La histeria reaccionaria que preside la política del PP puede hacernos perder de vista los aspectos más negativos de la política del gobierno socialista. El 9 de mayo se firmó el «Acuerdo para la mejora del crecimiento y el empleo» entre el Gobierno, los sindicatos UGT y CCOO, y la patronal CEOE y COPYME. El […]
La histeria reaccionaria que preside la política del PP puede hacernos perder de vista los aspectos más negativos de la política del gobierno socialista. El 9 de mayo se firmó el «Acuerdo para la mejora del crecimiento y el empleo» entre el Gobierno, los sindicatos UGT y CCOO, y la patronal CEOE y COPYME. El acuerdo, al contrario de lo que proclaman sus artífices, consolida la temporalidad como un privilegio de la patronal pues no recoge garantías laborales ante el despido ni medidas que establezcan una estricta causalidad de la contratación temporal, es decir, que se aplique estrictamente sólo a trabajos temporales. Y no puede sorprendernos ese resultado, pues ni tan siquiera ha habido una amago de movilización que es la vía que permite presionar para lograr acuerdos favorables a los trabajadores. Sin esa presión, ni el gobierno ni la patronal tiene motivos para ceder.
EL ministro de Trabajo, Jesús Caldera, asegura que en torno a un millón y medio de contratos temporales se convertirán en indefinidos. Si tenemos en cuenta que hay más de cinco millones de trabajadores con empleos precarios en nuestro país, un 34% del total, no parece que ni sus artífices sean muy optimistas.
Si existe algún motivo para esperar que se transformen en indefinidos una parte de los contratos temporales es precisamente por la extensión de la modalidad de contrato de indefinido de fomento de empleo, con una indemnización sustancialmente inferior y subvencionado con 800 euros anuales, por lo menos durante 3 años. En definitiva, un chollo para los empresarios que dispondrán de una modalidad de contrato con un despido barato y bien subvencionado, por muy «indefinido» que se le denomine.
Despido y temporalidad
El gobierno acepta el punto de vista de la patronal de que para crear empleo estable hay que abaratar el despido y subvencionar a las empresas. Las propias direcciones sindicales respaldan al final esa misma fórmula a pesar de que la han criticado reiteradamente. De hecho, nuestro país ha sido uno de los que más ha visto reducirse el coste del despido, al tiempo que la precariedad se disparaba, como demuestran los estudios de los propios sindicatos.
El acuerdo no brinda ningún motivo para que la temporalidad se reduzca sustancialmente. ¿Por qué las empresas dejarán de usar la contratación en precario? La restricción al encadenamiento de contratos laborales temporales es tan limitada, que tienen mil maneras de burlarla y sólo afectará a una pequeña parte de los casos. Las empresas contarán con las mismas modalidades de contrato temporal, y nada impedirá seguir empleando a distintos trabajadores para un mismo puesto de trabajo durante el tiempo que sea. Las ETTs ven mejoradas sus posibilidades de obtener contratos, pues se eliminan ciertas cortapisas de la ley del 94 y las contratas seguirán actuando de manera similar. Y, para los que hagan fijos con el contrato indefinido de fomento de empleo ¿qué garantías de estabilidad garantiza un contrato «indefinido» cuyo despido es más barato?
Al final, el empleo nominalmente indefinido que se cree será más barato de rescindir y, por el camino, las empresas se habrán embolsado más dinero, incluidas las ETTs que ven reducidas sus cotizaciones a la Seguridad Social. Las bonificaciones a los empresarios por contratos de Fomento de empleo ya les han reportado más de 17.453 millones de euros los últimos siete años (casi tres millones de pesetas). ¿Y de que han servido? La temporalidad es la misma hoy que entonces.
Cambio del «modelo productivo»
Las direcciones sindicales insisten en que lo importante es un cambio de modelo productivo que prime el empleo de calidad, merced a la formación, el incremento del gasto educativo y de la inversión en Investigación y Desarrollo. Ese análisis pierde de vista el hecho de que ser más competitivos y productivos no garantiza empleo de calidad y estable. Basta ver cómo actúan las grandes multinacionales -precisamente los sectores más productivos- que no cejan de reducir plantillas, salarios y de externalizar la producción. ¿Qué pasa en SEAT o en Volkswagen?
Además, el secretario general de CCOO, Fidalgo insiste en que «el Acuerdo será útil dependiendo de la utilización que haga cada empresa y de la presión sindical para hacerla» (Tribuna, junio 2006). Todo se supedita la acción sindical, otra idea equivocada, pues justamente la acción sindical cotidiana está más limitada que nunca a causa de la precariedad imperante.
Fidalgo también afirmaba que «estamos en una etapa para reducir, en la medida de lo posible, la temporalidad» (Tribuna, junio 2006). Lo urgente hoy no es reducir la temporalidad «en la medida de lo posible», sino exigir su erradicación. Se trata de reivindicar las cosas más básicas frente a la realidad que sufren los trabajadores: precariedad y carencia de derechos laborales efectivos, salarios insuficientes, alto grado de endeudamiento, prestaciones sociales que no atienden las necesidades reales…
El «modelo productivo» para el capital está subordinado a la obtención creciente de ganancias, y éstas provienen de la explotación mayor o menor de los trabajadores. Sólo la lucha ejerce un contrapeso a esa voracidad natural por los beneficios. De hecho, este acuerdo no es el producto de una movilización de los trabajadores y, por ese motivo, su contenido responde básicamente a lo que la patronal y el gobierno desean, aunque la primera aún quisiera más.
