El comienzo a las cuatro y media de la tarde del pasado sábado de la manifestación contra la monarquía señaló el inicio de una jornada reivindicativa y de lucha a la que todos y todas debemos empeñarnos en dar continuidad en el tiempo y que debe significar un punto de inflexión que consiga que la […]
El comienzo a las cuatro y media de la tarde del pasado sábado de la manifestación contra la monarquía señaló el inicio de una jornada reivindicativa y de lucha a la que todos y todas debemos empeñarnos en dar continuidad en el tiempo y que debe significar un punto de inflexión que consiga que la izquierda vuelva a recuperar su espacio y su modo de actuación naturales: la calle y la movilización. Es doblemente importante que este éxito se haya producido en Salamanca, lugar emblemático hasta el momento del llamado franquismo sociológico, y que había sido escenario de diversas y concurridas movilizaciones de la derecha más contumaz.
La manifestación contra los treinta años de monarquía comenzó en un ambiente de entusiasmo debido a que se superaron todas las previsiones en cuanto a asistencia, alrededor de unas 5.000 personas. El éxito no solo se puede cifrar en lo cuantitativo, sino que el extraordinario hecho cualitativo, de que la esperada y anunciada celebración de la entronización del Borbón no se produjese, o si se produjo fue silenciada y no sirvió de acto propagandístico para la monarquía, esto supone ya de por sí motivo más que suficiente para felicitarse por la celebración de la manifestación.
El trabajo previo de organización de grupos políticos, Corriente Roja, PCPE, Izquierda Castellana, organizaciones juveniles, Agrupación Universitaria Carlos Marx, y diversos activistas a título individual o como parte del sindicalismo alternativo dejó bien a las claras demostrado que era posible y necesario recoger todo ese caudal de inconformismo y rebeldía ante el régimen que se manifestó en las movilizaciones contra la guerra. Los gritos de los más jóvenes de «lo llaman democracia y no lo es» volvieron a sonar con fuerza y señalan el camino para el trabajo de futuro en el movimiento antimonárquico y republicano. Un movimiento que no puede quedarse anclado en la también necesaria recuperación de la memoria histórica, sino que debe encaminarse hacia la búsqueda real de alternativas, llenando de contenido un programa alternativo, que sea expresión de la voluntad del movimiento, para la III República.
Es también necesario remarcar que en esta movilización no estuvieron presentes, al menos formalmente como organizaciones convocantes, ninguna de las plataformas republicanas existentes en nuestro Estado: Unidad Cívica por la República y Plataforma de Ciudadanos, ni alguna organización política que, al menos verbalmente, se reclama republicana como el PCE. Detrás de estas ausencias está, sin duda, la cuestión de que la denuncia de los treinta años de monarquía trae indefectiblemente consigo un análisis crítico del proceso de la llamada Transición y de la responsabilidad de la dirección de algunos partidos políticos como el PCE en la consolidación del régimen monárquico. Solo el análisis y la aceptación de responsabilidades de lo ocurrido durante ese período puede liberar las trabas para avanzar hacia un movimiento republicano independiente y con propuestas de futuro.
El mar de banderas republicanas en las calles de Salamanca, la presencia de manifestantes de todas las partes del Estado, incluso de Canarias, la composición abrumadoramente juvenil de la manifestación y la posibilidad misma de haberla llevado a cabo con contenidos políticos radícales y sin incidentes, señalan que podemos vislumbrar el inicio de un cambio en la dinámica de aceptación acrítica del régimen establecido. Es responsabilidad de todos y todas que esto no quede en agua de borrajas. Es necesario potenciar y dar contenido a un movimiento republicano que analizando y recogiendo lo mejor de la tradición republicana construya propuestas para el futuro.
La jornada tuvo su continuidad y magnífico colofón en la gran movilización antiimperialista y en solidaridad con Cuba y Venezuela y los pueblos que luchan en América Latina y que comenzaba en el mismo lugar, Puerta de Zamora. Los que asistieron a la manifestación antimonárquica retornaron al punto de partida y allí se unieron a los diversos grupos que se encontraban esperando para comenzar la movilización: diversos colectivos de solidaridad con Cuba y Venezuela de todo el estado, organizaciones políticas como el BNG o Batasuna y el PCE. La presencia en unas movilizaciones y la ausencia en otras de diversos colectivos señala una de las tareas principales que están pendientes en la reconstrucción de una izquierda realmente alternativa en nuestro estado, la necesidad de unir las luchas y acabar con la sectorialización que las aísla.
La manifestación arrancó con una presencia masiva, entre 10 y 15.000 asistentes, frente a los escasos 200 asistentes a la movilización de la gusanera cubana que, curiosamente, recibió autorización para manifestarse dentro del «perímetro de seguridad» de la Cumbre. Los gritos y las consignas en solidaridad con los pueblos cubano y venezolano y sus procesos revolucionarios, no cesaron durante el largo recorrido que desbordó las calles de la ciudad. Estas consignas se mezclaron con aquellas que, acertadamente, denunciaban el papel del imperialismo español en la recolonización de América Latina, y las que recordaban la lucha de otros pueblos como el boliviano o el colombiano.
En el debe por parte de la organización, es de señalar la prohibición a los miembros de Batasuna de exhibir sus propias banderas. Se usó el argumento, falaz, de que Hugo Chávez no asistiría al acto conclusivo, sabían de sobra que no iba a hacerlo, si se exhibían las citadas banderas. También durante el citado acto hubo un intento, fallido, de retirar las ikurriñas próximas al escenario. Parece que, desgraciadamente, lo «políticamente correcto» sigue dominando a algunas gentes que presumen de discurso radical.
Esta manifestación, que fue una fiesta en sí, por sus enormes dimensiones y por la satisfacción que producía que la Cumbre Iberoamericana hubiera, de un modo matizado, condenado el bloqueo a Cuba y recomendado la extradición del terrorista Posada Carriles, culminaba en un acto para el que se anunciaba la presencia de las cabezas de delegación cubana y venezolana. Esta presencia no se produjo debido a la falta de medidas de seguridad en un escenario al aire libre. Fue denunciado por parte de los organizadores la negación de cualquier tipo de espacio público cubierto para la celebración del acto, así como la falta de colaboración de los sindicatos que tampoco cedieron ningún espacio.
Sin duda lo más emocionante del acto final fue la masiva presencia de los compañeros portugueses, 18 autobuses y unas mil personas, que solo pudieron llegar al acto y no a la manifestación debido a que fueron parados por la Guardia Civil y sometidos a un registro, del que no recibieron explicaciones, que solo tenía por objeto retrasar su llegada a Salamanca. Queda demostrada una vez más la falacia de la «Europa sin fronteras». Hay más fronteras que nunca, incluso las interiores. Una muestra más de que la expresión popular en los cánticos espontáneos nunca se equivoca: «Lo llaman democracia y no lo es».