Quien acuda al mercado de los votos con una propuesta que implique la menor ruptura con las actuales formas de trabajo, cuidados, ocio, consumo y descompromiso político, carece de cualquier oportunidad. El mecanismo de la televisión basura coincide con el de la política basura. La oferta de basura genera su propia demanda y ante la […]
Quien acuda al mercado de los votos con una propuesta que implique la menor ruptura con las actuales formas de trabajo, cuidados, ocio, consumo y descompromiso político, carece de cualquier oportunidad. El mecanismo de la televisión basura coincide con el de la política basura. La oferta de basura genera su propia demanda y ante la demanda «democrática» de basura, quien oferte algo diferente está condenado a la exclusión. Por eso, la única forma de progreso electoral es sumarse a la degradación, («centrarse») y reconvertir a los movimientos sociales con vocación constituyente en una especie de autooposición, cada vez más controlada por el poder. Este es el caso de la entrega de la izquierda en la TPE pero también el de la transformación, en el corto periodo de 3 años (2001-2003), de un movimiento de masas capaz de impedir algunas iniciativas de la derecha y condicionar a la izquierda capitalista -el Movimiento Antiglobalización (MAG)[1]- en un simulacro alterglobalizador consist ente en: 1) una sucesión de foros, jornadas y viajes, 2) sin movimiento de masas, 3) cada vez más alejado de las luchas sociales, 4) despolitizado y 5) controlado por colectivos y personas cooptadas (o aspirantes a serlo) por el bloque socialdemócrata.
Sin el derrumbe del PP no será posible la democracia. Dicho derrumbe es imposible sin movimiento popular. Pero el movimiento popular solo puede surgir de la lucha contra los daños de la globalización, es decir, contra las políticas del PP y del PSOE. La socialdemocracia es un conjunto de corporaciones políticas, sindicales, académicas y mediáticas, jornaleras de los poderes fácticos. Por lo tanto, sin construir una izquierda autónoma de la socialdemocracia y vinculada a las luchas populares, no hay alternativa. En los últimos 5 años, el bloque socialdemócrata se ha revelado como el peor obstáculo para la construcción de esa izquierda.
Tras el desmoronamiento de la izquierda radical, una década de dinámicas sociales, entre 1992 y 2002, permitió una gran acumulación de experiencias a un conjunto de colectivos y militantes que, desde lo social, conservaron la voluntad constituyente. Estas dinámicas tuvieron un gran protagonismo a partir de VI´01, pero fueron definitivamente controladas y derrotadas en II´03. La necesidad de elaborar y transmitir esta experiencia para la izquierda anticapitalista es simétrica a la necesidad de ocultarla para la izquierda capitalista.
Haciendo abstracción del movimiento popular vasco en defensa de la autodeterminación[2] durante los años noventa se fueron creando redes antiglobalización entre numerosos colectivos de gran parte del estado español en base a sucesivas iniciativas político – sociales: «Foro Las otras voces del planeta» contra el 50 aniversario del FMI y el BM en Madrid IX´94; «Foro Alternativo a la Cumbre Europea de Jefes de Estado y Gobierno de la UE» en la finalización de la presidencia semestral española (XII´05); Movimiento Antimaastrich (1996-2001); y Movimiento contra la Europa del Capital, la Globalización y la Guerra (VI´01 a II´03)
Las redes antiglobalización, con la presencia de CGT como única organización de la izquierda tradicional realmente comprometida, se caracterizaban por: a) El protagonismo estaba en manos de los colectivos que, con un discurso político y teórico propio, desde contenidos anticapitalistas y muy diversos territorios sociales, planteaban debates y movilizaciones, tratando de incorporar a los sectores afines de la izquierda tradicional; b) El vínculo se fue creando a base de cooperaciones, encuentros, campañas y movilizaciones, algunas muy importantes[3], con un claro contenido antisistema; c) Una estructura organizativa horizontal y una gran pluralidad, en la que los diversos contenidos sociales y políticos se incardinaban en un discurso antiglobalización explícito; d) La estructura organizativa era de muy baja intensidad y se basaba en dos asambleas estatales al año, cursos, reuniones, asambleas territoriales y una secretaría radicada en los locales de Aedenat (posteriormente E cologistas en Acción) en Madrid, coincidente con la Comisión Internacional de dicha organización; d) La participación de la izquierda, salvo en la mencionada ILP por las 35 horas, se limitó al apoyo de la presidencia federal de IU, con escasas y heterogéneas repercusiones territoriales. Salvo sectores de la entonces llamada «Plataforma de Izquierdas», antecedentes de la actual «Corriente Roja», la participación del PCE e IU fue excepcional y muy vinculada a la voluntad personal de los militantes que la realizaban. IU de Madrid, dada su cercanía política con las burocracias de CCOO y UGT, boicoteó la cooperación con el Movimiento Antimaastrich en dicha campaña.
En Madrid, el Movimiento Antimaastrich se apoyó en redes como la Plataforma Cívica por los Derechos Sociales (1995-1998), creada en 1995 y luego dinamizada, a partir de 1996, por varios colectivos sociales tras su abandono por quienes la fundaron (IU, PCE y los CRITICOOS). También mantuvo amplios puentes de comunicación con el CSO El Laboratorio (1997-2001), con la experiencia de «Rompamos el silencio. Siete días de lucha social» (1998, 1999 y 2000), con el proceso de refundación de los colectivos de Lucha Autónoma (1998-1999-2000), con la «Plataforma de debate contra el Paro» dinamizada por Comunidades de Base (1998-2000) y con «Precarios en Acción» y su antecesor «Grupo de trabajo contra la precariedad» (1997-2000), a través de colectivos que participaban activamente en los diversos procesos. En Madrid el movimiento antiglobalización incluyó, o cooperó, con prácticamente todas las dinámicas sociales existentes fuera de lo institucional sin perder el diálogo con los sectores combativos de la izquierda tradicional. Esto explica la potencia con la que irrumpió a través de un modelo participativo y horizontal en otoño de 2001 a escala de todo el Estado. El Movimiento Antiglobalización ya era visible a nivel internacional por sus contracumbres[4] cuando en España, el Banco Mundial se vio obligado a cancelar su reunión en Barcelona en VI´01 por la amenaza del primer movimiento de masas antiglobalización del Estado Español que, pese a dicha cancelación, realizó las movilizaciones que tenía previstas.
