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Daniel Pipes, el príncipe de la Islamofobia

Fuentes: Red Voltaire

Experto omnipresente en los estudios de televisión y comentarista habitual de los grandes periódicos estadounidenses, Daniel Pipes se ha convertido en el teórico mundial de la islamofobia. Hijo de Richard Pipes, el sovietólogo que reanudó la carrera armamentista durante el gobierno de Ford, e hijo espiritual de Robert Strausz-Hupé, el visionario del nuevo orden mundial, […]

Experto omnipresente en los estudios de televisión y comentarista habitual de los grandes periódicos estadounidenses, Daniel Pipes se ha convertido en el teórico mundial de la islamofobia. Hijo de Richard Pipes, el sovietólogo que reanudó la carrera armamentista durante el gobierno de Ford, e hijo espiritual de Robert Strausz-Hupé, el visionario del nuevo orden mundial, Danel Pipes, dirige una infinidad de institutos estratégicos. A él se deben conceptos de moda como los de «nuevo antisemitismo», «militantes del islam» y «conspiracionismo». Partidario de la aniquilación de los palestinos, ha sido nombrado por George W. Bush como administrador del Instituto Estadounidense por la Paz. En España es uno de los analistas estrella del diario ultraderechista La Razón.

Entre el 11 de septiembre de 2001 y el 11 de septiembre de 2002, Daniel Pipes se convirtió en uno de los principales comentaristas estadounidenses que trata el tema del terrorismo y del Islam. Según un análisis realizado por The Nation, que acaba de referirse a él de manera muy cáustica [ 1], durante ese período ha aparecido en 110 programas de televisión y en 450 programas de radio. Sus editoriales han sido acogido con beneplácito por el diario Wall Street Journal y el Los Angeles Times, mientras que el New York Post lo ha incluido entre sus cronistas.

La dinastía Pipes

Esta súbita gloria mediática no es nada casual. Es resultado de su talento personal, de una prolongada formación y de haber contado con padrinos de prestigio. Desempeña un papel esencial en la estrategia política de los neoconservadores que gobiernan en Washington y en Tel Aviv.

Para comprender esta carrera, debemos retroceder 30 años. Para poner fin a la crisis del caso Watergate y a los conflictos personales que provocó, el presidente Gerald Ford tomó medidas drásticas en cuanto a las diversas corrientes republicanas que lo apoyaban.

El 3 de noviembre de 1975 se deshizo de su secretario de Defensa, James Schlessinger, y de un gran número de colaboradores. A este hecho se le llamó burlonamente la «masacre de Halloween». Después se rodeó de un grupo restringido de funcionarios que fue exactamente el mismo que volvió al poder en el año 2001: nombró a Dick Cheney secretario general de la Casa Blanca; a Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, y a George H. Bush (padre), director de la CIA .

Una campaña de prensa organizada por asociaciones amigas, alertó entonces a la opinión pública sobre la subestimación del peligro rojo por parte de la CIA. Aparentando ceder a esta presión, el presidente Ford autorizó la creación de un comité independiente para evaluar la amenaza soviética, cuya dirección fue confiada a un profesor de Harvard, Richard Pipes.

Este formó un equipo, conocido con el nombre de Team B, integrado por los más fanáticos partidarios de la Guerra Fría, entre ellos el general Lyman Lemnite y el joven Paul Wolfowitz. Fue así como el Informe Pipes, publicado en Commentary, la revista del American Jewish Committee fundado por Irving Kristol, permitió al gobierno de Ford reanudar la carrera armamentista.

Richard Pipes tenía un primogénito: Daniel. Este había realizado estudios en Harvard sobre la historia medieval del Islam y se había destacado en la universidad por su oposición a las manifestaciones izquierdistas en contra de la guerra de Vietnam.

En 1981 publicó Slave Soldiers and Islam, su primera obra, de carácter muy académico y muy bien documentada, donde no aflora ninguna de sus convicciones políticas. La obra fue redactada antes de la revolución islámica iraní de 1979. Este hecho marcará el nacimiento de las convicciones del analista.

En 1982, cuando su padre, Richard, se incorpora al gobierno de Reagan, Daniel Pipes hace lo mismo y se une al equipo de análisis del Departamento de Estado. Dedica mucho tiempo a redactar su segundo libro, In the Path of God, publicado en 1983, que actualiza sus preocupaciones con respecto al fundamentalismo musulmán al estudiar su escalada en una docena de Estados. Un fenómeno que, en su criterio, obedece a los ingresos petroleros de los Estados árabes a partir de la guerra del Kippur.

