Primero de septiembre de 2007: a una y otra orilla del Escamandro, Regàs es ya un tabú. Y precisamente por ello, por ella y por todos, es preciso exigir respeto hacia el trabajo, el valor y el talento de esta mujer. El poder ha hablado, y tras él, un fuerte brote de Pensamiento Único se […]
Primero de septiembre de 2007: a una y otra orilla del Escamandro, Regàs es ya un tabú. Y precisamente por ello, por ella y por todos, es preciso exigir respeto hacia el trabajo, el valor y el talento de esta mujer.
El poder ha hablado, y tras él, un fuerte brote de Pensamiento Único se ha apoderado de las salas de espera de todas las redacciones de guardia. El cuadro es el típico en estos casos: mezquindad, sed de gloria y temor de Dios; agravado por complicaciones como electoralismo y compadreo.
Decíamos ayer que alguien soltó a los cerdos en el jardín de los frailes, dando al traste con la flor que allí habitaba. Pretendían malograr su tallo y pisotear sus espinas; pretendían marchitar su corazón. ¡Patriarcas del embuste! No fue el gobierno quien prestigió a Regàs, sino ésta la que, al aceptar la propuesta del primer ministro, avaló su gabinete y proyecto de gestión.
I. LA GÉNESIS DE UNA MISERIA
Un linchamiento mediático propició esta purga política, pobremente interpretada por un poetastro de versos por encargo, que, harto de confundir cojera y libertad, sacó su nombre al parqué de Ferraz, hasta que un cliente le puso un pisito en la Plaza del Parásito. Helo ahí, con el ego de un pavo en celo, las maneras de un nuevo-rico y la glosa de un político de ocasión (sensu stricto).
Huelga escribir sobre un intelectual de reparto -como Molina-, que no es perfume ni vino de mesa, sino alcohol de quemar… ¿Quien se acuerda de Asunción? Prescindamos del señuelo y atrevámonos a otear más allá de lo permitido. ¿Quienes son los coautores de este refrito de «Fuenteovejuna» y «Asesinato en el Orient Express»?.
– Decid: ¿quién mató a Regàs?
– Fuenteovejuna lo hizo.
Como en las letras de Agatha, todos tenían un por qué: los trogloditas de la milicia se revolvían en sus agregadurías de ultramar; los brujos romanos tiempo ha que la postularon para un auto de fe; el hijo del viejo quiosquero temía por su legado en tierras de Bolívar; para el delfín del genocida de Bagdad, Regàs suponía una recurrente obsesión de desgaste; el pervertido de la exuberancia la odiaba también; como era el caso de los mercenarios de la Tierra Prometida; y qué decir del enano mental del radio-púlpito, para quien la hora de insultar a Regàs llegó a tener espacio fijo en su escaleta; la cabeza de Regàs era una de las medidas correctivas que apuntaban los informes de los especialistas en marketing electoral contratados por Ferraz (los artífices del ‘giro al centro’ que hace cuatro años ya le vendieron a un conocido políglota borracho genocida genovés… tan solo debieron arrancar las tapas azules y poner otras rojas en su lugar ¡Y listos! Otros cincuenta quilos con pólvora del rey; 300.000 euros por un copypaste de aquel informe que recomendaba recuperar electorado por el centro -¿dónde estará la línea divisoria?-, so pretexto de la «moderación y el pragmatismo»).
Demasiados pasajeros, Hércules, demasiados intereses en liza y demasiados callos pisados en muy pocos días. «Esto se veía venir», Regàs llevaba tiempo «haciendo amigos», con su dichosa costumbre de decir siempre lo que piensa y hacer todo lo que dice.
Es cierto que son demasiados hilos para que los meciera una sola mano, pero si hubo alguna que sobresaliera entre todas las demás… yo apostaría por el hijo del quiosquero: fue él, quien dispuso del móvil, los medios y la oportunidad. Y por si eso fuera poco, incluso la ejecución de su treta le dejó pingües beneficios. ¡Con lo difícil que es vender periódicos en agosto!