De poco sirve llamar a la acción sindical cuando en la actividad cotidiana, empresa a empresa, es la patronal la que tiene la sartén por el mango. Por eso se trata de movilizar para exigir cambios en las leyes que determinen el estricto cumplimiento del principio de causalidad y la eliminación del empleo basura, la supresión de las ETTs, la reducción de la jornada laboral semanal a 35 horas semanales -sin merma salarial-, la dignificación de los salarios con un aumento del SMI en consonancia con el coste real de la vida (lo que debería llevarlo hasta los 900 euros, una cifra acorde con lo que predica la propia Carta Social Europea). Se trataría de crear un cuerpo de derechos laborales básicos que haga inviable la sobreexplotación de la mayoría de los trabajadores a través de la maraña de redes de contratistas, la mayoría de los cuales trabajan para un reducido núcleo de grandes empresas.
No podemos seguir así
La realidad es que las empresas están alcanzando cifras récord, mientras los trabajadores ven mermar su porcentaje de participación en el reparto de la renta nacional (ver cuadro). Los beneficios crecen, las condiciones laborales empeoran. Y si la política de las principales direcciones sindicales no supone una mejora en las condiciones de trabajo e ingresos del conjunto del proletariado, ¿para qué sirven? Urge un cambio en la política sindical de CCOO y UGT.
De igual forma que en lo político la agresividad del PP hace aparecer al gobierno socialista como más «radical» de lo que realmente es, el mantenimiento del crecimiento económico, disimula parcialmente la falta de una política alternativa a la de la patronal por parte del gobierno.
La renuncia a movilizar por parte de las dos principales direcciones sindicales tiene nefastas consecuencias, no sólo porque se desaprovecha la situación económica y la presencia de un gobierno votado por los trabajadores para lograr ampliar la parte de la tarta que se lleva la clase obrera, recuperando conquistas y logrando otras nuevas, sino porque se está perdiendo una oportunidad de oro para situar a los trabajadores en condiciones mejores para defender sus intereses cuando vengan las vacas flacas.
Y, en el terreno político, la actitud de la dirección federal de IU tampoco está siendo capaz de marcar una alternativa por la izquierda en este terreno pues, como vimos en el debate sobre el Estado de la nación, Gaspar Llamazares ni tan siquiera criticó el acuerdo y desgranó una alternativa. El «giro social» ni llega ni lo hará de la mano de este Gobierno, y menos aún si nadie es capaz de dar una alternativa de izquierdas que aliente la movilización. Esa es la primera tarea que tenemos que resolver: dotarnos de un política sindical capaz de expresar las necesidades de los trabajadores y de movilizarlos… por lo menos tanto como lo está la derecha, que ya va siendo hora. Quedan dos años de legislatura socialista y aún estamos a tiempo.
España es el país que más ha reducido los costes de despido desde 1988 en los países desarrollados -la OCDE, formada por los 28 más avanzados económicamente- y ocupa el puesto 17 de los mismos. A pesar de esa reducción de los costes del despido, durante ese mismo periodo la precariedad ha pasado de un 23 a un 33% (El mito de la rigidez del trabajo indefinido en España y de los altos costes del despido)
El 60% de las familias no pueden ahorrar y el 54% tiene dificultades para llegar a fin de mes, según el INE
En un reciente informe de UGT se reconocía que «el actual modelo de determinación de los salarios en la negociación colectiva, consensuado por las organizaciones sindicales y empresariales en los Acuerdos Interconfederales para la Negociación Colectiva (ANC) desde 2002, es uno de los elementos clave que está colaborando para frenar las tensiones en los precios. El crecimiento de los salarios de convenio está determinando que los costes laborales por unidad de producto crezcan permanentemente por debajo del deflactor del PIB, es decir, que cada vez el coste del trabajo supone una proporción menor del precio final del producto, con lo que se liberan márgenes extraordinarios que permiten elevar la inversión, reducir los precios y mantener los beneficios. (Aportaciones de UGT para el diseño de los PGE 2006).
Los beneficios de las treinta y cinco empresas que componen el selectivo español Ibex han aumentado sus beneficios en ese ejercicio un 44%. Los saltos más espectaculares los han protagonizado Endesa (154%, en quinto lugar por el total de beneficios), el Santander (72%, siendo además la que más beneficios ha obtenido) y Arcelor (66%, en tercer lugar en cuanto al total). Pero las empresas que se encuentran fuera del Ibex también han tenido en líneas generales unos resultados excelentes: las empresas del mercado continuo han visto aumentar sus beneficios un 43%». (Los beneficios y los riesgos del euro, Josep Manuel Comajuncosa, Profesor de Economía de ESADE, 23/3/2006)