El gobierno de ZP echó a andar con algunas importantes decisiones esperadas: retorno de los soldados de Iraq, gobierno paritario, y una actitud de diálogo. Pero ya aparecen las primeras nubes encargadas de recordarnos lo que es un gobierno de este Psoe convertido en un partido atrápalotodo, más populista que obrero. Que ni siquiera hace […]
El gobierno de ZP echó a andar con algunas importantes decisiones esperadas: retorno de los soldados de Iraq, gobierno paritario, y una actitud de diálogo. Pero ya aparecen las primeras nubes encargadas de recordarnos lo que es un gobierno de este Psoe convertido en un partido atrápalotodo, más populista que obrero. Que ni siquiera hace una política socialdemócrata en serio -para eso ya está ahí Izquierda Unida, en el antiguo sentido de la expresión- sino una política que acabará por apagar los entusiasmos que suscitó la victoria popular.
Aquella victoria la logramos todos y no sólo el Psoe: echar del gobierno al que se dice -la mentira hasta en el nombre- Partido Popular (el PP es un partido decididamente antipopular).
Una primera nube sobre ZP es la convocatoria de una reunión del Pacto Antiterrorista sin ampliarlo a los demás grupos políticos. Eso revela que de momento ZP prefiere, en lo tocante al antiterrorismo, el acuerdo con el PP a un acuerdo con todas las fuerzas políticas. Que se ilegalice a HZ no es tampoco una buena noticia, sino todo lo contrario, desde el punto de vista de la salud democrática del sistema político.
Otra nube, o nubarrón, es el abandono a su suerte del Polisario en el afán por mejorar la relación con Marruecos entorpecida por Aznar. Ésta es una vergüenza que casa mal con la pretensión de realizar una política internacional basada en principios.
Más nubosidad cuando este gobierno no ha sido capaz de cerrar el grifo al despilfarro de dinero público en la boda del heredero de la corona, ni haber modificado el planteamiento escenográfico de esa celebración, más propio del nacionalcatolicismo que de los valores laicos constitucionales. ZP ha tolerado un teatro de estado inconsistente con un país donde muchas familias tienen dificultades para llegar a fin de mes.
El intento gubernamental de ponerse de acuerdo con el PP para limitar a la institución del Senado y a la elección directa de los alcaldes las reformas del sistema constitucional y político parece una simple operación de revoque de fachada. Los problemas que tiene planteados la democracia en andrajos que han dejado González y Aznar no se resuelven sin un avance substancial del proceso de democratización que levante las hipotecas existentes. Y eso va mucho más allá de los proyectos que deja entrever el gobierno ZP.
Y los más inmediatos nubarrones, que anuncian tormenta, son las buenas migas del gobierno con el proyecto de lo que llaman constitución europea. Aquí el movimiento altermundista tiene que plantarse. Una construcción europea basada en la sola ampliación del mercado, pero no en la construcción de instituciones efectivamente democráticas, es un escarnio. Merece el rechazo y la desobediencia. Como europeos, no somos ciudadanos. El Parlamento europeo tiene escasísimas atribuciones y casi ninguna capacidad de control. Y es lo único europeo que votamos. Los derechos sociales no quedan garantizados en ese proyecto pseudoconstitucional de tecnócratas calificados de «notables» (algunos son notablemente rapaces). Esta Europa otanizada, que permite a Estados Unidos sustraerse al Tribunal Penal Internacional, con las consecuencias de todos conocidas, es en realidad la Europa despreciable. La que queremos no es ésta. Tampoco es lo nuestro el futuro «ejército europeo» que se trama a espaldas de los ciudadanos de España, Italia, Francia, Alemania, Holanda A efectos europeos no somos ciudadanos sino simples súbditos.
Demasiadas nubes en poco tiempo. Y eso que, por la cortesía acostumbrada en estos primeros pasos, no se ha hablado aquí de política económica.