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Conversando con Pilar Manjón

«Hay víctimas de primera, de segunda y de tercera… nosotros somos el vagón de cola»

Fuentes: TerceraInformacion.es

A todas las víctimas. Sabíamos que entrevistar a Pilar Manjón no nos iba a resultar indiferente. Teníamos mucho que escuchar, la necesidad de comprender y aprender de la propia voz de las víctimas. Quedamos con ella una tarde en el local que la asociación 11-M Afectados del Terrorismo, de la que es presidenta, en el […]


A todas las víctimas.

Sabíamos que entrevistar a Pilar Manjón no nos iba a resultar indiferente. Teníamos mucho que escuchar, la necesidad de comprender y aprender de la propia voz de las víctimas. Quedamos con ella una tarde en el local que la asociación 11-M Afectados del Terrorismo, de la que es presidenta, en el vallecano barrio de Madrid. Al verla un nudo se me alojó en la garganta y no pude deshacerme de él hasta que no llegué a casa. Y mi nudo se dejó ver. Ella, en cambio, se nota que está acostumbrada a las entrevistas, y aún confesando que no la cogíamos en un buen día, nos concedió una entrevista magnífica. De las mejores que recuerdo.

Nos hizo pasar a su despacho, formal pero acogedor. Nos sentamos alrededor de una mesa amplia, redonda, de madera oscura. Sobre una televisión, estaba cuidadosamente colocado un pañuelo a cuadros con el logotipo de RENFE «El PSOE no se ha dado cuenta aún de que ha ganado las elecciones».

Siempre había tenido la impresión de que Pilar era una mujer con muchas cosas que contar, así que la dejamos hablar. Para empezar, le propusimos que contara algo que nunca hubiera tenido la oportunidad de decir. Cualquier cosa. «Sí. Muchas, muchas, muchas cosas que nunca se me pregunta y que siempre tengo ganas de transmitir. Por ejemplo, después de tres años de gobernar el PSOE ¿por qué el consejo general del poder judicial no ha sido modificado según está estipulado? Por ejemplo. «La guerra a la que Aznar fue, mató a mi hijo» Yo creo que el PSOE no se ha dado cuenta aún de que ha ganado las elecciones o está un poco «empanao». ¿Qué más cosas me apetece decir? Pues que el señor Aznar cuando dice «que me dejen en paz», la paz la debería haber buscado él antes de ir a una guerra, ahora ya no puede decir «que me dejen en paz», porque a la guerra a la que él fue, mató a mi hijo. Entonces, que declare hoy lo de «que me dejen en paz»… pues en paz nos debería de haber dejado él a los millones de españoles que salimos a la calle pidiendo no intervenir en una guerra de ocupación, de invasión y de asesinatos múltiples. Y así podía seguir hablándote pues… fíjate… sine die».

«Somos víctimas de tercera, como en la RENFE»

Rotundo. Después de unos minutos de divagaciones, y de mucho silencio, decidí preguntarle por la asociación, por sus momentos difíciles, por algunos puntos de inflexión. «Puntos de inflexión han sido muchos. Lo primero constituir una asociación. Eso ya es un punto. Después de esto, comprobar que hay víctimas de primera, de segunda y de tercera y nosotros somos los de tercera, como en la RENFE. Cuando ya asumes que eres víctima de tercera empiezas a intentar entender por qué. ¿Por qué eres víctima de tercera? Y te voy a poner un ejemplo: Hace como tres meses se celebra el juicio por un asesinado por un coche bomba etarra que estalló diez minutos antes de lo avisado que asesinó a un mosso d’escuadra. Su madre muere a los catorce meses de pena. Lo podéis llamar como queráis pero muere de pena, como muchas madres. Dos meses después se produce el juicio por Miguel Ángel Blanco. En la primera sentencia, la indemnización, (que el dinero no nos importa a las víctimas, pero el resarcimiento ético y el moral y el sentir que eres uno más de esta sociedad, si te llena) donde la madre muere, trescientos mil euros. Por daños morales, a la madre de Miguel Ángel Blanco se le indemniza con quinientos mil euros dos meses después. Nosotros aún estamos esperando hasta el reconocimiento como víctimas de muchas de nuestras víctimas. O sea, vamos en el vagón de cola. Básicamente porque no somos víctimas de etarras. Por eso cuando la gente me pregunta ¿hay víctimas de primera? Pues sí, hay víctimas de primera, de segunda y de tercera. Y nosotros somos el vagón de cola».

