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Pertur: el pasado «imprevisible»

Fuentes: Gara

No es cierto que se pille antes al mentiroso que al cojo: los mentirosos corren más y se ocultan mejor. Pero aún así, a veces quedan al descubierto. Que se lo digan sino a los directivos de «El País», que tras décadas de actuar como altavoz de la versión oficial de que Pertur fue hecho […]

No es cierto que se pille antes al mentiroso que al cojo: los mentirosos corren más y se ocultan mejor. Pero aún así, a veces quedan al descubierto. Que se lo digan sino a los directivos de «El País», que tras décadas de actuar como altavoz de la versión oficial de que Pertur fue hecho desaparecer por militantes de ETA, caían del guindo recientemente aprovechando la próxima presentación de un documental dirigido por Angel Amigo que avala la tesis de una operación represiva con participación de los servicios secretos españoles y destacados ultras y/o mercenarios, algunos de ellos implicados en otros sucesos, como los de Montejurra.

En la extinta URSS, tan acostumbrada a revisiones y contrarrevisiones de la historia, circulaba un dicho curioso: el pasado es imprevisible. Si quienes han convertido a Pertur en un mártir de la «intransigencia abertzale», precursor de EE (y hasta del PSOE), tuvieran un ápice de vergüenza, asistiríamos a una cadena de autocríticas y peticiones de disculpas. Pero no ocurrirá.

Y es que «El País», que reconoce que publicó (¡en 1987!) algunos datos que ahora han servido para sustentar la idea de una operación de castigo española, no tiene reparos en señalar que «nadie relacionó estos actos con el secuestro de Pertur» y señala incluso que esto ocurrió «en parte por la convicción instalada acerca de su autoría». ¿Convicción instalada? ¿Quién la instaló? ¿Los extraterrestes? ¿La madre Teresa de Calcuta? ¡Si fuera ésta la única convicción instalada! Han instalado tantas que aunque caiga el decorado de cartón siguen con sus mentiras, porque no se trata de malentendidos, como quieren hacernos creer, sino de una estrategia de intoxicación, mentiras y más mentiras para legitimar determinadas estrategias políticas.

La de Eduardo Moreno Bergaretxe no es una excepción. Siempre se apuntó desde la izquierda abertzale a una acción de «guerra sucia», pero no interesaba dar crédito a esa acusación. Son muchos quienes van a tener que tragarse sus palabras, sus insultos y su bilis. Me temo que para ellos Pertur va a dejar de ser una referencia. No los imagino exigiendo que se conozcan todas las verdades sobre la transición.