«Desde que se inventaron las fronteras nacionales la gente las ha cruzado… Al hacerlo casi siempre ha corrido riesgos, impulsada por una determinación para sobreponerse a la adversidad y tener mejor calidad de vida.» Kofi A. Annan, Secretario General de la ONU Es hora de hablar de inmigración irregular africana de forma serena y racional. […]
Kofi A. Annan, Secretario General de la ONU
Es hora de hablar de inmigración irregular africana de forma serena y racional.
Se dice que Canarias está siendo objeto de una auténtica invasión, porque a nuestras costas están llegando, en pateras y cayucos, miles de inmigrantes.
¿Acaso es cierto?
Es cierto e innegable que sí están llegando y que, en tanto puedan, lo seguirán haciendo. No es cierto, sin embargo, que se pueda hablar de invasión, porque ni vienen con ánimo de invadir, de conquistar, ni Canarias es, en realidad, su punto de destino, su meta final. Lo que esos inmigrantes desean es llegar a Europa y nuestras islas sólo son para ellos escala y trampolín para lograr su sueño. No hay, por tanto, motivo para la alarma social o el miedo irracional.
Sí tiene que tener cabida, en cambio, la preocupación por los extraordinarios riesgos que afrontan esas personas que desde cientos de millas de distancia se juegan la vida, en frágiles barquillas, para alcanzar nuestras costas. Y la certeza de que si son interceptados en alta mar, los medios con los que se hace garantizarán su seguridad y sus vidas hasta llegar a nuestros puertos. Y que una vez en ellos recibirán la asistencia sanitaria y legal que prescribe el derecho internacional. Y que las repatriaciones que se realicen, de aquellos que no puedan acogerse al derecho de asilo o a otras formas de acogimiento, se harán sin vulnerar sus derechos como seres humanos. Y no es cierto que no exista mayor capacidad en los centros de acogida temporal, ni que la mayoría de ellos se estén quedando en Canarias, como lo demuestran los datos que proporcionan organismos y agencias oficiales responsables.
Este es, en mi opinión, el modo en que una sociedad sana y madura tiene que encarar el fenómeno de la inmigración irregular. No hacerlo así, atender las voces de aquellos que nos sobresaltan, diciendo que estamos siendo invadidos por los africanos es deslizarse por la pendiente del racismo (porque son moros o negros), la xenofobia (porque son extranjeros) y la aporofobia (porque, encima, son pobres).
La inmigración irregular africana es una realidad que podrá acompañarnos por muchos años y cuya solución compete al conjunto de la comunidad internacional, con la ONU a la cabeza, y muy particularmente a los pueblos, las empresas transnacionales y los gobiernos de los países enriquecidos del Norte (Unión Europea) y a los pueblos y gobiernos de los países empobrecidos del Sur (África).
Sólo un cambio radical en las relaciones económicas entre ambos continentes, y una Ayuda Oficial que de verdad contribuya al desarrollo de África podrá frenar el éxodo incontenible de los africanos empobrecidos. Si Europa no controla la voracidad insaciable de las empresas transnacionales que operan en ese continente y si continúa confabulándose con los gobiernos corruptos que permiten la explotación de las riquezas africanas sin ningún provecho para sus ciudadanos, la marcha de los desheredados hacia ella no tendrá fin, y la tragedia proseguirá.