La primera asamblea estatal del movimiento antiglobalización en Madrid (Orcasitas 6, 7 y 8 IX´01) convocó a todos con un modelo de Areas Temáticas[5] que debatían sus experiencias, contenidos y proyectos y las volcaban en un plenario en el que se legalizaba la pluralidad y la complejidad del MAG y se decidía la agenda y los lemas compartidos para el periodo siguiente. A partir de aquí, un mes después de los atentados del 11-S-01, irrumpió la guerra contra Afganistán, como un elemento multiplicador de la campaña contra la presidencia española de la UE. Pero también irrumpió la socialdemocracia a través de sus sindicatos, ONGs y de grupos filiales dentro de los movimientos sociales.
La violencia que originó la lucha entre fracciones de IU-PCE, se saldó con clara ventaja para el sector socialdemócrata. El movimiento, víctima de estas luchas y de sus propias burocracias fue unificado, a trancas y barrancas, en la Asamblea Estatal de Zaragoza en XI´01. Gracias a ello consiguió convertir el semestre de presidencia española de la UE en una etapa de enormes movilizaciones contra la Europa del Capital, la Globalización y la Guerra, tanto en extensión, ( participaron casi setenta localidades del estado español), como en intensidad (400.000 personas en Barcelona en Marzo´02) y fuerza política (una huelga general, el 20-VI-02, contra un decreto del PP recortando el seguro de desempleo, impuesta por el movimiento a CCOO y UGT). Con ello, quedo demostrado el potencial de participación social oculto y administrado por la izquierda institucional.
En IX´02 se intentó reactivar, sin éxito, la Asamblea Estatal, estructura unitaria representativa del MAG. Sin embargo, la agresión a Iraq potenció el movimiento, ya sin referente político y organizativo, en una única dirección: «No a la Guerra».
A pesar de todo, la inercia del MAG era tan grande como el fascismo proyanqui del PP. Las intrigas del PSOE, IU, CCOO y UGT, creadores del divisionista «Foro Social de Madrid», para evitar el protagonismo de los colectivos y redes anticapitalistas y anti OTAN que llevaron la iniciativa en el periodo anterior, no pudieron evitar el éxito de la Marcha a Torrejón el 19/I/03 como síntoma de que la opinión pública, desbordante de rechazo a la participación del gobierno español en la guerra de Iraq, requería una respuesta organizada. A partir de aquí el PSOE intervino a través de todos sus medios lanzando el movimiento para acosar electoralmente al PP. Pero dos meses después, tras movilizaciones de masas sin precedentes y sin ningún resultado visible de las mismas, abandonó una forma de lucha cargada de amenazas para el PP, pero también para él mismo.
NOTAS
[1] » El Movimiento Antiglobalización en su laberinto. Entre la nube de mosquitos y la izquierda parlamentaria». VVAA. Ed. Catarata. 2003
[2]La excepcionalidad del movimiento popular vasco-único movimiento popular con vocación constituyente en el estado español-, reside, tanto en su carácter de masas, como en su fuerza electoral y su fuerza armada. Estos rasgos explican su sostenimiento y arraigo a pesar de la represión que se abate sobre él, pero también su aislamiento del resto de movimientos sociales del Estado. La presencia de dicho movimiento en todas las etapas del MAG a través del Area de Libertades abrió la posibilidad de una relación directa – no mediatizada por el poder político y mediático entre la autodeterminación del pueblo vasco y la autodeterminación de trabajadores, mujeres, consumidor@s, ecologistas, inmigrantes, etc.
[3]El punto culminante de esta cooperación fue la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por «las 35 horas de jornada laboral, sin rebaja salarial y en cómputo semanal»y por una Renta Básica, que agrupó en 1998 a: IU, Criticoos, CGT, USO, Confederación de STEs y Movimiento AntiMaastricht (MAM). Esta campaña supuso la unidad de acción de muchas redes de la izquierda anticapitalista y la izquierda tradicional contra la degradación del trabajo, en torno a contenidos inaceptables para la socialdemocracia. De hecho, CCOO y UGT lucharon con todas sus fuerzas, sin conseguirlo, para evitar que se visualizara una fuerza capaz de arrebatarles el monopolio de las movilizaciones de los trabajadores y trabajadoras a escala estatal. Sin IU, no habría sido posible, durante 1998 y 1999, una campaña de esta envergadura. Pero sin los contenidos aportados desde el MAM, no se habría trazado la raya entre el reparto del empleo que propuso la ILP y el reparto del paro y del trabajo basura que defien de la izquierda cómplice.
[4]Seatle (XII´99), Washington (IV´00), Praga (IX´00), Niza (XII´00), Goteborg (III´01)
[5]Movimiento Obrero, Agroecología y Consumo Responsable, Antimilitarismo, Educación y Menores Excluidos, Libertades, Inmigración, Contrainformación, Ecología y Feminismo.
Este texto forma parte de «Globalización, alterglobalización y crisis», publicado en La Haine.
http://www.nodo50.org/caes/globalizacion_guerra_construccion_europea_mag/ficheros/globalizacion_alterglobalizacion_crisis_definitivo.pdf