II. LA CONJURA DE LOS NECIOS
Hace tres meses asistí a un derroche de sonrisas autocomplacientes: cuatro felones de Corte compartían mesa con la hoy dimitida. Ante los flashes, se jactaban como diciendo: «la tenemos aquí, es la directora de la Biblioteca Nacional -nada menos-, en nuestro evento, que importantes somos»… ¿Y hoy? Hoy son los primeros en repetir de carrerilla todas las infamias que ven la luz en el ARRIBA, EL MUNDO, el NO-DO, LA RAZÓN, EL ALCÁZAR , el ABC, el MEIN KAMPF y ANTENA3. Nada nuevo bajo el Sol.
En la pasada primavera, la directora de la segunda mayor biblioteca de Madrid daba muestras de admiración y respeto ante la talla intelectual de Rosa Regàs. ¿Y hoy? Hoy su recto entronca con la faringe, insultándose a sí misma al ignorar el eco de sus propias palabras. Además, por si nadie lo ha advertido: no seguirles la corriente a los hipócritas le convierte a uno en un radical. Tolerancia relativa… así funciona la lógica de «lo plausible», el «saber estar» de la «gente de orden».
Poco después, otro vividor «de todo esto» me advertía durante un almuerzo de trabajo, que más tarde tendríamos unas palabras a cuenta del artículo «Flor de Libertad», publicado hace unos días, en solidaridad con Rosa Regàs.
Es grotesco contemplar como en menos de 24 horas, todo un elenco de aduladores ha trocado su discurso en una suerte de parte oficial de propaganda militar. ¡Guardémonos de la falsa amistad de quienes idolatran a los cargos, ignorando a las personas que los desempeñan! Esos no son amigos, ni compañeros, ni camaradas.
III. DIFAMA QUE ALGO QUEDA
El epítome de la difamación orquestada contra Regàs reza tal que así: «En tres años al frente de la Biblioteca Nacional, Regàs no ha hecho nada; como mujer que es, es una pésima gestora; culpable del robo de los mapas; y una inmoderada, que no sabe dirigirse a la prensa; fue descortés con sus superiores; y es roja, catalana y republicana, por lo que odia a la nación española» (sic.)
Este libelo de propaganda oficial pasaría desapercibido en Libertad Digital, La Razón, Infonacional, ABC o Las Provincias, pero lo preocupante es que el mensaje ha llegado a hacer mella en la mente de los adeptos a EL PAÍS y EL MUNDO.
Resulta cuando menos gracioso imaginar la cara de los jefes de cierre. –Oye Martínez, ¿tú has visto eso?, ¿tragarán? -¿No coló el 23-F? ¿No cuelan el Líbano y Afganistán? ¿Acaso protestan porque Otegi esté en prisión y el becario de Franco en libertad? ¡Si coló lo de la Transición, son capaces de tragar con cualquier cosa! ¡Tú imprime, imprime y deja de hacer preguntas si no quieres tener problemas!
Viendo la piara de irresponsables que se dedican a periodistear, fieles al dictado de la voz de su amo, a propagar acusaciones desprovistas de cualquier elemento probatorio y a minar la credibilidad del conjunto de la profesión, se impone una vuelta a la cordura, urge un análisis pausado y la desarticulación de todas y cada una de las mentiras del régimen:
DIFAMACIÓN N.º 1
«En tres años al frente e la Biblioteca Nacional, Regàs no ha hecho nada»
Resulta trivial de refutar, no hay más que echar un vistazo a los principales hitos alcanzados durante su período de gestión: bajo la dirección de Rosa Regàs, la Biblioteca Nacional se ha convertido en un espacio de encuentro cultural abierto a toda la ciudadanía (antes de su nombramiento, la biblioteca era un coto privado, una suerte de lujo reservado en exclusiva para una pequeña élite compuesta de ricos, doctores, investigadores, escritores y enchufados). Gracias a Regàs, la Biblioteca Nacional es como Venezuela, que ahora es de todos.
