El Instituto de Medicina Genómica (Inmegen) anunció recientemente nuevas etapas hacia la constitución del «mapa genómico de los mexicanos», en el cual participarán las empresas multinacionales Applied Biosystems e IBM, esta última por medio de su división Healthcare and Life Sciences. La colaboración ya existía, pero en ocasión del primer año del Inmegen se anunció […]
El Instituto de Medicina Genómica (Inmegen) anunció recientemente nuevas etapas hacia la constitución del «mapa genómico de los mexicanos», en el cual participarán las empresas multinacionales Applied Biosystems e IBM, esta última por medio de su división Healthcare and Life Sciences. La colaboración ya existía, pero en ocasión del primer año del Inmegen se anunció a los medios nacionales y extranjeros con bombo y platillo.
Aprovecharon para cambiar el lenguaje que estaban usando desde hace más de dos años, según el cual «los 60 grupos étnicos de México garantizan el éxito de la farmacogenómica». Traducido, le aseguraban a las trasnacionales farmacéuticas que las variaciones genéticas de los pueblos indios serían una valiosa base para desarrollar fármacos de éxito comercial. Ahora hablan de que muestrearán «mestizos», probablemente para atajar reclamos de los pueblos indios. Ya comenzó el muestreo en Yucatán y seguirá en Zacatecas, Sonora, el DF y otras entidades no anunciadas. Según el Inmegen, el proyecto será de gran beneficio para la salud de los mexicanos, ya que las variaciones que se muestren en el mapa genómico ayudarán a establecer la relación de ciertos genes con enfermedades que afectan a la población mexicana, como diabetes, asma e hipertensión.
¿Cuál es el problema? Muchos; veamos algunos:
Para empezar, no existe discusión social sobre las vastas implicaciones de estas tecnologías, ni éticas, económicas o del uso potencial en armas biológicas o fármacos nootrópicos («drogas inteligentes»), entre muchas otras. Tampoco hay consentimiento de los pueblos indios para que se use su información genética. El Inmegen alega que los muestreados han dado su consentimiento, pero debe mostrar al público cuál es la información que se les entrega para obtenerlo. En cualquier caso, al tomar muestras de grupos de determinadas poblaciones, está proveyendo información a las empresas sobre las bases genéticas no sólo de los muestreados, sino de todo el pueblo indio del que provienen. Como dice el Inmegen, «no se está caracterizando individuos sino poblaciones».
Segundo, las enfermedades que se nombran, tenga uno genes que lo puedan predisponer o no a ellas, tienen sus causas en aspectos socioeconómicos y no genéticos. Son producto de hábitos alimentarios equivocados, consumo de alimentos industrializados, contaminación ambiental, sedentarismo y estrés por la mala calidad de vida. Situaciones en su gran mayoría causadas por la pobreza y la marginación, no por los genes. Paradójicamente, aun si existiera algún tipo de «cura» basada en genética, la mayoría afectada por estas enfermedades no podrá acceder a ellas, porque los productos resultantes serán patentados por las empresas y estarán fuera de su alcance. El mapeo, sin embargo, se subsidia con dinero público y los genes de los marginados.
Tercero, ¿por qué se interesan las empresas en estas enfermedades? Un ejemplo: los medicamentos para la diabetes, vendidos como productos para adelgazar les reportan 10 veces más ganancias. Si logran crear «tratamientos genéticos» personalizados para adelgazar, aumentarán sus jugosas ganancias, explotando a ese público, ya manipulado y con recursos para pagarlas. La genómica amplía significativamente el horizonte de ganancias de las grandes empresas.
Esto explica que el Inmegen esté vinculado desde el inicio a los intereses de los grandes capitales. Primero mediante su estrecha relación con la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud), la fundación privada que más influencia tiene en las políticas (privatizadoras) de la salud en México, en la cual son socios los más grandes empresarios del país y varias multinacionales farmacéuticas, como Bayer, SmithKlineBeecham, Glaxo Wellcome, Wyeth y Merck. Ahora, en colaboración directa con dos de las empresas que dominan la industria de la genómica, que tendrán acceso preferencial a los datos obtenidos.
Applied Biosystems es una de las tres empresas que constituyen Applera Corporation. Las otras dos son Celera Genomics (fundada por Craig Venter, el más conocido, controvertido y ambicioso magnate de la genómica), y Celera Diagnostics. Applera Corporation integra el Grupo de Biodefensa/Bioterrorismo del Departamento de Defensa de Estados Unidos. ¿Será que la consulta a los muestreados incluye que consientan que su información genética pueda ser utilizada en este contexto?
IBM, viendo las enormes ganancias potenciales del sector, inició una división dedicada a las «ciencias de la vida y la salud» y se perfila como la futura «araña en la red» del mapeo genómico a escala mundial. Su interés por la información de las variaciones genéticas de las poblaciones, particularmente indígenas, queda aún más clara con el proyecto Genographic, junto a National Geographic, que con el vistoso pretexto de «establecer las vías migratorias ancestrales de la humanidad» buscan obtener la información genética de cientos de grupos indígenas del planeta. Es inevitable sentir un escalofrío, sabiendo que IBM no tuvo reparos en diseñar para los nazis el sistema para contabilizar los muertos del Holocausto.
Lejos de la promesa de atender los problemas de salud de la población, el mapa genómico de los mexicanos contribuirá sin duda a engordar más los bolsillos de unas pocas multinacionales. Las demás implicaciones podrían ser mucho peores.
Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC. www.etcgroup.org