No obstante, Bruselas renuncia a seguir ejerciendo el papel de liderazgo en la lucha contra el cambio climático por los costes que representa, y exige que se impliquen en igualdad de condiciones Estados Unidos, y potencias emergentes como China o India. La UE jugó un papel central en la redacción del protocolo, y lo ha […]
No obstante, Bruselas renuncia a seguir ejerciendo el papel de liderazgo en la lucha contra el cambio climático por los costes que representa, y exige que se impliquen en igualdad de condiciones Estados Unidos, y potencias emergentes como China o India.
La UE jugó un papel central en la redacción del protocolo, y lo ha seguido defendiendo a ultranza frente a la decisión de Estados Unidos de retirarse, cuando George W. Bush llegó al Gobierno en 2001, y frente a las presiones de su propia industria, que denuncia que por culpa de Kioto las empresas europeas se encuentran en una situación de desventaja frente a sus competidores norteamericanos. Los Veinticinco mantuvieron su apoyo a Kyoto incluso en los momentos más delicados, cuando la indecisión de Rusia llevó a pensar que el protocolo nunca llegaría a entrar en vigor por falta de ratificaciones suficientes. En esta lucha tuvieron un papel central el ex presidente de la Comisión, Romano Prodi, y la entonces responsable de Medio Ambiente, Margot Wallström, que llegaron a enfrentarse a las dudas de algunos miembros de su equipo, como Loyola de Palacio, que pedía que se buscaran alternativas.
Entre las medidas más innovadoras adoptadas por la UE para cumplir las exigencias de Kyoto está la puesta en marcha de un sistema de comercio de emisiones desde el 1 de enero de 2005. Cada Estado miembro tiene que asignar a sus empresas una serie de permisos de contaminación. Las que excedan este límite de emisiones deberán comprar permisos adicionales a las industrias más limpias que no llegan a los máximos autorizados. De esta forma, el mercado asigna los recortes donde resulta menos costoso económicamente realizarlos.
Esta actitud de liderazgo ha cambiado con la llegada a la presidencia del Ejecutivo comunitario del portugués José Manuel Durao Barroso, que ha dejado claro que su prioridad es el crecimiento económico aunque ello signifique descuidar durante algún tiempo las preocupaciones medioambientales. Durante la presentación de su estrategia de lucha contra el cambio climático para después de 2012 la semana pasada, Bruselas renunció a fijar objetivos de reducción de emisiones después de 2012 a pesar de constatar la gravedad de la situación.
«Para minimizar los impactos negativos, cualquier esfuerzo adicional de la UE debe ir acompañado por una acción similar de otros países que realizan importantes emisiones», reza el documento. «Se trata de un problema global y lo que debemos hacer es persuadir al resto de emisores. Sería más fácil y más efectivo reducir las emisiones si participan más países», insiste el comisario de Medio Ambiente, Stavros Dimas.
Por ello, el principal objetivo ahora mismo es conseguir que Estados Unidos, India y China se sumen a la lucha contra el cambio climático, ya que estos tres países, junto con la UE, Canadá, Rusia y Japón, representan el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sólo Estados Unidos constituye ya una cuarta parte del total mundial de emisiones.
El comisario de Medio Ambiente niega que esto signifique renunciar a una posición de liderazgo. «Somos muy ambiciosos, y nos gustaría mantener nuestro papel de liderazgo en cambio climático, pero nos gustaría al mismo tiempo ser efectivos, obtener resultados. Si sacrificamos nuestra determinación a la hora de obtener resultados por una política de causar impresiones, no estoy de acuerdo», declaró recientemente.
En buena via para Kyoto
De acuerdo con los últimos datos de la Comisión, la UE y la mayoría de sus Estados miembros se encuentran en la buena vía para cumplir el objetivo que les impone Kyoto de recortar un 8% las emisiones de C02 para el periodo 2008-12 respecto a los valores de 1990. A fecha de 2002, las emisiones se han reducido un 2,9% en la UE-15 y un 9% en la UE-25, aunque los nuevos Estados miembros no están englobados en el objetivo global de la UE sino que tienen metas propias.
Las últimas proyecciones sugieren que el recorte de emisiones en la UE-15 en 2010 alcanzará el 8,6%, teniendo en cuenta las políticas nacionales existentes, las medidas adicionales cuya planificación está muy avanzada, y los planes de 6 Estados miembros para reducir emisiones en países en vías de desarrollo y obtener así créditos adicionales, según establece el propio protocolo.
No obstante, los progresos registrados en materia de reducción de emisiones en el sector de la energía, la industria, la agricultura y los vertidos podrían quedar anulados por el aumento en los transportes. Durante el año 2002, las emisiones debidas al transporte se situaban casi un 22% por encima del nivel de 1990.
España es el país de la UE que más se aleja de sus objetivos. De acuerdo con el reparto pactado entre los Quince, le correspondería limitar el aumento de emisiones a un 15%, pero si no aplica nuevas medidas el incremento durante el periodo de referencia 2008-2012 será del 45,5%, es decir, un 30,4% por encima, de acuerdo con proyecciones del Ejecutivo comunitario basadas en datos de 2002.
Un total de 12 Estados miembros se sitúan por encima de los objetivos, aunque sólo en España, Portugal e Irlanda la diferencia es superior al 20%. Les siguen Austria, Italia, Dinamarca, Grecia, Finlandia, Bélgica, Países Bajos, Eslovenia y Luxemburgo.
Los únicos antiguos Estados miembros que prácticamente respetan sus compromisos son Francia, Alemania, Suecia y Reino Unido. En contraste, todos los nuevos socios cumplen sobradamente su objetivo de reducción: Letonia (que está un 58,3% por debajo de su límite de emisiones), Lituania (55,4%), Estonia (50,4%), Polonia (28,7%), Hungría (27,4%), Eslovaquia (23,4%), y República Checa (20,9%). Chipre y Malta están excluidos de los recortes.