Solo por la valentía de observar, considerar y adoptar esta decisión, el paso de Regàs por la Biblioteca Nacional ya tendría un incuestionable alcance histórico, pero la cosa no queda ahí: en esta última etapa la entidad ha concebido una programación cultural propia; se ha emprendido un nuevo plan de comunicación de las actividades, servicios y fondos custodiados; se ha agilizado y reforzado el sistema de préstamos para exposiciones; se ha creado el Museo de la Biblioteca Nacional, que sirve para explicar y difundir la labor de la institución; y se ha creado un programa de publicaciones, destinado a reflejar el producto de la investigación que se lleva a cabo en su seno.
De igual modo, bajo el mandato de Regàs se ha reforzado el acceso a recursos de información especializados y se han aumentado los servicios a los lectores; se ha ampliado la suscripción a bases de datos de datos especializadas; y se ha aumentado drásticamente la dotación en equipamiento informático. Es inaudito que la prensa haya criticado este renovado impulso tecnológico, acusando a su principal valedora de «haber convertido la Biblioteca Nacional en un ciber café«. Por desgracia, la ética periodística de algunos medios de comunicación no ha cambiado mucho desde que abrieran portada a cuatro columnas con el célebre titular: «Los rojos han quemado Guernica«. Es triste, pero es así: la verdad no importa, solo importa lo que dicte el capital.
En esta última etapa, la Biblioteca Nacional ha desarrollado un programa para organizar su colección, haciendo especial énfasis en el tratamiento de las adquisiciones; se ha racionalizado la gestión de los depósitos; se ha construido la Biblioteca Depositaria; se ha consolidado el papel de la biblioteca como Agencia Bibliográfica Nacional; se ha logrado que la biblioteca esté presente en todos los órganos nacionales e internacionales de cooperación interbibliotecaria; y se ha puesto en marcha un plan de innovación tecnológica para mejorar el control de acceso a la colección (lo que la ultra derecha ha llamado «relajar las medidas de seguridad«).
Además, se está construyendo la Biblioteca Virtual Hispánica; está en marcha un cambio en organización interna, con la intención de mejorar la coordinación entre los diferentes departamentos; se ha apostado por mejorar la formación del personal, porque ese es el mejor camino para convertir la Biblioteca Nacional en una institución más útil y abierta.
Esto son hechos verificables y no una opinión simplista aprendida en un panfleto. A la vista de una realidad tan distinta a la descrita por el ex ministro Molina, la pregunta es ¿en qué basa sus embustes el correveidile de La Moncloa? ¿Cuándo asumirá su responsabilidad por mentir? La verdad, no es de extrañar que un ministro del reino de España nos engañe cada vez que le convenga… ¿Quién puede confiar en un gobernante socialista que asume su cargo jurando solemnemente cumplir las condiciones de un secuestro masivo, delante de una novela de terror, un autócrata y un ídolo religioso?
DIFAMACIÓN N.º 2
«como mujer que es, Regàs es una pésima gestora«
Gran parte de los ataques contra Rosa Regàs se fundamentan en su condición de mujer, y para ser más precisos, en su condición de mujer trabajadora. Esto es una verdad incontrovertible. Tan extremo y premeditado ha llegado a ser el embate, que la Reacción disponía de respuestas preparadas de antemano para excusar el componente machista de su campaña de acoso mediático. ¿Cómo? De la forma más vil imaginable: causando indefensión por el tosco método de denunciar la denuncia. Solo hace falta un poco de imaginación, aderezada con una buena dosis de tergiversación, y ya tenemos titular: «Regàs: con un hombre no se habrían atrevido».
