Toca hoy comentar la presentación del traductor del libro, César Ruiz Sanjuán [CRS]. El título: «La nueva lectura de Marx», páginas 19-42. Recogemos algunas de sus ideas (¡son muchas!), siete en total, de un texto que muestra el profundo conocimiento y la no menos profunda identificación de CRS con la obra del filósofo alemán. […]
Toca hoy comentar la presentación del traductor del libro, César Ruiz Sanjuán [CRS]. El título: «La nueva lectura de Marx», páginas 19-42. Recogemos algunas de sus ideas (¡son muchas!), siete en total, de un texto que muestra el profundo conocimiento y la no menos profunda identificación de CRS con la obra del filósofo alemán.
1. «La exposición de MH pone de manifiesto la magnitud intelectual de la obra de Marx y su singularidad como una nueva forma de teoría en la historia del pensamiento. Pero constata asimismo que Marx no siempre fue coherente en la articulación de su nueva concepción teórica y en ocasiones desarrolló sus planteamientos sobre la base de sistemas conceptuales anteriores, lo que tiene como resultado que determinadas partes de El Capital presenten un carácter ambivalente» (p. 19).
Conviene retener la idea-fuerte de este paso: la obra teórica de Marx significauna nueva forma de teoría en la historia del pensamiento. ¿Qué tipo de nueva teoría? Esta es la cuestión.
2. «[…] también es frecuente la afirmación de que el determinismo histórico de la teoría de Marx se basa una concepción especulativa de la historia que carece de base científica y simplifica la complejidad de los procesos históricos, y que la explicación de todos los fenómenos sociales a partir de causas económicas resulta asimismo demasiado simple para dar cuenta de la complejidad de la estructura social. En este caso se confunde el análisis teórico de Marx con la doctrina ideológica que ha recibido el nombre de «marxismo», una concepción simplificada de la sociedad y de la historia que presuntamente se basa en la teoría de Marx, pero que en muchos casos no tiene demasiado que ver con ella y que ha estado al servicio de otros fines muy distintos al de la explicación teórica del modo de producción capitalista. La teoría de Marx es rechazada basándose en estas afirmaciones con un énfasis que […] suele ser directamente proporcional al desconocimiento que se tiene de El capital» (pp. 20-21).
El paso tal vez generalice en exceso al hablar de marxismo, una «doctrina ideológica» en opinión de CRS (y también MH). No se está claro cuál es el referente de marxismo en este contexto y no están claros esos fines externos a los que hace referencia CRS. ¿La defensa de la URSS? ¿La justificación teórica-política del llamado o mal llamado «socialismo real»? Recordemos lo de la «concepción simplificada de la sociedad y de la historia». Por lo demás, ¿qué concepción, qué teoría, qué filosofía no lo es?
Salvo error por mi parte, los últimos escritos de Engels y las aportaciones complementarias (y coincidentes) de Karl Kautsky serían las causas fundamentales de la incomprensión que presenta el «marxismo».
3. «El objeto de su exposición [de la de Marx] no son las relaciones capitalistas tal y como se presenten en su momento histórico sino las determinaciones esenciales que definen al capitalismo y que, por consiguiente, tienen que ser comunes a toda forma histórica del capitalismo en tanto que se defina como tal. La exposición de Marx se desarrolla, pues, a un altísimo nivel de abstracción. El material empírico le sirve para ilustrar su exposición teórica… pero no se trata en ningún caso de analizar una determinada forma del capitalismo presente empíricamente, sino de investigar la estructuras fundamentales que están a la base de toda forma de capitalismo» (p. 22).
Esta es una de la tesis fuertes de MH en su lectura de El capital: el objeto de investigación marxiano no es el capitalismo inglés o francés del siglo XIX ni la evolución del capitalismo en una determinada época histórica, sino el análisis de la forma capital, aquello que hace que una sociedad pueda ser calificada, etiquetada o pensada como sociedad capitalista. La investigación empírica ilustra, confirma (o no) en ocasiones, lo pensado y establecido en la teoría.
4. «Frente a esta comprensión restringida de la «crítica», cabe entenderla a un nivel más esencial como una crítica de los fundamentos teóricos sobre los que se levanta la totalidad de la economía política, una crítica de los presupuestos sobre los que se establece como ciencia. Y en tanto que esta ciencia es la instancia central a partir de la cual la moderna sociedad burguesa se comprende a sí misma, se está criticando al mismo tiempo tal autocomprensión. Esa critica constituye el camino a través del cual se lleva a cabo el análisis de las estructuras y de los procesos económicos de la sociedad moderna» (p. 23).
