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Jorge Fernández, Vicerrector del Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana

«El público de un performance no busca ser espectador, busca reconocerse en él»

Fuentes: Rebelión

Jorge Fernández, director del Instituto Superior de Arte (ISA) Invitado por las Universidades de Valencia, Vigo, Málaga y Las Palmas, Jorge Fernández, centró su actividad en hacer un recorrido por el panorama del arte conceptual en su país y, más concretamente, del performance como reflejo de la vinculación de éste con la sociedad. En sus […]

Jorge Fernández, director del Instituto Superior de Arte (ISA)

Invitado por las Universidades de Valencia, Vigo, Málaga y Las Palmas, Jorge Fernández, centró su actividad en hacer un recorrido por el panorama del arte conceptual en su país y, más concretamente, del performance como reflejo de la vinculación de éste con la sociedad.

En sus conferencias, Fernández destacó el papel desarrollado por las mujeres en esta disciplina y mostró, a alumnos y especialistas, filmaciones y fotos de las obras de las artistas cuyas propuestas están teniendo un mayor impacto en el público cubano e internacional.

Para el Vicerrector del ISA, que regresa hoy a Cuba desde Francia, donde ha impartido clases en la Universidad de París VIII, es importante tener en cuenta que el performance se define como la representación de lo efímero y que es en esa materialización donde encuentra su auténtico valor como espejo social.

«La mejor muestra de este hecho es que para conseguir una misma intensidad en la reacción de públicos distintos es necesario adaptar las representaciones a las condiciones de vida reales para cada uno de ellos. Es lo que han puesto de manifiesto algunos artistas del ISA, que la gente no sólo busca ser espectador del performance, busca reconocerse en él».

Ese reconocimiento, según explicó Fernández, no siempre se relaciona con las vivencias inmediatas, sino que va más allá y entronca con las raíces más profundas de la formación de las sociedades.

«Es el caso de la propuesta de Tania Bruguera, El peso de la culpa. En ella, el espacio donde se desarrolla la escena está lleno de carne cruda y la artista tiene consigo un texto de Historia en el que va haciendo anotaciones. Poco a poco, mientras recorre la estancia, se va comiendo las hojas del libro. Lo que hace, en definitiva -apunta Fernández-, es reescribir la Historia desde lo humano, desde el color y el calor de la carne. Esa es la urgencia y la necesidad que plasma».

En opinión del Vicerrector del Instituto Superior de Arte de La Habana, el arte femenino, en Cuba, no es fundamentalista. «Más bien al contrario, lo que demuestra ser es la expresión de la relación de la mujer con la antropología, la sociología o, incluso, la política».

Unas cuantas muestras de la obra de Susana Damlar, que acompañaron a Jorge Fernández, en sus charlas magistrales, hablan de esa visión social del arte. «Susana -dijo- ha trabajado con fotos forenses de cadáveres de mujeres que habían muerto a causa de la violencia de género. Más tarde, superponiendo a éstas su propia imagen y fotografiando luego el conjunto, ha construido un discurso visual que lleva a la identificación del que mira con un fenómeno lacerante para cualquier sociedad».

De igual manera, en el performance, como eco de la imbricación del artista con el entorno, también se intima con la ideología, sin que, en ningún caso se abandone la emoción.

«Tania Bruguera -afirma- vuelve, en este punto, a convertirse en la referencia. Una de sus últimas creaciones tiene como escenario el edificio de una vieja fábrica al que los espectadores llegan y se encuentran con una puerta que deben abrir para entrar. Al hacerlo, los haces de varios cañones de luz los deslumbran mientras, paralelamente, se escucha cómo, en el piso superior, se cargan armas reales con munición de fuego. En un segundo momento esas armas son arrastradas por el suelo y lo que se escucha entonces es el ruido que produce el arrastre».

Observando desde fuera del plano, lo que se percibe es la indefensión de hombres y mujeres frente a la exhibición burda y, sobre todo, desigual, del poder de las armas. Lo que se piensa es la barbarie que sufren, en escenarios reales, hombres y mujeres reales, que no asisten a una ficción, sino que viven sus propias masacres.

Fuera ya de las aulas, el Vicerrector del Instituto Superior de Arte de La Habana abordó los retos planteados para el futuro y, entre ellos, hizo hincapié en la calidad de los autores sinfónicos que se están formando en el ISA. «Los nuevos compositores de música sinfónica contemporánea están ocupando una parte importante del trabajo de nuestros profesionales. Son una de las canteras más destacadas y también una de las que más inversiones requieren por el costo elevado de los instrumentos de orquesta. Lo cierto es que, frente a las dificultades, comprobar los resultados que obtienen supone una gran satisfacción».

Desde otra perspectiva, en lo tocante a la evolución del mundo de la cultura en Cuba, Jorge Fernández relata que «con los jóvenes se está haciendo un trabajo muy arduo pero muy gratificante de profundización de ideas y de implicación personal en el proceso revolucionario en el que han nacido. Dedicados a este esfuerzo se hallan dirigentes muy reseñables, como Carlos Lage Codorníu, en la FEU (Federación de Estudiantes Universitarios), cuya labor está teniendo una enorme trascendencia. En este sentido -concluye-, la capacidad de interlocución con los intelectuales desarrollada por Fidel Castro es incuestionable y está más que probada, pero creo que se debe decir que, en este último tiempo, en todos los ámbitos de la vida en Cuba, se ha seguido trabajando responsablemente y con tranquilidad».