Lo que es la vida, Turquía y España de la mano pidiendo «respeto y calma», reclamando que se deje escuchar «la voz de la razón». Lo que son las cosas, dos jefes de gobierno de dos democracias consagradas dando lecciones de derechos fundamentales al mundo. «La libertad de expresión es una de las piedras angulares […]
Lo que es la vida, Turquía y España de la mano pidiendo «respeto y calma», reclamando que se deje escuchar «la voz de la razón». Lo que son las cosas, dos jefes de gobierno de dos democracias consagradas dando lecciones de derechos fundamentales al mundo. «La libertad de expresión es una de las piedras angulares de los sistemas democráticos y nunca debemos renunciar a ella».
Cuando Erdogan y Zapatero contrajeron matrimonio intercambiándose la Alianza de las civilizaciones, tan necesaria como hipócrita, mostraron su disposición a asumir la paternidad de un nuevo mundo. El primer parto nos ha llegado desde el paritorio del «Herald Tribune» donde parece que han nacido mellizos, la libertad de expresión y el diálogo.
Viniendo de los dos únicos países de Occidente que han cerrado medios de comunicación en los últimos años, la parida deja de ser broma y pasa a ser insulto a la inteligencia. Que por bastante menos que una viñeta se cerró «Egin» y que, por si a alguien se le ha olvidado, la caricaturesca justicia española se pasó por el forro de la Convención de los Derechos Humanos la libertad de expresión, la libertad de opinión, la libertad de prensa, la presunción de inocencia, el derecho a una defensa justa y no sé cuántos derechos fundamentales más.Y ello, con la connivencia de esos medios que ahora se aprestan a publicar las cucas caricaturas por ser símbolo, nos dicen, de no sé cuántas libertades.
Y es curioso también, que el matrimonio hispanoturco venga a hablarnos de ética, de libertades y de cultura democrática, cuando Turquía y España fueron calificados en el 2003 por el Comité contra la Tortura de la ONU como democracias de pichiglás.
Cosas de la vida, ahora que Zapatero y Erdogan nos vienen con estas paridas, nos enteramos de que Unai Romano, aquel chico que aparecía en una foto con la cara hinchada y llena de cardenales, no fue en absoluto torturado, que en España no pasan estas cosas, por mucho que lo diga la ONU.
No cuestiono la buena voluntad de Erdogan y Zapatero, pero visto lo visto, podría decirles que se metan su alianza allá por donde Karra Elejalde perdió la suya en «Airbag». Pero no lo haré, no porque sea soez, que a estas alturas qué más da, sino porque estando la libertad de expresión en este país como está, a los que son un poco bocas les buscan unas buenas esposas en menos que canta un gallo torturado. –