Varios detenidos, entre ellos el mahaikide Joseba Permach, y un gran número de heridos fue el balance de las brutales cargas que la Ertzaintza realizó ayer en las calles de Bilbo contra las miles de personas que, por encima de las prohibiciones, habían salido a reivindicar los derechos de los presos políticos vascos. Muchos de […]
Varios detenidos, entre ellos el mahaikide Joseba Permach, y un gran número de heridos fue el balance de las brutales cargas que la Ertzaintza realizó ayer en las calles de Bilbo contra las miles de personas que, por encima de las prohibiciones, habían salido a reivindicar los derechos de los presos políticos vascos. Muchos de los heridos tuvieron que ser atendidos en hospitales, y las movilizaciones de protesta se multiplicaron por Bilbo hasta bien entrada la noche.
La Ertzaintza cargó ayer de forma brutal contra las miles de personas que se manifestaban por las calles de Bilbo en favor de los derechos de los presos políticos vascos. Hasta el punto de que las decenas de heridos, algunos de ellos de gravedad, que causaron las numerosas arremetidas policiales colapsaron el servicio de urgencias del cercano hospital de Basurto.
No fue éste el único centro hospitalario que tuvo que atender a las personas que, tras recibir porrazos y pelotazos, o directamente tras ser atropellados por los ertzainas que arremetían contra la multitud, necesitaron asistencia médica. Hasta el hospital de Gurutzeta y a otros centros fueron trasladados muchos manifestantes que, por encima de las prohibiciones de la Audiencia Nacional española primero, y del Gobierno de Lakua después, quisieron expresar masivamente su apoyo a los represaliados vascos.
La calle Doctor Areilza, por la que discurría la marcha tras saltarse el control policial que impedía a los manifestantes avanzar por la calle Autonomía, parecía un escenario de guerra segundos después de la primera gran carga de la Ertzaintza.
Varias personas yacían en el suelo, algunos de ellos con la cabeza ensangrentada, otros con brazos, piernas y costillas amoratadas, y casi todos sin poder levantarse. Tras esta primera acometida, quienes -aún estando muchos de ellos contusionados- corrieron a auxiliar a los heridos, empezaron a llamar a las ambulancias. Estas empezaron a llegar una tras otra.
Muchos de los heridos, entre los que se encontraban los mahaikides Pernando Barrena y Eusebio Lasa, el concejal abertzale en Zizur Enrique Miranda, y la responsable de LAB en Bizkaia, Lola Gómez, entre otros, tuvieron que ser llevados en camilla a las ambulancias, y la mayoría aún permanecía en observación bien entrada la noche.
En cualquier caso, eso era sólo el reflejo de lo acontecido en esa avenida, ya que, a medida que pasaban los minutos, de las calles adyacentes iban llegando a la zona más personas, igualmente heridas tras sufrir otras cargas de la Ertzaintza.
De hecho, según señalaron a GARA testigos presenciales, al menos uno de los manifestantes quedó tirado en el suelo, con convulsiones, durante varios minutos. Otro joven, también estuvo tendido en la carretera, entre dos coches, en la calle Simón Bolivar, antes de ser llevado por los ertzainas.
Joseba Permach detenido
No fue ésta la única persona detenida por la Policía autonómica, que apresó también a Joseba Permach. El mahaikide era una de las personas que portaba la pancarta que, con el lema «Autodeterminazioa. Amnistia», encabezaba la manifestación que había partido desde la Casilla.
Los policías, nada más producirse la carga, fueron directamente donde él, y tras sacarlo del grupo y conducirlo hacia la entrada del metro, lo esposaron y lo introdujeron en una furgoneta. Desde la Consejería de Interior de Lakua -que también aseguró que había seis ertzainas heridos- sólo dieron cuenta de estas detenciones, aunque testigos comunicaron a este diario que varias personas más habrían sido, al menos, retenidos e identificados.
La pancarta, que además de por Permach estaba siendo portada por la abogada Arantza Zulueta, la juntera electa Itziar Lopategi, y los miembros de la dirección de LAB Ainhoa Etxaide, Txutxi Ariznabarreta y Mati Iturralde, entre otros, también fue arrancada violentamente por los agentes de la Ertzaintza que cortaron el paso a la manifestación.
Al menos una decena de furgonetas de la Policía autonómica se situó frente a los miles de manifestantes que avanzaban por la calle doctor Areilza, tras dejar atrás Autonomía, y otros vehículos policiales cerraron el camino en la parte trasera, impidiendo a la multitud avanzar en ninguna dirección.
Ante la presencia policial, la gente optó por sentarse en el suelo, y así estuvieron durante varios minutos, hasta que el mando de los policías les dió un minuto para disolverse. Los manifestantes no se movieron en su sitio, mientras gritaban lemas en favor de los presos políticos vascos y en contra del PNV y de la Ertzaintza, los agentes de este cuerpo policial comenzaron a golperlos, en el suelo, y a disparar con sus peloteros.
A partir de ahí, la gente se fue diseminando por diferentes zonas de Bilbo, y organizando manifestaciones espontaneas en contra de la carga policial y, siguiendo la convocatoria inicial de la manifestación, en defensa de los derechos de los presos políticos vascos. El recuerdo a Iñaki de Juana fue una constante en cada uno de los grupos que se congregaba y que, a los pocos minutos, sufría las arremetidas de la Policía.