Enlazamos; la pregunta ahora es ¿Si las elecciones las hubiera ganado el PP, la AVT seguiría con sus pantomimas de «buscar la verdad», pantomimas, todo sea dicho, tan multitudinarias? «¿Multitudinarias con ciento y pico mil? Los que fuimos contra la guerra éramos millones. Eran cuatro señores del PP que a fin de cuentas demuestran lo que son. Tampoco vayamos a confundirnos de lo que está saliendo a la calle. Si hubiera ganado el PP por supuesto que no. Y además a mí me hubieran puesto una laureada, probablemente dos medallas, una por gilipollas y otra por si la pierdo, y estaría siendo la reina de los mares. El problema es que no han asumido el 14-M, por que si no en esta asociación no se recibirían llamadas telefónicas diciendo que por cuatro muertos de mierda perdieron las elecciones. Y probablemente tendríamos subvenciones de una señora que no llega a fin de mes con un millón cuatrocientas mil pesetas».

«Las víctimas somos en nuestra voz tan plurales como lo es la sociedad»

Queremos saber cómo es en esta asociación el proceso de atención a las víctimas, cómo se produce la toma de contacto, que necesidades tienen, qué les proporciona la Asociación. «En este atentado del 11 de marzo, el 35% de las víctimas son extranjeras, son víctimas que ni les vas a preguntar qué fe profesan, qué votan, ni si son del Barça o del Real Madrid. «¿Qué se pregunta en esta asociación al entrar? Que en qué tren ibas, cómo te encuentras y qué necesitas» Las víctimas somos en nuestra voz tan plurales como lo es la propia sociedad. Entonces las asociaciones de víctimas a lo que nos tenemos que dedicar es a dar un tratamiento integral a las víctimas del terrorismo. Pero huimos siempre de la victimización, de la victimología, por que ya hay mucho listo en este país que quiere vivir del talonario público. Huimos de todo aquello que sea llevar un estigma. Aspiramos a que un día volvamos a pensar que es posible seguir aquí, pese a las secuelas que nos han quedado. Pero desde luego que lo de ¡qué pena de victimita! No nos va».

«Esta es una asociación absolutamente dinámica y preciosa»

Queremos saber más sobre esto, La asociación en sí misma es algo que no todo el mundo conoce, por lo que le preguntamos por las actividades de ésta. «Esta es una asociación absolutamente dinámica y preciosa». Al decir esto se le ilumina cara y abre los ojos de una manera radiante, parece otra.»…hacemos campamentos de verano, donde nuestros niños se traen a amiguitos para pasar las vacaciones. Esto no es un guetto.» Nos habla también de las fiestas que organizan para «sus niños». Nos llama la atención la gran expresividad de sus manos.

Ahora, a casi diciembre de 2006, ¿estarán preparando algo? Me atrevo a preguntar. «Pues ahora mismo estamos preparando a las víctimas para el juicio, porque es muy difícil entender que un asesino pueda mentir para defenderse. Nuestros psicólogos intentan encauzar todos los sentimientos que eso produce como impotencia, rabia, ira… Y sin un euro». Se atreve a sonreír, irónicamente.

«Que no se nos olvide pero que tampoco se nos utilice»

Después de este paréntesis, le pregunto por mi papel, por el papel que la prensa juega en todo este baile de máscaras. «Tenéis que hacer que la sociedad no se olvide jamás que esos 191 corazones (señala un tapiz hecho por la Asociación española de patch-work) eran ciudadanos que dieron la vida por la democracia en este país, porque ellos no habían hecho nada. Que no se nos olvide pero que tampoco se nos utilice. No se nos puede seguir utilizando.» Se puede decir más alto pero no más claro.