Un intelectual comprometido

Después de abandonar el Departamento de Estado en 1983, Daniel Pipes trabaja como profesor en diversas universidades, entre ellas la Academia Militar de la Marina (United States Naval War College), pero se siente marginado en el terreno académico. Deja de publicar textos universitarios y prefiere escribir artículos, dedicados a diversos temas: el terrorismo, Israel, el caso Salman Rushdie, que envía a publicar en Commentary .

Sus opciones no son siempre las mejores: elogia exageradamente los méritos del manuscrito From Time Immemorial, una obra sobre la colonización sionista de Palestina escrita por Joan Peters.

El libro, sin embargo, sería duramente criticado por varios importantes cronistas que analizaron sus burdas patrañas, sus errores evidentes y los plagios cometidos. El interés de Pipes por la cuestión israelí va predominando poco a poco.

Tras haber criticado el tratamiento mediático dado a la guerra del Líbano, que dañaba la imagen de Israel, publica en 1988 un artículo en el New York Times donde rechaza la idea de un Estado palestino, que sería una «pesadilla» para sus habitantes: en su criterio, esa solución «afectaría más a los árabes que a los israelíes», ya que los palestinos se verían obligados a vivir bajo el yugo de una organización terrorista, la OLP de Yasser Arafat.

Daniel Pipes, empero, no podría calificarse como partidario incondicional del gobierno israelí. De hecho, en ocasiones lo critica, como cuando le reprocha, por ejemplo, no reprimir lo suficiente a las poblaciones palestinas. Pipes opina que es necesario aniquilar a los palestinos, en beneficio de ellos, acusando a académicos como Rashid Khalidi de hacer la apología de la violencia.

Según Juan Cole, profesor de la Universidad de Michigan, «una de las cosas que Pipes quiere decir cuando acusa a los profesores universitarios de apoyar el terrorismo, es que nosotros rechazamos ese enfoque suyo que considera terroristas a todos los palestinos».

A mediados de los años 80, Pipes se muda a Filadelfia, donde asume la dirección del Instituto de Investigaciones sobre Política Exterior (Foreign Policy Research Institute – FPRI de la Universidad de Pennsylvania, laboratorio creado por el geopolítico Robert Strausz-Hupé, que se convertirá en su cabeza pensante. Fundado en 1955, el instituto publica desde 1957 la revista Orbis.

El primer número incluye el manifiesto de Strausz-Hupé: L’Équilibre de demain . En él se expresa lo siguiente: «El orden mundial que se perfila, ¿será el del imperio universal norteamericano? Deberá ser así, en la medida en que llevará el sello del espíritu norteamericano. El orden que se avecina constituirá la última etapa de una transición histórica y pondrá fin al período revolucionario de este siglo.

La misión del pueblo norteamericano consiste en eliminar a los Estados-naciones, conducir a sus pueblos enlutados hacia uniones más amplias y frenar, mediante su poderío, las fútiles intenciones de sabotear el nuevo orden mundial que sólo ofrecen a la humanidad una ideología corrompida y de fuerza bruta … Durante los cincuenta próximos años, el futuro pertenece a los Estados Unidos.

El imperio norteamericano y la humanidad no se verán enfrentados, sino serán dos nombres para un mismo orden universal bajo el signo de la paz y de la felicidad. Novus orbis terranum (Nuevo orden mundial)». Más tarde, Daniel Pipes publicaría de nuevo este manifiesto.

De 1986 a 1993, Daniel Pipes es redactor jefe del periódico Orbis. En esa época publica en el mismo varios artículos que celebran el apoyo a Irak en contra de Irán, como el titulado «La alternativa de Bagdad» de Laurie Mylroie. Además, conjuntamente con esa joven, es coautor de un artículo sobre el mismo tema publicado en The New Republic.

En 1990, publica un artículo en la National Review titulado «¡Vienen los musulmanes! ¡Vienen los musulmanes!» donde expone sus criterios alarmistas sobre ese asunto. Ahí escribe: «Las sociedades de Europa Occidental no están lo suficientemente preparadas para una inmigración masiva de gente de piel mate, que cocinan platos raros y que de hecho no aplican las normas alemanas de higiene».

En ese período, sus libros y sus artículos se destacan por la posición extremadamente dura que preconizan en contra de los países árabes, ya se trate de Siria, de Irán o incluso de Arabia Saudita, aliada de Washington. Alerta desde entonces sobre la amenaza que los «musulmanes de Estados Unidos» representarían para la seguridad norteamericana. Así, en un artículo de Commentary, se alza contra la concesión de «prerrogativas» a las organizaciones musulmanas estadounidenses, frente a la discriminación que estas alegaban sufrir.

