Declaración de Corrent Roja
Una vez digeridos los resultados, ya ha comenzado el espectáculo poco edificante de la negociación de los pactos de gobierno. Éstos se mueven, básicamente, entre dos grandes opciones: un pacto CiU-PSC, bajo la preeminencia de CiU, o un nuevo Tripartito, más débil y más sometido a las presiones de CiU y de Zapatero.
1. La primera cosa que destaca de estas elecciones es la gran abstención electoral, que ha llegado al 43,23% del electorado, 5,8 puntos más que en los últimos comicios. Los votos en blanco también se han duplicado en relación a 2003, superando los 60.000. Es preciso decir asimismo que donde más incidencia ha tenido la abstención ha sido en los barrios y poblaciones obreras, en algunos de los cuales ha superado el 50% (St. Vicenç dels Horts, Rubí…).
2. Artur Mas hablaba durante la noche electoral de su «victoria inapelable», pero no había ninguna euforia entre el personal de CiU. Al contrario, pese a ser la fuerza con más votos y escaños, el partido de la burguesía catalana había perdido 100.000 votos y se había quedado en 48 diputados, muy lejos de sus objetivos.
Zapatero, cuando pactó el nuevo Estatuto con Artur Mas -ninguneando y liquidando al Tripartito- lo reconoció como el gran representante de Catalunya. Con esta aureola, Artur Mas se presentó a las elecciones dispuesto a barrer al Tripartito y a encabezar un gobierno en solitario, aliado a Zapatero en Madrid y con un programa abiertamente neoliberal y privatizador, de «firmeza policial» y mano dura contra los trabajadores inmigrantes.
Los resultados electorales, sin embargo, han frustrado las aspiraciones de CiU. Artur Mas habla ahora de «generosidad y humildad» para alcanzar un «gobierno fuerte». No está dispuesto a perder nuevamente la Presidencia de la Generalitat. Cuenta con que Zapatero y el PSOE, en base a la estabilidad gubernamental en Madrid y a la sintonía neoliberal con CiU, presionarán al PSC en este sentido. El precio a pagar, sin embargo, es sacrificar el futuro del PSC.
3. Si alguien ha quedado tocado en estas elecciones ha sido el PSC-PSOE, que ha perdido 240.000 votos y 5 escaños. Su electorado más catalanista no les ha perdonado la defenestración de Maragall, mientras sectores importantes de su base electoral trabajadora han dado la espalda a Montilla…y a su mentor Zapatero. En muchos lugares han perdido hasata un tercio de los votos de hace tres años.
Montilla no ha podido presentar ningún balance del Tripartito que movilizara a su electorado popular. Y el «catalanismo social» que ha pregonado en la campaña electoral no ha ido más allá de promesas de gafas, audífonos y dentaduras para la gente mayor más pobre, gratuidad de los libros de texto y una ampliación de las rehabilitaciones en barrios degradados. Sin las estridencias de CiU, su programa estaba también al servicio de los empresarios, en nombre de la competitividad.
Lo que no ha dicho Montilla durante la campaña lo ha dicho después, a la vista de los resultados. Ha declarado que quería «dialogar y pactar un gobierno catalanista de progreso», o sea, un nuevo Tripartito «con nuevas bases», pero sin descartar otras opciones… A las pocas horas, La Moncloa ha apuntado sus preferencias por un acuerdo de gobierno con CiU…
4. Esquerra ha recibido también un severo voto de castigo: ha perdido casi la cuarta parte de los votos (130.000) y dos diputados. Durante la campaña («Somos como somos»), sus principales dirigentes han intentado aparecer como gente de orden, moderada y próxima a los empresarios, bien lejos del «No al Estatuto» que sus bases les impusieron en el pasado referéndum. En temas como la inmigración no se sabe quién estaba más a la derecha, si Artur Mas o Carod, que llegó a decir barbaridades xenófobas tales como que ¡»Catalunya no puede pagar la Seguridad Social de toda África» !
Ahora, después del retroceso, se consuelan pensando que el resultado podía haber sido bastante peor y que, después de todo, con sus 21 diputados «decisivos», podrán satisfacer las ansias de consejerías y cargos.
5. ICV-EUiA ha sido la única fuerza del Tripartito que ha ganado votos (40.000 más) y diputados (pasando de 9 a 12). Saura ha sido, de hecho, el único abanderado de la obra del Tripartito y de su continuidad. Era su única posibilidad, por otra parte, de mantener las consejerías.
ICV-EUiA ha concentrado, frente al PSC y a ERC, el voto posibilista de izquierdas, apareciendo como el ala izquierda y ecologista del Tripartito («de izquierdas y ecologistas de verdad»). Es bien sintomático, sin embargo, su silencio ante la escandalosa decisión del Tribunal Superior de Justicia de no permitir manifestaciones en periodo electoral o ante el encausamiento de 26 trabajadores de Iberia de el Prat, acusados de «sedición» por invadir las pistas del aeropuerto, cuando la empresa cuestionó brutalmente, de un día para otro, sus puestos de trabajo y sus salarios.
ICV-EUiA se reclama del Tripartito pero la realidad es que la obra de gobierno de éste no se aguanta desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora y la juventud: impunidad de los responsables del derrumbamiento del Carmel, continuidad del enriquecimiento escandaloso de los especuladores inmobiliarios, deslocalizaciones y cierres de empresas, desindustrialización, siniestralidad, precariedad generalizada, subvenciones a los empresarios y a la escuela privada…
6. Mientras el PP mantenía a duras penas su espacio electoral, la novedad, preocupante, de estas elecciones ha sido la entrada de «Ciutadans» en el Parlament. Esta fuerza ha sido apoyada por personajes de la extrema derecha española como Jiménez Losantos, que critican Piqué por tibio. Ciutadans se define por un anticatalanismo militante y extremista que combina con demagogia social «al servicio de las personas». Un discurso que ha arraigado con fuerza en feudos tradicionales del PSC, convirtiéndose en un elemento más de división de la clase trabajadora catalana. Ya han anunciado que una de sus primeras iniciativas parlamentarias será en contra del catalán como lengua vehicular a la escuela.
7. Una vez digeridos los resultados, ya ha comenzado el espectáculo poco edificante de la negociación de los pactos de gobierno. Éstos se mueven, básicamente, entre dos grandes opciones: un pacto CiU-PSC, bajo la preeminencia de CiU, o un nuevo Tripartito, más débil y más sometido a las presiones de CiU y de Zapatero.
El mensaje que dirigimos a todos aquéllos y aquéllas que, como nosotros, no quieren jugar al juego del mal menor, es el mismo que antes de las elecciones: «más allá del voto, la tarea principal del activismo de izquierdas continúa siendo acumular fuerzas a través de la movilización unitaria, preparando las próximas batallas frente a las nuevas agresiones que vendrán. Es a través de este camino de lucha contra las políticas neoliberales, aplicadas por la derecha o por la izquierda social-liberal, como podremos avanzar en la reconstrucción del auténtico sindicalismo -de clase, combativo, democrático– y en la construcción de la alternativa anticapitalista que la clase trabajadora catalana y la juventud necesitamos».