Primavera 2006. Domingo tras domingo miles de personas de manera espontánea han tomado la calle para exigir una vivienda digna: jóvenes que no pueden emanciparse, familias esclavizadas para pagar una hipoteca, ancianos con ínfimas pensiones a quienes no les llega para vivir bajo un techo digno, inmigrantes explotados y dominados viviendo hacinados en pequeños espacios, […]
Primavera 2006. Domingo tras domingo miles de personas de manera espontánea han tomado la calle para exigir una vivienda digna: jóvenes que no pueden emanciparse, familias esclavizadas para pagar una hipoteca, ancianos con ínfimas pensiones a quienes no les llega para vivir bajo un techo digno, inmigrantes explotados y dominados viviendo hacinados en pequeños espacios, personas cuya cama es la acera… La respuesta del poder ha sido acallar las voces críticas violentamente, con el resultado de 17 detenidos con cargos y cientos de heridos.
¿Qué pasa con las casas?
En los últimos años el precio de la vivienda ha aumentado tres veces más que los salarios. Este alarmante dato refleja lo preocupante de la situación. La comúnmente denominada burbuja inmobiliaria imposibilita el acceso a una vivienda. En los últimos años la economía española ha basado su crecimiento en el mercado inmobiliario, de tal manera que gran parte del capital español, proveniente de bancos, grupos empresariales, etc. ha ido a parar a la mafia inmobiliaria. Asimismo, los partidos políticos se han venido financiando a través de las políticas de urbanismo. Sin embargo, el problema actual de la vivienda no es algo pasajero, ni casual, sino que es consecuencia de las leyes del mercado. No nos bastan medidillas que sólo sirvan para calmar nuestro enfado. Una bajada del precio haría que los especuladores comprasen más para esperar a que vuelva a subir. La vivienda, al ser un bien de primera necesidad para cualquier persona, no puede ser un bien con el que comerciar. No se puede dejar en manos privadas la satisfacción de algo básico para el desarrollo humano.
La satisfacción de la necesidad de la vivienda, a través de la adquisición de hipotecas para toda una vida, asegura la esclavitud de todxs lxs trabajadorxs asalariadxs, los cuales no tienen otro remedio que aceptar las condiciones de trabajo pésimas que se les ofrecen. Sin embargo, quien manda y paga los sueldos, son lxs dueñxs de las viviendas y de los bancos que nos ofrecen las hipotecas. Quieren hacer de nuestras vidas un paseo por la casa de los horrores. Bajo el lema ‘El trabajo os hará libres’ nos imponen una vida que no es vida, basada en la obligación de humillarse para satisfacer lo más básico. Basta ya de explotación y de dominación del ser humano por el ser humano. Al estar atados al pago de la hipoteca, nos volvemos sumisos en el trabajo y en la vida. Además, los medios de comunicación cumplen su papel sostenedor del sistema manipulando impunemente la información, ofreciendo diversiones para que no pensemos, incitando continuamente a consumir, y dicen qué hacer y qué no hacer en la vida, cómo si todos lo que no aparece en ellos, no existiera.
El modelo actual de urbanización
Vivimos en grandes núcleos urbanos, saturados de contaminación, que son producto del destructivo sistema de «desarrollo actual, donde es necesario que la mano de obra viva cerca de los puestos de trabajo y se tenga que movilizar debido a la saturada disciplina de horarios. Vivir en grandes ciudades es consecuencia lógica de un sistema en el que lo más importante es producir y consumir. Las ciudades actuales son grandes centros de producción y de consumo, en las cuales las relaciones humanas cada vez son más frías, fomentando así el individualismo como forma de vida. Sus habitantes, alienados por el trabajo, caen en el más vacío de los conformismos, se vuelven egoístas, y no desarrollan una conciencia crítica propia, encajando en la sociedad como un engranaje más. La consecuencia de esto es la exclusión social, a la que se ve sometido un amplio sector se la sociedad: lxs discapacitadxs (tanto física como psíquicamente), para lxs que cada día es una carrera de obstáculos; lxs inmigrantes, que sufren la exclusión social y el racismo; las personas mayores, puesto que muchas mueren en soledad, sin el calor de una familia; etc. Por último, es necesario remarcar la discriminación hacia las mujeres, puesto que las ciudades actuales son un reflejo de una sociedad patriarcal planificada por y para el hombre. En ellas se lleva a cabo diariamente la opresión sobre las mujeres, puesto que son tratadas como seres inferiores en el mercado laboral, son tratadas como sirvientas en sus hogares, se ven sometidas a las presión social a través de los medios de comunicación y, en especial, de la publicidad, y son víctimas de la educación patriarcal que nos inculcan desde niñxs.
La respuesta no debe hacerse esperar
Por todo ello es necesario que luchemos para cambiar la problemática actual de la vivienda, teniendo claro que su raíz reside en la lógica capitalista. Cada problema socioeconómico es más profundo que un simple dato numérico. Son los frutos de un sistema económico que, aunque nos lo vendan como la panacea de la democracia, es una locura que está acabando con nuestras vidas y con nuestra condición de seres humanos. Debemos arrancar de raíz este sistema esclavista para cuyo desarrollo tenemos que convertirnos en hormigas. La lucha no debe centrarse en pedir al gobierno de turno medidas que solucionen el problema, sino que debemos organizarnos de manera horizontal en cada pueblo, en cada barrio, en el trabajo, la escuela, porque unidos podemos hacer todo cuanto queramos. Luchando y proponiendo la gestión popular de los recursos, la autoconstrucción, la autoorganización de los pueblos y los barrios…
Hay que evitar que este movimiento popular, consecuencia directa del enfado de la gente por las consecuencias del agotamiento del sistema, sea monopolizado por organizaciones inmersas en el mismo, las cuales únicamente pedirán medidas al gobierno, para paralizar de este modo, junto a él, el verdadero poder popular al que tanto temen.
Una respuesta directa y frontal al problema de la vivienda es la okupación, puesto que supone la apropiación directa de lo que nos ha sido negado y robado. Tan sólo en la Comunidad de Madrid se calcula que hay más de 200.000 viviendas vacías, las cuáles se encuentran deshabitadas a la espera de que el precio del suelo aumente y poder hacer, de esta forma, un gran negocio inmobiliario, en lo que comúnmente se conoce como especulación urbanística. Asimismo, la creación de centros sociales ocupados supone una alternativa social autogestionada que contribuye a fomentar el pensamiento crítico, y a crear unas relaciones sociales que escapen al actual modelo social impuesto. Por ello, cualquier movimiento combativo con la especulación debe llevar la despenalización de la okupación entre sus exigencias inmediatas.
Del mismo modo, otra respuesta es la toma de las calle y, por eso, hay que acudir a la manifestación del día 2 de Julio convocada por la Asamblea contra la Precariedad y por una Vivienda Digna, llevando posteriormente la lucha a las calles de Madrid a través del «Reclama las calles».
Retirada de cargos a los detenidos en las sentadas por la vivienda digna
LA LUCHA ES EL ÚNICO CAMINO