran en los medios expresando que no se va a gastar ni un euro público más en la obra y que el proyecto lo hará una (o varias) empresa privada que sufragará el coste que luego recuperará con la venta de las entradas gracias a una concesión administrativa del parque temático. El presupuesto de salida son 80 millones de euros, algo totalmente ridículo para una obra de ingeniería inédita y con innumerables problemas técnicos. Todo puede ocurrir, pero se nos antoja muy complicado que ni el empresariado más osado pueda invertir un dinero ingente para recuperarlo dentro de 30 años.

Además están los problemas y soluciones técnicas. La bóveda se inventó hace miles de años como solución técnica para las grandes cavidades y edificios. La obra plantea un techo plano de 50 metros cuadrados, de una piedra fracturada por su propia geología y que tendría encima millones de toneladas de peso. El propio informe geológico hecho por Estudios Guadiana concluye que el proyecto es viable pero que «se despiertan numerosas incertidumbres que no se podrán solventar hasta que no se empiece a horadar la montaña». De hecho, las soluciones técnicas planteadas nunca han sido realizadas en ninguna intervención, es pura ingeniería ficción.

Por otra parte, están los procesos judiciales en curso que llegan hasta los inicios del caso de corrupción. Cuando se recatan las canteras se hace un contrato de venta increíble. Aparte del dinero desembolsado en aquel momento, el dueño de una de las canteras es el futuro poseedor del 50% de las acciones del proyecto futuro.

-¿En qué términos se sitúa hoy el conflicto?

En definitiva, el poder busca a algún empresario que invierta cientos de millones (para recuperar dentro de treinta años) en una obra sin avales técnicos y con varios litigios en curso. Pero cosas más extrañas se han podido ver, de ahí que lleguemos al cuarto y quizás más importante de los argumentos para conservar nuestro patrimonio: el conocimiento. Durante los más de 20 años de su existencia la Coordinadora Montaña Tindaya no ha cesado en su empeño de divulgar los valores reales de ese trocito de nuestra historia y naturaleza, a la par de denunciar públicamente y judicialmente las irregularidades del proyecto. La lucha ha trascendido la isla y se han formado grupos de defensa de Tindaya en varias islas. Actualmente es la lucha ecologista y de defensa del patrimonio más longeva de Canarias. Esta perseverancia ha tenido sus efectos. Nunca hemos claudicado porque hemos entendido que si Tindaya (el espacio más protegido de Canarias) cae, cualquier cosa puede pasar con el patrimonio de este archipiélago.

-A finales de 2016 Diario de Fuerteventura recogió en un titular la siguiente declaración del presidente del Cabildo, Marcial Morales, de Coalición Canaria: «Esperemos que se empiece a trabajar en Tindaya en 2018». ¿Existe tal posibilidad?

Esta gente vive en la sociedad del espectáculo que tan bien definió y explicó Guy Debord. Viven en una realidad paralela donde lo importante es el relato, la imagen, la grandilocuencia y lo efímero. Invito a quien leyera esta entrevista a que sondee en la red las veces que, año tras año, han dicho que las obras empezarán en breve. En 1998, por ejemplo, José Miguel Barragán, hoy consejero del Gobierno de Canarias, ya decía que las obras empezarán, sí o sí, antes de que acabara ese año. Y así hasta nuestros días.

En el caso que mencionas, Marcial Morales, presidente del Cabildo, no tiene ni idea del proyecto. Le vino sobrevenido con el cargo y está intentando lidiar con esta herencia no muy deseada. Pero al igual que la mayoría de la clase política y empresarial no sabe lo que dice.

Al respecto les invito a que accedan al documental Tindaya que se puede visualizar en youtube. Está realizado por un grupo de jóvenes periodistas canarios independientes, un grupo denominado Despiertos TV. Verlo aclara muchas cosas pero también da un poco de miedo ver en manos de quién estamos. La entrevista en el documental a Marcial Morales deja claro su desconocimiento pero todavía estremece más ver (a pesar de que nos pueda arrancar alguna carcajada) la parte en que se entrevista a Lorenzo Fernández Ordóñez (el ingeniero que va a dirigir el proyecto) y a Luis Chillida, hijo del escultor. En esa entrevista queda claro que un proyecto de esta magnitud está en manos de gente sin ningún tipo de vergüenza. En nuestra página web, salvartindaya.org hay cumplida y extensa información sobre Tindaya y la pesadilla que le ha tocado vivir.

-Por último, ¿Qué consecuencias ambientales y territoriales tendrán la nueva Ley del Suelo y de Espacios Naturales de Canarias, aprobada en junio de 2017, y la revisión del Plan Insular de Ordenación de Fuerteventura (PIOF), actualmente en tramitación? ¿Qué opinas de las «zonas turísticas estratégicas»?

La Ley del Suelo de Canarias es la mayor amenaza que pende sobre el territorio de este archipiélago a la deriva. Nada quedará libre de ser transformado, ni un palmo de terreno insular podrá evitar la especulación. Han hecho una ley para facilitar al máximo los trámites que permitan la construcción. No queda a salvo ni el suelo agrícola ni los espacios naturales donde se permiten excepciones que acabarán por ser la regla. Se cargan los escasos mecanismos de control y la mayor parte de las decisiones para otorgar permisos y licencias quedan en manos de los ayuntamientos.

Han recurrido al populismo más inmoral para justificar esta Ley. La frase más repetida desde el poder es que la ley se hace para que el humilde agricultor o el pobre ganadero no tengan que pasar un infierno burocrático para poder realizar alguna reforma en su explotación. Y esto lo dice quien ha permitido que el sector primario sea solo del 1’4% del PIB canario. Además, deben de ser muy torpes, porque para permitir que un agricultor ponga una valla en su propiedad han tenido que hacer una Ley de 408 artículos y 21 disposiciones adicionales.

Con respecto al Plan Insular de Ordenación de Fuertefentura (PIOF) más de lo mismo. Recientemente el presidente del Cabildo (Coalición Canaria) y el vicepresidente (PSOE) han realizado unas declaraciones donde se muestran muy ufanos porque el PIOF permitirá la creación de 28.000 camas turísticas más, poniendo el acento en que «la capacidad de carga de la isla está muy lejos de alcanzarse (sic)». ¿Alguien duda de que estamos gobernados por psicópatas medioambientales?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.