Me miró… y siguió hablando… «Mi pelea última es cómo se va a llamar la nueva ley. La que hizo el señor Ansar se llamaba Ley de Solidaridad del Estado con las Víctimas del Terrorismo. Mira yo no necesito que el estado se me solidarice. Yo quiero la solidaridad tuya, la de Antonio y la de la sociedad. La ley se debe llamar Ley de Derechos de las Víctimas, porque las víctimas tienen sus derechos. Nadie elige ser víctima del terrorismo, mi hijo no eligió estar allí, mi hijo ni ninguno de aquellos (vuelve a señalar el tapiz mientras se le rayan los ojos). Ser víctima del terrorismo es algo que te regala una mañana unos malditos que tú no eliges». Pilar jamás pierde la compostura. Emana tanta fuerza como tristeza… «Por eso, este estado tiene que, a sus víctimas, no resarcirlas económicamente, porque no hay dinero que pague una vida humana, os lo prometo, no lo hay, pero sí resarcir la memoria, el recuerdo, el pensar que tú o tú (nos señala) podrías ir esa mañana en el tren y que la que hubiera hablado en el parlamento, por desgracia, hubiera sido tu madre, o la tuya, y no yo. Pero me tocó a mí. No lo elegimos, no lo elegimos».

«Mientras yo haya puesto el ataúd, a mí la verdad no me la pide nadie»

Cambiamos de tercio; ahora un poquito de actualidad. Le pregunto por ese juicio que se acerca. «Uffff ojalá y venga ya». Cierto, mucha gente le acusa de tener demasiada prisa por que se celebre el juicio. Algunos incluso dicen que esa prisa se debe a que no le interesa que se investigue, que no le interesa saber la verdad. «A esas personas les cambio el puesto». «Nadie me va a acusar a mí de no querer saber la verdad de quién mató a mi hijo»

«Que ellos pongan el ataúd y yo busco la verdad. Pero mientras yo haya puesto el ataúd, a mí la verdad no me la pide nadie. La verdad probablemente estaba en los ordenadores de Moncloa que se cerraron, en los ordenadores del señor Ansuátegui que se borraron, en los famosos papeles que un señor con bigote dijo que se había llevado y lo dijo en México, y la otra verdad se la llevaron siete suicidas en Leganés. Entonces nadie me va a acusar a mí de no querer saber la verdad de quién mató a mi hijo. Si alguien tiene pruebas de que fue ETA, que es la puñetera teoría de la conspiración, con perdón, ha habido momentos procesales para todo, para llevar papeles y para abrir investigaciones. Pero ahora tenemos un sumario que es el que es, no hay otro. Y sobre el que es, es sobre el que los abogados tienen que trabajar, y los míos lo han hecho como nadie».

«No siempre podemos ser nosotros los que reaccionemos, ya tenemos suficiente con llorar»

Ya es hora de empezar a cerrar la entrevista, que no está siendo fácil, no por culpa de Pilar que en todo momento se ha portado de una manera admirable, sino por la rabia que vamos sintiendo. Rabia, impotencia… qué se yo. Le pedimos unas últimas palabras como portavoz de las víctimas a las que representa. «Nos preguntamos dónde está la sociedad que nos abrazó en los primeros días, dónde están los millones que salieron contra la guerra que asesinó a los nuestros. Porque no es posible que no estemos diciendo que no pueden pedirnos la verdad aquellos que en su momento tenían todas las responsabilidades. Todas. Y luego se permiten el lujo de reírse, de patalear… y encima de gritarnos que quieren saber la verdad… a nosotros, que pusimos los féretros y los heridos. Pero no es un reproche, porque tenemos un cariño social impresionante. Lo que pasa es que no siempre podemos ser nosotros los que reaccionemos. Nosotros ya tenemos suficiente con llorar».

Las tres cruzamos miradas, no sabemos si dar como terminada la entrevista. Tampoco somos capaces de articular palabra tras semejante respuesta. Entonces Pilar nos pregunta si la entrevista la van a leer los jóvenes. Le respondemos que sí, que un buen porcentaje de nuestros visitantes son jóvenes. Quiere decirnos algo, que quizás sea el cierre perfecto. «Decirles que no olviden a Daniel, a José Luis, a Rodrigo, a Jorge, a Sanae… gente que iba solo a estudiar, como vosotros. También decir que tenéis que luchar por la tolerancia, por la multiculturalidad, por el diálogo… y fundamentalmente por la paz. Por que no hay una madre que llore diferente ni aquí, ni en Bagdad. Tenéis que luchar vosotros porque los mayores ya estamos aquí de paso, ya se nos fueron los sueños, se nos fueron las ilusiones… un día nos los quitaron, el once de marzo a la mayoría de nosotros. Ahora sois vosotros los que tenéis que coger el relevo de pensar, como decía mi hijo, que un mundo mejor es posible».

Y que así sea.