Lamentable pero cierto: ni la derecha, ni la ultra derecha ha dudado en hacer uso de los más burdos tópicos a la hora de diseñar una campaña de desprestigio personal dirigida contra la mujer trabajadora que tuvo la honestidad política de anteponer el sentido de la Justicia a su interés particular.
A lo de pésima gestora no hace falta responder, ahí está el extracto de logros profesionales cosechados por Regàs a su paso por la Biblioteca Nacional… cuestiónenlos con datos, si pueden.
Y en cuanto al intento de establecer una relación de causa y efecto entre las mujeres y su supuesta incapacidad para la gestión… descartando malicia e ignorancia, yo recomendaría al padre de semejante genialidad que se ponga en manos de ayuda facultativa: no se corte, acuda al urólogo, al psicólogo y si puede, trate de asistir a unas clases de Educación para la Ciudadanía. Créame, hacen milagros (de los que salen en Nature o Science).
DIFAMACIÓN N.º 3
«Regàs es culpable del robo de los mapas«
Existe abundante literatura jurídica que afirma categóricamente que la responsabilidad penal por un crimen corresponde a quien toma la decisión consciente de llevarlo a cabo. Regàs no tuvo nada que ver con el robo de los mapas, quienes sostengan lo contrario deberían saber que imputar falsamente un delito, es delito a su vez.
En el ejercicio de sus funciones como directora de la Biblioteca Nacional, Regàs no adoptó, ni omitió ninguna decisión que pueda ser considerada una «relajación de las medidas de seguridad». Afirmar lo contrario es mentir, y hacerlo en un asunto de esta importancia constituye una temeridad y un menosprecio hacia la inteligencia de los demás.
La Biblioteca Nacional dispone de un buen equipo de profesionales, por lo que la intervención de su directora debe limitarse estrictamente al ámbito de las funciones que le son propias. Pretender responsabilizarla de la comisión de un crimen del que en realidad es víctima, es un despropósito.
Todo profesional de la seguridad sabe bien que «la seguridad total es un mito». La cuestión es: ¿quién determina el punto idóneo en el que la seguridad está en equilibrio con la comodidad y el respeto a la privacidad de los lectores?
Del material sustraído existe copia, por lo que, aún lamentando la pérdida de los originales, su valor documental no ha desaparecido. Lo ocurrido es triste, pero tratar de incriminar a Regàs en ello es una insensatez, una pirueta mediática destinada a saciar el odio político acumulado (y darnos nueva carnaza con la que entretenernos, no vaya a ser que nos dé por acordarnos del yate que acaba de estrenar el becario de Franco; o denunciar la existencia de los miles de trabajadores recluidos en los centros de internamiento de inmigrantes, en condiciones infrahumanas, sin haber cometido delito alguno; o escribir sobre los cientos de asesinatos terroristas causados por la precariedad y la ausencia de formación y medidas de seguridad e higiene en el trabajo).
¿Por qué este interés en ir contra Regàs? ¿Porque ocupaba el vértice de responsabilidad en la institución objeto de asalto? ¿Cabe inferir entones, que existe una nueva política orientada a culpabilizar a las víctimas de robo? ¿Por qué no apuntar más arriba? ¿Por qué no forzar la dimisión del ministro de cultura, o la del primer ministro, o incluso la del carísimo autócrata impostor campechano armado chuloputas furtivo vago regatista entrometido fraticida?
Pero no… todo el mundo se apunta a lo que le conviene, a lo fácil y a lo oficial. ¡Leña al mono, que es de goma! Como lanzar piedras a quien te ha enseñado de números y de flores, y dónde está Granada. ¡Ornitorrinco!
DIFAMACIÓN N.º 4
«Regàs es una inmoderada que no sabe dirigirse a la prensa«
Afortunadamente cierto: Rosa Regàs no se sabe -o no se quiere aprender- el guión oficial. A Rosa Regàs no le gusta que otros piensen por ella. No gusta de consumir ideas preconcebidas, ni acudir a juicios prejuzgados… por eso a veces llega a conclusiones que no se corresponden con las directrices de la propaganda oficial del régimen. Pero eso no solo no es malo… hacen falta más Rosas Regàs.
