La próxima semana el dictador Obiang visitará España en viaje oficial y será tratado con honores de Jefe de Estado. El motivo de su visita es llegar a acuerdos comerciales con la industria petroquímica. Se ha presentado una denuncia en la Audiencia Nacional, bajo las acusaciones de secuestro, tortura, asesinato, genocidio y terrorismo. ¿Triunfará la […]
La próxima semana el dictador Obiang visitará España en viaje oficial y será tratado con honores de Jefe de Estado. El motivo de su visita es llegar a acuerdos comerciales con la industria petroquímica. Se ha presentado una denuncia en la Audiencia Nacional, bajo las acusaciones de secuestro, tortura, asesinato, genocidio y terrorismo. ¿Triunfará la Ley o el dinero? La respuesta en unos días.
El sábado 11 de noviembre de 2006, se presentó una denuncia en la Audiencia Nacional, dirigida contra el dictador guineo ecuatoriano Teodoro Obiang, a quien se espera que sea recibido con honores de jefe de Estado por el gobierno de España el próximo martes, día 14, en el marco de una visita de Estado que tendría por objeto potenciar las relaciones bilaterales, otorgar un empujón al denominado «Plan África» promovido por la administración Zapatero, y allanar el camino para la firma de diversos contratos mercantiles en el sector de la industria petroquímica.
La presentación de esta denuncia, obedece a la intención del denunciante de perseguir el cumplimiento de la legislación internacional en materia de prevención del delito de genocidio, que en este caso particular estaría sobradamente documentada a través de informes de prestigiosas organizaciones no gubernamentales, reiterados reportajes y documentales de investigación de los medios de prensa internacional -tanto oficiales como alternativos-, reiterados comunicados de los partidos políticos locales (la mayoría de los cuales se ven obligados a operar desde el exilio), así como en diversas resoluciones de condena emitidas por instituciones de la comunidad internacional.
Sin duda, se puede hablar de una posible «pinochetización» de la visita de Estado que el dictador Obiang prevé realizar sin contratiempos a España a partir del próximo día 14. Esto abre la puerta a toda una serie de interrogantes, como si prevalecerá la independencia del Poder Judicial sobre el sutil equilibrio de intereses que tradicionalmente caracteriza la acción de la política exterior de todo gabinete Ejecutivo.
¿Cómo encajar aquello de «no negociamos con terroristas», con el hecho de recibir a un presunto genocida en el Placio de la Moncloa? Y no es que hacerlo en La Zarzuela o en El Pardo fuera mucho más coherente, lo que realmente avergüenza a la razón es saber que el motivo de la visita es el cierre de acuerdos comerciales con una conocida compañía petroquímica española. ¿Cabe entender que la economía está por encima del Derecho? ¿Cuánto cuesta comprar inmunidad para un asesinato? ¿y quinientos? Si generalizáramos este tipo de incoherencia. ¿Cabe suponer que de haber petróleo en el Goierri recibiríamos a Iosu Ternera con honores de Jefe de Estado?
Si finalmente el magistrado-juez del Juzgado Central de Instrucción decidiera detener e investigar al denunciado. ¿cual sería la respuesta del gobierno al ver como su invitado es enviado a prisión preventiva? ¿quién resolvería sobre el conflicto?
Según declaraciones del propio denunciante: «el objetivo final de esta acción vendría determinado por la detención e inmediata puesta a disposición judicial del presunto genocida», con todo, más allá del lógico sentido del deber de perseguir este tipo de atrocidades, no desconoce ni pretende ocultar su satisfacción ante «la magnífica oportunidad que supondría para los trabajadores ecuato-guineanos de toda clase, la posibilidad de aprovechar la situación de vacío de poder que resultaría de una eventual detención del dictador Obiang, situación que podría conducir al restablecimiento del orden, abrir un proceso constituyente, recuperar la normalidad democrática, el control civil de los poderes públicos, y la legitimidad institucional propia de un Estado de Derecho, con la reparación de las víctimas, la recuperación de la Memoria Histórica, la plena reinserción del país en el seno de la Comunidad Internacional, la apertura de una nueva etapa de Paz y Libertad para la ciudadanía, y supondría un puntal para la estabilidad de la zona, dentro de la estrategia de construcción continental africana en base a valores como la solidaridad, la concordia y el respeto a las clases más desfavorecidas».