Traducido del catalán por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
Hoy es otro día triste para nosotras. Si en el año 1973 un Tribunal Militar se avino a representar una simulacro de juicio contra nuestro hermano y lo condenó a muerte para contentar a los sectores más sedientos de sangre al final del franquismo, hoy, con una distancia de más de 34 años, una democracia teóricamente consolidada y un poder judicial que tendría que ser independiente de cualquier interés ajeno a la justicia, nos hallamos en la misma situación. El equipo de abogados que nos representa ha trabajado con absoluta eficacia y ha reunido y presentado una amplia batería de nuevas pruebas con argumentaciones contrastadas y contundentes. Ha presentado nuevos testigos y pruebas periciales. Eso era lo que legalmente se requería para que el caso de nuestro hermano se pudiera revisar.
Las pruebas de la defensa de Salvador que en su día no se realizaron o no se aceptaron, ahora han estado sobre la mesa de la sala quinta militar del Supremo. De ellos dependía un acto reparador de justicia y no lo han querido así. Ante esta indefensión decepcionante que hoy nos toca vivir, nos preguntamos en qué se diferencia aquel sistema dictatorial, capaz de condenar a muerte a nuestro hermano entre otros muchos, y este sistema democrático que no hace nada por cerrar heridas que todavía supuran. Después nos pedirán que olvidemos el pasado y miremos hacia le futuro. No podremos nunca.
Nos preguntamos si este mismo desvelo judicial que ahora ha negado la revisión lo que ha hecho es defender a aquel nefasto tribunal que, en su tiempo, firmó sin garantías procesales la pena de muerte de nuestro hermano.
Sabemos que no estamos solas en este momento. Agradecemos el ánimo y el apoyo que nos hacen llegar innumerables personas y colectivos. La sociedad en general y la catalana en particular ha entendido que el caso de nuestro hermano no es una cuestión estrictamente personal o familiar. Hay en juego poderosos conceptos como la dignidad o la reparación de la justicia. Sabemos que no somos las únicas personas que estamos en está situación. Y también sabemos que tenemos que seguir hasta que algún día se reconozca la profunda injusticia que se cometió el 2 de marzo de 1974 cuando el verdugo apretaba el garrote con el visto bueno de un sistema judicial corrupto, indefendible desde la perspectiva de los tiempos en que vivimos.
*Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al traductor y la fuente.