El último escándalo de los abusos sexuales a menores en la iglesia católica de Estados Unidos ha confrontado a la sociedad con un problema que ya viene coleando desde hace muchos años; para encubrir y amortiguar el daño que al catolicismo pueda estar significando este asunto, la Iglesia católica, sobre todo en los países protestantes, […]
El último escándalo de los abusos sexuales a menores en la iglesia católica de Estados Unidos ha confrontado a la sociedad con un problema que ya viene coleando desde hace muchos años; para encubrir y amortiguar el daño que al catolicismo pueda estar significando este asunto, la Iglesia católica, sobre todo en los países protestantes, ha ido indemnizando, reconociendo y al mismo tiempo, encubriendo, esta realidad. Solamente baste recordar la actitud que tuvo el Papa Francisco del encubrimiento de los abusos sexuales en su última visita a Chile. También y menos conocido y aún más encubierto por la institución católica, es la violación de miles de monjas en la misiones del mundo en desarrollo, realizadas por los misioneros católicos.
La iglesia católica y otras religiones en el mundo están obsesionadas por el sexo. Incluso se podría afirmar, si la iglesia fuera una persona física, que su obsesión tiene características de delirio. La batalla que lleva la iglesia católica en contra de la libertad sexual hace que se enfrente con la sociedad civil y también con la comunidad científica. La legislación restrictiva en estos asuntos que existe en muchos países del mundo, así como la legislación sobre matrimonio y divorcio y aborto, ha estado condicionada por las injerencias de las iglesias y particularmente de la iglesia católica, como recientemente hemos visto en Argentina.
Uno de los rasgos distintivos del catolicismo es la imposición dela represión sexual al clero; el clero de otras religiones no tienen unos patrones tan represivos de la sexualidad y aunque la mayoría de religiones comparten su carácter machista y de desprecio ala igualdad la mujer y una homofobia intolerable, el clero de otras religiones, incluso los católicos de rito oriental, pueden casarse y no existe el celibato como norma. No cabe duda que en los esquemas de la represión sexual del clero católico están en la raíz del abuso sexual. En general, en todas lo sociedades donde hay esquemas de represión sexual y se restringe la libertad sexual hay abusos sexuales.
El que organizaciones privadas como la iglesia católica impongan a sus miembros unas pautas de represión sexual obligatoria no debiera permitirse en una sociedad democrática ya que la libertad sexual es un derecho humano que debe protegerse, de igual manera que las organizaciones que marginan a la mujer o los homosexual deberían ser sancionadas y reprimidas ya que van contra las leyes comunes. La idea que las organizaciones privadas pueda violar las libertades y derechos de las personas en su interior, en aras de una supuesta libertad, es una idea reaccionaria y las sectas de todo tipo y también la católica realizan prácticas de coacción a sus miembros que transgreden los derechos humanos y uno de ellos es la libertad sexual de las personas.
Una observación que debemos realizar en el asunto de los abusos sexuales del clero católico es que estos casos están apareciendo, si exceptuamos Irlanda, mayoritariamente en países protestante o evangélicos o donde los evangélicos tiene gran influencia: es el caso de EEUU o Australia y ello tiene también mucho que ver con la guerra del mercado religioso que se está produciendo en esas sociedades donde los evangélicos saben utilizar ese talón de Aquiles que es el abuso sexual en el clero católico; también debemos preguntarnos por qué estos casos no están apareciendo tanto en los países católicos donde el clero católico es el mayoritario ( caso de Italia, Grecia, España o Portugal) y quizás ello tenga que ver con una ocultación social de los abusos sexuales. Lo que es vergonzoso es que en España se siga amparado y fomentado la educación de los niños y jóvenes en colegios católicos y que, en nombre de la libertad religiosa, se inculque una ideología represora de la sexualidad, machista y homófoba. Lo que es intolerable es que más de 9.000 menores tutelados por las administraciones públicas estén siendo cedidos -con dinero público- a organizaciones religiosas y sectas, sometidos estos menores a una ideología reaccionaria en contra de la sexualidad libre y la igualdad y que, por su represión, es la base del abuso sexual.
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