Una lógica que lo lleva lejos: al hacerse eco de su amigo Steven Emerson, también experto en terrorismo, Daniel Pipes declara al USA Today que el atentado de Oklahoma City, en 1995, prueba que Occidente está siendo atacado y que los fundamentalistas «nos tienen en la mirilla».

En 1990, Daniel Pipes funda una sección del FPRI, el Foro sobre el Medio Oriente (Middle East Forum – MEF), para «promover los intereses norteamericanos» en la región. En 1994 se convierte en una asociación independiente que más tarde publica el Middle East Quaterly y también, desde 1999, el Middle East Intelligence Bulletin .

En 1997, Daniel Pipes participa en la creación del Comité Norteamericano para un Líbano Libre (US Committe for a Free Lebanon – USCFL) en torno al banquero Ziad K. Abdelnur, experto del Foro sobre el Medio Oriente.

Daniel Pipes y los expertos del FPRI, del MEF y del USCFL toman parte activa en los trabajos del Instituto de Washington para la Política en el Cercano Oriente (Washington Institute for Near East Policy – WINEP) donde reencuentran a los más connotados halcones y a la flor y nata del Likud.

Daniel Pipes se dio a conocer como perseguidor de «la quinta columna» que se desarrollaba en las universidades estadounidenses. En 2002 crea una sección del MEF, el Observatorio Universitario (Campus Watch), «una organización con el objetivo explícito de informar sobre los errores de análisis y las tergiversaciones políticas en la esfera de estudio del Medio Oriente».

Según el diario The Nation, una de las primeras medidas de esta organización fue abrir expedientes «tipo McCarthy» a diferentes profesores sospechosos de no ser lo bastante proisraelíes. Como resultado, más de un centenar de académicos contactaron al Campus Watch para solicitar ser añadidos a la lista. Este hecho irritó a Daniel Pipes, quien los calificó «de apologistas de los atentados suicidas y del Islam militante».

Asimismo, empleó otros calificativos tales como «self-hating» o «antinorteamericanos». En un artículo titulado «Los universitarios norteamericanos que odian a Estados Unidos, se burla así de todos aquellos que, como Noam Chomsky, han denunciado la intervención estadounidense en Irak, negándose a ver la «amenaza directa» que Sadam Husein representa para los Estados Unidos.

Para difundir la idea de que los académicos y los estudiantes estaban ciegos con respecto a la amenaza islámica, contó con la ayuda de Martin Kramer, actual redactor jefe del Middle East Quaterly, y de Stanley Kurtz, miembro de la Hoover Institution y colaborador de la National Review Online. Según The Nation, sus tesis tuvieron un seguimiento mediático excepcional, «del MSNBC a la NPR».

El diario Washington Post le dedicó su primera página y el debate incluso llegó al Congreso: se estudia un proyecto que crearía un comité consultivo cuyos miembros, nombrados por el gobierno, se encargarían de supervisar los programas de estudio financiados por fondos federales, destinados a enseñar cada año el tema del Cercano Oriente a varios miles de estudiantes.

En lo adelante, los programas deberían «representar todos los puntos de vista» y no «exclusivamente las críticas de la política exterior norteamericana», tal como lo explicó Stanley Kurtz en la Cámara de Representantes del Congreso en junio de 2003.

Daniel Pipes fue incluido hace poco en la clasificación realizada por el diario judío The Forward que enumera a los cincuenta judíos estadounidenses más influyentes. _Su nombramiento para el Instituto Estadounidense por la Paz (US Institute of Peace – USIP) por parte del presidente George W. Bush ha molestado a la comunidad musulmana, en especial al Muslim Public Affairs Council.

Este think tank financiado por fondos federales tiene, de hecho, el objetivo de promover «una solución pacífica de los conflictos internacionales», concepto este bastante alejado del pensamiento político de Daniel Pipes: en efecto, en febrero de 2002 Pipes escribía que «la diplomacia raramente pone fin a los conflictos» [ 14]. Acabado de ingresar en la USIP, se dio a la tarea de depurar la lista de colaboradores. De ese modo excluyó al Center for the Study of Islam and Democracy, según él un grupo pro terroristas que se habría infiltrado en la venerable institución pública.

El pensador de la islamofobia

Daniel Pipes es el inventor de varios conceptos que se han impuesto en el debate público.