DIFAMACIÓN N.º 5
«Regàs fue descortés con sus superiores«
Si cortesía viene de Corte, el corte se lo llevarán quienes la esperen de una trabajadora consciente de su clase y ciudadanía. Si por cortesía entendemos respeto, el respeto es inherente a la persona, pero ni es gratis, ni es para siempre. Porque si el respeto fuera automático, de nada valdría; y pretenderlo intemporal sería contrario a la lógica de unas circunstancias que no siempre se mantienen los parámetros que propiciaron su aparición.
Dicho sea en otras palabras: hay quien se gana la descortesía a pulso, por ejemplo, mintiéndote en la cara para que abandones tu puesto de trabajo, con la esperanza de reducir la repercusión de tus frecuentes declaraciones políticas, por lo general contrarias a los intereses de los privilegiados por lo arbitrario, y favorables a los de quienes sufren algún tipo de opresión.
Pero Rosa Regàs no es descortés, de hecho, sus exquisitos modales la han llevado en más de una ocasión a asumir ciertos gajes del oficio. En fin… esto no es precisamente la Comuna de París, a veces hay que transigir, para luego lograr más.
Puestos a dar con el origen de las ofensas que se le atribuyen, a lo mejor habría que preguntar a los supuestos ofendidos, si la causa de esas ofensas no cabe buscarla en ellos mismos.
DIFAMACIÓN N.º 6
«Regàs es roja, catalana y republicana, por lo que odia a la nación española«
No me atrevo a definir la ideología de Rosa Regàs empleando una sola palabra, pero cualquier lector que haya tenido ocasión acercarse a su obra, todo aquel que haya tenido el privilegio de escucharla con atención, sabrá que hablamos de una mujer comprometida con la defensa de los humildes, una sincera demócrata, tolerante y humanista. Fanática de la duda y el diálogo, de la no-violencia y el entendimiento.
Catalana es, y a mucha honra; honra de la buena, de la que no es contra nadie. Catalana sin rencor; sin rencor, pese al exilio, al miedo, al dolor y otras tristezas. Catalana sin rencor, a pesar de la Memoria y de su amor por otras culturas.
Y republicana, por supuesto. Antes lo dije: humanista, demócrata y sincera. No podía ser otra cosa: republicana, sí, que no es solo nostalgia por un sistema de valores… es la confianza en lo inexorable: el saber que la ciudadanía encontrará más pronto que tarde, la forma de reabrir las grandes alamedas y hacer valer su voluntad.
En cuanto al supuesto odio a la nación española, ¿qué es lo que hay que odiar? ¿Un par de colores? ¿Un blasón con ornamentos avícolas? ¿La fotografía de un tirano muerto? ¿Eso es la nación española? Un país no es una palabra, ni un trapo; un país no es una canción, ni patrimonio de un solo partido; un país no es un estúpido sobrero metálico colmado de piedras preciosas. Un país de verdad no se construye con mentiras, ni se mantiene unido por miedo a que su ejército lleve a cabo un nuevo asesinato masivo de civiles.
Un país son sus personas, por eso, Regàs no puede odiar a España entera, por la sencilla razón de que no conoce a tanta gente. ¡Por favor! ¿De verdad alguien piensa que una «enemiga de la patria» aceptaría un puesto al frente de la Biblioteca Nacional de España? ¿Quién podría decir que Regàs odia a España tras haber leído «La canción de Dorotea»?
La cultura no debe ser interpretada como un factor de exclusión, sino como un instrumento para el entendimiento entre personas iguales en derechos pero diversas en identidad. ¿Tan difícil es comprender algo tan fácil de comprobar?