Otra tesis fuerte del autor y del traductor. Y al criticar esos fundamentos teóricos, parece apuntarse que se critica la totalidad de la economía política (nuestra «ciencia económica»), sus mismas pretensiones de ser una ciencia, sus pretensiones de ser un saber que no es tal. La teoría de Marx, por tanto, no sería una teoría alternativa de teoría económica, otra teoría más (mejor, más elaborada, más contrastada, más ajustada a su objeto de estudio) dentro del ámbito de «las teorías económicas» sino otra cosa, algo distinto.
Esa crítica sería, por ende, una crítica, a la totalidad por así decir, de la autocomprensión (ideológica, falsa consciencia) de la sociedad burguesa de sí misma. Con mala metáfora, dos pájaros de un solo tiro… O tres: de las teorías económicas, de la autocomprensión burguesa de la sociedad, y de los mecanismos de explotación de esa misma sociedad.
CRS apunta finalmente que esa crítica es «el camino a través del cual se lleva a cabo el análisis de las estructuras y de los procesos económicos de la sociedad moderna». Parece, pues, que en el caso del proyecto marxiano, crítica y construcción alternativa van cogidas de la mano. No hay divorcio, hay intimidad teórico-práxica.
5. «Los elementos fundamentales de este «marxismo ideológico» son: una visión economicista de la sociedad, que reduce la explicación de todos los procesos sociales a causas económicas; una concepción determinista de la historia, según la cual el modo de producción capitalista colapsará inexorablemente como resultado de sus contradicciones internas; una concepción mecánica de la dialéctica, entendida como un conjunto de leyes que determinan el curso de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Quedó así constituido definitivamente el «marxismo» como ideología que permitiría explicar todos los procesos posibles e instituía una cosmovisión vinculante para el conjunto de la clase obrera» (p. 26).
Si el marxismo ideológico incorpora todas esas características (determinismo, economicismo, la dialéctica como «ciencia» del movimiento de la totalidad), muchas corrientes marxistas estarían fuera de ese marxismo ideológico. Ni la obra y praxis de Lenin o de Gramsci, por ejemplo (entre mil más) podrían incluirse en ese tipo de marxismo. Tal vez sea ésta una etiqueta que englobe demasiado y una lo que no permite ni debe ser unido.
6. «En esta recepción de la obra de Marx, la teoría del valor ya no se interpreta simplemente como una teoría que analiza las relaciones de intercambio de las mercancías, a partir de la cual se debe explicar un sistema de precios relativos, ni la teoría del plusvalor se reduce a la explicación del proceso de explotación del trabajador en las condiciones capitalistas. La teoría marxiana es interpretada con mayor amplitud como la explicación y la crítica de la forma general que adopta el proceso social en el modo de producción capitalista y de las distintas formas de pensamiento invertidasque se desprenden de él, que determinan tanto la concepción espontánea de las personassometidas a las relaciones capitaistas como la perspectiva teórica de la economía política que tata de explicar esas relaciones» (pp. 31-32).
El traductor usa normalmente la expresión plusvalor, no el tradicional plusvalía de las traducciones castellanas. Tal vez mejor, más ajustada al concepto.
La anterior es una consideración central sobre el papel (esencial) de la teoría del valor (una concepción no sustancialista de la teoría) en la lectura de MH. Por detrás, conceptos como inversión, fetichismo y mistificación. Lo esencial y más fructífero y filosófico de su aproximación.
7. «La lectura de MH comprende la obra [de Marx], por el contrario, como una construcción conceptual que reproduce teóricamente la conexión objetiva de las relaciones económicas que se presentan en la sociedad capitalista desarrollada. Esta construcción teórica no se deriva en ningún caso del análisis del desarrollo histórico de las sociedades, por lo que no puede existir una correspondencia determinada entre el orden de sucesión histórico de las relaciones económicas y el orden lógico de deducción de las categorías. Este está referido a la relación que tienen las categorías en la sociedad capitalista, no al orden en que han aparecido históricamente las relaciones que se expresan en ellas» (pp. 35-36)
Otro de los puntos esenciales de la lectura de MH y de CRS. Convendrá detenerse en su momento. No es asunto marginal ese de las relaciones entre la historia y lo teórico, entre desarrollos históricos y desarrollos conceptuales. Manuel Sacristán, por ejemplo, habló de ello en sus grandes artículos: «El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia».
Entremos ya en el libro de MH. Vamos al capítulo I, «Capitalismo y «marxismo»», y a su primer apartado: «¿Qué es el capitalismo?».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.