Es, ante todo, el inventor del «Nuevo antisemitismo». Esta expresión designa inicialmente la oposición de los grupos musulmanes estadounidenses de presión contra los grupos de presión de judíos estadounidenses en lo referente a Palestina. Crea una amalgama entre antisionismo y antisemitismo que se ha puesto muy de moda. Es también el inventor de los «Militantes del Islam».

La expresión designa a los musulmanes que, no satisfechos con sus plegarias domésticas, se unen a organizaciones comunitarias y defienden los derechos de los palestinos en detrimento de los israelíes apoyados por los Estados Unidos. Crea una nueva amalgama entre identidad musulmana, lucha contra el Estado de Israel, e impugnación de la política de Washington. Esto presenta a los estadounidenses de religión musulmana como esencialmente traidores.

Por último, inventó «la teoría medio oriental del complot». Los árabes, que se niegan a aceptar su incapacidad para resolver sus problemas, imaginan que son víctimas de complots occidentales.

En 2002, Daniel Pipes acudió a todas las estaciones de radio y televisión para hacer campaña contra La gran impostura, una obra que trata de los atentados del 11 de septiembre y del cambio de régimen que se produjo después en los Estados Unidos. Al no contar con ningún argumento que oponer a la tesis y creyendo erróneamente que su autor era árabe, se empeñó en ver en ella un ejemplo de conspiracionismo de los intelectuales árabes radicados en Francia.

Este juicio valorativo fue retomado en Francia por Guillaume Dasquié y Jean Guisnel, y más tarde por Daniel Lecomte.

Invitado en 2003 a participar en el principal programa político árabe, L’Opinion contraire (Al-Jazeera) para debatir con Thierry Meyssan, no pudo aceptar el ofrecimiento por hallarse en espera de la confirmación por el Congreso de su nombramiento para la USIP. Para reemplazarlo, designó a su fiel ayudante Jonathan Schanzer, quien no continuó refutando la obra debatida.

En Francia, Pipes contó también con la ayuda de su traductor, Guy Millière, para difundir sus ideas. Este publicó en especial Ce que veut Bush, una obra apologética basada en entrevistas con Daniel Pipes, Paul Wolfowitz, etc.

La obsesión de Daniel Pipes es la islamofobia. En 1999 publica un artículo en The Forward donde escribe: «Los musulmanes que odian a los Estados Unidos, y en particular a los judíos que viven ahí, son cada vez más numerosos y cada vez más poderosos gracias a la protección que les brinda el Estado de derecho y a la indulgencia de una sociedad pluralista y caritativa».

Los atentados del 11 de septiembre reforzarían las convicciones de este analista, permitiéndole también aumentar su audiencia. En su criterio, fue esto lo que le permitió publicar en 2002 Militant Islam Reaches America, un libro «impublicable» hasta entonces que alertó contra el hecho de que las poblaciones musulmanas norteamericanas incluyen «un número importante» de personas que «apoyan los objetivos de los secuestradores de aviones», que «odian a los Estados Unidos y desean, en definitiva, convertirlo en un país musulmán».

Jim Lobe, de la agencia de noticias Inter-Press Service, dice haber recibido un proyecto de solicitud de subvención en el cual Daniel Pipes propone crear un «Instituto del Islam Progresista» que «podría elaborar un enfoque moderado, moderno y pronorteamericano» en nombre de la comunidad musulmana.

Según él, los fundamentalistas musulmanes son «nazis», «asesinos potenciales» que representan «verdaderos peligros» para los judíos, los cristianos, las mujeres y los homosexuales.

La guerra de Irak ha sido la consagración de las teorías de Daniel Pipes, pues vio en ella «la oportunidad única de sustituir al régimen más exaltado del mundo». Desde la caída del régimen de Sadam Husein, Pipes había retomado un poco esa posición: afirmó, de hecho, que Irak necesitaría en lo adelante un «hombre fuerte con espíritu democrático» dado que los iraquíes «viven en un universo mental de teoría del complot» y no están en lo absoluto preparados para autogobernarse como hacen los occidentales.

Inclusive hoy mismo, en el diario New York Sun, cita el nombre de la persona que él quisiera que desempeñara ese papel.

No sorprende que sea un militar, el ex mayor general Jassim Mohammed Saleh al-Dulaimi, que tiene a su favor el no haber participado de las atrocidades cometidas durante el régimen de Sadam Husein, así como no tener convicciones ideológicas radicales y gozar de una reconocida posición social