IV. REGÀS ESCRITORA
Me gustaría saber cuántos de los que han insultado a Regàs en estos días, estarán al corriente los detalles de su gestión al frente de la Biblioteca Nacional, sabrán de su biografía, conocerán su pensamiento, habrán leído alguno de sus libros o siquiera alguno de sus artículos.
¿Cuántos de ellos conocerán la desesperación de Aurelia Fontana, habrán visto lo que ella veía y compartido la ternura de sus matices? ¿Cuántos apartarán su mirada de los renglones y cerrarán los párpados para renacer bajo la piel de la emigrante que regresa al corazón de su país? ¿Cuántos de ellos sabrán que, lejos de ocultarse, nuestra flor de libertad guardó su diario en los estantes de todas las librerías? ¿Cuántos apreciarán el buen hacer de Mohamed? ¿Cuántos habremos soñado con palabras prestadas de Alexis, Anna, Pía o Elías? ¿Cuántos sabrán que hay más verdad en una sola canción de amor o de batalla, que todos los boletines oficiales de un año?
Regàs es una autora inesperada, cuyo registro zigzaguea entre la crónica y el encanto, entre la pasión y la seriedad, de los artículos al romanticismo y del desagarro hasta la vida. Su obra se aparta de clichés preconcebidos, refleja un sólido dominio del lenguaje y su vocabulario, lo que convierte la lectura de sus textos, en una experiencia enriquecedora, cercana y agradable.
Regàs llama canciones a sus mejores artículos de opinión. En verdad son cuartillas acotadas -como las cartas de los viejos señaleros- son guías de viaje para adentrarse en el análisis de la actualidad política. Regàs disecciona la realidad, desnudándola de lo accesorio, conduciendo el razonamiento prácticamente sin intervenir. Ese es su rasgo común: Regàs opina en plena libertad, pero sin faltar jamás a tres sencillos principios: el Método Científico, las primeras dos Leyes de la Termodinámica y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
V. REGÀS LUCHADORA
Hay personas que, alcanzada cierta posición, jamás harán nada que pueda dar al traste con su estabilidad. La estrategia de esas personas, los profesionales de la política -en el mal sentido de la palabra-, no es muy distinta de la del movimiento okupa: «Okupa y resiste». Pero no, ¡ya quisieran los busca vidas del sistema tener al menos el 10% de la dignidad de los ocupas! Ved por ejemplo, el caso del becario de Franco, helo ahí: rodeado de yates, palacios, coches, aviones y cuentas corrientes robadas a todos… ¿alguien piensa que ese sujeto se arriesgará alguna vez a hacer una declaración comprometida? Evidentemente, no.
Pero Regàs no es así. Comprometida con la causa de los oprimidos, de palabra elaborada y gesto consecuente, ella no teme a la Reacción. Posee criterio independiente y lo manifiesta cada vez que se le pregunta; Regàs dimite sin ceder y su opinión permanece inalterable, ajena al libre mercado de los intelectuales que venden sus favores en los mentideros la Villa y Corte.
Rosa padece una rara afección que le provoca lo que comúnmente se conoce como «ser una persona íntegra». Los epidemiólogos afirman que la frecuencia de la «integridad ética» es inferior a un caso por cada varios centenares de millones de personas. La consecuencia más visible -una vez establecido el diagnóstico-, es la inmediata y permanente incapacidad para formar parte del juego político. Manifestaciones severas de su mal -el bien- las podemos encontrar en Voltaire, Nin, Bolívar, Allende, Pi i Maragall, Chomsky, Rousseau, Gandhi, D’Ors, Marx, Engels, Guevara, Lenin, Neruda, Unamuno y poco más.
Denuncia la manipulación de la prensa
Solo una valiente luchadora, se atrevería a denunciar lo que viene ocurriendo en la mayoría de medios de prensa de este país de países: la manipulación mediática ha dejado de ser un fenómeno aislado, para convertirse en algo masivo y cotidiano.
