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75º aniversario de la 2ª República

Cuando España escapó de la Edad Media

Fuentes: Rebelión

El pasado viernes 14 de abril se conmemoró el 75º aniversario de la proclamación de la 2ª República Española. En algunos medios se ha puesto especial cuidado en denigrar aquél intento de renovación social, destacando sus contradicciones y errores y olvidando sus ganancias. La 2ª República fue el primer paso de España hacia una modernidad […]

El pasado viernes 14 de abril se conmemoró el 75º aniversario de la proclamación de la 2ª República Española. En algunos medios se ha puesto especial cuidado en denigrar aquél intento de renovación social, destacando sus contradicciones y errores y olvidando sus ganancias. La 2ª República fue el primer paso de España hacia una modernidad que se le había escamoteado con la ceñida cincha de la superstición, la estructura de clases y el monopolio de la tierra.

Tras las elecciones municipales España se acostó monárquica y amaneció republicana. Alfonso XIII partió al exilio y luego abdicó. El gobierno provisional presidido por don Niceto Alcalá Zamora abolió los títulos de nobleza y confiscó las vastas propiedades de la monarquía. En las elecciones para unas nuevas Cortes y Convención Constituyente triunfó el partido socialista. El flamante presidente, Manuel Azaña proclamó la separación entre la iglesia y el Estado y asintió al voto femenino. Se disolvió la Compañía de Jesús y se asimilaron sus propiedades por el Estado, ascendentes a 360 millones de dólares actuales. A ello siguió la secularización del sistema educacional. España entraba en el siglo XX.

La confiscación de los latifundios y el exilio de la aristocracia fueron las etapas siguientes a lo cual siguió el alzamiento del general Sanjurjo en Sevilla. El latente nacionalismo catalán alentó el separatismo. Los anarco-sindicalistas atizaron un radicalismo que dificultaba la obra de gobierno. Companys declaró a Cataluña república independiente. Gil Robles y Lerroux luchaban en aquel mar embravecido de la opinión pública. Al indulto a los presos políticos siguió el alzamiento de los mineros de Asturias y la ocupación de Oviedo. Franco los redujo a cañonazos.

El curso cimbreante del destino político dificultaba tomar un rumbo productivo. Las oscilaciones, la desunión, los vaivenes y titubeos dificultaron la obra de gobierno. Se instauró la violencia sediciosa. Quema de iglesias, de periódicos, de partidos políticos, asesinatos de dirigentes, huelgas obreras indiscriminadas terminaron la obra demoledora de la unidad revolucionaria. Pero ese desconcierto no anula las medidas principales de modernización, de germinación de nuevas ideas y sistemas, de una puesta al día de un país medieval, ignorante, tosco y retrasado.

El golpe de Franco del 18 de abril de 1936 inició la guerra civil que terminó con la entrada de los fascistas en Madrid el 1ero de abril de 1939. Francia e Inglaterra boicotearon a la República, Alemania e Italia ayudaron a Franco. Las Brigadas Internacionales y la ayuda soviética no lograron equilibrar el balance de fuerzas. La guerra había costado un millón de muertos en un país que entonces contaba con veintiséis millones de habitantes.

En su primera declaración Franco expuso que la tarea principal era, ahora, recristianizar España. Cinco meses después Hitler invadió Polonia y comenzó la Segunda Guerra Mundial. En la península comenzó el hambre y las cartillas de racionamiento. Con una industria maltrecha y la agricultura destrozada por la guerra floreció el estraperlo. El contrabando de tabaco y de medicamentos prosperó. La penicilina se conseguía en el Bar de Chicote. Se produjo el exilio masivo de los intelectuales: Juan Ramón, Alberti, Manuel de Falla, Antonio Machado, hasta Ortega se marchó. Surgió una nueva generación de escritores con posiciones críticas: Carmen Laforet, Buero Vallejo, Martín Santos, Sánchez Ferlosio.
Fueron los tiempos de la moral represiva y del amor furtivo en la oscuridad de los cines, mientras en las pantallas se exhibía el Nodo con el «Caudillo» inaugurando obras públicas. Fue la época del pan negro, de Lola Flores y de los campos de concentración para homosexuales en Nanclares de la Oca. La División Azul marchó a Rusia a combatir el comunismo y el productor Cesáreo González creaba sus películas históricas. Los modelos femeninos eran Santa Teresa, Isabel la Católica y Pilar Primo de Ribera.

Nadie puede convencernos hoy que esa España de sotanas, panderetas y toreros era legítima, ni que fue superior al intento de renovación social acometido por la 2ª República. Que la ausencia de un liderazgo firme, de un rumbo sólido y una unidad revolucionaria haya dado al traste con la República no la invalida. Queda abierta esa posibilidad futura para una España sin el pesado lastre del dominio de las trasnacionales y la imposición usurera de las grandes corporaciones. Una fecha como el 14 de abril debe servir de recuento y reflexión para aquellos que desean lo mejor para el noble suelo español.