Con los grandes negocios «haciéndose verdes», ¿es esto una muestra de que las campañas ambientalistas han prevalecido y están imponiendo la agenda corporativa? ¿O los ambientalistas han sido llevados a apoyar mediante engaños lo que puede ser poco más que una nueva ola de careta verde de parte de las empresas? En el mundo de […]
Con los grandes negocios «haciéndose verdes», ¿es esto una muestra de que las campañas ambientalistas han prevalecido y están imponiendo la agenda corporativa? ¿O los ambientalistas han sido llevados a apoyar mediante engaños lo que puede ser poco más que una nueva ola de careta verde de parte de las empresas?
En el mundo de los negocios en estos días, parece que prácticamente todo está en venta. Tratos multimillonarios son asuntos frecuentes e incluso instituciones venerables como el Wall Street Journal se encuentran a sí mismos introducidos en el juego. Es así que las compañías no son la única cosa conquistada. Este puede resultar el año en que los grandes negocios compraron una parte sustancial del movimiento ambiental. Esta es una manera de interpretar el extraordinario nivel de cooperación que está surgiendo entre algunos prominentes grupos ambientalistas y algunas de las mayores corporaciones a nivel mundial. Lo que una vez fue una arena de antagonismo feroz, se ha convertido en un auténtica relación amorosa, mientras las compañías declaran ser cada vez más «verdes» y consiguen ser profusamente alabadas por hacerlo. Este mismo año, por ejemplo, el World Resource Institute entregó uno de sus premios «Courage to Lead» al jefe ejecutivo de General Electric.
Cada día parece traer un nuevo anuncio de una empresa gigante que está tomando medidas para proteger el planeta. IBM, conocida informalmente como «big blue» (gran azul), lanzó su proyecto «Big Green» (gran verde) para ayudar a los consumidores a rebajar drásticamente el uso de energía de sus centros de datos. Newmont Mining Co, la mayor excavadora de oro del mundo, apoyó la resolución de un accionista que pidió una revisión de su impacto ambiental. Home Depot introdujo una etiqueta «Eco Options» (opciones ecológicas) para cientos de productos verdes. General Motors y la grande del combustible Conoco Phillips se unen a la lista de las gigantes corporaciones que se han declarado en apoyo a un techo obligatorio para las emisiones de gases que causan el efecto invernadero. Bank of America dijo que invertiría 20.000 millones en proyectos sustentables en la próxima década.
Muchas de las nuevas iniciativas están siendo seguidas en directa colaboración con los grupos ambientalistas. Wal Mart está trabajando de cerca con Conservación Internacional en sus esfuerzos para disminuir el uso de energía y cambiar hacia fuentes renovables de poder. Mc Donald’s ha hecho equipo con Greenpeace para desalentar la deforestación causada por el crecimiento de las plantaciones de soja en Brasil. Cuando las firmas Texas Pacific Group y KKR estaban negociando la absorción de la compañía TXU este mismo año, pidieron a «Environmental Defense» (Defensa Ambiental) integrar las conversaciones, para que el trato, el que terminó incluyendo una reducción de los planes para 11 nuevas plantas a fuego de carbón, tuviera asegurado el visto bueno ambiental.
Observando esta tendencia, Business Week detecta «una notable evolución en la dinámica entre ejecutivos de corporaciones y activistas. Una vez fragmentados y antagonistas, ésta se movido hacia un acomodamiento e incluso mutua dependencia». La pregunta es: ¿quien está acomodando a quien? ¿Son estos desarrollos una muestra de que las campañas ambientales han prevalecido y están marcando la agenda de las corporaciones? ¿O, los ambientalistas han sido llevados a apoyar mediante engaños lo que puede ser poco más que una nueva ola de careta verde de parte de las empresas?…
… Muchos activistas ambientales parecen dar la bienvenida a la noción de convergencia entre los intereses de los negocios y los intereses verdes, pero todo parece demasiado bueno para ser real. Si las políticas ambientalmente amigables son enteramente «ganador-ganador», entonces ¿por qué las corporaciones se resistieron a ellas por tanto tiempo? Es difícil de creer que el conflicto entre maximización de los beneficios y protección del ambiente, que caracterizó la historia entera del movimiento ecológico, se haya evaporado repentinamente…
… En realidad, nosotros no deberíamos integrar ninguna iniciativa ambiental de las compañías. Los activistas humanos deberían liderar el esfuerzo para sanear el planeta, y las corporaciones deberían estar hechas para seguir nuestro liderazgo.
Phil Mattera es director de investigaciones del Good Jobs First y responsable del Corporate Research Project.
Resumen traducido del artículo publicado en http://www.corp-research.org/archives/may-jun07.htm
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