El fascismo (o neofascismo) es ventajista. Trata a sus enemigos políticos y frontales de manera que, sabedor de que si la tortilla diera la vuelta, es decir, si se produjera una revolución socialista por un albur de la historia interminable y la fastidiosa lucha de clases, nunca sería tratado como él trata a, por ejemplo, […]
El fascismo (o neofascismo) es ventajista. Trata a sus enemigos políticos y frontales de manera que, sabedor de que si la tortilla diera la vuelta, es decir, si se produjera una revolución socialista por un albur de la historia interminable y la fastidiosa lucha de clases, nunca sería tratado como él trata a, por ejemplo, sus prisioneros políticos. Que, en realidad, son nuestros. Luis Araquistain, un político socialista de la II República, contaba que un «liberal» le decía aqueste modo: «es usted idiota; usted me respeta a fuer de demócrata; yo no haré eso con usted cuando esté en el poder: lo mataré».
Mientras, hace ya años, en la DGS de la Puerta del Sol madrileña, me ponían paz en el rostro por ver si cantaba en el ansia, o sea, cervantinamente dicho, me torturaban de malísima manera pues no conozco ninguna buena, un «secreta» me decía que la policía siempre será necesaria bajo no importa qué régimen o gobierno. En realidad, me estaba diciendo: mira, chaval, sé que si tú llegas al poder, como comunista de mierda que eres, como mucho me depurarás y hasta igual impides que me linche el pueblo, pero jamás me vas a devolver las hostias que ahora mismo yo te estoy dando a ti muy a mi sabor. Tú eres humano y yo un profesional. Así decía este cínico hijoputa. Otro policía, esta vez en Gordoniz (Bilbao), me adoctrinaba: «¿cómo un tío como tú, bien parecido, buena familia, con futuro, te metes en ‘política’?». No le dije que, entonces, lo mío era la ufología y preferí que pensara que pasaba por un «sarampión rebelde» hasta caer en las tentadoras garras del escaparatismo consumista capitalista que me quitaría mis «mañas» (todavía no se había inventado la «posmodernidad»).
El fascismo o no entiende y cree que el capitalismo es el mejor de los mundos posibles o entiende demasiado bien y sabe perfectamente quién es su enemigo al que trata de aniquilar y anihilar. Es decir, se sabe vulnerable. Si se viera fuerte no habría ni «doctrina Parot» ni Iñaki de Juana Chaos estaría en su segunda huelga de hambre. O Josefina García Aramburu, militante del PCE(r), tras 24 años de cárcel (donde sigue), en gravísimo estado de salud. Y otros casos más que tocan la fibra sensible que no sensiblera de quien se reclama persona humana. Pero ocurre que el fascismo la dictadura del capital financiero no sabe de derechos humanos. Y menos soporta no importa su talante que una persona, De Juana, se sienta, aun engrillado, la persona más libre del mundo. Infinitamente más que sus carceleros. Alcemos la copa.