Desde la misma calle Autonomía hasta el Casco Viejo, todo Bilbo fue ayer escenario de un sinfin de manifestaciones, que se prolongaron hasta bien entrada la noche. Así, hubo concentraciones y cargas en lugares como El Corte Inglés, o Sabin Etxea, entre otros puntos de la capital vizcaina.
La tensión, en cualquier caso, era patente mucho antes de la hora prevista para iniciarse la manifestación. Por la mañana, ante la prohibión por parte de la Audiencia Nacional española de la marcha que había convocado el movimiento pro amnistía, decenas de vecinos y familiares de represaliados hicieron un llamamiento a la movilización bajo el lema «Hitza eta erabakia. Lurraldetasuna eta amnistiaren alde», pero el Departamento de Interior no tardó en anunciar que también prohibía esa convocatoria, y casi una hora antes, las cercanías de la plaza Aita Donostia estaban ya abarrotadas por decenas de ertzainas.
Así, bajo el puente de la avenida Sabino Arana, se produjeron varios rifirrafes entre las centenares de personas que habían logrado acceder a ese punto y los policías autonómicos, que golpearon con sus porras a varias personas, a una de las cuales le produjeron una herida sangrante en el cuello.
«La paciencia tiene límite»
El resto de la gente que, por tren, autobús, metro o andando, se dirigía al punto de salida de la manifestación, no pudo pasar más allá del cruce entre las calles Autonomía y María Díaz de Haro, al chocar con el cordón formado por los ertzainas.
En ese punto, comenzaron a reunirse miles y miles de personas, que no tardaron en entonar lemas como «Euskal presoak etxera», «PNV espainolen morroi», «Bakerik ez, amnistiarik gabe», «Jo ta ke irabazi arte», «Iñaki de Juana askatu», y otros en favor de los represaliados vascos y de la independencia de Euskal Herria.
Desde la otra parte del cordón policial, no tardaron en seguirles, y los gritos retumbaron bajo el puente de la autopista. Entre las personas que se hallaban en este punto, estaban el mahaikide Arnaldo Otegi, Juan Mari Olano, de Askatasuna, Estanis Etxaburu, de Etxerat, Arantza Zulueta, Ainhoa Etxaide, de LAB, y varios ex presos políticos vascos.
Precisamente, uno de ellos leyó el comunicado que el Colectivo de Presos Políticos Vascos había elaborado para la manifestación.
También Olano se dirigió a los numerosos medios presentes en ese lugar, para denunciar la actitud del Gobierno de Lakua al prohibir la manifestación en favor de los prisioneros vascos.
Según afirmó, «en estos tiempos en los que todo el mundo habla de paz y diálogo, es incomprensible que se prohíba a miles de personas manifestarse por objetivos tan dignos como son el de la autodeterminación y la amnistía».
En este sentido, responsabilizó directamente de lo que estaba aconteciendo al lehendakari, Juan José Ibarretxe, y al tripartito que le sostiene en el Ejecutivo de Lakua, y exigió a todos ellos «que superen el cinismo que están manteniendo».
«Por un lado, están pidiendo a un gran espectro social de este país que haga política -señaló-, y por otra parte no le dejan expresar sus reivindicaciones en la calle». De esta forma, valoró que «hay demasiados políticos que están tentando a la suerte», y agregó que «eso se tiene que acabar». A este respecto, Olano declaró que «la paciencia de un pueblo tiene límite», y se refirió a «las miles de personas que estamos sufriendo durante años, que no tenemos derecho ni a manifestarnos, ni a expresar nuestras opiniones, ni a organizarnos, ni a votar, ni a nada. Esto se tiene que acabar».
Por ello, se dirigió al PNV, y le espetó que «no vale poner la pelota en el tejado de Madrid o de París», ya que «son ellos los que han tomado la decisión de prohibir esta manifestación». «Que expliquen al pueblo con qué razón han decidido prohibir esta manifestación a miles de hombres y mujeres que querían salir a la calle a reivindicar lo que creen oportuno», emplazó.
Arnaldo Otegi estuvo presente en la movilización en favor de los presos políticos vascos, y tras la carga de la Ertzaintza, acusó a este cuerpo de cometer «una masacre en Bilbo». En declaraciones a Radio Euskadi, el portavoz abertzale denunció que «decenas de personas han sido heridas, entre ellos varios miembros de la Mesa Nacional de Batasuna, y han tenido que ser atendidas en diferentes hospitales». Además, Otegi, se trasladó a la comisaría de la Ertzaintza en Deustua para interesarse por el estado del también mahaikide Joseba Permach, que fue detenido durante el inicio de la brutal carga que realizó la Ertzaintza a la altura del Colegio Jesuitas en la Calle Doctor Areilza. Al hilo de ello, el mahaikide afirmó que a su compañero «lo han traído esposado y detenido a esta comisaría, por ello he venido a ver cuáles son las diligencias que se practican contra él». Este arresto, en palabras del portavoz de la formación abertzale fue una de los consecuencia de los incidentes provocados por la Ertzaintza que a su juicio «tienen un responsable o unos responsables nítidos».