El modelo económico español puede estar en franco proceso de desgaste según una advertencia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) conocida ayer. La institución coincide con estadísticas nacionales según las cuales la economía española seguirá creciendo por encima del tres por ciento en los próximos dos años, aunque con la […]
El modelo económico español puede estar en franco proceso de desgaste según una advertencia de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) conocida ayer.
La institución coincide con estadísticas nacionales según las cuales la economía española seguirá creciendo por encima del tres por ciento en los próximos dos años, aunque con la advertencia de que a medio y largo plazo el modelo parece agotado.
Concretamente, la OCDE prevé un crecimiento del 3,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2007 y del 3,1 en 2008, pero con desequilibrios inquietantes como baja productividad y sobrevaloración del precio de la vivienda en 30 por ciento.
El informe semestral de la institución explica que si no se corrigen esos y otros desequilibrios, existe el riesgo de que en la próxima década el crecimiento del PIB sea inferior al dos por ciento y se invierta el proceso de convergencia con Europa.
La OCDE está muy preocupada por el precio de la vivienda en España, que se ha duplicado desde 1998, amén de que el mercado de alquiler es muy limitado, lo que perjudica a la movilidad laboral e incide en el desempleo.
En ese sector, el diagnóstico de la organización es demoledor: «Los análisis empíricos han demostrado que los precios se encuentran inflados cerca de un 30 por ciento por encima del nivel de equilibrio a largo plazo».
Como consecuencia, el nivel de endeudamiento de las familias, el montante de los préstamos hipotecarios, está aumentando excesivamente y crece a un ritmo desorbitado de hasta 22 por ciento, advierte. En promedio, la vivienda consume 49 por ciento del ingreso familiar.
Ante tal desastre el informe señala la necesidad de estabilizar el mercado inmobiliario, para lo que deben corregirse las distorsiones que estimulan la demanda pero dificultan el acceso a la vivienda a jóvenes y personas con rentas bajas.