Para vergüenza y descrédito de la profesión, somos muchos los que hemos superado aquella primera fase de asombro, en la que nos sorprendíamos ante la publicación de embustes de infame recuerdo, para llegar a la situación presente: donde la sorpresa ya no está en la propaganda oficial, sino al comprobar con tristeza, cómo las mentiras, las medias verdades, los silencios y las tergiversaciones calan en la conciencia de un importante sector de la ciudadanía.
Regàs, con su extraordinaria capacidad de síntesis, tuvo el acierto de poner el dedo en la llaga, para señalar lo que todos sabíamos, pero que muy pocos se atreven a decir: nuestra prensa no merece ser leída.
Exigencia de respeto democrático para la República Bolivariana de Venezuela
Oráculo de la razón crítica, Regàs hizo público alegato de respeto hacia los resultados de las elecciones democráticas celebradas en la República Bolivariana de Venezuela. La derecha española tildó sus palabras de representar una adhesión partidista a la causa del camarada presidente Hugo Chávez Frías, a quien llaman dictador (sin ver la viga en el propio ojo). Fieles al manual de manipulación periodística, la ausencia de partidismo en las palabras de Regàs, no logró estropear su bonito titular: «Regàs apoya el régimen del dictador Hugo Chávez».
Crítica a la primacía de la violencia sobre la razón y exigencia de respeto hacia la democracia Palestina
Alguien con valor para asumir las consecuencias de exigir cordura frente a la guerra, sin odio, con mesura, sin fanatismo, pero con firmeza. Todavía recuerdo sus palabras en la entrevista que la semana pasada concedió a Paz Ahora, durante la recepción ofrecida en la Biblioteca Nacional a un grupo de 60 criaturas de origen palestino: «Palestina necesita menos armas y más comprensión. El pueblo de Israel debe respetar las elecciones palestinas y dialogar con la visión puesta en la paz».
Denuncia de la falta de voluntad política y las maniobras dilatorias en el trámite parlamentario de la Ley de la Memoria Histórica
Lejos de someter su discurso al dictado de los representantes de lo inconfesable, apenas una semana después de presentar su dimisión, Regàs sigue siendo Regàs, al denunciar la inexcusable lentitud que experimenta el trámite parlamentario de la Ley de la Memoria Histórica. Acompañada por más de un centenar de firmantes, Regàs suscribe un manifiesto crítico con la pasividad mostrada por el Grupo Parlamentario Socialista, al que se hace responsable de la eventual no aprobación de la ley en la presente legislatura.
Es preciso recordar que el pretexto de la prisa no podrá ser invocado para justificar la posible aprobación de una ley que omita alguno de sus principio irrenunciables: una condena explícita del régimen franquista; la declaración de ilegitimidad e ilegalidad de las acciones represivas y jurídicas de los gobiernos franquistas; la necesaria iniciativa del Ministerio de Justicia y el Fiscal General del Estado al plantear los recursos de nulidad de las sentencias producto de sumarios contrarios a derecho; y una implicación determinante del gobierno en las tareas de localización de los represaliados desaparecidos; conservar y permitir el acceso a los archivos históricos; y eliminar la simbología franquista de las vías y los edificios públicos.
CONCLUSIÓN
Hace falta ser muy ignorante, tener poderosos intereses o muy poca autonomía de criterio, para repetir todas y cada una de las difamaciones que estos días se han escrito a propósito de Rosa Regàs.
El mensaje es claro: «No importa quien seas, si osas disentir, morderás el polvo». Ante eso, el silencio nos confundiría con el resto de la turba de intelectuales a sueldo. De ahí la necesidad de una respuesta enérgica y bien argumentada, porque la razón importa.
Estamos ante un acto de arbitrariedad y miseria política, una purga política, un linchamiento mediático, de ahí la importancia de conocer y resistir, porque de no haber respuesta a los abusos del capital, ¿quién de nosotros se convertirá en el próximo bocado de los insaciables?
¡Moltíssimes gracies, Rosa!