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No queremos ser sus cómplices

Fuentes: Gara

Un joven soldado mira melancólico una vacía valla que, al parecer, custodia. Como si de una nueva adaptación de la mítica canción de Hertzainak se tratara, ante la festividad impuesta que nos obligan a celebrar estos días, el Ejército español nos obsequia ­con nuestro dinero y nuestra soberanía, por supuesto­ con un tierno anuncio de […]

Un joven soldado mira melancólico una vacía valla que, al parecer, custodia. Como si de una nueva adaptación de la mítica canción de Hertzainak se tratara, ante la festividad impuesta que nos obligan a celebrar estos días, el Ejército español nos obsequia ­con nuestro dinero y nuestra soberanía, por supuesto­ con un tierno anuncio de felicitaciones. Estamos trabajando por su seguridad. Muchas gracias. Muchas graciasŠ

Ahora, según parece, ya no es suficiente con apalear, maltratar e impedir la entrada a las y los inmigrantes que se acerquen a las fronteras del intocable Estado español. Han encontrado una nueva y creativa fórmula para abaratar costes y evitarse complicaciones: con esos disparos, que tanto les cuesta identificar, reducen drástica y contundentemente las dificultades de control, seguimiento y expulsión que desde la fachada de supuestas democracias impone el cruel neoli- beralismo capitalista a las personas que, por distintas razones, deciden abandonar sus lugares de origen y optan por dirigirse a Europa.

Y si los tiroteos dejan demasiado expuestas la legitimidad y justicia del orden político y económico vigente, como alternativa apuestan por el enjaulamiento, la deportación y el abandono en el desierto. Que la visibilidad de los cuerpos muertos no agite nuestras tranquilas conciencias. Que el trabajo sucio, bajo comisión de dinero democrático, acuerdos comerciales civilizados y patente para perpetuarse a sangre y fuego, lo haga otro. En este caso, el Estado semifeudal de Marruecos que tiene sumido en la pobreza al 70% de su población, en situación de agonía al pueblo amazig y en estado de guerra al pueblo saharaui. Ya se sabe. Hay que ser pragmáticos. Si quieres tener el patio trasero limpio, tienes que pagar algunas contrapartidas.

La creación de la fortaleza imperial europea se ha convertido en una triste y constatable realidad con aventajados alumnos como el Estado español que aplica sin titubeos sus medidas restrictivas, represivas y de control.

Los estados europeos, depositarios en exclusiva del derecho a gestionar arbitrariamente la ciudadanía y el asilo, unen inmigración a seguridad y orden público, instaurando dispositivos represivos y de control. Se visualiza a los y las inmigrantes extracomunitarios desde una óptica básicamente policial y de seguridad. Las fronteras lejos de desaparecer, se multiplican. Los derechos de ciudadanía lejos de garantizarse, se eliminan. Las vallas se hacen más altas. Los controles más férreos. Las entradas se refuerzan con contingentes de soldados y legionarios que velan por nuestra seguridad y oscura libertad. Si es necesario con disparos. Eso sí, sin identificar.

En el actual contexto en el que se producen, las migraciones internacionales son en gran parte resultado de las fuertes desigualdades en términos de desarrollo y poder en las relaciones Norte-Sur y de los conflictos que generan. El impulso de las políticas diseñadas desde las agencias internacionales tiene enormes costes para gran parte de la población de estos países: cierre de empresas orientadas al mercado local, destrucción de la agricultura de subsistencia y para el consumo interno, mayor desempleo y subempleo, extensión de la economía informal y aumento de la deuda externa. La desigualdad, el empobrecimiento y la exclusión son elementos clave de esa globalización que se nos impone.

Desde luego, sin olvidar los aspectos económicos de las mal llamadas políticas de inmigración de la Unión Europea y del Estado español. Estas leyes, dirigidas a proveer de mano de obra barata los mercados europeos, utilizan como instrumentos el racista y sexista «contingente». Unica vía de en- trada de manera legal, asegurando una bolsa de trabajadores y trabajadoras precaria y explotable mediante su irregularización, pero también limitada en número. Contingente y bolsa de personas en situaciones vulnerables al que sumisos y por delegación los gobiernos de Gasteiz e Iruñea se aprestan a ponerle el parche de algún servicio social.

Del resto, de contenerlos antes de que se electrifiquen en las vallas de la vergüenza, que se encarguen los estados limítrofes de la Unión Europea, receptores de ayudas y suculentos acuerdos económicos condicionados a que cumplan con la tarea de fieles guardianes de las fronteras sur de estos estados europeos.

Ante esta situación, es urgente y prioritario hacer frente a esta Europa policial, excluyente, represiva e imperialista que supedita los derechos de los pueblos, las culturas y las minorías al de sus estados y sus élites. Articular honestas y coherentes estrategias de cooperación y solidaridad, ba- sadas en la justicia, reciprocidad y equidad real, lejos de las hipócritas y paternalistas invenciones de marketing social con las que pretenden encubrir intereses económicos y comerciales de la «ayuda externa». Por eso, es significativa, la negativa expresada la pasada semana por los socios del Gobierno de vascongadas a condonar la deuda externa de los países empobrecidos. Es necesario el paso de las pomposas palabras huecas al compromiso efectivo con la solidaridad entre los pueblos.

La denuncia y lucha contra las políticas autoritarias de control interno e intervención externa contra el derecho a migrar y buscar asilo y refugio, implica la defensa inequívoca del principio básico de igualdad de derechos en el acceso a bienes y servicios, en los cauces de participación ciudadana y en los espacios de identidad en condiciones de equidad. Igualmente, requiere el respeto y reconocimiento de la diferencia cultural y la diversidad identitaria. Más allá del planteamiento formal se hace necesario luchar por la efectiva integración social, la implicación y participación política y el reconocimiento de la diversidad cultural, capaces de garantizar plenos derechos civiles, sociales, políticos y culturales.

Demasiado. Excesivo para el Estado español y el francés, preñados en su vientre y desde su conformación de la simiente del colonialismo y la barbarie.

Como vascos y vascas. Como ciudadanas y ciudadanos de este continente, no queremos ser cómplices con nuestros recursos y nuestra soberanía de esta nueva forma de exterminio. Queremos ser libres y soberanos para contribuir a edificar, sin las ataduras e imposiciones de esos estados, un mundo más justo y solidario.

* Txanba Payés, Idoia Aldama, Ainara Armendariz y Pedro Albite. Area de Migraciones de Batasuna.